Un interesante artículo que hemos leído en Cáscara Amarga:
Cuando llegue el momento, si el candidato a novio comienza con reproches o con el discursito de “eso me lo dices porque quieres convencerme”, aquí tienes sugerencia de respuesta.
Hoy me voy a dar un gusto. Porque me lo merezco. Desde 2008, con la Declaración de Suiza, se venía hablando de que una persona seropositiva, en tratamiento farmacológico y con carga viral indetectable, que no haya tenido ninguna ITS en los últimos 6 meses, no puede transmitir el VIH a su pareja sexual incluso si mantienen relaciones sexuales desprotegidas.
Sin embargo, en los años posteriores a esa declaración, fueron muchos los que se posicionaron en contra de la veracidad de esa afirmación y seguían manteniendo que el VIH se podía transmitir, que la concentración de virus en el semen es diferente de la concentración en sangre… y, además, algunos incluso argumentaban cosas tan paternalistas como “es que, si decimos que en esas condiciones ya no se transmite, la gente dejará de usar preservativo” (ergo: “la gente es tonta y, por eso, nosotros tenemos que cuidar de ella”).
A raíz de que Science publicase su “Breakthrough of the year” en 2011 (Science 2011) yo pensé que los reticentes se darían por vencidos ante el peso de la evidencia científica: la revista Science consideraba que el hallazgo científico más importate de todo 2011 había sido la constatación empírica e incontestable de que una persona indetectable no puede transmitir el VIH. Pero no, algunos aún seguían dando la brasa. Y no se trataba de personas seropositivas que aún sintiesen ese miedo de poder ser un “foco de infección” que tantas veces me cuentan en consulta. No, no, no, se trataba de autoridades sanitarias y del personal de algunas ONG… incluso hasta hubo quien conspiró intentando que el presidente de la asociación de seropositivos para la que trabajo me llamase la atención porque yo “animaba a mis pacientes a no usar condón” (¡qué fuerte!, como si los psicólogos fuésemos los padres de nuestros pacientes en lugar de compañeros en el proceso de toma de decisiones… ¡qué falta de profesionalidad!). Menos mal que el presi es un tipo serio y sabe que mi trabajo consiste en explorar con los pacientes sus propias alternativas y evaluar todos los escenarios que el paciente se plantea… y no en hacer de su niñera.
Por todos los que están hartos de pasar miedo al rechazo y al estigma.
Hoy me voy a dar el gusto de hablar de lo que se ha dicho en la CROI de Boston hace apenas una semana. Pero no me lo voy a dar por mí ni por aquellos a los que hago referencia, lo voy a hacer por los cientos (casi mil) hombres seropositivos a los que llevo atendidos a lo largo de estos años. Por sus novios. Por sus amigos, por sus padres y familiares. Por todos los que me escribís para decirme que habéis leído y llorado con Cielo, soy seropositivo. Por los que os váis a diagnosticar en el futuro. Por todos los que están hartos de pasar miedo al rechazo y al estigma. Hoy me voy a dar el gusto de explicar porqué un hombre seropositivo indetectable no puede transmitir el VIH.
Sé asertivo, cielo
En consulta, cuando trabajamos cómo comentar el estatus serológico con un candidato a novio, es normal que aparezca el miedo al rechazo y una cierta tendencia a casi implorar no ser abandonado. Yo, entonces, les suelto un speech que tengo muy aprendido de tantas veces como lo he repetido en sesiones individuales y talleres:
-“Verás, tú no tienes que implorarle que no te abandone. No existe ninguna razón por la que ningún ser humano deba arrastrarse pidiendo la aprobación del otro o que te ponga el “sello de calidad” y, sobre todo, tú no tienes que explicarle esto de la indetectabilidad para “convencerle de que no te deje” sino que es bueno que se lo plantees como que, en todo caso, compartes una información con él por su propio interés”.
Tú no tienes que explicarle esto de la indetectabilidad para convencerle de que no te deje.
