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6.1.15. Fiesta pendiente: Los magos

Martes, 6 de enero de 2015

imagesDel blog de Xabier Pikaza:

El 6 de Enero celebra la Iglesia Católica la solemnidad de la Epifanía, es decir, de la Manifestación de Jesús, Hijo de Dios, ante los pueblos de la tierra, representados por los Magos de Oriente. La Navidad era en principio una fiesta privada, un acontecimiento de familia. La Epifanía es, en cambio, una fiesta social: La Presentación de Jesús ante el conjunto de la humanidad, la venida mesiánica de los pueblos, en busca del Salvador.

Ésta es una fiesta pendiente, que se apoya en un “midrash” o relato simbólico, construido por el Evangelio de Mateo, partiendo de las profecías de Isaías y Miqueas. No dice lo que ha sido (lo que un día pasó externamente en Belén de Judá), sino lo que ha de ser, lo que hemos de hacer, según la profecía, abriendo un camino de esperanza universal, a partir del nacimiento de Jesús, con el signo de la Estrella de Oriente, para iluminar el mundo entero.

Es fiesta de Jesús, que espera en brazos de su madre, con José, la llegada de los magos . Pero es, sobre todo, la fiesta de esos “magos” que, en medio de un mundo sangriento de batallas y luchas por el oro y el dominio brutal de la tierra, siguen buscando la luz de Dios en la vida de un Niño que nace.

images1No es fiesta de “reyes” especiales, con poder para imponerse, sino de magos que ofrecen una sabiduría más alta, en libertad y en gratuidad. La intención del Rey Herodes bien clara se ve, quiere matar al niño. Los magos, en cambio (¡no reyes!), son hombres o mujeres de experiencia y compromiso de amor al servicio de la vida; así quieren coronar a Jesús como Rey de Dios, Rey Niño, para que todos los hombres y mujeres de la tierra seamos reyes como dirá Jesús al proclamar su mensaje:

Que todos seamos reyes-hermanos-amigos del Reino de Dios. Una “fiesta de reyes particulares” sería totalmente contraría al sentido de este día.
— No es que todos seamos reyes para que no haya rey ninguno, sino para que todos lo sean (seamos) de verdad: ¡Reyes y magos, libres y en amor, bailando y gozando en torno al Niño Rey Dios, que son hoy todos los niños del mundo.

Por eso, esta fiesta es nuestra fiesta, y sigue pendiente, pues depende de nosotros, mujeres y hombres, llamados a ser magos, oponiéndonos así el poder de Herodes (que es el dominio del mundo a través del dinero, en sumisión a las legiones inmperiales), para que los niños puedan nacer a la vida, aunque para ello tengan que estar dispuestos a huir, a oponerse creadoramente a los poderes que dominan esta tierra.

Es una fiesta pendiente… Se han apoderado de ella los mercaderes de mercados de “casta” que no creen en nada, y los reyes y gobiernos que se inclinan ante su ley, no a la vida de los hombres… Por eso, buscando a Jesús, estamos llamados a superar esta fiesta de mercado y reino elitista que el mismo Jesús mayor quiso limpiar cuando entró en el mercado de mercaderes del templo.

Es una fiesta que podemos y debemos rescatar, al servicio de la Vida de Dios que se revela en la vida de los hombres, empezando por los niños. No es una fiesta “astronómica”, aunque algunos se han empeñado en entenderla así, buscando la “supernova” o conexión de planetas astrales. Es una fiesta humana, radicalmente humana, de todos los hombres y mujeres de la tierra, llamados a ser Reyes con Jesús.

(Imagen 1: Epifanía mirada desde Japón, el oriente del oriente
Imagen 2: tres “magos” de Africa, tres mujeres, que simbolizan el camino de Jesús
Imagen 3: Un icono tradicional de la Epifanía en las iglesias de Occidente)

Una fiesta pendiente

— 1. Está pendiente aún, porque habla de magos de Oriente, de la tierra del sol (Mesopotamia, Persia, la India, hasta China), que ha sido siempre para los judíos el foco y origen de la sabiduría y de la vida… En conjunto, ellos siguen en camino, no han llegado todavía hasta Belén. En tiempo de Jesús dominaba sobre el mundo conocido un emperador de Occidente (Roma), pero como buen judío Mateo sigue esperando la llegada de lo sabios de Oriente. Nosotros nosotros les seguimos esperando, nos hallamos ante un profecía y fiesta pendiente.

