Francisco fuerza una investigación sobre abusos sexuales en la Diócesis de Granada cuyo obispo no parece colaborar
Con información de Religión Digital
El Papa llama a una víctima y le asegura que “ya hay gente trabajando para que todo se pueda resolver”
“Quiero pedirte perdón en nombre de toda la Iglesia. Estas heridas hacen que la Iglesia se resienta al completo”
Al menos una docena de implicados, entre sacerdotes y laicos, entre pederastas y encubridores, llevaron a cabo los presuntos abusos en distintas residencias de la provincia de Granada
La diócesis sólo se puso a disposición judicial tras la denuncia de la víctima y la llamada papal
Roma confirma que el arzobispo de Granada “no está colaborando con lo que se ha pedido”
La diócesis reconoce en una nota la investigación llevada a cabo por Religión Digital
El Arzobispado de Granada admite haber tomado medidas únicamente contra “los sacerdotes directamente acusados de los abusos”
Javier Martínez, que no acudió a la Plenaria, aboga ahora por la “tolerancia cero”, pero no para los encubridores
Nuevo caso de abusos a un menor de edad en la Iglesia Católica. Varios sacerdotes y personas laicas asociadas al Arzobispado de Granada han sido denunciadas por haber cometido abusos sexuales sobre un chico cuando era menor de edad. La víctima ha presentado una denuncia en la Fiscalía Superior de Andalucía que ya ha provocado que todos los implicados acaben apartados de su labor en la Iglesia. No se conocen muchos detalles del caso, que todavía se está investigando y que se encuentra en secreto de sumario en el Juzgado de Instrucción 4 de Granada.
Francisco ha forzado la investigación. El acusado puso su historia en conocimiento del Vaticano y el propio Papa Francisco se ha puesto en contacto con la víctima. Recordemos que Francisco pidió perdón por los abusos sexuales a menores y aseguró que la Iglesia “no dará un paso atrás”.
(Jesús Bastante).- “Me siento personalmente obligado a asumir todo el mal que una cantidad importante de sacerdotes hicieron”. El pasado 11 de abril, el Papa Francisco pedía perdón, en nombre de toda la Iglesia, por los casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes, y se comprometía a “no dar ningún paso atrás respecto a la postura que tomaremos para corregir este problema y las sanciones que impondremos”. Más allá de las palabras, los hechos.
El siguiente relato es una muestra de que la actitud de “tolerancia cero” ante la pederastia se ha implantado, para quedarse, en la Santa Sede. Y que, si es preciso, es el propio Papa quien toma la iniciativa y obliga a los obispos a tomar medidas, eclesiásticas y penales. Es Bergoglio quien se acerca, hasta lo más íntimo, a las víctimas, para apoyarlas sin reservas y ayudarlas a que estos atroces delitos se denuncien y castiguen, en la Iglesia y también por los tribunales ordinarios.
Así ha sucedido en un caso que afecta a una diócesis española, según esta investigación, confirmada por fuentes eclesiásticas españolas y vaticanas. Esta es la historia de Daniel, tal y como hemos podido reconstruir a partir de conversaciones con diversas fuentes, algunas de ellas especialmente cercanas a la víctima, durante las últimas semanas. Un relato que nos muestra el apoyo y el cariño del Papa a una de las víctimas de estos lobos disfrazados de pastores, que no dudan en destrozar la vida de los más débiles. :
Domingo, 10 de agosto. 17,23 horas. Daniel (nombre ficticio) conduce despacio por las calles de la ciudad que le vio crecer. A sus veintipocos años, está pasando un auténtico calvario. Víctima de brutales abusos sexuales por parte de varios sacerdotes en su adolescencia, tras varios años de silencio, se decidió a denunciar.
