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Descubre la ópera de “Brokeback Mountain” en la 2 de TVE

Domingo, 9 de noviembre de 2014

 

Brokeback_Cama-e1390982973473La medianoche del domingo se emitirá la producción del Teatro Real de Madrid

Por César Cubero en Ociogay:

“El palco”, dedicado a la retransmisión de grandes espectáculos de nuestro país, vuelve a la 2 con la versión operística de este ya clásico del cine contemporáneo. Durante su estreno os ofrecimos dos visiones que ahora recuperamos.

 Dos vaqueros perdidos en el Teatro Real por Dr. Frei

 Hay historias que deben ser contadas. Historias de silencio y negación, de amores imposibles, proscritos. Relatos que hasta hace poco apenas asomaban a las páginas de las novelas ni se hacían imágenes en las pantallas. Tragedias de amor homosexual para las que los escenarios de los grandes teatros de ópera son, todavía hoy, terreno vedado. “Brokeback Mountain es una de ellas, basada en un cuento corto de la premio Pulitzer Annie Prolux, la película y su visibilidad para el gran público supuso un importante paso en el camino de la normalización a mediados de la década pasada. Ahora nos llega en formato ópera, por gracia de Gerard Mortier, precedida de expectación planetaria y estrenada ya ayer, a bombo y platillo, en el Teatro Real de Madrid.

Para el proyecto se ha encomendado la parte musical a Charles Wuorinen. Su música, como suele pasar con los herederos el dodecafonismo, suele tener más potencia intelectual que emocional, y este ha sido también el caso de su partitura para Brokeback Mountain. Con claros recuerdos a los trabajos de Alban Berg pero sin la genialidad de éstos, la música no consigue –o quizá inexplicablemente no lo pretenda – amplificar el mundo interno de los desdichados Jack Twist y Ennis del Mar. Fría y esquiva, es más bien un lastre para la narrativa emocional que impide empatizar con ningún aspecto del terrible destino de los protagonistas. Tan solo en las últimas escenas del segundo acto, desde el momento que se revela la muerte de uno de los amantes, encuentra el compositor la manera de alinear música y drama. Pero la oportunidad para entonces ya se ha perdido. Como en la propia historia, la solución llega demasiado tarde, y desde el patio de butacas uno le preguntaría al compositor lo mismo que al desdichado Ennis, ¿por qué no nos atrevimos a sentir antes? El vaquero ya da sus explicaciones en la escena, y el compositor las ha dado en términos de tonalidades dominantes, tónicas y resoluciones finales en Do mayor. Podrán satisfacer a musicólogos y amantes del círculo de quintas, pero difícilmente justificarán la falta de emoción en esta obra. Y no habría que conformarse argumentando que la música contemporánea es así; ahí está el reciente ejemplo de W. Rhim y su evocadoraLa conquista de México”, precisamente en la misma sala.

Pero si la música rebaja la intensidad de la historia, la escenografía remata la faena. Sabemos que la ópera pretendía retomar el seco espíritu del cuento original donde la montaña, lejos de los paisajes idílicos de Ang Lee, se presentara como un lugar áspero, incómodo, peligroso e inhóspito. Pero la puesta en escena no acierta y el primer acto parece que confunde el minimalismo con la escasez, los cantantes parecen estar en un ensayo con material de trastero. Y esas blanquecinas luces, lejos de llevarnos a las montañas de Wyoming nos trasladan directamente al corazón de un almacén cualquiera. El segundo acto con su batiburrillo de muebles de ocasión no mejora la situación.

Los cantantes, que hace poco entrevistamos, hacen lo que pueden con esta partitura. Ennis del Mar interpretado por el canadiense Daniel Okulitch, se tiene que conformar con casi Brokeback_montaña-e1390983045412dos horas de canto hablado, ese duro Sprechgesang. Buen actor, mejor mozo y eficaz barítono, solo en la parte final, cuando se le presta algo de música, logra demostrar de lo que es capaz.  No hay una gran química con su imposible pareja, Jack, interpretado por el tenor Tom Randle, quien a pesar de no parecer muy cómodo en la piel de su personaje exhibe una bella voz y le pone ganas. El resto del reparto es competente. Es preocupante que lo más emotivo de la representación y lo más celebrado vocalmente sean las tres frases de Jane Henschel como madre de Jack: “La vida es difícil para todos, fue difícil para Jack también”. Y en ocasiones hasta para el público, añadiríamos algunos.

