Comunicado final de la XVII Semana andaluza de Teología: “Seguir a Jesús desde las víctimas”
De la página web de Redes Cristianas:
Procedentes de Andalucía y de otras partes del país, 350 personas hemos compartido esta XVII Semana Andaluza de Teología como espacio cristiano, vivo y comunitario, donde se estimula y celebra nuestra fe en Jesús de Nazaret y se refuerzan con entusiasmo nuestras esperanzas y compromisos por otra sociedad más justa y otra institución-Iglesia más evangélica. Ante la crueldad y sinrazón del lucro insaciable de unas minorías, seguimos creyendo en la razón y justicia de los derechos de las víctimas. En estos dias nos hemos comunicado compromisos personales o locales, pequeños pero transformadores, germen de un modelo alternativo de vivir, de creer en la Sabiduría Divina y de seguir a Jesús. Compromisos que ponen en su eje la compasión solidaria con las víctimas heridas, expoliadas y excluidas.
Sabemos que creer en Dios no es la cuestión clave, sino en qué Dios creemos. Como personas seguidoras de Jesús damos nuestra adhesión-confianza al Dios de Jesús y también al Jesús de Dios. Para ser fieles en esa fe-seguimiento precisamos “volver a Jesús” siempre, para ir por sus caminos con libertad y creatividad, atentos a las sugerencias de su Espíritu, que trasciende y desborda el marco religioso-institucional y se hace sentir en el clamor de los empobrecidos y de las víctimas sociales.
La prioridad de la vida sobre la religión es la consecuencia más radical que brota de las propuestas de Jesús sobre el Reino y también su exigencia más urgente. La mediación esencial entre los seres humanos y Dios es la vida, pues a El lo encontramos en hacer que todas las personas vivan con dignidad y sean respetadas en sus derechos; lo hallamos en el gozo y la alegría de vivir compartidos en igualdad. Siguiendo a Jesús, la orientación esencial de la espiritualidad cristiana consiste en el compromiso con la vida humana: su seguridad, su dignidad, sus derechos y su felicidad. Porque no puede captarse el alcance y la hondura de la fe cristiana si no la vivimos desde el lugar social de las víctimas de la exclusión. Esta opción de seguimiento de Jesús así puede incluso llevarnos a vivirlo al margen de los marcos religiosos instituidos, esos que tantas veces desfiguran, ocultan y dificultan el acceso a su Vida y Mensaje a muchas personas.
Cuando se margina el Evangelio y se avivan la religión, lo sagrado, los ritos, la pertenencia confesional, etc. la institución-Iglesia aparece como netamente religiosa, aliada con los poderes sociales y económicos y también poco o nada evangélica, de modo que se incapacita para mantener viva la memoria subversiva y la propuesta de Jesús y cuanto representa de liberador para las personas. Así pues, el compromiso con las víctimas es expresión ineludible del seguimiento de Jesús.
Nuestra talla ética a nivel colectivo no vendrá medida por el PIB, sino por nuestra radicalidad democrática y comprometida con los prójimos-víctimas. Si observamos solamente nuestra realidad española, continúa la caída de los ingresos familiares y crece el aumento de la desigualdad en el reparto, con hundimiento de las rentas más bajas. El número de hogares sin ingresos en nuestro país supera los 700.000 y de ellos 334.000 hogares andaluces, viven en pobreza severa. Se agudizan sin cesar los procesos que limitan el acceso a derechos y servicios básicos (alimentación, educación, sanidad, vivienda) y la tasa de paro llega a más del 27% de la población activa y entre los jóvenes supera el 50%. La situación laboral es así: menos empleo y más paro, la mayoría de empleos nuevos son de carácter temporal o precarios y con salarios bajos o muy bajos. En síntesis: pobreza creciente y derechos menguantes.
Entre las incontables víctimas del sistema socio-económico imperante tenemos presentes las vidas segadas, prohibidas, perseguidas o expulsadas de miles de personas inmigrantes que no hallan en nuestras sociedades opulentas la acogida hospitalaria y la debida justicia ante sus situaciones de emergencia.
“Hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la desigualdad”. Esa economía mata. Grandes masas de población son excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Vivimos en la cultura del “descarte”: los excluidos no son “explotados”, sino desechos, “sobrantes”. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la desigualdad, no se resolverán los problemas del mundo. La desigualdad es la raíz de los males sociales” (Papa Francisco).
Confesamos que seguir a Jesús nos mueve a llevar consigo la esperanza y el impulso de una nueva sociedad con unos valores alternativos a los dominantes. Estamos convencidos/as de que la fe cristiana tiene una irrenunciable dimensión social y pública de la que brota un ineludible impulso hacia el compromiso ético sociopolítico. Nuestra fe cristiana nos da Vida y queremos vivirla como una fe atravesada por el clamor de la justicia, la igualdad y la liberación. “Ahí queremos estar. La llama de la esperanza subversiva sigue viva, a pesar de todo. Queremos cuidar el fuego de indignación y de paz para hacer frente a la codicia insaciable del Mercado –el peor de los terrorismos, la peor de las epidemias- para cuidar mejor de nosotros/as, para cuidar de las hermanas/os que perecen, para cuidar la tierra y la vida amenazada de todos los vivientes, para curar y salvar la Vida. Jesús nos inspira y nos impulsa” (José Arregi).
El Morche-Torrox (Málaga) 21-22-23 Noviembre 2014
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