«No tengo ningún buen recuerdo de mi niñez», escribe el joven Edouard Louis (21 años) en el prólogo de su libro.
Un libro que, desde la ficción novelada (¿o no tanto?) narra con dureza la homofobia latente, y ejerciente, en nuestra sociedad moderna… La Francia de las luces, republicana, cuna de la libertad, no se escapa a un odio homófobo que hemos podido ver visceral y orgulloso en esas manifestaciones contra el matrimonio igualitario, acompañadas por el ascenso electoral de una extrema derecha heredera del infame régimen de Vichy que envió a judíos y homosexuales a los campos de exterminio… Muy interesante la entrevista que le hacen al autor en el diario El País.
“Huir es reinventarse de otra forma”, escribe Edouard Louis en su primera novela En finir avec Eddy Bellegueule (Para acabar con Eddy Bellegueule) Seuil/Salamandra , que ha sido uno de los últimos fenómenos editoriales de la temporada en Francia. Escrita en clave autoficcional, Édouard Louis (el verdadero es Eddy Bellegueule pues se cambió el nombre), de 21 años, cuenta la infancia de un niño diferente en un pueblo marcado por la violencia, el racismo y la homofobia.
Lejos del melodrama y la historia costumbrista, Cómo acabar con Eddy Bellegueule es el relato de la insurrección del protagonista contra un ambiente hostil y su decisión de escapar a su destino para sobrevivir. La obra ha sido acogida por la prensa gala como una revelación, lleva vendidos más de 100.000 ejemplares en Francia y le ha hecho ganar el pasado mes de marzo el Premio Pierre Guénin contra la Homofobia. Pero también ha causado ampollas en su familia, que sale muy mal parada en la narración; así como en su localidad natal de Hallencourt (Somme, Picardie), donde no ha gustado nada su crudo retrato de un lumpen-proletariado zafio e inculto.
El protagonista es un joven delicado, cuyos modales afeminados no resultan apropiados en un mundo donde ser hombre es sinónimo de ser duro y provocan la burla, el desprecio y el acoso de us compañeros en Hallencourt, una pequeña ciudad de Picardía, norte del país, una localidad pobre y rural, con un 13% de paro y en la que en las últimas elecciones el Frente Nacional de Marine Le Pen obtuvo 46,4% de los votos.
Criado en una familia con un padre alcohólico en paro y una madre obligada a trabajar para mantener a sus hijos, Louis cuenta que durante toda su infancia hubo de enfrentarse al hecho de ser “el marica” de la escuela. Y ya desde las primeras páginas queda patente el mundo de insultos, vejaciones y acoso generalizado en que vivió. “De mi infancia no me queda ningún recuerdo feliz”, dice en la primera línea.
“No se habla en la mesa, se mira la televisión en silencio y en familia”, explica. Y, por supuesto, “leer es de maricones”. Eddy trata de adaptarse a la situación. Intenta comportarse como todos esperan de él: jugar al fútbol, salir con chicas, emborracharse con los amigos. Pero pronto resulta evidente que le gustan más los hombres que las mujeres. Una opción difícil de confesar en casa y en el pueblo. A la larga, sólo le queda la vía de marcharse, dejando atrás toda esa agresividad masculina, el alcohol, la sumisión femenina, el racismo… “No tengo ningún buen recuerdo de mi niñez”, confiesa Edouard Louis en el prólogo de esta narración escrita en primera persona, donde cuenta sin rencor pero sin complacencia su durísima peripecia vital, con un lenguaje que pone de relieve la violencia en la que creció. Intercalando en el relato frases que ha escuchado durante su infancia (“¿eres un tío o un mierda?”, “si no ves la televisión, ¿qué haces durante todo el día?”), el autor nos introduce en esa Francia olvidada por los políticos donde, como él mismo explica, “la miseria no resulta nada romántica”.
“Deja de darte esos aires, Eddy. ¿Por qué haces esos aspavientos de loca? Pareces una putilla“, le decían en casa. “¿Es que no te gustan las patatas fritas? Esto es lo que comen los hombres”, solía sentenciar su padre. En el Collège des Cynes (Longpré-les-Corps-Saints), dos brutos de su misma edad se divertían escupiéndole en la cara o golpeando su cabeza contra algún muro. Para que su martirio no fuera visto por todos, terminó citándose con ellos diariamente a la hora del recreo en un pasillo poco frecuentado.
El autor explica sus intenciones con este libro: “La verdad es que la rebelión contra mis padres, contra la pobreza, contra mi clase social, su racismo, su violencia, sus atavismos, fue algo secundario. Porque, antes de que me alzara contra el mundo de mi infancia, el mundo de mi infancia se había alzado contra mí. Para mi familia y los demás, me había convertido en una fuente de vergüenza, incluso de repulsión. No tuve otra opción que la huida. Este libro es un intento de comprenderla.”
Para el autor, sin embargo, “es normal que la violencia descrita sorprenda a quienes la viven diariamente porque, en su rutina, se han acostumbrado a no verla”. En su fuero interno, Edouard Louis considera este relato más un acto político que una revancha y opina que “es necesario mostrar la realidad en toda su dureza si queremos cambiarla”.
