El Consejo de Ulemas de Indonesia pide la pena de muerte para quien cometa actos homosexuales
El Consejo de Ulemas de Indonesia ha dictado una fetua en la que exige que los actos homosexuales sean castigados hasta con la pena de muerte. Aunque el Consejo no tiene ningún poder ejecutivo, se trata del máximo órgano clerical del islam en Indonesia, el país con mayor número de fieles musulmanes del mundo, por lo que su influencia social es indudable. La fetua también puede afectar a las provincias indonesias donde rige la sharia o ley islámica, como la región de Aceh, donde la homosexualidad ya está castigada con la degradante pena de recibir cien azotes en público.
El pasado 4 de marzo, el Consejo de Ulemas de Indonesia emitió una fetua, o edicto de carácter religioso, en la que se proponían castigos para quienes estuvieran implicados en actos homosexuales, que iban desde la flagelación hasta la pena de muerte. Según Hasanuddin A.F., que preside la comisión de la fetua, “la sodomía, los homosexuales, los gais y lesbianas están prohibidos en la ley islámica. Son actos viles que están castigados con la pena de muerte. No importa si se aman el uno al otro, sigue estando prohibido por la ley. Para la ley islámica es un acto sexual que debe ser fuertemente castigado”.
Ya el pasado mes de enero, el Consejo dictó otra fetua en la que consideraba la homosexualidad como una enfermedad “curable” y la sodomía como un delito punible. También se prohibía la legalización de las relaciones homosexuales. Asrorun Ni’am Sholeh, secretario de la comisión de la fetua, dijo en aquella ocasión que la sodomía era peor que el adulterio y el sexo extramarital y que era castigada con penas más severas según el derecho islámico.
El Consejo de Ulemas no tiene ningún poder legislativo o ejecutivo en Indonesia, pero su influencia social es muy alta. Grupos extremistas como el Frente de Defensores Islámicos, por ejemplo, han justificado los violentos ataques dirigidos contra la comunidad Ahmadía en el hecho de que había sido considerada herética en fetuas emitidas por el Consejo de Ulemas. En regiones como Aceh, donde rige la sharia o ley islámica, el precedente de esta fetua puede traducirse en cambios legales que endurezcan el castigo contra los actos homosexuales, ya fuertemente penados.
Por ello, el alcance del edicto preocupa a activistas LGTB como Hartoyo, para quien “la emisión de una fetua de este tipo es lo mismo que promover el odio y motivar a las personas para que lleven a cabo actos de violencia contra otros. Si al Consejo de Ulemas no le gustan los homosexuales, debería expresar su desaprobación por otros medios, de una manera educada y pacífica. No debe cubrir su mensaje con odio y violencia”.
Haris Azhar, coordinador de la Comisión de Personas Desaparecidas y Víctimas de la Violencia, opina que “la homosexualidad no es un delito, ni una desviación. Se trata simplemente de una preferencia y es algo privado. Además, no es deber del Consejo de Ulemas el determinar la legislación nacional. Se supone que el Consejo de Ulemas debe educar a los musulmanes de Indonesia. Proponer un castigo tan severo es una muestra de mentalidad muy inmadura por parte del Consejo. Como musulmán, aprecio los esfuerzos del Consejo en la expedición de fetuas. Pero, de nuevo como musulmán, estoy en contra de esta fetua porque yo tengo derecho a expresarme a mí mismo y mis preferencias, siempre y cuando no viole los derechos de los demás”.
Para Todung Mulya Lubis, abogado especializado en la defensa de los derechos humanos, el Consejo de Ulemas debe superar el hecho de que la homosexualidad existe en Indonesia, y aceptar también que “nadie debería ver violados sus derechos. Todos somos iguales. Los derechos humanos no difieren entre las personas, sea cual sea su orientación sexual. El gobierno no debe tener favoritismos en la protección de los ciudadanos. Sean heterosexuales, gais, lesbianas o transexuales, todos deben ser protegidos. Todos somos iguales ante los ojos de la ley”.
Indonesia presenta una realidad muy diferente para su comunidad LGTB dependiendo de la región. Formalmente, la homosexualidad no es delito en el país con mayor número de fieles musulmanes del mundo, que mantiene un código penal heredado de la época colonial neerlandesa. La excepción es la provincia de Aceh, donde desde 2005 rige la sharia o ley islámica gracias a la autonomía que le fue concedida al firmar la paz con los separatistas, poco después del tsunami que asoló la región. En el año 2010 saltaba la indignación de grupos musulmanes ultraconservadores por la celebración de un certamen de belleza para mujeres transexuales, mientras que en 2013conocíamos la iniciativa del ayuntamiento de la capital de la provincia, Banda Aceh, de introducir un castigo físico para quienes mantuviesen relaciones con personas del mismo sexo. En septiembre de 2014, fue el Parlamento de la provincia quien aprobó por unanimidad castigar las relaciones homosexuales con la degradante pena de recibir cien azotes en público.
En 2004, las autoridades municipales de Palembang, en Sumatra del Sur, dictaron una regulación en la que aglutinaban toda la actividad de las personas LGTB como “prostitución”, un cajón de sastre que incluye también a la sodomía, los abusos sexuales o la pornografía. En virtud de ese reglamento, todas las personas acusadas de cometer cualquiera de esas actividades calificadas de “prostitución” se enfrentan a la perspectiva de un máximo de seis meses de prisión o 5.000.000 de rupias (360 euros, 380 dólares) de multa.
En otros lugares del país, sin embargo, existe una actitud más tolerante, especialmente en zonas urbanas como Yakarta. Con todo, la influencia de los islamistas más radicales en Indonesia no se limita por desgracia a Aceh. En la propia Yakarta las autoridades prohibieron hace dos años un concierto de Lady Gaga, abanderada de los derechos LGTB, por considerarla un personaje diabólico y antirreligioso. Los fundamentalistas también han obligado a cancelar una reunión de la división asiática de la ILGA (International Lesbian and Gay Association) en Surabaya y han amenazado a los organizadores del Q! Film Festival, un festival de cine LGTB, por mencionar otros dos ejemplos.
Indonesia también votó el pasado 2014 en contra de la resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU contra la homofobia y la transfobia y ha sido calificado, por su propia población, como un mal lugar para vivir si eres gay o lesbiana (solo un 2% opina lo contrario) en una encuesta de Gallup.
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