Es casi media noche
“Tú no eres como yo te he concebido. Es casi media noche y estoy esperándote en la oscuridad y envuelto en el gran silencio. Siento dolor por todos mis pecados. No dejes que te pida más que poder sentarme en la oscuridad, ni que encienda ninguna luz por mi cuenta, ni que me deje invadir por la marea de mis pensamientos para llenar el vacío de la noche en que te espero.
Para permanecer en la dulce oscuridad de la pura fe, deja que me convierta en nada a la pálida y débil luz del sentido. En cuanto al mundo, haz que me vuelva para él totalmente desconocido para siempre. Y que así, gracias a esta oscuridad, pueda llegar al fin a tu claridad.
Que, tras hacerme insignificante para el mundo, pueda percibir los infinitos sentidos que encierran tu paz y tu gloria. Tu resplandor es mi oscuridad. No sé nada de Ti, y por mí mismo ni siquiera puedo imaginar cómo llegar a conocerte. Si te imagino, me equivoco. Si comprendo, me engaño. Si soy consciente y estoy seguro de conocerte, estoy loco. La oscuridad es suficiente“.
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Thomas Merton. Diálogos con el silencio
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