— 2. Es una fiesta pendiente, pues los que vienen no son reyes sino “magos”, en el sentido original de astrónomos, expertos en la fiesta interior de la vida, en el equilibrio cósmico. La “imaginación posterior” les ha hecho reyes, y los ha puesto más en un transfondo político de Roma (o de Bizancio), en línea de poder externo. Pero ellos no tienen ningún poder externo, no son conquistadores, sino expertos en humanidad hombres que vinculan la estrella del cielo con el niño que nace. Son la sabiduría de la vida. Esperamos que vengan. Sin duda, ellos son signos de una fiesta pendiente.

— 3. Es una fiesta pendiente porque no la han asumido todavía oficialmente las mujeres. Hemos imaginado que los magos son “varones” ¿por qué no pensar que son mujeres, tres, cuatro, otras muchas? Mujeres que vienen del origen de la vida de Dios,que enseñan al Niño a vivir, que traen su dones “infinitos”: La palabra, el agua, la esperanza… Estas son las mujeres que expresan la magia buena de la vida, el arte de dar a luz y educar, el origen de toda cultura, ha sido siempre tarea de mujeres. Sin duda son ellas las que han hecho posible el nacimiento y despliegue mesiánico de Jesús, aunque hayan sido después muy marginadas en la Iglesia. Ésta es sin duda una fiesta pendiente, así tendremos que poner a Jesús en manos de mujeres.

— 4. Es fiesta pendiente, porque es fiesta de los dones de la vida, de la vida hecha regalo de amor, de experiencia y riqueza compartida.Los dones de los magos “no son dinero”, no son objeto de cambio universal, para comprar y vender todo (hasta cuerpos y almas humanas), sino regalo y gozo de amor. El oro de estos magos/magas no es capital de mercado (real ni virtual), sino capital”humano”, belleza, gozo y tarea de la vida que debemos compartir con Jesús, desde Jesús, todos los humanos.

— 5. No es fiesta de reyes que se imponen, sino de “magos” que ofrecen un nuevo conocimiento de la vida. Es la fiesta de la Epifanía de Dios, es decir, de manifestación, no de “imposición”. No se trata de obligar, ni de exigir, ni de dominar a nadie, sino todo lo contrario: de mostrar lo que somos, de manera humilde y fuerte: ¡El gozo de la vida, el nacimiento de Dios que tenemos en nuestra casa…

6. Es la fiesta de la “revelaciòn de Dios”, su manifiestación suprema, en la vida de Jesús, un hombre que nace para “alumbrar” a otros hombres. Le digo a Dios. No me traigas nada, ven tú; y Dios ha venido y se ha manifestado. Esta ha sido durante siglos la fiesta principal de la Navidad, mejor dicho, la Navidad en sí, como expresiòn de la Luz de Dios que alumbra a los hombres. Es una fiesta de ilusión creadora, pues los “reyes” no son reyes, sino buscadores de Dios, hombres atentos a la voz de la estrellas… Tampoco son “magos” en sentido vulgar, sino visitanes que vienen de lejos queriendo encontrar (y compartir) la verdad… Ellos nos preguntan. Podemos y debemos responderles.

7. Es la fiesta de la “estrella” ¿qué hacemos con la estrella. Hace aún dos días, una cadena de Televisión de ámbito internacional ha querido descubrir y fijar la estrella de los magos… Ese ha sido un tema que ha inquietado a muchísismos cientíricos, como verá quien siga leyendo. Pero el midrash del evangelio que comentaré a continuación sabe que la estrella “está en el corazón de cada hombre y mujer”, en el conjunto de la humanidad. Es la estrella que abre al conocimiento completo de la venida de Dios entre los hombres.

((Excurso: Bibliografía sobre la “estrella astronómica” de los magos.
Cómoda visión de conjunto en M. Crudele, Star of Betlehem, //www.disf.org/en/Voci/35.asp. Cf. U. Holzmeister, La stella dei Magi, Civiltà Cattolica 93 (1942) 9-22;
J. Kepler, De anno natali Christi (1614), en: Gesammelte Werke V, München 1953, 5-125;
W. E. Filmer, The Chronology of the Reign of Herod the Great, JTS 17 (1966) 283-298;
R. W. Sinnott, Thoughts on the Star of Bethlehem, Sky and Telescope 36 (1968) 384-386;
R. Rosenberg, The star of the Messiah reconsidered, Biblica 53 (1972) 105-109;
D. Hughes, The Star of Bethlehem, Nature 264 (1976) 513-517;
D. C., J. Parkinson, F. Stephenson, An Astronomomical Re-appraisal of the Star of Bethlehem. A Nova in 5 B.C., Quarterly Journal of the Royal Astronomical Society 18 (1977) 443-449;
D. C., R. Stephenson, The Historical Supernovae, Pergamon Press, Oxford 1977;
K. Ferrari d’Occhieppo, The Star of Bethlehem, Q. J. of the Royal Astronomical Society 19 (1978) 517-520;
C. Cullen, Can we Find the Star of Bethlehem in Far Eastern records?, Q. J. of the Royal Astronomical Society 20 (1979) 153-159;
D. Hughes, The Star of Bethlehem. An Astronomer’s Confirmation Walker and Co., New York 1979;
J. Mosley, Common errors in “Star of Bethlehem” planetarium shows, The Planetarian 10 (1981).

