Dom 15.3.15. La cuaresma de las tres serpientes
Domingo 4º de Cuaresma, Jn 3, 14-21. Éste es el domingo de Jesús serpiente elevada en la cruz, para sanar a todos los mordidos por la serpiente del veneno, del pecado y de la muerte, según el evangelio de Juan. Éste es el domingo de las tres serpientes (de Adán/Eva, de Moisés y de Jesús) que jalonan el camino de la historia de la salvación. Éste es nuestro domingo, la cuaresma de las tres serpientes: Transformar el veneno de un mundo de muerte en medicina…
(1) La serpiente de Adan-Eva, que es veneno que llevamos dentro, es decir, el riesgo de la envidia, falsa adoración, el deseo de muerte, que se vuelve para los demás para matarles. Esa serpiente interior nos acompaña desde siempre, a lo largo de la historia, forma parte de nuestra identidad, como seres que viven en la misma línea del abismo de la muerte, para así elevarse, elevarnos al amor de Dios, al amor de los demás, en libertad. Trasformar ese veneno en medicina, el riesgo de muerte en principio de vida: ésa es la salvación, es la plenitud, como sabe desde siempre la farmacia (éste es el principio de todas las vacunas, el sentido de la homeopatía). No podemos “matar” a la serpiente (pues nos mataríamos a nosotros mismos); pero podemos convertirla, transformarla en principio de amor para la vida. Ésa es nuestra tarea.
(2) La serpiente de Moisés en el desierto: es la medicina que cura en un nivel externo, por un tiempo; es la serpiente hecha de bronce, de poderes cósmicos. Ésta es la serpiente de las grandes religiones cósmicas, vitales , khtónicas (del fondo de la tierra). De un modo misterioso, al lado del trono vacío de Yahvé, en el templo de Jerusalén, los judíos colocaron la serpiente, como signo divino de los grandes poderes de la vida y de la muerte. Cuando miró a la altura y descubrió a su Dios, en la más impresionante de todas las visiones de la Biblia (Is 6), el profeta Isaías descubrió a las serpientes/voladoras de fuego (Serafines) volando en su entorno y cantando. ¡Santo, Santo, Santo! (hacia el año 740 a.C). Pero unos decenios más tarde, los mismos judíos un día la fundieron, trituraron y quemaron por inútil, contraria a su esperanza. Ciertamente, hay un tipo de serpiente que debe ser matada, para que así puede elevarse sobre el cielo de la luz la serpiente verdadera.
(3) La serpiente de Jesús es el amor elevado ante todos, para todos, sobre la gran colina de la muerte, convertida en principio de fe y de salvación, es decir, de amor mutuo hecho principio de esperanza. En esa línea, la misma Cruz viene a presentarse como una serpiente enroscada sobre el travesaño del gran “palo” enhiesto de la Cruz, de la muerte convertida en principio de amor. El mejor paraíso lleva en sí el riesgo de la serpiente… Pero el amor convierte el veneno medicina.
— Por un lado, la muerte de Jesús ha sido la mayor catástrofe de la historia, el mayor pecado... Parecía que no había ya remedio a nuestros males, simplemente muerte. Dios había dejado a los hombres en manos de su propia libertad, y los hombres mataron al Dios hecho persona de amor entre los hombres.
— Pero Dios ha querido que la misma Cruz (el gran pecado) pueda ser y sea amor supremo, revelando de esa forma a Jesús como serpiente salvadora. Así podemos transformar el mal del mundo en principio de salvación, en amor a los demás, en vida compartida.
Muchos otros elementos tiene esta gran imagen de la serpiente que salva. Éstos son algunos de ellos, comentados a partir del evangelio de Juan, esto domingo, un prodigio de radicalidad y de esperanza.
Texto Juan 3,14-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.”
a) Eva y Adán, Serpiente venenosa (Gen 3)
Adán y Eva habitaban desnudos, (‘arumim) sobre el ancho paraíso, integrados en la inocencia cósmica de los deseos que se cumplen sin violencia. Pero en hebreo desnudo significa también astuto. Por eso el texto continúa diciendo, de manera natural, que allí, en el paraíso se hallaba la serpiente, que era la más desnuda/astuta (‘arum) de los animales que Dios había hecho (Gen 3,
«Entonces, la serpiente, que era la más astuta de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho, dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de ningún árbol del huerto? La mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis. Pero Dios sabe que el día que comáis de él se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y el mal. Al ver la mujer que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, el cual comió al igual que ella» (Gen 3, 1-6).
–- No es una serpiente material, un poder externo u objetivo que impone su fuerza sobre víctimas inermes, sino una serpiente humana, expresada en forma de sabiduría insinuante, pensamiento hecho deseo de tenerlo todo. Actúa en forma de símbolo animal; pero en el fondo ofrece unos rasgos intensamente humanos. La serpiente es la otra cara del paraíso: Dios permite que los hombres se realicen en libertad; por eso, su misma palabra abre un espacio de búsqueda y duda (ignorancia y sabiduría) donde anida la serpiente que se vuelve falsedad, engaño, muerte
– Es la serpiente de la desconfianza y de la envidia que penetra en las relaciones humanas, oponiéndose a la gracia creadora de Dios (que se expresa en forma de equilibrio ecológico). Es el deseo de una vida que quiero poderlo todo… dominarlo todo.
– Es la serpiente de las religiones sagradas de la tierra (y del subsuelo) que prometen seguridad y eternidad, pero que en el fono se extienden por medios de violencia y matan
– Esta serpiente es necesaria: sin serpiente, es decir, sin deseo y libertad, sin duda y su búsqueda de seguridad, no puede darse vida humana sobre el mundo. Pero es peligrosa: la libertad y el deseo y las luchas religiosas pueden convertirse en principio de destrucción. Esta serpiente del paraíso nos mata.
