Activos y contemplativos: A propósito de Jn 21, 1-14.
Mari Paz López Santo
ECLESALIA, 13/04/15 .-
Se adelantó a todos sin moverse del sitio. Miró al frente sin soltar la herramienta de trabajo. No gritó su descubrimiento; lo susurró, pero entre admiraciones y comillas: “¡Es el Señor!”.
Volvió a sentir el agua cayendo sobre sus pies y el latir de un corazón en la Noche del Servicio y del Amor; sus manos no dejaron a un lado la red, pero su mirada fue más allá: “¡Es el Señor!”.
No necesitó contrastar ni pudo callar, siguió agarrando la red; era un trabajo en equipo, todos en lo mismo: la comunidad sobre la inestable barca obedeciendo sin convicción una propuesta desde la orilla, después de una noche de esfuerzo inútil. “¡Es el Señor!”, le dijo al jefe que… ¡se vistió para tirarse al agua!
Las luces del amanecer robaban brillos y colores a unas brasas a pie de playa en esa hora que nada es lo suficientemente nítido como para no ser puesto en cuestión; esa hora en que hay que creer, o haber creído, para poder ver.
No hacían falta palabras. Un coro de silencios interiores proclamaba: “¡Es el Señor!” mientras se esparcía en el aire un agradable olor a pescado recién asado.
Recorriendo los versículos 1 al 14 del capítulo 21 del Evangelio de Juan recibo la profundidad del significado de la contemplación insertada en la vida activa.
Por eso me ha extrañado que, en el libro de evangelio comentado para cada día que me compré a principio de año, en donde se describen cuatro pasos de la Lectio Divina, no figura la “contemplación”. Se indica como primer paso la Lectura (Lectio); el segundo, la Meditación (Meditatio); en tercer lugar la Oración (Oratio) y, en cuarto lugar, la Acción (Actio).
¿Por qué no seguir un orden natural e incluir en la divulgación de la Lectio Divina la Contemplación (Contemplatio); justo detrás de la Oración y antes de pasar a la Acción?
Estos pequeños libros del evangelio de todos los días están ayudando mucho en la vida espiritual de los cristianos, especialmente los laicos y laicas que vivimos en el mundo; también el conocimiento de los pasos de la Lectio Divina indicada no sólo para sacerdotes, religiosos y religiosas de vida activa y contemplativa. Por eso me ha extrañado que una etapa de la Lectio tan importante como la Contemplación no se haya incluido.
Este año 2015 dedicado por la Iglesia a la Vida Consagrada puede ser un buen momento para que nuestros hermanos religiosos y religiosas activos o contemplativos animen a la Contemplación.
No pongamos fronteras al Espíritu que irá moldeando nuestra visión y nuestra escucha y, como a Juan, nos hará proclamar: “¡Es el Señor!”, sin soltar la herramienta, ni el ordenador, ni el tractor, ni el pañal, ni la bisturí, ni la sartén, ni el fonendo, ni el carro de la compra, ni la máquina de fotos, ni el micrófono, ni el pañuelo, ni las muletas, ni el coche, ni el libro, ni el pincel, ni…
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