Del blog de Xabier Pikaza:
“¡Ay de nosotros, europeos, que estamos en trance de perder toda conciencia!”
“El primer pecado capital es dejar morir a millones de personas a la puerta de nuestra Casa Europa”
“¡Ay de esta Europa adúltera, que niega su pacto con los hermanos que llaman a su puerta!”
“¡Pobre Europa, país de la filosofía, llena de malas razones, queriendo justificar lo injustificable, con los pobres que llaman a su puerta!”
Algunos recuerdan los siete pecados capitales de la tradición medieval, formulados por el Papa Gregorio Magno, último romano, primer europeo (540-604 d.C.; cf. Mor. 31, 45) y recogidos aún por el Catecismo Iglesia Católica 1997 (num.1866):
soberbia, avaricia, envidia,
ira, lujuria, gula y pereza
Sin duda, esos pecados eran y son importantes, pero responden a un tipo de moral más intimista (monacal), no tienen la fuerza y garra, ni la actualidad de los pecados bíblicos. En esa línea debo recordar que verdaderos pecados capitales de la tradición cristiana son los que recogía el evangelio del domingo (Mc 7, 21-23), que ayer comenté, reelaborado por Mt 15, 19, cuando dice que del mal corazón brotan:
pensamientos malos, homicidios, adulterios,
fornicaciones, robos,
falsos testimonios y blasfemias….
Estos son los siete verdaderos (y terroríficos) pecados capitales (aunque no los diga el Catecismo), los pecados actualísimos de Europa (y del mundo), como indicaré, desde la perspectiva del rechazo a los emigrantes que llaman a nuestras puertas, sin que casi nadie les reciba: los economistas no los quieren, o los quieren como esclavos; los políticos buscan escusas para decir que no se puede; los hombres y mujeres de la calle tendemos a volver el rostro).
El Papa Francisco nos ha dicho que estamos ante un gran “éxodo bíblico”, multiplicado estos últimos días por la llegada de sirios, iraquíes, afganos… que escapan del terror de sus países… Muchos de ellos son los mejor formados, hombres y mujeres de gran cultura! Ellos podrían ofrecer la mayor riqueza a nuestros países, incluso hablando en sentido egoísta. Pero no queremos recibirles.
¡Ay de nosotros, europeos…! Así diré ante cada uno de esos siete pecados capitales, presentados y comentados en el orden en que aparecen en el evangelio de Mateo. Ante los siete pecados capitales de la tradición medieval podíamos buscar evasiones. Ante los siete verdaderos pecados capitales de la Biblia según Mateo no hay escusa: ¡Ay de nosotros…!
En ese contexto quiero seguir hablando del pecado (de los siete pecados capitales) de aquellos que no reciben (recibimos) a los que vienen llorando a nuestras puertas, como los niños de la imagen primera, que lloran ante los soldados que les “reciben”.
En ese contexto, la imagen de los pecados capitales del Bosco (imagen 3) termina pareciendo un “juego de niños”. Nos hemos hecho peores que el mismo diablo de los antiguos pecados capitales.
1. Deliberaciones/cavilaciones malas (dia-logismoi)
El primer pecado es el mal pensamiento, las deliberaciones que brotan del mal corazón, que busca razones para mantenerse en su egoísmo. En sí mismas, las deliberaciones no son malas (cf. Lc 24, 38), pero pueden pervertirse y se pervierten, convirtiéndose en un cálculo maligno y retorcido, del que nacen los restantes males, como sabe Pablo (cf. Rom 1, 21; 1 Cor 3, 20).
Hay, sin duda, un pensamiento bueno, pero la Biblia sabe que el hombre ha terminado encerrándose en la cueva de un pensamiento pervertido, simbolizado por la serpiente de Gen 3, 1-6 (y 4, 4-7), una cavilación contraria a Dios, es decir, al don de la vida, es decir, a la gratuidad..
Éste pecado es el mal pensamiento de aquellos que quieren justificarse a sí mismos, con largos discursos, mientras dejan que mueran otros a su lado, es la justificación de los que dicen (=decimos) que las cosas son así, que no pueden cambiarse, que no hay sitio para más, que cada uno se arregle como pueda.
Así hemos caído en la cárcel de nuestros malos pensamientos, de nuestras justificaciones… Nosotros, el pueblo de la “razón”, los europeos, hemos terminado hundidos en el pozo de nuestra-sinrazón, defendida en parlamentos y consejos de ministros, con filosofías (ideología económico-sociales) que son pura mentira. En cárcel retorcida de nuestra cavilaciones nos auto-justificamos, mientras mueren a nuestra puerta a millones de personas.
De estos malos pensamientos (que son del mal corazón y la cabeza mala) brotan todos los restantes pecados, desde el homicidio hasta la blasfemia contra Dios.
¡Pobre Europa, país de la filosofía, llena de malas razones, queriendo justificar lo injustificable, con los pobres que llaman a su puerta!
2. Homicidios (phonoi)
El primero de todos los pecados externos, objetivados de un modo social, es el homicidio, o quizá mejor el asesinato, justificar la muerte de los otros, como el mismo Mateo 5, 21 afirma en la primera de sus antítesis. El asesinato en sí no es la raíz de todos los males (que sigue siendo el mal pensamiento del corazón pervertido), pero brota inmediatamente de esa raíz, como primera de todas las maldades destructoras de la historia humana, tanto en un plano judío como gentil, sin diferencias de naciones, pueblos o religiones. Del asesinato ha brotado y sigue brotando la mala historia de los hombres. Leer más…
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