Suelo decir que, cuando llegue el momento, si el candidato a novio comienza con reproches o con el discursito de “eso me lo dices porque quieres convencerme”, le contestéis algo así como:
-“Mira… esto te lo voy a decir muy clarito y quiero que sepas que te lo digo por tu bien. Vivimos en una ciudad con una prevalencia del 20% de hombres seropositivos dentro de la comunidad gay. Igual soy yo el que te abandona mañana porque no me gusta como follas. Pero tú, debido a esa prevalencia, forzosamente… seguro… o sí o sí, te vas a encontrar con otro hombre seropositivo en tu vida más tarde o más temprano. Y quizá te enamores hasta las trancas. Y, como no me has querido creer cuando te lo he explicado, seguirás teniendo miedo. Y no podrás ser feliz a su lado por culpa de tu ignorancia y de tu desconfianza. El que tú sepas que un hombre seropositivo indetectable no puede transmitir el VIH no es algo que me beneficia a mí, es algo que tú necesitas saber para tu vida. Da igual que yo mañana no esté. El VIH sí seguirá estando a tu alrededor aunque tú no quieras verlo. En novios, en amantes, en amigos. Volverá a aparecer en tu vida y mejor para ti que estés bien informado”.
Y, entonces, chasqueas los dedos como las negras de las películas y te vas sin mirarle a la cara. Punto, set y partido, amor.
¿Cómo es posible que no se transmita?
Lo primero que te dicen algunos es que (y de ahí la foto de portada) “el riesgo no desaparece: se reduce en un 96% pero, todavía, queda un 4% de probabilidad”. ¿Sí? Pues no. Te explico. En este enlace sobre Protocolo PPE tienes un documento hecho por un panel de expertos sobre VIH. El documento es de 2007 pero sigue siendo útil. Si vas a la tabla que he entresacado en esta ilustración, encontrarás una valoración del riesgo de transmisión del VIH en dependencia de la persona fuente y del tipo de práctica (de paso te comento que, como ves, tragarte el semen se considera una práctica de bajo riesgo incluso si él es seropositivo). Sirve para valorar si merece la pena, o no, administrar la profilaxis postexposición.
La única práctica que se considera de riesgo es la recepción anal con eyaculación por parte de una fuente seropositiva.
En esa tabla puedes comprobar que la única práctica que se considera de riesgo es la recepción anal con eyaculación por parte de una fuente seropositiva (hablando en plata, maricón: que se te corra dentro un hombre seropositivo que no se medica). Si te fijas, el riesgo se evalúa entre un 0,8 y un 3% ¿lo has visto? ok, pues ¡¡¡ese es el porcentaje que se reduce en un 96%!!! Así, si reducimos esas cifras a su 4%, nos queda que la probabilidad de infectarte si tu novio seropositivo indetectable se te corre dentro oscila entre un 0,032 y un 0,12%… riesgo que -en esa misma tabla- puedes ver que se en encuentra un intervalo muy próximo a lo que se considera riesgo mínimo. Y ésta es la explicación. El tratamiento hace que el virus se quede en los reservorios de tu novio seropositivo y que, al no estar apenas presente en su semen, no pueda transmitírtelo.
¿Puedo follar a pelo con desconocidos que me dicen que están indetectables?
¿Ese señor con barba que te ha dicho que va a ir a tu casa vestido de rojo es Santa Claus… o un oso al que le gustan los kimonos? Chato, no me seas lerdo. Que tengas la constatación de que un hombre está indetectable y que ello te anime a tomar la decisión de no usar preservativo debería ser algo que dependa de un poco más de información que la que un desconocido te quiera proporcionar un sábado a las 3 de la mañana en la sauna. Tú haces siempre tus valoraciones y tú decides qué (y qué no) pero de lo que yo te estoy hablando es de que, si tu novio es seropositivo, sabes que se medica (porque hoy es mucho más ventajoso medicarse que no hacerlo) y que está indetectable porque has ido con él al médico y manejas toda la información, puedes tomar la decisión de no usar condón en vuestras relaciones sexuales incluso si él eyacula dentro de ti. Ahora, sobre si te puedes creer las palabras de alguien que has conocido hace un cuarto de hora, ¿qué quieres que te diga? es como creerte que, de verdad, sera “sólo la puntita”.
