Comentarios desactivados en “Los pobres son de Dios”. 19 de octubre de 2014. 29 Tiempo ordinario(A). Mateo 22, 15-21.
A espaldas de Jesús, los fariseos llegan a un acuerdo para prepararle una trampa decisiva. No vienen ellos mismos a encontrarse con él. Le envían a unos discípulos acompañados por unos partidarios de Herodes Antipas. Tal vez, no faltan entre estos algunos poderosos recaudadores de los tributos para Roma.
La trampa está bien pensada: “¿Es lícito pagar impuestos al César o no?”. Si responde negativamente, le podrán acusar de rebelión contra Roma. Si legitima el pago de tributos, quedará desprestigiado ante aquellos pobres campesinos que viven oprimidos por los impuestos, y a los que él ama y defiende con todas sus fuerzas.
La respuesta de Jesús ha sido resumida de manera lapidaria a lo largo de los siglos en estos términos: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Pocas palabras de Jesús habrán sido citadas tanto como éstas. Y ninguna, tal vez, más distorsionada y manipulada desde intereses muy ajenos al Profeta, defensor de los pobres.
Jesús no está pensando en Dios y en el César de Roma como dos poderes que pueden exigir cada uno de ellos, en su propio campo, sus derechos a sus súbditos. Como todo judío fiel, Jesús sabe que a Dios “le pertenece la tierra y todo lo que contiene, el orbe y todos sus habitantes” (salmo 24). ¿Qué puede ser del César que no sea de Dios? Acaso los súbditos del emperador, ¿no son hijos e hijas de Dios?
Jesús no se detiene en las diferentes posiciones que enfrentan en aquella sociedad a herodianos, saduceos o fariseos sobre los tributos a Roma y su significado: si llevan “la moneda del impuesto” en sus bolsas, que cumplan sus obligaciones. Pero él no vive al servicio del Imperio de Roma, sino abriendo caminos al reino de Dios y su justicia.
Por eso, les recuerda algo que nadie le ha preguntado: “Dad a Dios lo que es de Dios”. Es decir, no deis a ningún César lo que solo es de Dios: la vida de sus hijos e hijas. Como ha repetido tantas veces a sus seguidores, los pobres son de Dios, los pequeños son sus predilectos, el reino de Dios les pertenece. Nadie ha de abusar de ellos.
No se ha de sacrificar la vida, la dignidad o la felicidad de las personas a ningún poder. Y, sin duda, ningún poder sacrifica hoy más vidas y causa más sufrimiento, hambre y destrucción que esa “dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano” que, según el papa Francisco, han logrado imponer los poderosos de la Tierra. No podemos permanecer pasivos e indiferentes acallando la voz de nuestra conciencia en la práctica religiosa.
José Antonio Pagola
Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS Defiende a los pobres de Dios. Pásalo.
Comentarios desactivados en “Dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Domingo 19 de octubre de 2014. 29º domingo de tiempo ordinario.
Isaías 45,1.4-6: Llevó de la mano a Ciro para doblegar ante él las naciones. Salmo responsorial: 95: Aclamad la gloria y el poder del Señor. 1Tesalonicenses 1,1-5b: Recordamos vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza. Mateo 22,15-21: Pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?” Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: “Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.” Le presentaron un denario. Él les preguntó: “¿De quién son esta cara y esta inscripción?” Le respondieron: “Del César.” Entonces les replicó: “Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.”
En la primera lectura nos encontramos ante un texto que se encuentra ubicado en lo que se llama el «Segundo Isaías» o «libro de la consolación» de pueblo de Israel. Este dato, aparentemente simple, nos permite entrar al texto desde una clave de interpretación especial. Isaías, el profeta del juicio y el castigo, siempre tiene al final una palabra de ánimo, de esperanza, de consolación, sobre todo en estos tiempos en los que las propuestas alternativas son buscadas por el sistema globalizante para eliminarlas.