El semáforo se pone en rojo y suena su teléfono móvil. En la pantalla sólo aparece “número desconocido”. “¿Quién es?“, contesta Daniel. “¿Hablo con el señor Daniel?” responde, al otro lado del teléfono, una voz extrañamente conocida. “Sí, soy yo. ¿Quién llama?” “Buenas tardes hijo, soy el padre Jorge.” “Perdón -responde Daniel- se ha debido de equivocar. No conozco a ningún padre Jorge“. Y escucha asombrado: “Bueno, el Papa Francisco“.
Durante varios segundos Daniel no acierta a articular sonido alguno. Al otro lado, su interlocutor cree que ha colgado. “¿Sigue ahí?“. Su tono de voz es inconfundible. ¡Es el Papa!
“Hijo, serénate. He leído tu carta varias veces. No he podido más que emocionarme y sentir un dolor inmenso al leer tu relato. Quiero pedirte perdón en nombre de toda la Iglesia de Cristo. Perdona este gravísimo pecado y gravísimo delito que has sufrido. Perdona, hijo mío, tanto dolor ocasionado y tanto como habrás sufrido. Estas heridas hacen que la Iglesia se resienta al completo“. Las lágrimas recorren el rostro de Daniel, que no puede parar de llorar, ni decir una sola palabra.
Hacía apenas unos días, después de años de haber intentado enterrar todo aquel horror en el vacío del olvido, e impulsado por el posible daño -similar al que él tuvo que vivir- que podrían estar sufriendo otros chicos y chicas, Daniel vació su alma en cinco largos, abrumadores e incontestables folios, que envió, casi sin pensar, a la atención de Sua Santità Francesco. ¿Destino? Secretaria de Estado, Palazzo Apostólico Vaticano, 00120 Città del Vaticano.
Ahora, el mismísimo Papa de Roma alzaba el teléfono y le llamaba. La conversación duró apenas unos minutos, pero hizo desaparecer de un plumazo la sensación de angustia con la que había vivido tantos años.
“Cuentas con todo mi apoyo hijo mío y el apoyo de toda la Iglesia. Yo tengo próximo el viaje a Corea, pero ya hay gente trabajando para que todo esto se pueda resolver. Doy gracias a Dios porque conserves la Fe y continúes en la Iglesia. Reza por mí, hijo mío, igual que yo lo haré, sin duda, por ti, tu familia y el resto de víctimas de este grave delito cometido por sacerdotes. Te mando mi bendición y el apoyo de la Iglesia al completo. Un fuerte abrazo hijo“.
Francisco prometió “tolerancia cero” ante los pederastas y sus cómplices. Días después de la llamada, el obispo de la diócesis donde se produjeron los abusos recibió una llamada de la Santa Sede en la que se le impelía a tomar cartas en el asunto y colaborar, eclesial y penalmente, para que los presuntos pederastas –la investigación de la Policía judicial, que en estos momentos concluye sus trabajos– sientan el peso de la Justicia, así como asegurar la protección de todas las posibles víctimas. Porque Daniel no fue el único objetivo de los lobos.
En los últimos días, Daniel ha recibido otra noticia desde Roma: Francisco quiere invitarle a participar en la comisión de víctimas de abusos por parte de sacerdotes, presidida por el cardenal O’Malley y que volverá a reunirse a primeros de diciembre. Dicha comisión ayudará al Papa a continuar trabajando para que la “tolerancia cero” frente a la pederastia sea una auténtica realidad.
Y es que las cosas están cambiando a marchas forzadas. La “primavera de la Iglesia” también está siendo realidad en el modo de afrontar a los pederastas y sus encubridores. La petición de perdón del Papa, “en nombre de toda la Iglesia de Cristo” por “este gravísimo pecado y gravísimo delito que has sufrido”, es un aldabonazo a las conciencias de los católicos, y un espaldarazo a los que, durante años, han sostenido que la Iglesia, para poder ser fiel al mensaje de Cristo, debe colocarse siempre al lado de los que más sufren. Le pese a quien le pese.
