Decir No.
Del blog de la Communion Béthanie:
No sé decir “no”… No logro decir “no“.
¡Cuántas veces oímos estas expresiones o las utilizamos nosotros mismos! ¿Será que hemos sido educados para decir “sí”? La tradición cristiana, desde los numerosos “sí” de la Biblia, sean los de la llamada a la vocación profética como el “sí” de María en la Anunciación todavía nos forma hoy.
Por eso, me gusta mucho el encuentro de Jesús con este hombre invitado a seguirle, el que “se fue todo triste porque tenía grandes bienes”. A su manera, supo, pudo decir “no”. Veo allí el signo de la libertad que suscita Jesús en cada uno de sus interlocutores. No es un gurú. No fuerza a nadie a seguirle. ¡Frente a su mensaje, deja a cada uno la posibilidad de decir “sí” o “no”!
Posiblemente tenemos en mente que decir “sí” es más fácil, es menos arriesgado. Esto parece más gratificante porque se debe complacer al otro. ¿En realidad ¿no es la pendiente fácil para cultivar tu propia satisfacción y mimar tu “yo”?
¿Decir “sí” no es querer cueste lo que cueste, ser querido por todo el mundo? Ilusión pura, muy ciertamente. Ser amado, por todos es no ser querido por nadie, es perder tu personalidad. Ciertamente el miedo a decir “no” viene del miedo a cortar las relaciones. ¡Queremos vivir tanto la fusión que el “sí” es más tranquilizador! Como si se pudiese estar en armonía con todo el mundo.
Al contrario, decir “no” es querer instaurar una relación en un clima de verdad que nos libra de engaños, relaciones falsas que no resisten al tiempo. Decir “no” es, también, afirmar la propia personalidad; ser el “autor” de tí mismo.
Es más bien el miedo a confrontarse, a decirse de verdad lo que conduce a la pérdida de la relación. El intercambio y el debate hacen la riqueza de la confrontación. Son el lugar privilegiado para medir nuestras propias capacidades, para tomar nota de nuestras propias convicciones como para domar nuestras debilidades. De la confrontación nace un mejor encuentro con uno mismo.
¿No es un camino exigente: toma en consideración la diferencia?
¿No es esto lo que conduce a “hacer la verdad “?
¿Estamos dispuestos a escuchar a alguien decirnos “no”?
¿Estamos en suficiente armonía con nosotros mismos para decir “no”?
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Texto encontrado en una iglesia
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