Yahvé habla a Ciro –una persona que «no conoce a Dios», insiste el texto- y le habla, para encomendarle una misión. Es decir: el no conocer a Dios no es una limitación para ser llamados por Dios a una misión, y la de Ciro va a ser la de anunciar palabras de consuelo. El monopolio de la elección de Dios por parte de sólo un pueblo entre todos los pueblos de la humanidad, se desdibuja ante este relato del profeta. Constatamos que un «no judío» puede servir también de mediación adecuada para la actuación de Dios. En buena parte, eso es una gran novedad.
En Pablo, la realidad que Isaías presenta como alianza es elección en comunidad («tenemos presente la obra de su fe, los trabajos y sobre todo la tenacidad de su esperanza»): Son las palabras de Pablo y compañía a la comunidad que se reúne en Tesalónica, quienes se dejan guiar por la acción del Espíritu Santo…
El evangelio de Mateo –el más comentado en la historia de la iglesia y a la vez el evangelio del cual se ha hecho la interpretación más dogmática y espiritualista– es el marco de un texto polémico en un contexto social en el que se divinizaba al Emperador. El evangelio de Mateo es la primera síntesis de la tradición judía y cristiana después de la destrucción del templo de Jerusalén en la guerra de los años 66-74 d.C. El fragmento que hoy leemos forma parte de una serie de controversias entre Jesús y los fariseos (y otros grupos) sobre temas como el tributo, la resurrección de los muertos, el mandamiento principal, el hijo de David… Todas estas controversias tienen como telón de fondo la confrontación de Jesús con la ley romana.
Bajo el tema del tributo, una realidad que sufrían las comunidades cristianas (en las que se fue elaborando el texto del evangelio) bajo el dominio del imperio romano, el pueblo de Israel –que siglos antes había soñado una sociedad como confederación de tribus, en la que el único Señor fuese Dios, el Dios de la liberación–, vive ahora las consecuencias de una monarquía que exprime al pobre para sostener su estructura. Los más pobres son los más afectados por la política fiscal, pues la tasación recaía más directamente sobre los que trabajaban la tierra, campesinos o inquilinos.
Pero yendo un poco más allá del tributo, fijémonos en la figura del Emperador. Roma cargaba sobre sí la influencia del mundo religioso de Egipto y Grecia. La relación de los romanos con estos dioses forma parte de la estructura ordinaria y cotidiana de la vida social: se entendía al Emperador como un dios; Roma era una teocracia.
Las comunidades cristianas que habían optado por otra forma de entender la relación con Dios, con el Dios de Jesús, con el Abba, no podían entender cómo el emperador se presentaba como Dios, y se enfrentan a la religión oficial optando por lo alternativo, que en este caso es la propuesta de vida en pequeñas comunidades de hermanos y hermanas.
Ante esta realidad, la comunidad cristiana busca en la experiencia vivida con el maestro y nos trae al escenario esta frase que ha conseguido ser aceptada como adagio popular: «al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Por tanto ya en los albores de la reflexión de la comunidad está la conciencia de que el emperador no es Dios, y nunca lo será, porque Dios es amor, justicia, amor, igualdad… valores ausentes en cualquier imperio, de cualquier época.
Con el correr del tiempo, lo que es alternativo se transforma en oficial, y se hace necesario reemprender el camino de la creatividad, de la renovación, de lo alternativo.
En la actualidad no hay emperadores que se presenten como Dios, pero sí nos encontramos con ciertas estructuras religiosas monárquicas e imperiales que lejos de reflejar la vivencia de la comunión entre los hermanos y hermanos, pretenden imponer la explotación de los pobres al mejor estilo del imperio Por eso, al leer este texto desde el hoy, tenemos que decir con voz profética: «a la estructura oficial religiosa lo que es de ella» y «a Dios lo que es de Dios», o sea, «a Dios Padre y a su Reino toda nuestra entrega y fidelidad».