On line: www.ips-planetarium.org/ planetarian/articles/common_errors_xmas;
G. Firpo, La data della morte di Erode il Grande. Osservazioni su alcune recenti ipotesi, Studi Senesi 32 (1983) 87-104;
G. Firpo, Il problema cronologico della nascita di Gesù, Paideia, Brescia 1983;
J. P. Pratt, Yet another Eclipse for Herod, The Planetarian 19 (1990) 8-14;
K. Paffenroth, The Star of Bethlehem Casts Light on its Modern Interpreters, Q. J. of the Royal Astronomical Society 34 (1993) 449-460;
F. Quéré, I magi alla luce della stella, Il mondo della Bibbia 7 (1996);
M. Molnar, The Star of Bethlehem: The Legacy of the Magi, Rutgers Univ. Press, London 1999;
G. Teres, The Bible and Astronomy. The Magi and the Star in the Gospel, Springer, Budapest 2000.

1. Texto de Mateo. Los magos somos nosotros

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Esta es la fiesta del Dios que atrae en amor a los hombres, la fiesta de la Epifanía o manifestaciòn de su misterio desde Jerusalén, en el principio del evangelio. Cuando parece que todo está definitivamente cerrado vienen unos Magos para abrir las puertes de la vida. Cuando parece que el cielo está negro, brilla una luz para aquellos que quieren seguir caminando

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: – ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. La enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: – En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será pastor de mi pueblo Israel.”

Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que les precisara el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: – Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría, entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes se marcharon a su tierra por otro camino (Mt 2, 1-12).

Como hemos visto el otro día (28 de diciembre) la cara de esta fiesta tiene una cruz horrible: Herodes mata a los niños de Belén, asesina a los inocentes para seguir reinando. Pero queda uno, Jesús, que podrá reinar, para que nunca más mueran los niños inocentes. Y que, sobre todo, la certeza iluminada de que los magos somos nosotros, encargados de ofrecer a los niños un mundo donde sea posible la vida, la ilusión de la vida.

2 Debemos hacernos Reyes Magos

Nosotros, los mayores, tenemos que hacer de magos, para decir a los niños que hay estrellas que guían a la Navidad, en la ruta de la vida, que sigue abierta.

1. Nosotros, los mayores, somos los magos que debemos enseñar a los niños que la vida es un don, que el oro del mundo es un regalo, para todos los hombres y mujeres del mundo: que la economía de la tierra está al servicio de la vida y la ilusión de todos, desde China, la India y Persia (tierras de los magos) hasta el extremo del occidente. Que no nos mataremos por oro ni petrolio, sino que lo compariremos, para bien de todos los niños

2. Nosotros, los mayores, tenemos que decir a los niños que la vida es gozo y gloria, es incienso de admiración y de ternura, de intimidad orante y de cercanía. Tenemos que decirles que no buscaremos la gloria del poder, la victoria de la imposición, el incienso de la mentira, sino que buscaremos y compartiremos el incienso del amor que puede celebrarse en intimidad de familia. Les diremos que habrá siempre un perfume a su lado (a nuestro lado), al lado de todos los hombres y mujeres, que podrán comer y gozarse y soñar…

3. Nosotros los mayores tendremos que enseñar a los niños que la vida está hecha también de mirra. La mirra es perfume de amor (de enamorados),pero también es bálsamo de muerte (se emplea para honrar a los cadáveres). La mirra es como una flor preciosa que nos puede acompñar en la vida, en el crecimiento de cada día, en la comunión de cada noviazgo, en la tristeza y esperanza de cada despedida… Que cada muerte sea tiempo de amor, esperanza de amor (y no fruto de violencia).