– Envidia. Avanzando en esa línea, podemos decir que la serpiente es el mismo pensamiento de la envidia. Ella nos hace suponer que Dios nos teme: nos prohíbe comer para tenernos sometidos. Ella dice en el fondo le dice a la mujer: «¿Por qué no te haces Dios? ¿Por qué no ocupas su lugar y encuentras que tú misma eres divina, sin necesidad de recibir vida de nadie, sin limitaciones?». Este es riesgo del Dios bíblico: ha creado alguien que pueda competir con él, al menos en un plano de deseos. El hombre lo tiene casi todo, sólo una cosa le falta: ser Dios, pero de un modo egoísta, dominando todo, luchando contra los demás… Por eso podemos que decir que al hombre le falta una cosa: no ser Dios como Dios es, en amor.
b) La serpiente de Moisés: Así como Moisés elevó la serpiente en el desierto,
Nos sitúa en el campo de la curación… Del riesgo del veneno y de la medicina… Es un animal simbólico, vinculado a un tipo de religión misteriosa, que puede matar y salvar..
«El pueblo estaba extenuado por el camino y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y estamos cansados de este pan tan liviano (maná). Entonces Yahvé envió contra el pueblo unas serpientes venenosas que mordían al pueblo, y así murió mucha gente de Israel. Entonces el pueblo acudió a Moisés y le dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Yahvé y contra ti; ruega a Yahvé para que aleje de nosotros estas serpientes. Moisés oró por el pueblo, Yahvé le respondió: Hazte una serpiente ardiente (venenosa) y ponla sobre un asta; cualquiera que sea mordido y la mire, vivirá. Hizo Moisés una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta. Y cuando alguna serpiente mordía a alguien, éste miraba a la serpiente de bronce y vivía» (Num 21, 4-9).
Las serpientes que Dios envía como castigo a los murmuradores son «serpientes serafines» (sheraphim: voladoras o venenosas, como dragones).
En contra de ellas construye Moisés otra serpiente sheraph (voladora), hecha de bronce (nejoshet), que tiene un veneno que cura otros venenos, es como un antídoto o vacuna sagrada, es la certeza de que, con la ayuda de Dios, podremos superar los malos venenos del mundo.
En el fondo de este bellísimo relato se encuentra la imaginación popular, que concibe el desierto como espacio poblado de dragones y alacranes, sequedad sin agua (cf. Dt 8, 15), lugar de serpientes voladoras, peligrosas para el hombre (cf. Is 14, 29; 30, 6).
En ese contexto encontramos también la experiencia sacral de la serpiente como signo divino, de carácter ambiguo (sabia y venenosa), que aparece en muchos ritos y cultos de los pueblos del entorno bíblico, que, de diversas maneras, veneran serpientes (como sucede incluso en los cultos griegos de Apolo).
Esta serpiente es un pharmakon (de famacia): el mismo “veneno” se vuelve medicina… En las farmacias aparece una serpiente, que no se emplea ya para matar con su veneno, sino para dar vida. Lo mismo que mata (veneno) se vuelve medicina.
En un momento dado, los “buenos” judíos seguían tributando un culto a la serpiente en el mismo tiempo… Adoraban al Dios-Serpiente, llamado Nejustán, el gran Bronce-Sagrado, como recuerda el libro de los Reyes cuando afirma que el rey Exequias (727-699 a. C.) trituró la serpiente de bronce que había construido Moisés, porque los israelitas seguían ofreciéndole todavía incienso; la llamaban Nejustán (2 Rey 14, 18).
Los mismos judíos supieron un día que la serpiente de Moisés no es suficiente para curar a los hombres de sus males. La farmacia es buena, cada vez hay mejores medicinas. Pero la pura serpiente de farmacia no logra curara todos los males.
c) Jesús serpiente: “veneno” que se vuelve medicina
La serpiente-veneno que cura es Jesús elevado por amor. así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
– Jesús es veneno, el veneno más fuerte. Si seguimos a Jesús parece que moriremos todos con él, nos van a matar… Vamos a morir siguiéndole a él. No tenemos salida, vamos a quedar en manos de la Gran Serpiente
– Pero veneno se vuelve medicina: ese veneno de Jesús nos va a curar… Allí donde parece que íbamos a morir podemos vivir…
– Jesús elevado, crucificado: Es la medicina, …Un hombre muerto por los demás viene a presentarse como suprema medicina… El mayor veneno es un crucificado. No es la solución, en la anti-solución… Pero así, crucificado por amor, viene a convertirse en fuente de salvación.
– ¿Quién eleva a Jesús, quién le crucifica? Por una parte los “soldados”… Pero, por otra parte, el mismo Dios que hace que Jesús pueda presentarse como supremo amor. Por medio de Jesús, Dios le quita en veneno a la muerte… Mirar a Jesús crucificado es creer en él. Creer en él es confiar en él
Jesús no hace nada, simplemente “se deja mirar”. No actúa de forma eficaz, haciendo cosas, realizando planos… Simplemente se deja amar y dejándose amar hace posible una respuesta de amor…
Así pasamos de la serpiente que mata a la serpiente que da vida eterna…
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
Dios nos da en Jesús su propia medicina, su amor elevado, al servicio de todos… En Jesús pueden curarse y salvarse todos.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En Jesús no hay juicio, hay puro amor… Pero un amor que no puede imponerse. Por eso, aquellos que no aceptan el amor se pueden destruir a sí mismos, quedando en manos de la serpiente de Adán-Eva, en manos de la serpiente inútil del desierto de Moisés
Conclusión
El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.”
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