El evangelio de Mateo con su fuerza eclesiológica renovadora, nos impulsa a trabajar incansablemente por una iglesia más cercana a la propuesta de Jesús, más centrada en las personas, en las relaciones entre los hermanos, y menos pendiente de la norma y estructura, que cuya atención no puede ponerse por encima de la Justicia y de la defensa de los pequeños, los predilectos de Dios. Leer más…
Comentarios desactivados en Dom 19. X. 14. Devolver al César su denario, vivir “como Dios”
Del blog de Xabier Pikaza:
29º domingo de tiempo ordinario. Mateo 22, 15-21. Le preguntan si se puede pagar el denario al César, y Jesús responde de manera paradójica, poniendo otra vez la “patata caliente” en las manos de los preguntan. Su respuesta ha de entenderse en varios planos:
a) Por una parte, Jesús no responde… dice que se pague, ni que no se pague, de manera que aquellos que quieren acusarle ante el César o ante el pueblo que se opone al César no puede hacerlo. Eso significa que, en un plano de Reino, la pregunta está mal planteada o no es fundamental.
b) Por otra parte, él eleva el nivel de la pregunta, pues no dice “dad al César”, sino “devolved”… Quiere que sus seguidores “devuelvan” al César lo que es suyo (un tipo de dinero), para situar su mesianismo (camino del Reino) en otro plano.
c) Él no necesita dinero para para ser Mesías (sólo la vida, solo el amor). Los que quieran ser suyos (instaurar su Reino) han de renunciar al denario del César, es decir, han de “devolverlo”.
d) La Iglesia posterior ha debido replantearse y recrear la respuesta de Jesús, suponiendo, en general, que se debe dar (¡no ya devolver) al César lo que sería suyo y a Dios lo que es Dios (¿no es todo de Dios?), convirtiéndose así en una institución “honorable”, que paga los tributos y acepta el orden del César, corriendo el riesgo de situarse en un plano espiritualista.
e) La interpretación del gesto y respuesta de Jesús, desde la nuevas circunstancias, ha definido y sigue definiendo la historia de la Iglesia y su forma de estar en el mundo.
Texto. Mateo 22,15-21
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿Es lícito pagar impuesto al César o no?”
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: “Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.” Le presentaron un denario. Él les preguntó: “¿De quién son esta cara y esta inscripción?” Le respondieron: “Del César.” Entonces les replicó: “Pues devolved al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.”
Introducción:
Tres niveles
El mismo Jesús que ha dicho «no podéis servir o adorar a Dios y al dinero» (cf. Mt 6, 24) añade aquí “devolved al César las cosas del César y dad a Dios lo que es de Dios”, una respuesta puede entenderse y aplicarse en tres momentos y niveles:
a. Nivel del Jesús histórico: No se ha de pagar tributo al César, sino “devolverle” todo lo que es suyo (su Imperio, su dinero), para construir así un Reino de Dios sin dinero, ni impuestos…
Vengamos a la escena: Jesús no tiene moneda, no le necesita para instaurar su Reino.La moneda la llevan otros otros (colaboradores del imperio): Fariseos y Herodianos, que asumen y aceptan el orden imperial (con su dinero). Por eso, ellos, si quieren recibir los “servicios” del César, deben entrar en su sistema y pagarle los impuestos. Pero Jesús y sus discípulos no llevan moneda, ni aceptan servicios del César, de forma que no necesitan su dinero, se lo devuelven todo.
No es que no quieran pagar impuestos, es que no quieren dinero. No es que luchen contra el César (con espadas o monedas), es que prescinden de él, no le necesitan. Están “indignados” con las cosas del César y quieren crean un estilo de vida alternativo, distinto, sin césares ni bancos, sin dinero imperial. Por eso lo devuelven (se liberan de todo lo que pertenece al César), para construir un Reino de Dios sin “mamona” del César (en la línea de Mt 6, 24).
Por eso, la respuesta de Jesús ha de entenderse en forma negativa. Él está con los “celotas” de Judas Galileo: Se niega a pagar los tributos del César. Pero lo hace de un modo radical: No rechaza el tributo, pero quedándose con el dinero del César. Rechaza el tributo devolviéndole todo el dinero al César, para no deberle nada, ni a su persona ni a su imperio.Jesús quiere crear un “orden alternativo”, sin impuestos al César ni a ningún otro señor (o Señor), en pura gratuidad.