Jesús Martínez, arzobispo de Granada
El mismísimo cardenal O’Malley, presidente de la comisión de abusos, reiteraba este mismo fin de semana que la Santa Sede “aplicará la tolerancia cero contra los sacerdotes pedófilos y quienes los encubren“. Las autoridades vaticanas, recalcó el capuchino, “están pensando en la idea de establecer protocolos, para saber cómo responder cuando un obispo no asegura la protección de los niños de su diócesis”.
La actitud, y la toma de decisiones del Papa y sus colaboradores, también han calado en el episcopado de nuestro país. Daniel ya no está solo. Quien sí podría ser señalado es el obispo de la diócesis donde se produjeron los abusos, quien tras la reprimenda papal, formalizó la denuncia ante el Juzgado, y apartó a alguno de los implicados de sus parroquias, suspendiéndoles a divinis, pero colocando en sus puestos a otros sacerdotes investigados por los mismos delitos. Semanas después, la diócesis en cuestión, afirman fuentes vaticanas, “no está colaborando con lo que se ha pedido“.
La Asamblea Plenaria del Episcopado, que arranca este lunes, hablará de este asunto en sesión reservada. La apuesta por la total transparencia del Papa Francisco cuenta con el respaldo del cardenal Antonio Cañizares y del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, quienes están informados del desarrollo de los acontecimientos prácticamente al minuto.
Ambos prelados abordarán este escándalo en sesión reservada, dando nombres y apellidos de los responsables de estos abusos -algo que, para no entorpecer el buen fin de la investigación judicial, no puede hacer esta información-, y exigiendo al prelado responsable de la diócesis -que lo seguía siendo a la hora de elaborar este texto- que tome medidas ejemplarizantes y sin componendas, para evitar que los abusos sigan produciéndose.
Y es que, por fortuna, las cosas están cambiando también en el seno de la jerarquía eclesiástica. Con el Papa a la cabeza, las víctimas están recuperando su dignidad y su carácter en el interior de la Iglesia. El caso que nos ocupa puede marcar un antes y un después acerca de la actitud de la Iglesia española frente al escándalo de los abusos sexuales. Una actitud decidida de acogida a las víctimas y de persecución de los culpables, sean sacerdotes, laicos o religiosos.
Como afirmaba en su biografía el vicepresidente del Episcopado -primer obispo español en denunciar ante las autoridades españolas un caso de abusos-, Carlos Osoro, “la pederastia es un pecado, y también es un delito. Lo ha dicho el Papa y yo creo que es así. No se puede permitir que una persona anule la dignidad de otros“, afirma el arzobispo de Madrid, quien sostiene que lo principal es “acompañar a la persona que ha sido víctima y a su familia. La víctima es quien más marcado está, y hay que estar con ella en todas las circunstancias. Y no es fácil, porque muchas veces esta persona se siente dolida y no quiere saber nada con la institución, porque relaciona -y es lógico- a la persona que le hizo tanto daño con la institución a la que pertenecía“.
No es éste el caso de Daniel, que conserva su fe como un tesoro que le ha permitido sobrevivir a esta tragedia. Y con el Papa Francisco como principal aliado en una lucha que, ahora, cada vez está más cerca de vencer, y que sólo concluirá con la condena, penal y también eclesial, de todos y cada uno de los lobos implicados.
Desde la diócesis de Granada hablan de “tolerancia cero” con estos casos de abusos. Sin embargo, Roma confirma que el arzobispo de Granada “no está colaborando con lo que se ha pedido”. El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, tendrá que dar muchas explicaciones a sus hermanos en el Episcopado durante la Asamblea Plenaria que hoy arranca, después de que Ideal desvelara esta mañana que la diócesis a la que Francisco forzó a colaborar en una investigación sobre abusos sexuales -información adelantada en exclusiva por Religión Digital- es la de Granada. Martínez también habrá de explicarse ante la Justicia.