2. Reflexión cristiana. El Jesús de los Magos: Rey de los judíos, Dios universal

Los magos vienen a Jerusalén porque han visto en oriente la estrella del Rey de los judíos… Ese tema nos sitúa en el centro de una extensa tradición astro-lógica (-nómica) que vincula al ser humano (y especialmente al salvador) con un (=el) Astro del cielo: es como luz en el firmamento y futuro de la historia. Por eso, allí donde ha nacido el Rey de los judíos ha debido encenderse una luz, se expande una esperanza de salvación sobre la tierra. Esa luz atrae a los “magos”, que vienen hacia Jerusalén, iniciando la marcha de los pueblos hacia el futuro de su plena humanidad. Por eso, como venimos suponiendo, este pasaje debe interpretarse en la línea que lleva al mesianismo universal de Mt 28, 16-20.

Los magos preguntan por el Mesías en Jerusalén, pero no lo encuentran allí (en la ciudad del templo, donde habita un rey de este mundo), sino en Belén, capital donde se centran y cumplen las promesas. De esa forma, este segundo capítulo de Mt, con su procesión de pueblos buscando al mesías, puede entenderse ya como anuncio de la culminación pascual del evangelio: una prolepsis de lo que será la misión final cristiana, interpretada aquí en forma centrípeta (desde el modelo de la gran peregrinación de pueblos hacia el centro de la tierra, que es Jerusalén).

La cristología de los magos brota de la tradición israelita: los pueblos paganos de Oriente vienen hacia Jerusalén, para adorar al Rey de los judíos, que ha nacido ya, pues ha surgido su Estrella. Ellos, los magos, son signo de un camino de búsqueda y fe universal, que desborda el nivel israelita, tanto por su origen como por su meta. Por su origen: la fuerza que les lleva hacia Jesús no es la ley de Israel, sino la luz o estrella de su propia religión (de su paganismo). Por su meta: tras adorar a Jesús no quedan allí, para formar parte del pueblo judío, sino que vuelven a sus tierras, como indicando que el camino y luz del Rey israelita ha de interpretarse desde sus propias tradiciones religiosas y culturales.

– La cristología del envío final (Mc 28, 16-20) empalma con los magos, pero invierte y completa su sentido: no son ellos (magos gentiles) los que deben buscar en Jerusalén al Rey israelita, para encontrar al Niño de Belén y marchar por otro camino hacia su tierra; son los mismos cristianos quienes deben expandir la experiencia mesiánica ia todos los pueblos de la tierra, como enviados del Cristo pascual, desde la montaña de su resurrección (en Galilea, no en Jerusalén). Los cristianos ya no esperan la venida de los pueblos, como parece haber hecho la iglesia primera de Jerusalén y la tradición de las comunidades judeo-cristianas, cuya dotrina ha recogido (y superado) Mt en su evangelio, sino que deben ir a las naciones (y no sólo a las de oriente), llevando la buena nueva del discipulado, de la comunicación fraterna, poniéndose así en manos de la cultura y vida de los pueblos.

3. Una fiesta misionera

De esa forma se distinguen y completan los dos tipos de cristología y misión que han definido el comienzo de la iglesia: una centrípeta (los gentiles vienen a adorar al Dios israelita, revelado en su mesías) y otra centrifuga (los enviados del Cristo pascual salen a ofrecer en todas las direcciones su visión del discipulado). La primera tradición (Mt 2) es más judía y puede entenderse como principio del evangelio. La segunda (Mt 28, 16-20) es más pascual, expresando mejor la novedad cristiana. Entre ambas se extiende el evangelio, que ahora interpretamos como relato de transformación cristológica y misionera. Ambos modelos resultan paradójicos:

Los magos (gentiles) buscan en Jerusalén al Rey de los judíos, como suponiendo que deben aceptar sus leyes nacionales (la forma de vida israelita). Vienen pero no encuentran al Rey en Sión, sino en Belén; no lo descubren honrado y victorioso, sino escondido y perseguido; por eso tienen que volver a su país, no pueden quedarse en Judea, ni cultivar de una forma nacional el mesianismo. Ese retorno de los magos es un signo del carácter todavía incompleto de la vida y obra de Jesús.

Los discípulos de Jesús llevarán su mensaje y vida (su discipulado), pero no desde Jerusalén sino desde la montaña de la pascua de Galilea (Mt 28). No van para retornar a Jerusalén (donde estaría el centro de la iglesia establecida), sino para ofrecer su fermento de vida (su discipulado) en todos los pueblos de la tierra. Son portadores del mensaje-vida de Jesús, pero no una forma nacional judía (o cristiana) de existencia, de manera que deben aceptar el esquema de vida (cultura, religión fundante) de los pueblos hacia donde se dirigen.