Lógicamente, dentro del proyecto de Jesús (que no se construye con dinero) no tiene sentido pagar tributo al Cesar, porque él, Jesús, no tiene nada propio(¿qué puede pagar?)…y porque llega el Reino de Dios, donde no existen tributos; llega por decisión de los creyentes y por gracia de Dios, un Reino sin Grandes Césares de Roma o sin Pequeños Césares de Jerusalén.
b. Nivel de los evangelios, primera aplicación cristiana: Pagar tributo al César… mientras llega el Reino.
Jesús ha muerto sin que llegue (externamente)el Reino. Sus discípulos siguen en el mundo, dentro del Imperio, de manera que ellos deben “pactar” (esto es, aceptar) en este tiempo la política real del mundo. Así lo hizo Pablo (que reconoció en un plano civil el orden del Imperio de Roma, con sus impuestos…). Así lo hicieron los evangelios (Mc 12, 13-17 con Lc 20-20-26 y Mt 22, 15-20, nuestro texto, que sigue casi al pie de la letra a Marcos). Leer más…
Seguimos en la explanada del templo de Jerusalén, en medio de los enfrentamientos de diversos grupos con Jesús. Esta vez, fariseos y herodianos lo van a poner en un serio compromiso preguntándole sobre la licitud del tributo al emperador romano. Por entonces, además de los impuestos que se pagaban a través de peajes, aduanas, tasas de sucesión y de ventas, los judíos debían pagar el tributo al César, que era la señal por excelencia de sometimiento a él.
Fariseos y herodianos no tenían dudas sobre este tema; ambos grupos eran partidarios de pagarlo. Los fariseos, porque no querían conflictos con los romanos mientras les permitieran observar sus prácticas religiosas. Los herodianos, porque mantenían buenas relaciones con Roma. Como a nadie le gusta pagar, los rabinos discutían si se podía eludir el tributo. Y algunos adoptaban la postura pragmática que refleja el tratado Pesajim 112b: «… no trates de eludir el tributo, no sea que te descubran y te quiten todo lo que tienes» (consejo aplicable a otras actividades económicas, que no tuvieron presente muchos jefes de Caja Madrid).
Sin embargo, otros judíos adoptaban una postura de oposición radical, basada en motivos religiosos. Dado que el pago del tributo era signo de sometimiento al César, algunos lo interpretaban como un pecado de idolatría, ya que se reconocía a un señor distinto de Dios. Este era el punto de vista de los sicarios, grupo que comienza con Judas el Galileo, cuando el censo de Quirino, a comienzos del siglo I de nuestra era. Al narrar los comienzos del movimiento cuenta Flavio Josefo: «Durante el mandato del procurador Coponio, un hombre galileo, llamado Judas, indujo a los campesinos a rebelarse, insultándolos si consentían pagar tributo a los romanos y toleraban, junto a Dios, señores mortales» (Guerra de los Judíos II, 118). Más adelante repite afirmaciones muy parecidas: «Judas, llamado el galileo…, en tiempos de Quirino había atacado a los judíos por someterse a los romanos al mismo tiempo que a Dios» (Guerra de los Judíos II, 433).
La trampa de la pregunta
Con este presupuesto, se advierte que la pregunta que le hacen a Jesús sobre si es lícito pagar el tributo podía comprometerlo gravemente ante las autoridades romanas (si decía que no), o ante los sectores más progresistas y politizados del país (si decía que sí). Además, la pregunta es especialmente insidiosa, porque no se mueve a nivel de hechos, sino a nivel principios, de licitud o ilicitud.
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron:
̶ Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?
La respuesta de Jesús
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
̶ Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.
Le presentaron un denario. Él les preguntó:
̶ ¿De quién son esta cara y esta inscripción?
Le respondieron:
̶ Del César.
Entonces les replicó:
̶ Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Jesús, que advierte enseguida la mala intención, ataca desde el comienzo: «¿Por qué me tentáis, hipócritas?» Pide la moneda del tributo, devuelve la pregunta y saca la conclusión. Jesús, como sus contemporáneos, acepta que el ámbito de dominio de un rey es aquel en el que vale su moneda. Si en Judá se usa el denario, con la imagen del César, significa que quien manda allí es el César, y hay que darle lo que es suyo.
