Nuevo estudio muestra la disparidad entre los fieles católicos y las enseñanzas de su iglesia, también en materia LGTB
Un reciente estudio del Pew Research Center confirma que los fieles católicos de Estados Unidos se distancian, en buena medida, de las enseñanzas de su propia iglesia, pese a su amplia voluntad de permanecer dentro de la misma. Esta disparidad se manifiesta también en materia LGTB, aunque aquí la opinión se encuentra más dividida que en otros asuntos.
El próximo 21 de septiembre comenzará en Filadelfia una nueva edición (la octava) del denominado “Encuentro Mundial de las Familias”, que incluirá una misa que se prevé multitudinaria. Se espera que, como ya ha sucedido en ocasiones anteriores, sirva para reafirmar las tesis más tradicionales y como escaparate de grupos ultraconservadores (de hecho, asistirán incluso grupos que siguen defendiendo las peligrosas “terapias” de conversión).
En este contexto, resultan interesantes los datos del último estudio del Pew Research Center sobre las posiciones de los católicos estadounidenses en diversos temas. Datos que muestran una población católica que está lejos de aceptar monolíticamente las enseñanzas de la iglesia, especialmente las referidas a moral familiar y sexual (incluido lo referido a la realidad LGTB). Así, preguntados por si consideran aceptables diversos modelos de familia, hay un amplio consenso (predecible) en valorar positivamente la “familia tradicional”: un 90% de los encuestados lo considera “aceptable y tan bueno como otros para educar hijos”. Lo interesante es que la misma valoración se da en porcentajes relativamente elevados respecto de otras formas de familia, incluidas las de padres del mismo sexo: 48% para parejas heterosexuales no casadas, 43% para parejas del mismo sexo (no especifica si casadas o no), 38% para padres y madres solteros y 31% para padres y madres divorciados.
En lo referido a las familias homoparentales, el porcentaje de “aprobación total” es más bajo que con el matrimonio “tradicional”, pero significativamente más alto que con padres y madres solteros o divorciados. Parecen preferir una pareja antes que una persona sola para la crianza… En cambio, para dar un retrato completo del estudio, hay que señalar que las parejas del mismo sexo tienen un porcentaje de “desaprobación total” (considerarlas inaceptables en cualquier caso) más alto que todas las demás, pues en las otras la consideración de “mal menor” (esto es, tenerlas por aceptables aunque por debajo del ideal) tiene mayores porcentajes. Parece que en lo referido a las personas LGTB, la opinión está más polarizada: o la aceptan plenamente, o la rechazan del todo.
Preguntados por formas de pareja (sin hijos), se repiten resultados similares: una pareja del mismo sexo sin hijos obtiene la aprobación del 46% mientras que una pareja heterosexual no casada y sin hijos recibe la aprobación del 55%; un matrimonio heterosexual que decide no tener hijos, por su parte, recibe la aprobación de un 70%.
Otra variable que hay que tener en cuenta es la diferencia entre los católicos que asisten a misa regularmente (al menos una vez por semana) y quienes no lo hacen. Entre los primeros, la adhesión a las enseñanzas de su iglesia es mayor que entre los segundos. En concreto, sobre las personas LGTB, encontramos que un 36% de los católicos que asisten regularmente a misa encuentran inaceptable una familia homoparental y un 25% la ve como “no tan buena” como una familia “tradicional”; en cambio, un 36% la ve tan buena como cualquier otra. La interpretación de este dato, obviamente, está sujeta a discusión. Unos podrán pensar que los católicos que van a misa son los más coherentes, otros en cambio podrán pensar que quienes no van quizá no lo hagan porque no se sienten a gusto con su iglesia tal y como está…
El caso del juez Kennedy, un ejemplo
El estudio completo aporta muchos más datos interesantes. De entre ellos, podemos destacar uno que suele despertar polémica desde ambientes católicos y no católicos, aunque por razones distintas. Se trata de la paradójica “fidelidad” que manifiestan los católicos a su iglesia, incluso entre quienes no aceptan enseñanzas suyas y ni siquiera asisten a misa regularmente. Aquí el estudio ofrece un dato claro: entre quienes se declaran católicos, un 70% afirma no imaginarse dejar la iglesia en ningún caso (entre quienes sí han dejado la iglesia católica, un abrumador 89% señala que no tiene pensado volver: parece que resulta difícil irse de la iglesia católica, pero que quien lo hace también difícilmente volverá).
La disparidad entre lo que piensan muchos católicos y las enseñanzas de su iglesia cuenta con un ejemplo elocuente: la reciente sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos acerca del matrimonio igualitario. Su ponente, el juez Anthony Kennedy, es conocidamente católico, lo que en cambio no le impidió posicionarse a favor del matrimonio igualitario, ser además quien redactara la sentencia, y hacerlo en los términos elocuentes con los que habla del matrimonio. En este sentido, se refiere, por ejemplo, al carácter “trascendente” de la institución matrimonial. Asimismo, no hay constancia de que Kennedy haya abandonado la iglesia católica (a pesar de las furiosas críticas que ha recibido desde sectores ultraconservadores).
En definitiva, un ejemplo más que muestra que, al menos en algunas partes del mundo, muchos fieles no dudan en apartarse abiertamente de enseñanzas que de su iglesia sin que por ello dejen de considerarse católicos. Y la realidad LGTB —aunque en menor proporción que otras cuestiones— forma parte claramente los elementos de disenso.
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