Al tratarse de una investigación judicial en curso, RD no quiso ayer aportar más datos. Ahora, en cambio, sí podemos confirmar que los presuntos casos de abusos -que afectan, junto a Daniel, al menos a otras cuatro víctimas– se produjeron a lo largo de la última década en la diócesis granadina, y que la actuación de monseñor Martínez, según confirma la Santa Sede, “no está siendo la adecuada“. “No está colaborando con lo que se ha pedido“, subrayan a este diario.
Tras la llamada del Papa a Daniel (nombre ficticio de este joven víctima de brutales abusos), éste formalizó una denuncia ante la Fiscalía Superior de Granada, quien ha seguido diligencias informativas, tras lo que se ordenó a la Fiscalía Provincial de Granada interponer “ipso facto” denuncia contra todos los afectados (al menos una docena, entre sacerdotes y laicos, entre pederastas y encubridores, que llevaron a cabo los presuntos abusos en distintas residencias de la provincia de Granada).
La Santa Sede, entonces, se puso en contacto con el Arzobispado de Granada, que en octubre dirigió un escrito a la Fiscalía provincial poniéndose a su disposición. Una disposición que no es tal, y que tampoco ha dado los frutos deseados -y solicitados desde Roma- en lo eclesiástico.
El arzobispo apartó a alguno de los implicados de sus parroquias, suspendiéndoles a divinis hasta nueva orden, teniendo prohibida la celebración de sacramentos ni en público ni en privado. Sin embargo, Martínez colocó en las mismas responsabilidades pastorales a otros sacerdotes investigados por los mismos delitos. “Es un desprecio olímpico a las víctimas”, aseguraban esta mañana a este medio algunos sacerdotes granadinos después de leer la información publicada por RD.
Este medio cuenta con nombres y apellidos de todos ellos, aunque no los hará públicos dado que la investigación judicial -la pasada semana se tomó declaración a algunos implicados- no ha concluido. Las diligencias, para las que se ha decretado el secreto sumarial, se siguen en el Juzgado de Instrucción número 4 de Granada.
Más allá de la maquinaria judicial, que sigue sus tiempos, la Iglesia también está actuando. A pesar de la tibia reacción de monseñor Martínez, son varios los obispos que ya han sido informados después de que el Papa Francisco, antes de su viaje a Corea -la llamada se produjo el pasado 10 de agosto- pidiera a Daniel “perdón en nombre de toda la Iglesia de Cristo”.
“Perdona este gravísimo pecado y gravísimo delito que has sufrido. Perdona, hijo mío, tanto dolor ocasionado y tanto como habrás sufrido. Estas heridas hacen que la Iglesia se resienta al completo“, le dijo Bergoglio, quien anunció a la víctima que “ya hay gente trabajando para que todo esto se pueda resolver“.
De hecho, a las pocas semanas, el cardenal Cañizares y eclesiásticos expertos en este tipo de causas hacían llegar a la víctima su cercanía y su disponibilidad para colaborar en todo lo posible, al tiempo que informaban al arzobispo de Granada de la necesidad de tomar actuaciones inmediatas y que no dejaran sombra de dudas. Algo que, como se ha comprobado, no ha llegado a hacer monseñor Martínez. Posteriormente, fue informado el arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Carlos Osoro, quien también hizo llegar su cercanía al afectado.
Los acusados son al menos una docena que habrían llevado a cabo los abusos en distintas residencias dependientes de la Iglesia Católica por las que pasó la víctima cuando era menor de edad. La diócesis ha lanzado un comunicado en el que informaban de una investigación interna para ver si las acusaciones tenían verosimilitud. “Apenas llevada a cabo esa investigación preliminar, que no tiene aún carácter judicial, este arzobispado impuso las medidas cautelares a los sacerdotes directamente acusados de los abusos, retirándolos del ejercicio del ministerio sacerdotal”, explican.