El evangelio de Mateo (=Mt) elabora así una cristología del camino misionero. Por eso irá mostrando, a partir del relato de los magos, que buscan al Rey de los judíos, la expansión del mensaje y vida de Jesús a todas las naciones para ofrecerles el discipulado. Este Jesús pascual no quiere adoctrinar a los humanos, ni imponer sobre la tierra unos esquemas culturales o sacrales. De manera sorprendente, sus testigos van sin libros (no llevan unas normas escritas de conducta, aunque se inspiran en la experiencia israelita). Van sin una lengua sagrada, sin tablas de leyes y preceptos. Simplemente llevan la experiencia de la pascua, que les capacita para entender la vida de Jesús, revelación de Dos y fuente de amor para todos los humanos.

4 . Cristología centrípeta: Rey de los judíos (Mt 2, 2)

Conforme a la esperanza israelita, la Ciudad-Santuario de Sión y la Tierra de Israel son el centro del universo, hacia el que un día vendrán los pueblos y reyes de la tierra, para reconocer la soberanía de Yahvé (cf. Is 42, 1-6; 51, 4-5; 56, 1ss etc.). Esta visión expresa la certeza esperanzada y muy gozosa de que Dios se manifiesta de un modo salvador en Israel, expandiendo desde allí su soberanía. Pero ella incluye también elementos de triunfo partidista, como si Dios quisiera ofrecer un premio especial a los judíos en cuanto tales, de manera que los otros pueblos resultan secundarios o subordinados.
El templo de Jerusalén es foco y centro de la manifestación de Dios, en línea de mesianismo real: Dios mismo ha ofrecido su triunfo al rey mesías, haciéndole portador de su soberanía sobre el mundo. Pues bien, los magos de oriente han venido según esta esperanza de los buenos israelitas y muchos judeocristianos de Jerusalén y la diáspora: unos y otros sabían que los pueblos de la tierra han de venir trayendo sus dones, para culminar su camino en Sión.

Por eso, más que la apertura misionera de la iglesia a los pueblos de la tierra, los judeocristianos destacaron la venida de los pueblos a la iglesia: enriquecidos por Jesús, sus discípulos debían mantenerse fieles a la herencia nacional, esperando en la casa israelita (junto al templo) la venida de los pueblos. Pues bien, Mt 2 empieza aceptando esa esperanza, para transformarla de manera muy significativa:

1. Jesús, Mesías de Dios, no está encerrado en el templo y ley de Jerusalén, sino abierto en Belén para todos los que vengan. No es Rey que impone su derecho en Sión, sino Niño necesitado, en brazos de su madre. No es Sacerdote que expande la sacralidad divina desde el tabernáculo del templo, sino niño amenazado, que debe exilarse en Egipto, asumiendo así la historia del autentico Israel, Hijo de Dios (cf. 2, 15).

2. Los representantes religiosos y sociales de Israel no han venido a Belén para adorar al Rey de los judíos. Ellos conocen de algún modo el misterio (saben que el mesías debe nacer en Belén), pero no quieren buscarle, ni le ofrecen el tesoro de su vida (cf. 2, 11), pues están fijados en sus sacralidades nacionales y sociales. Esta es la paradoja de un mesías de Israel que los israelitas no aceptan. La subida mesiánica de los pueblos hacia Jerusalén queda truncada, pues Jerusalén no les reciba.

3. Herodes rey no acepta el mesianismo de Jesús y decide matarle. De manera consecuente, la venida de los magos se inscribe en un contexto de persecución: el rey de turno persigue al verdadero Rey de los judíos, obligándole a exilarse, mientras los buscadores mesiánicos de oriente vuelven a sus tierras por otro camino. De esa forma, el Israel histórico de Herodes queda en manos de su propia violencia destructora (relato de los inocentes). Eso significa que la búsqueda de los pueblos que quieren adorar en Jerusalén al Rey Mesías ha fracasado, pues el Mesías no se encuentra allí.

4. A pesar de todo, el camino de los magos forma parte del mesianismo de Jesús: los gentiles le han buscado ya y le siguen buscando, para ofrecerle el homenaje de sus dones, el oro de la realeza, el incienso de la sacralidad, la mirra del perfume gozoso. Entendido así, este relato puede interpretarse como expresión de la paradoja evangélica, en la línea de Mt 11, 20-24 (lamento de Jesús por las cudades galileas que no se han convertido al evangelio). Esta es una cristología fracasada: el conjunto de los judíos no ha querido aceptar a su rey mesiánico, les gentiles han tenido que marcharse… Pero al fondo de ese fracaso, leyendo Mt 2 a la luz de Mt 28, 16-20, emerge una cristología abierta y triunfadora, paralela a Rom 9- 11: el rechazo de la misión judía ha dejado las puertas abiertas para la apertura universal del evangelio.

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