De 2.000 polvos, 0 infecciones (por poner un ejemplo).
Tenemos casuística muy interesante sobre la no transmisibilidad y he elegido tres muestras para concluir este artículo. El primer estudio fue uno que llevó a cabo el doctor Jorge del Romero en Madrid (Centro Sandoval) y se publicó en 2010. Compararon parejas serodicordantes heterosexuales. En un grupo, el positivo de la pareja no se medicaba y usaban preservativo en sus relaciones. En el otro grupo, que querían tener hijos, el positivo se medicaba y no usaban condón (repito: ¡querían tener hijos!). Los del grupo con-condón contabilizaron 1.500 coitos con resultado de una infección por rotura/mal uso del preservativo. El grupo de los sin-condón contabilizaron 2000 coitos y hubo ¡0 infecciones! (y un chorro de bebés). El titular del periódico no tenía precio: Los antivirales protegen aún mejor contra el VIH que los preservativos.
El segundo trabajo al que quiero aludir es al propio estudio que llevó a Science a concluir que este asunto era el hallazgo científico más importante de 2011, el HPTN 052 donde se llevó a cabo el seguimiento de 1.750 parejas serodiscordantes durante 6 años y medio, con participantes de 23 hospitales de países de los cinco continentes y que resultó en la conclusión de la que ya hemos hablado: indetectable = intransmisible.
Desarrollar fobia al sexo desprotegido es normal después del shock del diagnóstico del VIH.
Finalizaré con el resultado presentado en la CROI de este mismo año y del que hablaba al principio de este artículo (Estudio Partner) conducido con una cohorte de 1.110 parejas entre las cuales había un 40% de parejas gais participantes y que demuestra lo que ya sabemos: un hombre seropositivo con carga viral indetectable NO transmite el VIH a su pareja sexual aunque no usen preservativos. Se contabilizaron 16.400 coitos con cero infecciones (bueno, sí hubo alguna infección, pero resultó que el VIH no era del novio sino de otro que no se medicaba… esto de los cuernos también se explica en el estudio). Puedes leer en la noticia que “La doctora Alison Rodger, investigadora principal del estudio, llegó a cifrar en cero la probabilidad de transmisión sexual del VIH en parejas serodiscordantes”.
Si con esto sigues sin tener suficiente tranquilidad de cara a tus relaciones sexuales, no te preocupes: desarrollar fobia al sexo desprotegido es normal después del shock del diagnóstico.
Por otro lado, varias décadas de mensajes culpabilizadores hacia el hombre seropositivo haciéndole responsable de la salud sexual de sus parejas (como si sus parejas estuvieran incapacitadas para tomar decisiones) hace que muchos de vosotros sintáis pánico ante la idea de plantear sexo sin preservativo. Podemos trabajarlo en consulta si te apetece pero, de momento, me basta con que empieces a manejar esta información. Hay algo que repito a menudo en consulta: “los psicólogos somos científicos y, los científicos, no discutimos sobre ideologías sino que debatimos sobre evidencias y, en este caso, la evidencia está muy, muy, muy clara: si estas indetectable, no puedes transmitir tu VIH”. Piensa en cosas mejores (como, por ejemplo, de qué lo vas a untar antes de comértelo) y no en tener miedo de infectar a tu novio. Un beso muy fuerte y quiérete mucho, maricón.
Gabriel J. Martín es psicólogo especializado en VIH, Psicología Gay y colaborador de Cáscara amarga.
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Gabriel J. Martín, psicología, Transmisión, VIH/SIDA
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