Orar es mirarte.
“Orar es mirarte, y puesto que siempre estás allí, ¿cómo puedo, si te amo de verdad, no mirarte sin cesar?…
El que ama y está ante su bien Amado, ¿qué otra cosa puede hacer que tener la mirada fija en Él?…
“Enséñanos a orar”, como decían los apóstoles…
Oh Dios mío, el lugar y el momento están bien elegidos: estoy en mi cuartito, es de noche, todo duerme, solo se oyen la lluvia y el viento y algún gallo lejano que recuerda, ¡ay!, ¡la noche de tu pasión…!
¡Enséñame a orar, Dios mío, en esta soledad, en este recogimiento!“
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(10 de noviembre de 1897, Retiro,)
Obras Espirituales. Antología de textos, edición de las Fraternidades de Foucauld, San Pablo, Madrid 1998, 35
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