Del blog de Xabier Pikaza:
Domingo 19 tiempo ordinario. Juan 6, 41-45. Sigue el tema del domingo anterior: Jesús es “pan”, su vida es alimento, es comunión que nosotros compartimos y ofrecemos, unos a los otros, siendo de esa forma Eucaristía.
—Este evangelio de la comunión, según el libro de Juan, empezó en Cafarnaum, donde Jesús se definió a sí mismo como Eucaristía, pan compartido, comunicación de Vida, junto al mar de Galilea, según dice Juan este domingo.
— Pero hoy (7.7.15) nosotros hacemos que la comunión acabe en el Mar Meditarráneo, en cuyas aguas terminan de morir, ahogados y con hambre, varios cientos de seres humanos sin más delito que tener hambre y buscar pan en la Europa llamada Cristiana.
Donde mueren de esa forma los que mueren (viniendo por pan a una tierra que se dice cristiana) no se puede hablar de Eucaristía, pues sin pan compartido en nombre de Jesús no hay cristianismo, como sabe y proclama la Escritura y el Dogma de la Iglesia.
a) Éste es el sentido de la creación, cuando Dios ofrecía a Adán y Eva los frutos del jardín, diciendo así que son los hombres y mujeres los que han de hacerse pan, unos en los otros y para otros, para que no venga la Serpiente, que como pan aparte (no se hace Eucaristía, Gen 2).
b) Ésta es la verdad del Éxodo judío, en el que Dios mismo regalaba maná (pan del camino) para hombres y mujeres, por igual a todos, de manera que ninguno acaparara en contra de los otros, sino todos tenían lo bastante/suficiente para comer, amarse, alimentarse (cf. Ex 16; Núm. 11).
c) Ésta es la verdad del evangelio, leyendo y aplicando a los cristianos (y a los hombres y mujeres), aquello que Jesús dice de sí mismo, porque él es Eucaristía y porque compartimos su vida, para hacernos comunión de vida, para que no acabe nuestra patria en el Mar Mediterráneo, pues todos somos hijos de José, pan de Eucaristía
Texto,
En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”, y decían: “No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?”
Jesús tomó la palabra y les dijo: “No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna.
f) Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan de vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo (Juan 6, 41-51).
a)Trasfondo sinóptico: Enseñar, dar de comer
En un determinado momento Jesús quiso que sus discípulos descansaran. Han compartido su tarea han comenzado a enseñar y curar sobre la tierra (cf. Mc 6, 30), están cansados. Jesús les lleva a reposar, pero la gente les ha visto y aún les necesita. Sobre el cansancio de los discípulos (de la iglesia) está el vacío y angustia de los hombres que llaman y que buscan.
La misericordia de Jesús vence al cansancio y así sigue enseñando. Se hace tarde, están en un lugar muy apartado ¿Qué pueden hacer? Los discípulos (¿la iglesia?) quieren que los hombres y mujeres se marchen, cada uno a su camino, conforme a sus propias posibilidades (a pie o en patera de mar, buscando comida). Pero Jesús no les puede enviar así vacíos, y pregunta:
¿Cuántos panes tenéis? ¡Mirad bien! Y mirando respondieron cinco panes y dos peces. Y les mandó sentarse en grupos sobre la hierba verde. . . Y tomando los cinco panes y los dos peces miró hacia el cielo, dijo la bendición y partió los panes y los fue dando a sus discípulos, para que los repartieran a la gente. Y tam¬bién repartió los dos peces para todos. Y comieron todos y se hartaron (Mc 6, 38 42).
Este es el relato, simple y terso, con sus dos elementos centrales (a) Jesús enseña, comparte la palabra. (b) Jesús da de comer, hace que los hombres que le siguen compartan la comida
b) Una novedad mayor hacerse comida
Dando un paso más en esta línea, el evangelio de Juan ha descubierto y desvelado un gran misterio: Jesús no sólo enseña y da de comer, sino que se convierte él mismo en comida. Ésta es su novedad “teológica”, su novedad humana, la verdad más honda de la Eucaristía: compartiendo el pan de Jesús (en recuerdo de su vida y de su muerte), sus discípulos descubren que él mismo en comida, de tal forma que ellos han de hacerse comida unos para los otros.
Yo soy el pan de la vida.
El que venga a mí no tendrá hambre.
El que crea en mí ya no tendrá más sed (Jn 6, 35).
Estas palabras deben entenderse desde el fondo del milagro precedente los discípulos comparten su comida (el pan y vino, los panes y los peces) con todos los hombres de la tierra. Sólo sobre esa base, con el nuevo espíritu de Jesús, con la confianza que ofrece su camino, ellos descubren una forma nueva de existen¬cia, en la que el mismo Cristo es pan de Dios para los hombres, de manera que en él y por él tienen que hacerse pan unos para otros.
c) Un hombre cualquiera ¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre?
Los “judíos” critican a Jesús porque dice que es “el pan bajado del cielo”. Le critican porque saben que es “un hombre cualquiera”, como todos ellos: «No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?».
Éste es el tema. Los “judíos”, es decir, aquellos que no logran comprender el misterio del pan compartido conocen bien a Jesús y saben que no es un ángel del cielo, ni siquiera es un hombre de alcurnia. Saben de dónde viene: de José y de María… ¿De dónde le han salido las ínfulas que tiene para presentarse como “pan del cielo”. Es un hombre como los demás, como sabe el himno de Flp 2.
Éste es el tema: la salvación de Dios (el pan del cielo) forma parte de nuestra propia historia. Jesús no es pan del cielo por ser un tipo de “monstruo” o prodigio celeste, sino, simplemente, por ser un hombre, un simple ser humano. No hace falta más para ser presencia de Dios, pan del cielo.
(d) El Padre me ha enviado… La atracción de Jesús.
Ha nacido de José y María y, sin embargo, al mismo tiempo, ha venido de Dios, porque el mismo le ha enviado. Es un hombre normal y, sin embargo, Dios mismo se expresa en su vida y en la vida de aquellos que le buscan (atraídos por Dios). Jesús, como hombre, es según eso la revelación y presencia de Dios, el auténtico alimento, de manera que en su vida y en la vida de aquellos que le escuchan viene a revelarse el misterio de la VIDA DE DIOS. De esa forma se vinculan los cuatro rasgos de un único misterio, es decir, de la Eucaristía. Leer más…
Biblia, Espiritualidad
Ciclo B, Dios, Eucaristía, Evangelio, Inmigración, Jesús, Jose, Pan de Vida, Tiempo Ordinario
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