“Si quieres, puedes limpiarme.”
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– “Si quieres, puedes limpiarme.”
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
– “Quiero: queda limpio.”
… y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
– “No se lo digas a nadie.”
Cuando se fue, empezó a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
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Marcos 1,40-45
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