Con sus enormes diferencias formales, tanto el cuento como la película conseguían provocar empatía. Parece que espantados por el melodrama que creó Ang Lee, el equipo artístico de esta obra ha querido volver a las escuetas maneras de la novela corta. Buen intento, pero en ese camino se han perdido los amores, frustraciones, miedos, imposibilidades y sobre todo, la credibilidad de los dos vaqueros.  Casi todo lo que importa. Una lástima. Otra vez será.

Los cantantes salvan la propuesta por Ed. López-Collazo

Brokeback_espejoHay historias que son inmortales, Shakespeare supo mucho de esto e hizo que dos adolescentes veroneses vivieran para siempre, aunque para ello tuvieron que morir en plena juventud. No hay nada como la imposibilidad de dar riendas sueltas a los sentimientos para crear mitos que sobrevivan a su generación. Probablemente me esté aventurando demasiado, pero el amor de dos rudos vaqueros de Wyoming que cuenta “Brokeback Mountain” ajusta su camino hacia el altar de los grandes relatos que perduran. Quizá lo mejor es que, los que por aquí hoy andamos no sabremos si la razón está de mi lado.

Luego de ser un cuento en “The New Yorker”, pasar a libro que se puede manosear y elevarse a fenómeno planetario en el cine, ha llegado el momento de la ópera, de poner música a ese fuego que quema y no deja respirar a dos hombres alejados de todo lo que significa ser gay y que nada tiene que ver con ser homosexual. Como es usual cuando un texto es genial, y el original lo es, sólo el empeño puede emborronar el resultado. Llevar  la historia de los vaqueros que se aman a una escena musical regia como el Teatro Real de Madrid era como rodar sobre pavimento liso. Sin embargo, a veces la fricción nos sorprende y los tropiezos acuden a romper las reglas escritas. Con un despegue confuso (más de un espectador supuso que algo no había funcionado en el escenario) la versión operística de la muy conocida historia no logró el máximo esperado. Pero vayamos por partes, lo primero es la poca imaginación que ha tenido el escenógrafo (Jan Versweyveld), cuesta mucho percatarse de las distancias y otros accidentes geográficos que separan a los protagonistas en los primeros minutos de su “verano” en la montaña. Tampoco fue un logro la solución de dividir el escenario en dos para dar cabida a las respectivas familias y, por momentos, a un tercer “plano” donde los amantes esconde su relación.  Lejos  de la creatividad en escena todo tiene tintes de improvisación. Otro tanto ocurre con lo que, sin duda alguna, tendría que haber sido el elemento de distinción: la música. Tan sólo minutos después de haber salido del teatro dudo que alguien pueda decir que ha retenido algún pasaje musical. Este elemento sólo sirve para acompañar, sin gloria alguna, los parlamentos, más recitados que cantados, ofrecidos por unos intérpretes entregados. Entonces llegamos a la salvación de esta propuesta,  por una parte Daniel Okulitch interpretando a Denis del Mar y por otra Tom Randle en el papel de Jack Twist. Quien escribe estas líneas vio amor entre el barítono y el tenor. La calidez de lo prohibido y la frialdad de lo ocultado cristalizó en más de un momento, relegando a un segundo y tercer plano los defectos imperdonables de la propuesta. Sin oportunidades de dar a conocer sus registros vocales, tanto Okulitch como Randle se desplazaron inteligentemente hacia los extremos de la actuación y lograron transmitir gran parte de la esencia de sus respectivos personajes. Otro gran momento nos los regaló Jane Henschel quien, encarnando a la madre de Jack, hizo gala de presencia escénica y poderío vocal aunque por muy escasos minutos. Lastimosamente el final no supo lucir todo la carga dramática que encontramos en el texto de Annie Proulx y magistralmente explotado en la versión cinematográfica. Es más que probable que esta historia vuelva a tener otra oportunidad en la ópera, esperemos que con mejor tino.

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