El Arzobispado afirma además que se ha puesto a disposición de la justicia para colaborar en todo lo necesario en la instrucción del caso y han explicado que han seguido “escrupulosamente el procedimiento previsto para estos casos por la disciplina canónica”. El resultado de la investigación interna también se ha mandado al Vaticano. Ahora tendrán que ser los jueces quienes determinen el alcance de los abusos y las condenas previstas.
(Jesús Bastante).- El Arzobispado de Granada ha tenido que admitir la información adelantada en exclusiva por RD, en la que se aseguraba que el Papa Francisco había forzado a que se iniciara una investigación por abusos en esta diócesis.
En una nota oficial, publicada en su página web, la diócesis dirigida por Javier Martínez reconoce que “desde el momento en que se tuvo noticia fehaciente de la acusación presentada ante la Santa Sede por un joven de Granada, de haber sufrido abusos sexuales por parte de un grupo de sacerdotes de la diócesis, este arzobispado ha seguido escrupulosamente el procedimiento previsto para estos casos por la disciplina canónica“.
Según la nota, primero se quiso “verificar si la mencionada acusación tenía verosimilitud“. Tras señalar que la investigación policial “no tiene aún carácter judicial”, la diócesis indica que “impuso las medidas cautelares a los sacerdotes directamente acusados de los abusos, retirándolos del ejercicio del ministerio sacerdotal“.
Lamentablemente, la nota se ciñe única y exclusivamente a los sacerdotes “directamente acusados de los abusos”, y no a sus supuestos encubridores, que continúan ejerciendo con total impunidad, según ha confirmado esta investigación, pese a que la denuncia -y la investigación policial- cita con nombres, apellidos y funciones a una docena de personas.
“Igualmente remitió las conclusiones de la investigación a la Santa Sede”, continúa la nota, que añade que “dado que el denunciante es hoy persona mayor de edad, y que por tanto sólo él tenía capacidad para formular denuncia judicial, una vez se supo que ésta había sido interpuesta, el arzobispado se puso a disposición de la autoridad judicial para colaborar en lo que fuese necesario, lo que ha venido haciendo hasta el momento”. Esta colaboración no es plena, según han confirmado a este diario fuentes cercanas a la investigación, a la víctima, y a la propia Santa Sede.
De hecho, el propio Nuncio de Su Santidad en España, Renzo Fratini, advirtió a este cronista durante la inauguración de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal -que tiene lugar este lunes y a la que no asiste el arzobispo de Granada al encontrarse en el funeral de monseñor Azagra- que “la diócesis está haciendo lo que se puede hacer“, aunque no quiso contestar a la pregunta de si ello incluía también a los otros sacerdotes y laicos implicados como encubridores y facilitadores de la trama de abusos, que afectó al menos a otras cuatro víctimas durante toda una década de abusos continuados.
“El arzobispado -concluye la nota del Arzobispado-, al igual que la multitud de fieles cristianos, es consciente de que la inmensa mayoría de los sacerdotes vive ejemplarmente el ejercicio de su ministerio, y dan un precioso testimonio, a veces heroico, de entrega a Dios y a los hermanos. Al cuerpo entero de la Iglesia le hieren y le duelen inmensamente que se puedan producir escándalos de esta naturaleza, cuya certeza y alcance tendrá que determinar finalmente la autoridad judicial en la investigación abierta“.
“En el tratamiento de este caso, la diócesis ha seguido estrictamente los principios de la disciplina de la Iglesia, que son los siguientes:
1. Tolerancia cero con los abusos y con quienes los cometen.
2. Ayuda a las presuntas víctimas y, una vez probados los hechos, a las víctimas si las hay.
3. Cooperación con las autoridades en el establecimiento de la verdad y la justicia, de forma que estas conductas aberrantes, que la Iglesia rechaza y condena, puedan evitarse y erradicarse”, finaliza el texto, que no cita que esa “tolerancia cero” también afecta, según la Santa Sede, a los encubridores.
