Diversidad de diversidades: personas gitanas no heterosexuales
Un interesante artículo que hemos leído en Cáscara Amarga:
A las Gitanas Feministas por la Diversidad
“Es preciso reivindicar la igualdad de la mujer blanca frente al hombre negro, del gay gitano frente al inmigrante pobre, y de todos y todas frente al hombre blanco, cisexual, heterosexual.“
Nos quejamos una y otra vez de que se promueva como único perfil del sujeto de derecho, del ciudadano, el del hombre blanco, cisexual, heterosexual y con familia, de clase media-alta y propietario de bienes raíces, adulto, nacional, sin ningún tipo de diversidad.
En las investigaciones, los manuales, en todas partes, se lo toma como referencia inequívoca, y no nos cansamos de denunciar esa normatividad y reclamar la inclusión de otros perfiles: mujeres, personas de otras etnias, orígenes, sexualidades y capacidades.
Pero cuestionar el sujeto de referencia contradiciendo en bloque todos sus caracteres resultaría subversivo en exceso, y así cada una de nuestras otredades sólo se atreve, en el activismo más institucional, a visibilizar la oposición a uno de los rasgos que construyen el sujeto canónico.
De este modo al Feminismo más clásico se le acusa desde otros feminismos de olvidar las diferencias existentes entre las mujeres, como al activismo en defensa de personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales más institucionalizado se le recuerda la falta de compromiso con reivindicaciones que escapen a las propias del hombre blanco, cisexual, con familia, de clase media-alta y propietario de bienes raíces, adulto, nacional, sin ningún tipo de diversidad, y gay.
Además, desde nuestras propias otredades hemos venido generando, con la mayor reivindicación de nuestros derechos, perfiles estereotípicos que en la mayor parte de las ocasiones no son sino reinterpretaciones, re-creaciones y no creaciones propias, de tipos estigmatizantes nacidos del discurso de la discriminación.
De esta suerte el tipo resultante de la reivindicación, que no el tipo reivindicativo, y que no deja de ser una transposición del estereotipo de la discriminación, puede llegar a colaborar con el propio discurso discriminativo al incorporarse a él y actualizarlo.
En el caso de las personas no heterosexuales, si atendemos a esta actualización, apreciamos aún la vigencia del estereotipo estigmatizado: los rasgos del antiguo marica, que hacen hincapié en los cuidados de personas -la madre- y de los vestidos y maquillajes -“el mariquita se peina” lorquiano-, reaparecen entre los caracteres del estereotipo actual, actualizando lo relativo al cuidado al homosexualizar una profesión ya feminizada, como es la enfermería, y lo referido a la preocupación por lo estético haciendo lo mismo con los oficios relativos al cuidado personal -modistos, peluqueros, maquilladores-.
Del mismo modo, el estereotipo estigmatizado de otra de las diversidades posibles, la étnica, nos ofrece por ejemplo una imagen de las personas gitanas asociada a la delincuencia y lo folclórico que, aunque actualizada a través de una “nueva” figura asociada al éxito a través del canto y la danza, mantiene en el diccionario de la Real Academia la acepción como sinónima de “gitano” de “trapacero”, sin incluir siquiera una explicación o una marca que denuncie que se trata de un uso despectivo, y obliga a gritar muy alto, en la magnífica campaña organizada en respuesta, Yo no soy trapacero.
Hemos venido reivindicando derechos desde y para la Diversidad, en el activismo más “tradicional”, atacando de uno en uno los caracteres del sujeto de referencia y así, en la construcción de los estereotipos reivindicativos, que generan a su vez perfiles supuestamente positivos y que no necesariamente han de coincidir con aquellos, hemos olvidado que en múltiples ocasiones los caracteres de la diversidad se dan cita en una misma persona, produciendo identidades cruzadas que no terminan de encajar en la reivindicación clásica.
¿Cómo nos enfrentamos a estas identidades que combinan diferentes rasgos de la Diversidad?
El próximo 15 de agosto se celebra el Orgullo en Praga y durante los dos días previos tendrá lugar allí el Primer Encuentro Internacional LGTBIQ Romaní, tras unas jornadas similares realizadas a nivel local en 2014.
Las diversas formas de la Diversidad llevan ya varios años encontrándose, pero es desde hace relativamente poco que se aprecia su interseccionalidad fuera del ámbito académico, quizá por el ya conocido agotamiento del discurso reivindicativo tradicional, que busca ahora nuevos objetivos.
Los acercamientos intelectuales llegaron mucho antes: la ya agonizante “Teoría Queer”, que aunque siempre de moda provocó en el activismo una preocupante atomización de las reivindicaciones y una sobreelaboración del discurso que lo hacía –y hace- muy poco fructífero para la demanda de derechos a pie de calle, ha propiciado con su interseccionalidad definitoria el nacimiento de utilísimos estudios como los de David Berná Serna, pionero a la hora de analizar el encuentro del estigma de la homosexualidad y el de la gitanidad.
Y ahora es ya el momento de la puesta en práctica de la reivindicación, y aparecen no sólo figuras como Juan David Santiago, gitano gay que fue miembro de la junta de FELGTB, sino colectivos como Gitanas Feministas por la Diversidad, donde buenas amigas como Soraya Giménez, Noelia Heredia y Aurora Fernández trabajan con otras muchas grandes mujeres para que los derechos sean reconocidos para todas las personas en todas y cada una de sus diversidades.
Se trata de reivindicar un nuevo sujeto de referencia que sean todos al mismo tiempo, de cuestionar nuestra dominación señalando al unísono todas y cada una de las características que nos convierten en personas discriminadas, sin que sea preciso dejar de ser gay para reivindicarse como gitano sino precisamente empoderándonos en cada una de nuestras cualidades.
Y no sólo hay que oponer al hombre blanco, cisexual, heterosexual y con familia, de clase media-alta y propietario de bienes raíces, adulto, nacional, sin ningún tipo de diversidad, una mujer gitana de piel oscura, transexual y lesbiana, soltera, pobre y anciana, inmigrante y en silla de ruedas; es preciso reivindicar la igualdad de la mujer blanca frente al hombre negro, del gay gitano frente al inmigrante pobre, y de todos y todas frente al hombre blanco, cisexual, heterosexual, etc.
Se trata de acabar con la referencia, que conlleva acabar con los privilegios. Por eso, a esas mujeres gitanas que luchan, y a tantos hombres y mujeres que las acompañamos, hay que desearles en su trabajo salud y libertad.
¡Sastipen thaj mestipen!
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