Estas palabras de Jesús, tan breves, han sido de enorme trascendencia al elaborar la teoría de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Y se han prestado también a interpretaciones muy distintas.
Las cosas de Dios
Si analizamos el texto, las palabras: «Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios», no constituyen una evasiva, como algunos piensan. Van al núcleo del problema. Los fariseos y herodianos han preguntado si es lícito pagar tributo desde un punto de vista religioso, si ofende a Dios el que se pague. La respuesta contundente de Jesús es que a Dios le interesan otras cosas más importantes, y ésas no se las quieren dar. Teniendo presente el conjunto del evangelio, «las cosas de Dios», lo que le interesa, es que se escuche a Jesús, su enviado, que se acepte el mensaje del Reino, que se adopte una actitud de conversión, que se ponga término al raquitismo espiritual y religioso, que se sepa acoger a los débiles, a los menesterosos, a los marginados. Eso no interesa ni preocupa a fariseos y herodianos, pero es la cuestión principal. Si el evangelio no fuese tan escueto, podría haber parafraseado la respuesta de Jesús de esta manera: ¿Es lícito poner el sábado por encima del hombre? ¿Es lícito cargar fardos pesados sobre las espaldas de los hombres y no empujar ni con un dedo? ¿Es lícito llamar la atención de la gente para que os hagan reverencias y os llamen maestros? ¿Es lícito impedir a la gente el acceso al Reino de Dios? ¿Es lícito hacer estúpidas disquisiciones sobre los votos y juramentos? ¿Es lícito dejar morir de hambre al padre o a la madre por cumplir un voto? ¿Es lícito pagar los diezmos de la menta y del comino, y olvidar la honradez, la compasión y la sinceridad? En todo esto es donde están en juego «las cosas de Dios», no en el pago del tributo al César.
Naturalmente, la comunidad cristiana pudo sacar de aquí consecuencias prácticas. Frente a la postura intransigente de los sicarios, defender que no era pecado pagar tributo al César. Y, con una perspectiva más amplia, fundamentar una teoría sobre la convivencia del cristiano en la sociedad civil, sin necesidad de buscar por todas partes enfrentamientos inútiles. Siempre, incluso en las peores circunstancias políticas, nadie podrá arrebatarle a la iglesia y al cristiano la posibilidad de dar a Dios lo que es de Dios.
El emperador no siempre es enemigo (1ª lectura)
En Israel, desde los primeros siglos, hubo gente fanática y enemiga de conceder el poder político a un hombre mortal. El único rey debía ser Dios, aunque no quedaba claro cómo ejercía en la práctica esa realeza. Otros grupos, sin negarle la autoridad suprema a Dios, aceptaban el gobierno de un rey humano. Pero siempre debía tratarse de un israelita, no de un extranjero. La novedad del texto de Isaías, una auténtica revolución teológica para la época, es que Dios, aunque afirma su suprema autoridad («Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí, no hay dios»), él mismo escoge al rey persa Ciro, lo lleva de la mano, le pone la insignia y le concede la victoria. Porque Ciro, al cabo de pocos años, será quien conquiste Babilonia y libere a los judíos, permitiéndoles volver a su tierra.
Este proceso de esclavitud – liberación – vuelta a la tierra recuerda al ocurrido siglos antes, cuando el pueblo salió de Egipto. La gran novedad, escandalosa para muchos judíos, es que ahora el salvador humano no es un nuevo Moisés sino un emperador pagano.
El texto ha sido elegido para confirmar con un ejemplo histórico que se puede respetar al emperador, pagar tributo, sin por ello ofender a Dios.
Asi dice el Señor a su Ungido, a Ciro, a quien lleva de la mano: «Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán. Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí, no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro.
Su postulador lo define como “un Papa antifascista e incomprendido”
Antonio Marrazo asegura que se opuso a Franco y a Musolini
Pablo VI se quitó la tiara para hacer comprender que la potestad del Papa no viene de un poder humano. Después, vendió la tiara para ayudar a los pobres
El Papa Francisco beatificará este domingo a Pablo VI, un Papa “antifascista” e “incomprendido” que concluyó el Concilio Vaticano II, en una misa que coincidirá con la conclusión de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos y que contará con la presencia del Papa Emérito Benedicto XVI.