Entretanto, los obispos españoles se debaten entre la tensión, la preocupación y la necesidad de “hablar del tema”. “Javier hoy no está, se encuentra en el funeral de monseñor Azagra, y no llegará hasta mañana, pero habrá que tocar el asunto, está claro”, afirmó a RD un obispo antes de la inauguración de la Asamblea Plenaria.
“Hay que estar a lo que dice el Papa”, admitió un miembro del Comité Ejecutivo al ser preguntado si se pedirían explicaciones al arzobispo de Granada, Javier Martínez, ante la noticia adelantada ayer por RD. En declaraciones a los medios, el presidente del Episopado, Ricardo Blázquez, reiteró la voluntad de la Iglesia por atajar este mal y se remitió a la nota del Arzobispado, que todos los obispos llevaban en un papel, pero que aseguró no leer. “Estamos dispuestos a colaborar en todo, en la línea del Papa”, aseguó.
¿Está haciendo todo lo que está en su mano el prelado? Las informaciones resultan, cuando menos, preocupantes, toda vez que, según la investigación, Martínez ha tomado medidas respecto a tres de los sacerdotes implicados, pero no al resto, que sí se encuentran investigados, con conocimiento del propio arzobispo.
La situación es especialmente indignante en el entorno de la víctima, que asegura que “don Javier conoce perfectamente que hay otros implicados, con nombres y apellidos“. La actuación es tan grave que, como quedará demostrado cuando se haga pública la investigación que en estos momentos lleva a cabo el Juzgado de Instrucción número 4 de Granada, el arzobispo de Granada ha suspendido a divinis a tres sacerdotes -los directamente acusados de los abusos-, pero ha colocado en su lugar a otros tres sacerdotes implicados.
Se espera que, este martes, una vez reincorporado a los trabajos de la Plenaria, Javier Martínez dé las explicaciones que pueda a los obispos españoles.
Esta es la nota del Arzobispado de Granada
Desde el momento en que se tuvo noticia fehaciente de la acusación presentada ante la Santa Sede por un joven de Granada, de haber sufrido abusos sexuales por parte de un grupo de sacerdotes de la diócesis, este arzobispado ha seguido escrupulosamente el procedimiento previsto para estos casos por la disciplina canónica, que está a disposición de todos en la Home Page de la página web de la propia Santa Sede.
De acuerdo con esa praxis, se han seguido los trámites establecidos en la misma para verificar si la mencionada acusación tenía verosimilitud. Apenas llevada a cabo esa investigación preliminar, que no tiene aún carácter judicial, este arzobispado impuso las medidas cautelares a los sacerdotes directamente acusados de los abusos, retirándolos del ejercicio del ministerio sacerdotal.
Igualmente remitió las conclusiones de la investigación a la Santa Sede. Al mismo tiempo, y dado que el denunciante es hoy persona mayor de edad, y que por tanto sólo él tenía capacidad para formular denuncia judicial, una vez se supo que ésta había sido interpuesta, el arzobispado se puso a disposición de la autoridad judicial para colaborar en lo que fuese necesario, lo que ha venido haciendo hasta el momento.
El arzobispado, al igual que la multitud de fieles cristianos, es consciente de que la inmensa mayoría de los sacerdotes vive ejemplarmente el ejercicio de su ministerio, y dan un precioso testimonio, a veces heroico, de entrega a Dios y a los hermanos. Al cuerpo entero de la Iglesia le hieren y le duelen inmensamente que se puedan producir escándalos de esta naturaleza, cuya certeza y alcance tendrá que determinar finalmente la autoridad judicial en la investigación abierta.
En el tratamiento de este caso, la diócesis ha seguido estrictamente los principios de la disciplina de la Iglesia, que son los siguientes:
1. Tolerancia cero con los abusos y con quienes los cometen.
2. Ayuda a las presuntas víctimas y, una vez probados los hechos, a las víctimas si las hay.
3. Cooperación con las autoridades en el establecimiento de la verdad y la justicia, de forma que estas conductas aberrantes, que la Iglesia rechaza y condena, puedan evitarse y erradicarse.
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