El Parlamento de Kirguizistán aprueba en segunda lectura una ley contra la “propaganda homosexual” más dura que la rusa
La homofobia de Estado en Kirguizistán es más fuerte que las protestas. El Parlamento de la ex república soviética de Asia Central ha aprobado este miércoles en segunda lectura el proyecto de ley contra la libertad de expresión de los ciudadanos LGTB y quienes los apoyan. El texto, más duro que el ya vigente en Rusia, establece multas y penas de cárcel para cualquiera que informe positivamente sobre la homosexualidad.
En abril del año pasado informábamos del comienzo de la tramitación por parte del Gobierno de la república centroasiática de un proyecto de ley que persigue castigar con multas y/o cárcel a todos aquellos que difundan una actitud positiva hacia “la sodomía, el lesbianismo y otras formas de comportamiento sexual no tradicional” que las hagan parecer “atractivas” o “despierten interés” en las mismas. El texto prohíbe la difusión por cualquier medio de contenidos de este tipo, así como la organización y participación en asambleas pacíficas en las que se informe sobre la realidad LGTB. Sus promotores han justificado la reforma en la necesidad de “salvaguardar y proteger los valores familiares, humanos, morales e históricos tradicionales de la sociedad kirguís”.
Se trata de una ley, en definitiva, en la línea de la ya vigente en la vecina Rusia, pero aún más dura, en tanto que ya ni siquiera se contempla la excusa de “proteger a los menores”. Toda información positiva sobre homosexualidad quedará vetada, aunque esté dirigida solo a adultos. Según la propuesta inicial, las penas podrían ascender hasta seis meses de prisión y una sanción de hasta 5.000 som (unos 73 euros), que se incrementarían -si los destinatarios de la información son menores- hasta el año de cárcel y 6.000 som de multa (88 euros). La participación en reuniones o asambleas en las que se trate de forma positiva la realidad LGTB se penará con multas de hasta 1.600 som (24 euros). Según denunció Human Rights Watch (HRW), para ello Kirguizistán ha debido modificar sus leyes sobre libertad de prensa y de asociación (así como su código penal), algo que según su director para Europa y Asia Central, Hugh Williamson, va en contra de la Constitución kirguís y del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, firmado y ratificado por Kirguizistán.
El texto tiene que pasar aún una tercera lectura en el Parlamento y ser firmado por el Presidente, pero los resultados de las dos votaciones hasta el momento (79 a favor frente a 7 en contra en la primera, 90 a favor frente a solo 2 en contra en la segunda) hacen presagiar que saldrá adelante sin dificultades. La ratificación definitiva podría producirse en octubre, antes de las elecciones legislativas previstas para entonces. El proyecto de ley ha recibido la condena del gobierno de los Estados Unidos y de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. También ha sido rechazado por el Parlamento Europeo, que pidió expresamente al gobierno kirguís su retirada.
La dura realidad del colectivo LGTB en Kirguizistán
Kirguizistán es el séptimo país de la órbita de la antigua Unión Soviética en discutir un proyecto de este tipo, tras Rusia (que inició la senda homófoba), Ucrania, Moldavia, Lituania, Armenia y Kazajistán, aunque solo en el primero ha entrado plenamente en vigor.
En cualquier caso, la situación del colectivo LGTB en Kirguizistán es ya muy dura, como muestra un informe de Human Rights Watch que recogimos a principios de 2014. Los testimonios hablan de amenazas continuas, violencia psicológica y física, detenciones arbitrarias, abusos sexuales o violaciones. Especialmente frecuentes son el chantaje y la extorsión, de forma que muchos de los extorsionados se ven obligados a pagar cantidades de dinero a los agentes para impedir que estos revelen su orientación sexual a amigos y familiares y les expongan al rechazo social o a la pérdida de sus trabajos.
En las semanas que siguieron a la publicación del informe, uno de los activistas que contribuyó a su elaboración fue amenazado de muerte. La sede de Labrys, una asociación de defensa de los derechos LGTB de Kirguizistán, fue atacada con cócteles molotov el pasado 3 de abril, sin que por suerte hubiera que lamentar daños personales. Y el mes pasado, un grupo de activistas que se habían congregado para conmemorar el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia fue acosado por radicales y retenido durante horas por la policía. Los políticos del país y los líderes religiosos (Kirguizistán es un país de mayoría musulmana, aunque hay una importante población ortodoxa) también añaden leña al fuego de la estigmatización social de gays, lesbianas y transexuales desde los medios de comunicación.
Fuente Dosmanzanas
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