El postulador de la causa de beatificación de Pablo VI, el padre Antonio Marrazzo, ha asegurado este viernes en rueda de prensa que el Papa Montini, ya desde antes de ser Pontífice, “no estuvo a favor de Franco como tampoco lo estuvo de Musolini” porque fue un Papa “antifascista”.
Además, ha destacado el comportamiento de Pablo VI hacia la “democracia” y ha afirmado que “ayudó a los obispos españoles, aunque sin intervenir directamente, a ser protagonistas de la transición“.
En este sentido, ha subrayado que “la gran preocupación” del Papa Montini siempre fue una: “ayudar a las personas, a los últimos e indefensos para que pudieran expresarse en su humanidad”.
El cardenal Giovanni Battista Re ha asegurado que Pablo VI fue “un Papa grande pero también incomprendido” que tiene “el mérito de haber dirigido y llevado a término el Concilio Vaticano II” y que destacó por su “defensa de la vida humana“. Además, ha remarcado que supo respetar el papel de las comisiones y “contribuyó mucho” en la aplicación de las instancias emergentes del Concilio Vaticano II, como el Sínodo de los obispos.
Entre sus gestos, el cardenal Re ha recordado que Pablo VI se quitó la tiara para hacer comprender que la potestad del Papa no viene de un poder humano. Después, vendió la tiara para ayudar a los pobres. Asimismo, ha señalado que fue el primer Pontífice que viajó a Tierra Santa.
Sobre el milagro necesario para beatificar a Pablo VI, el postulador de la Causa ha explicado que se refiere a la protección de un feto que en la semana 34 de embarazo y tras muchas oraciones de su familia a Pablo VI, se curó de todas las patologías que padecía. En la actualidad, el niño está sano y no ha sufrido ninguna consecuencia de aquellas graves patologías.
La reliquia que se presentará este domingo al Papa será un la camiseta de lana ensangrentada que el Papa Pablo VI llevaba puesta cuando en su viaje a Manila (Filipinas) de 1970 fue víctima de un intento de asesinato.
El vicepostulador de la Causa y delegado episcopal para la promoción de la memoria de Pablo VI en la diócesis de Brescia, el lugar de nacimiento de Montini, ha anunciado que tras la beatificación, en Brescia se celebrará un año Montiniano para que sea posible profundizar mejor en la figura del Pontífice.
La Santa Sede espera que acudan a la beatificación miles de personas, entre las cuales, destaca un grupo de unos 3.000 peregrinos de la diócesis de Milán y otro de más de 5.000 de Brescia. Para la Misa de beatificación se ha compuesto un himno basado en el magisterio del Papa Montini.
El ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, encabezará la delegación española que asistirá este domingo en el Vaticano a la ceremonia de beatificación de Pablo VI, según el real decreto aprobado este viernes en Consejo de Ministros.
En la beatificación de Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini, se verá juntos al Papa Francisco y al Papa Emérito Benedicto XVI, una imagen que ya se pudo observar en las canonizaciones de Juan Pablo II y Juan XXIII, en abril de este año.
Precisamente, Pablo VI fue el primer pontífice que recibió en el Vaticano a don Juan Carlos y a doña Sofía como Reyes de España, en febrero de 1977. Fue la primera audiencia que concedía además un pontífice en el Vaticano a un jefe de Estado español desde el reinado de Alfonso XIII.
Comentarios desactivados en Perfil humano y eclesial de Pablo VI: En la beatificación del Papa Montini
Un interesante reportaje publicad en el último número de Vida Nueva:
Repaso a la figura del papa del Concilio Vaticano II, que será beatificado este domingo
EDUARDO DE LA HERA BUEDO (RESPONSABLE DE RELACIONES INTERCONFESIONALES Y COLABORADOR DE LA DELEGACIÓN DEL CLERO DIÓCESIS DE PALENCIA) |
El día 19 de octubre, concluida la Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, que abordará los desafíos pastorales de la familia, será beatificado el papa Pablo VI: “El Papa que no supimos amar en España”, según dijo José Luis Martín Descalzo, inolvidable director de Vida Nueva. O El primer Papa moderno, como tituló su amplia biografía el escritor Peter Hebblethwaite[1].