Tratando de dejar cada vez más lejos ese infierno, el adolescente inadaptado estudia Teatro en el Instituto Madeleine Michelis de Amiens, luego Historia en la Universidad de Picardie, por fin Sociología en la Escuela Normal Superior de París. “La Sociología me ha ayudado a entender que la violencia es consecuencia directa de las estructuras sociales”, explica a Le Nouvel Observateur. Con 20 años, publica un ensayo titulado Pierre Bordieu: la insumisión en herencia (PUF), consagrado al difunto sociólogo estructuralista.
Y narra su “huída”: “Salí corriendo de repente. Sólo me dio tiempo a oír a mi madre, que decía Pero ¿qué hace ese idiota? No quería estar con ellos, me negaba a compartir con ellos ese momento. Yo estaba ya lejos, había dejado de pertenecer a su mundo, la carta lo decía. Salí al campo y estuve andando gran parte de la noche: el ambiente fresco del norte, los caminos de tierra, el olor de la colza, muy intenso en esa época del año. Dediqué toda la noche a elaborar mi nueva vida, lejos de allí.”
Empieza a escribir su primera novela, al tiempo que decide cambiarse de nombre. “Renunciar al apellido familiar ha sido muy complicado. Tuve que contratar un abogado y la administración me puso muchas trabas, pero era absolutamente necesario”, ha declarado a Le Monde. Mientras, en su tierra de origen los vecinos y la familia se declaran indignados por lo que consideran un retrato subjetivo y parcial de la realidad local. En la Maison de la Presse, el quiosquero se ha negado a venderlo para no herir susceptibilidades. En las páginas del citado diario, su madre se dice “desconsolada” tras haber acudido en enero, sin avisar, a la presentación de la novela en la Fnac parisina. Monique Bellegueule compró un ejemplar aquel día en la estación de tren y lo leyó en el camino de vuelta a Hallencourt. Desde entonces, apenas se hablan. “Amo a mis hijos profundamente y Eddy era nuestro orgullo, mi niño mimado. Estábamos muy contentos de que hubiera ido a estudiar fuera e incluso de que hubiera publicado un libro. No puedo entender por qué ha escrito eso tan feo de nosotros”, explica. Y su hermana Mélanie afirma: “En casa no somos racistas ni homofóbicos”.
Para el autor, sin embargo, “es normal que la violencia descrita sorprenda a quienes la viven diariamente porque, en su rutina, se han acostumbrado a no verla”. En su fuero interno, Edouard Louis considera este relato más un acto político que una revancha y opina que “es necesario mostrar la realidad en toda su dureza si queremos cambiarla”.
Louis no percibe el haber abandonado a su familia con 16 años y haberse instalado en París como un triunfo, porque «el sentimiento de partida era un sentimiento de ausencia y también de fracaso, pues de pequeño yo no quería huir, no era un luchador contra la intolerancia, pero ese fracaso es lo que a mí al final me salvó la vida».
El Autor:
Édouard Louis (antes Eddy Bellegueule) nació en 1992 en Hallencourt (Somme), en el norte de Francia. Tras cursar Historia en la Universidad de Picardía, prosiguió su formación estudiando Sociología en la Escuela Normal Superior, en París. En 2013 cambió su nombre por el de Édouard Louis y más tarde, en enero de 2014, publicó Para acabar con Eddy Bellegueule, su primera novela. La página web del autor es edouardlouis.com.
La crítica
«Un lenguaje contenido y a la vez brutal, sin victimismos ni exaltaciones líricas […]. A su escritura clásica, el autor opone la lengua de su entorno, que mezcla jerga local y sintaxis rota. Efectivamente, la violencia social se ejerce con el lenguaje.» Les Inrockuptibles
«Magnífico […]. Es el anuncio de una liberación y de un renacimiento a través de las palabras para escapar de la fatalidad del determinismo social.» Le Point
«Tejer un texto uniendo dos registros lingüísticos tan opuestos es más que una proeza. El éxito literario es innegable.» Le Nouvel Observateur
«Una narración asombrosa, a causa de la historia personal del autor, pero también de su talento.» Madame Figaro
«Excepcional. Un cóctel de Zola y Dickens. Dura, a veces casi insoportable, pero también tragicómica, en cierta medida distante, pero en absoluto maniquea.» Livres Hebdo
«Es el grito de cólera de un joven que expresa su asco frente al mito tenaz que convierte al proletariado en una bestia valiente, de buen corazón y amante de la vida.» Catherine Simon, Le Monde des Livres
«La escritura de Édouard Louis, con su obstinación en hablar de la vergüenza, demuestra que su libro, que cae como un mazo sobre personas concretas, revela un escándalo universal de primera magnitud.» Jean Birnbaum, Le Monde des Livres
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“Para acabar con Eddy Bellegueule”. Édouard Louis. Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Salamandra. Barcelona, 2015. 187 páginas. 16 euros.
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Fuente Editorial Salamandra
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