“Limosna”, por Ferran Busquets
Este artículo es de octubre de 2014, pero no ha perdido actualidad:
Voces. Ferran Busquets. [Blog personal] Recientemente han aparecido dos noticias sobre las personas que piden limosna. En Girona se recomienda a la ciudadanía no dar, y a los que piden se les multa. En Italia se multa a quien da y también a quien pide. Pero tampoco es nada nuevo ya que pasa en otras ciudades donde en lugar de multar por pedir se disfraza de ocupación indebida del espacio público, por ejemplo.
Aprovechando que me han preguntado la opinión sobre si se debe dar o no, quisiera exponer unos puntos por si ayuda al debate:
1. El abanico de personas que piden en la calle es muy amplio. Personas que tienen un piso, gente que vive en la calle, grupos organizados, etc. La visión reduccionista que pretende poner a todos en un mismo saco o buscar soluciones basadas sólo en grupos organizados no es acertada. Hay que mirar caso a caso y no proponer soluciones genéricas para todos. Si vamos al médico ya todos nos dan la misma pastilla, en algunos casos funcionará por casualidad pero en otros hará más daño que bien.
2. Los organismos públicos, normalmente, son conscientes de la diversidad y dificultades de las personas que piden, pero el ciudadanos no tanto. Las cosas como son, muchas veces las acciones de multar se dan debido a las quejas y presiones de los vecinos. Ejercer esta presión no es justificable. Ceder a esta presión tampoco.
3. ¿Una cuestión de seguridad? Si estas medidas se establecen desde las áreas de seguridad algo chirría, ya que estamos hablando de una problemática social. La mayoría de personas piden porque necesitan algo, y si necesitan algo lo tendrán que conseguir de una manera u otra. Si multar a una persona evitara (que no lo hace) que la persona deje de pedir, seguro que habrá otras maneras de conseguirlo como, por ejemplo, el hurto. Por tanto, desde el punto de vista de la seguridad mejor que pidan.
4. No se puede pedir a la ciudadanía que mire hacia otro lado cuando alguien pide en la calle. Se debería pedir todo lo contrario, que se tome conciencia de las problemáticas que hay, que se informen, que se pregunte tanto los servicios sociales como a las entidades. La responsabilidad de que haya gente pidiendo es de todos y nadie puede pedir a alguien que deje de ser solidario.
5. Multar a una persona por pedir no es disuasorio. Si estamos hablando de un grupo organizado, seguro que saben cómo evitar pagar. Si estamos hablando de alguien que tiene dificultades, tampoco podrá pagar ya que para ello pide y, además, le estamos añadiendo un problema más porque cuando esta persona comience a salir adelante tendrá que hacer frente a requerimientos, embargos, etc.
A partir de ahí, comentar algunos de los tópicos:
1. ¿Y si se lo gasta en alcohol? Si es una persona que vive en la calle, probablemente, se alcoholizará tarde o temprano: la vida en la calle es muy, muy dura y el alcohol, desgraciadamente, es una herramienta para hacerlo todo más ligero. A partir de ahí, si estás alcoholizado, en algunos momentos es una necesidad tomar alcohol.
2. No quieren ir a los servicios sociales. También podríamos decir que los servicios sociales no se adaptan a las necesidades de las personas. Los modelos sociales que hacen participar a las personas funcionan mejor que los modelos en que la persona es un sujeto pasivo.
3. Hay gente que abusa de pedir y de los servicios sociales. Así es. Hay quien engaña, manipula y abusa. Pero es preferible dar ayuda a diez personas que no lo necesitan que dejar a una persona que lo necesita sin ayuda.
4. Es pan para hoy y hambre para mañana. Totalmente de acuerdo. Dar dinero a alguien que pide puede solucionarle un problema puntual pero seguramente no solucionará el problema de fondo. Si damos dinero a alguien cada día que lo vemos, rumiemos el porqué lo hacemos y qué queremos conseguir con ello. Dar dinero también puede ayudar a establecer una conversación o preguntar qué necesita.
Una persona que ha estado muchos años en la calle me dijo: “No sabes lo que significa que alguien te dé un euro cuando lo necesitas, cuando estás desesperado”. También vale la pena escuchar el testimonio de Ana María cuando habla de los “¡20 euros!”.
Hay quien no suele dar dinero a personas que piden porque cuando lo hace no se siente cómodo. Hay a quien le pasa justo lo contrario. No existe un manual ni una solución universal. Que cada uno haga lo que considere conveniente pero, sea lo que sea, que lo haga pensando en lo mejor para la persona. Esto implicará informarse, preguntar, dudar, equivocarse, aprender, exigir que los servicios públicos den respuesta. Si nos importa y centramos la acción en la persona que tenemos delante, seguro que valdrá la pena hagamos lo que hagamos.
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