Conocemos bien la trayectoria pastoral de este Papa de “nuestro tiempo”: el Papa del Concilio Vaticano II (así ha pasado ya a la historia). Podríamos añadir también: el Papa del difícil, hermoso y consolador posconcilio. Papa o timonel de una Iglesia en trance de alumbramiento (toda la Iglesia lo es, sobre todo después de un Concilio).
En enero de 2012 (ver VN, nº 2.784), Vida Nueva me pidió un Pliego sobre Pablo VI y el Concilio, en su 50º aniversario. Allí expliqué las tres claves del Vaticano II que este Papa alentó con buen pulso y mucho coraje. Las resumo en estos tres puntos:
1. Tomar conciencia de lo que está llamada a ser la Iglesia.
2. Renovar y reformar.
3. Dialogar para construir.
Ahora se me pide que trace el breve perfil humano y eclesial de un Papa que, por fin, comienza a ser reconocido públicamente como un gran guía de la Iglesia.
Al papa Pablo VI le correspondió pastorear la Iglesia del Señor en un momento particularmente difícil: fue Papa en un tiempo de inclemencia, con fuertes borrascas y granizadas. Con embestidas a babor y a estribor, a derecha e izquierda de la barca de Pedro. Todo un cambio de época. Y más de una tormenta le cayó encima.
Elegido papa con 66 años en junio de 1963, a la muerte de Juan XXIII, Pablo VI sirvió a la Iglesia durante quince años, hasta el 6 de agosto de 1978 en que murió. Dos años y medio de Concilio en sus tres últimas sesiones (de septiembre de 1963 a diciembre de 1965) y trece de duro y gozoso posconcilio.
Poco a poco, se ha ido haciendo justicia a este gran Papa, a este hombre de Iglesia, a la que amó profundamente y por la que, en aras de su unidad, sufrió mucho. No en vano, en su testamento dejó escrito:
Siento que la Iglesia me rodea: ¡Santa Iglesia, una, católica y apostólica, recibe con mi bendición y saludo, mi supremo acto de amor! (…) Ruego que el Concilio se lleve a término felizmente y se trate de cumplir con fidelidad sus prescripciones (…) Cierro los ojos sobre esta tierra doliente, dramática y magnífica, implorando una vez más sobre ella la Bondad divina. [2]
I.Montini y el norte italiano
Recordamos hoy a Pablo VI como aquel Papa norteño (de la Italia del Norte), nacido en Concesio (1897), a pocos kilómetros de Brescia, admirador de los montes y montañas de su tierra; nostálgico siempre del verde prealpino y de aquellos colores amarillos del otoño que él evocaba en sus cartas y que dejaron honda huella en el alma sensible de Giovanni Battista Montini. Con veinte años, fascinado por el paisaje, escribía desde Verolavecchia, el hogar familiar de su madre, Giuditta Alghisi, una postal a los suyos, en la que decía:
Querría que la abuela viniese aquí abajo, a disfrutar del sol del otoño. La vendimia ha concluido, pero todavía queda uva para que la abuela y tía María hagan una de sus bebidas medicinales, preferidas.[3]
Su familia
La abuela Francesca, mamá Giuditta y una tía soltera (María) se encargaron de cuidarle con esmero e inculcarle los valores de la fe cristiana. Su padre, Giorgio Montini, abogado, periodista y diputado por el PPI (Partido Popular Italiano), le buscó buenos colegios, maestros y orientadores. Giambattista tuvo, además, dos hermanos, distintos a él, pero con los que congenió siempre: su hermano Francesco ejerció de médico (murió siendo Pablo VI papa); y el mayor, Ludovico, abogado, diputado y, más tarde, en 1963, senador de la República italiana. Con su hijo, Fausto Montini (uno de los sobrinos más queridos de Pablo VI), estuve hablando en Concesio, hace poco más de un año, con motivo del congreso, allí celebrado, sobre Pablo VI y el Concilio Vaticano II, y él guarda celosamente la memoria de la familia…
El trozo de tierra italiana donde Giovanni Battista Montini respiró su formación primera fue Brescia (via delle Grazie, 17), muy cerca del santuario de la Virgen de las Gracias. Allí estuvo su hogar familiar y espiritual. Montini tenía la marca que imprime el norte italiano… Norte y sur, en Italia, podríamos decir que marcan carácter. No es lo mismo haber nacido o haber crecido en Brescia, en Milán, en Turín o en Bérgamo (la tierra de Juan XXIII) que haber venido a este mundo en Nápoles, Salerno o Sicilia (sin quitarle ninguno de sus encantos al sur, donde se encuentran sencillos y nobles corazones).
