El líder de la oposición de Malasia, condenado a cinco años de cárcel “por sodomía”
Prosigue la estela homófoba en Malasia, es este caso también con objetivos políticos. El líder de la oposición de este país del sudeste asiático, Anwar Ibrahim, tendrá que pasar los próximos cinco años en la cárcel después de que, este martes, el Tribunal Federal ratificara la sentencia emitida contra él hace casi un año por sodomía.
Anwar es una figura política muy conocida en Malasia. Viceprimer ministro entre 1993 y 1998, ya fue condenado por sodomía y corrupción en un caso distinto y permaneció seis años encarcelado hasta su liberación en 2004. Después de reunir a las principales fuerzas de la oposición al partido gobernante desde la independencia del país, Barisan Nasional, Anwar ganó las elecciones de 2013 en votos pero no en escaños, por lo que siguió ejerciendo como líder de la oposición.
En 2008 se abrió la segunda causa contra el político por sodomía. Su ayudante Mohd Saiful Bukhari Azlan denunció que Anwar lo había violado y presentó supuestas pruebas que no cumplían los mínimos estándares legales para ser tenidas en consideración. El juicio comenzó en 2010 y el dirigente opositor fue declarado inocente en 2012; sin embargo, la parte demandante recurrió el fallo y la Corte de Apelaciones sentenció a Anwar a cinco años de prisión en marzo de 2014. El acusado recurrió a su vez, pero esta semana, el Tribunal Federal (la máxima instancia judicial del país) denegó el recurso y confirmó por unanimidad la pena.
El Gobierno malasio defiende que el juicio ha respetado escrupulosamente las garantías legales, pero organizaciones de defensa de los derechos humanos opinan que detrás del proceso hay una clara motivación política. De hecho, el demandante reconoció en el juicio haberse reunido con el entonces viceprimer ministro y actual jefe del Gobierno Najib Razak dos días antes de que presuntamente ocurrieran los hechos que denunciaba. Políticamente, la condena deja a la oposición sin un liderazgo claro durante un tiempo: incluso después de cumplir su condena, Anwar estará inhabilitado para presentarse a unas elecciones durante cinco años más.
Lo cierto es que en los últimos años las autoridades malayas parecen muy preocupadas por la cada vez más visible realidad LGTB en su país. En 2012 el Gobierno anunciaba la introducción de una nueva asignatura en los colegios que bajo el eufemístico nombre de “Educación en Salud Social y Reproductiva” persigue alertar a los jóvenes de los “peligros” de ser LGTB. Semanas antes se conocieron sus intenciones de colaborar con ONG antigays para “frenar la expansión del problema social LGTB”, adelantadas ante el Parlamento por Mashitah Ibrahim, representante del Gobierno, y confirmadas luego por el viceprimer ministro y ministro de Educación, Tan Sri Muhyiddin Yassin. Y más recientemente, el verano pasado, diecisiete mujeres transexuales eran arrestadas acusadas de violar la sharia o ley islámica.
Malasia sigue castigando la “sodomía” con penas de hasta 20 años de cárcel, aunque no suele perseguirse penalmente. En 2011 conocíamos las intenciones de los líderes musulmanes de dos estados del país de endurecer la persecución de la homosexualidad (Malasia es un país de variada composición étnico-religiosa, aunque de mayoría musulmana, en el que conviven leyes civiles, de obligado cumplimiento para todos, y leyes islámicas, de aplicación a los ciudadanos musulmanes).
Malasia es, en cualquier caso, fuente habitual de noticias de corte homófobo. Como ejemplos, el anuncio de censura de programas con personajes homosexuales, la cancelación de un Festival que se celebraba desde 2008 para promover el respeto a la diversidad sexual o la censura de la canción Born This Way, de Lady Gaga, por su contenido LGTB. También en 2012, un joven gay musulmán recibía amenazas de muerte por difundir un vídeo en el que animaba a otros homosexuales a salir del armario. Antes, en noviembre de 2008, las autoridades musulmanas dictaban un edicto contra las “actitudes masculinas” en las mujeres, entre las que se incluía el lesbianismo y el vestir “como hombres”.
Otro ejemplo de intento de censura se tornó en fracaso, cuando grupos religiosos intentaron que fuera prohibido un concierto del cantante inglés Elton John en Kuala Lumpur por ser abiertamente gay. No solo no lo consiguieron, sino que el concierto, que resultó todo un éxito, se convirtió en un acto de reafirmación de la comunidad LGTB local.
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