Acosadas por su vecino homófobo
Laura abraza a su esposa María, junto a quien denuncia que son objeto de agresiones. ANTONIO HEREDIA
«Le hemos denunciado 13 veces, pero al final nos hemos tenido que marchar», se lamenta María, que prefiere ocultar su rostro ante los medios. No así su esposa, Laura, a quien su vecino J.A., pendiente de ser juzgado por un delito de lesiones, «estampó contra el suelo» y rompió el ligamento de la muñeca derecha tras una discusión, afirman. El resultado: un año y medio de baja y secuelas físicas.
Ella no ha sido la única que ha tenido que soportar la violencia del inquilino de la casa de al lado. «Un día nos lo encontramos en el ascensor y le pegó de repente una patada a una de nuestras perras», explica Laura, que ahora vive en la casa de su hermana, junto a María, en Boadilla del Monte.
El parte médico y el informe del veterinario confirman las lesiones. «Rotura del fibrocartílago triangular, tendinitis leve del extensor radial largo del carpo y artritis leve del carpo», en el caso de la mujer, y «hemorragia en la boca y dolor abdominal y craneal con presencia de hematoma subcutáneo», en el caso del animal.
‘Putas bolleras’
«Putas bolleras», «lesbianas de mierda», o «sois unas enfermas» son otras de las agresiones, en este caso verbales, a las que se han tenido que enfrentar estas mujeres, ambas bajo tratamiento psiquiátrico, según explican. «Hemos pasado mucho miedo y nos hemos sentido acosadas», relata María.
En otra de las denuncias interpuestas ante la Policía Nacional, Laura explica que en una ocasión su vecino la esperaba con su coche a las puertas de la urbanización mientras ella se dirigía en su moto a su puesto de trabajo en la EMT. Según el atestado, J.A. la siguió durante varios kilómetros «muy cerca de su vehículo», hasta que Laura se dio media vuelta y consiguió despistarle.
Según denuncia el matrimonio, las discusiones comenzaron en 2012, por su plaza de aparcamiento en el garaje del edificio. «Decía que no le dejábamos salir con su moto, entonces nos rayó el coche varias veces, lo escupió y le rompió un faro y el parachoques».
El vecino explicó al juez que estaba harto de las chicas, porque le acosaban, y que el día que ocasionó los desperfectos estaba «cabreado» porque creía que le habían rayado la moto, sin embargo niega que lo hiciese a propósito y nunca presentó denuncia alguna contra ellas. Finalmente, fue absuelto de un delito de daños, aunque tuvo que pagar una multa por la reparación del vehículo.
También su esposa, C.
La pareja de mujeres también ha denunciado en varias ocasiones a C., la esposa de su vecino, por vejarlas en repetidas ocasiones, según aseguran quienes una mañana pudieron leer en su portal una pintaba que rezaba: «Putas lesbianas».
Hasta ahora la justicia ha absuelto tanto a J.A., por el delito de daños y una falta de vejaciones, como a C., por dos faltas de vejaciones y otra de coacciones. «Es la palabra de uno contra la del otro y siempre pesa la presunción de inocencia», explica la defensa de Laura y María, que ha recurrido dos de las sentencias.
Hartas, el 28 de diciembre decidieron abandonar su casa, con la hipoteca a medio pagar. Para colmo de sus males, no pueden alquilarla, ya que les fue adjudicada por el Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA) y hasta julio de 2016, por su condición de piso protegido, no podrá ser alquilada ni vendida.
«Sin duda hemos pasado las peores navidades de nuestra vida», asevera María que, junto a Laura, ha solicitado por escrito a la Comunidad de Madrid que les deje alquilar el inmueble, alegando «la insostenible e inaguantable situación» que padecen por «el acoso sistemático de los vecinos colindantes».
Uno de los últimos episodios lo vivieron cuando, según cuentan, un día se levantaron y vieron que les habían metido un sobre por debajo de la puerta amenazándolas de muerte.
Denuncias ‘falsas’
Este diario pudo hablar con C., quien negó «todo tipo de agresión homófoba ni de ningún tipo» por parte de ella ni de su marido. «Somos personas progresistas y estamos traspasándoles toda la presión a nuestros hijos», aseguró la mujer. Asimismo, la defensa, ejercida por un familiar de J.A., afirmó a este periódico que las denuncias «son todas falsas».
En la asociación de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales Arcópoli, que se reunió con la defensa de J.A. y C., no se creen esta última versión y abogan por que la ley catalana contra la homofobia, aprobada el pasado 2 de octubre en el Parlamento, sirva como ejemplo para crear una a nivel nacional.
Su presidente, Rubén López, asegura que «este es un caso tipo» que demuestra que se deberían de extender por todo el país algunos de los puntos de esta ley. Entre los más destacados está la inversión de la carga de la prueba, que implica que el presunto discriminador tenga que demostrar que no lo ha hecho, así como multas equivalentes al indicador de la renta de suficiencia (569,12 euros en 2014), o la prohibición de recibir ayudas públicas o subvenciones durante cinco años, como máximo.
El doble de denuncias por odio
Según los datos de la Delegación de Gobierno, en 2014 se denunciaron en Madrid 130 delitos de odio, 21 de ellos de carácter homófobo, casi el doble de los 13 que se registraron en 2013.
La delegada, Cristina Cifuentes, anunció, tras reunirse con varios colectivos de homosexuales y transexuales, que pondría en marcha el primer protocolo de actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ante los delitos de odio y las conductas tipificadas como discriminatorias.
La Policía deberá detallar en los atestados si las agresiones son de carácter homófobo para facilitar que se incluyan así en la correspondiente tipología penal, algo que, como en el caso de Laura y María, no ocurría. Según explicó Cifuentes, los agentes están recibiendo una formación específica para facilitar la presentación de las denuncias, así como la atención a las víctimas.
Sin embargo el problema es más profundo. En muchos casos la homofobia se muestra invisible para los registros de las autoridades, que nunca llegan a conocer que esta se ha producido.
«Es frecuente que los afectados no se atrevan a denunciar por miedo o por el sentimiento de culpa. Tienen que ser sus amigos quienes vienen a contarnos que ha ocurrido tal cosa», asegura López, que recuerda que, al contrario de lo que podría parecer, «en la mayoría de casos la violencia viene producida por parte de personas de apariencia normal». «La homofobia está presente en toda la sociedad», sentencia.
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