No temas
TEMPESTAD EN EL RÍO
Se acaba toda playa.
El río entra en la tierra.
La floresta, en el río.
El cielo es como un río boca abajo.
Y es un cauce de verde sumergido
la orilla forestal.
Crecen las alas. Es un mar el río.
El agua baja turbia, roja,
fusilada de lluvia.
“Las aguas superiores,
las aguas inferiores”
del Génesis se llevan
el barco en los bandazos.
Leo cosas de Iglesia. Canto y grito,
elemental y loco de esperanza.
Moverse ya es vivir. Crecen las aguas
del Araguaia nuestro:
ha llegado la hora de la “enchente”,
y se puede cortar el lento viaje
entrando rectamente por los canales nuevos…
El barco ruge y marcha solo,
pobre,
libre, débil, seguro.
Y truena el cielo como un vientre grávido
hacia el glorioso parto teilhardiano.
Es Adviento en la misa y en las aguas.
Es Adviento en la tierra de los hombres.
*
Pedro Casaldáliga
(Clamor elemental. Editorial Sígueme, Salamanca 1971)
***
¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
– “Vamos a la otra orilla.”
Dejando a la gente, se lo llevaron en la barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole:
– “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?“
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:
– “¡Silencio, cállate!”
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:
– “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”
Se quedaron espantados y se decían unos a otros:
– “¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”
*
Marcos 4,35-40
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