¿Recuerdan ustedes aquella película de Luchino Visconti, Rocco e i suoi fratelli (Rocco y sus hermanos), cuando unos muchachos sencillos, apegados a su tierra del sur siciliano, llegan a Milán con su madre, la señora Paroni, (la mamma) buscando trabajo, y la gran urbe los degrada y literalmente los devora? Pablo VI era del norte italiano, lo cual no es una anécdota menor. El norte montañoso, verde, con sus tradiciones y su cultura. Pero, sobre todo, con sus industrias y sus grandes concentraciones de obreros en ciudades, como Milán, “buscándose la vida”. El norte rico.
Alumno externo del seminario
Giovanni Battista Montini fue ordenado sacerdote (1920) en la catedral de Brescia, siendo muy joven, con 23 años, tras haber realizado como externo sus estudios del seminario, debido a su delicada salud. Conoció, siendo muy joven, los años trágicos de la Gran Guerra (algunos de sus amigos más mayores nunca volvieron del frente).
Su adolescencia estuvo espiritualmente cuidada y protegida al lado de los Oratorianos de Brescia, el padre Giulio Bevilacqua
y el padre Paolo Caresana. Allí hizo grandes amigos. Pronto fue enviado a ampliar estudios a Roma, residiendo en el seminario lombardo. Montini ya entonces amaba la vida interior, el estudio tranquilo, las relaciones sin prisas. En todo caso, Roma, después de Brescia, fue la “segunda patria” del futuro Pablo VI.
Lecturas de juventud
Las lecturas de Montini fueron las de los teólogos, filósofos y literatos que, en aquel momento, estaban en el candelero. Sus maestros se llamaron Jacques Maritain, Charles Journet, Henri de Lubac, Yves-Marie Congar, Jerôme Hamer…
Es curioso constatar que todos habían sido grandes eclesiólogos y algunos, como Congar, pioneros del ecumenismo católico. Y todos o casi todos, del área francófona. Jean Villot, secretario de Estado en la Santa Sede con Pablo VI (1967) era, precisamente, francés. Todo lo cual llevó a algunos a tildarle de “afrancesado”. A Montini le gustaba la literatura de su tiempo (siendo joven sacerdote, había hecho una recensión para la revista Studium de El diario de un cura rural, de G. Bernanos), conocía la pintura y, en general, el arte del momento.
Si en los Museos Vaticanos se puede contemplar hoy una sección de “arte contemporáneo”, es gracias a una iniciativa suya. Un hombre de una total lucidez de pensamiento y de una gran fuerza de voluntad, de una tenacidad a prueba de bombas, que le llevó, en una ocasión, a decir aquello de “soy frágil, pero soy Pedro”.
Montini era, ciertamente, un hombre frágil; pero espiritualmente fuerte
y de una gran capacidad de trabajo.
II.Al servicio de la Iglesia
Giovanni Battista Montini se aclimató muy bien a la Ciudad Eterna. Y no porque en ella quisiera “hacer carrera”, sino porque Roma le ofrecía de todo para su formación: en la universidad de los jesuitas (la Gregoriana), se matriculó en filosofía; en la Facultad de Letras de la Sapienza (universidad civil de Roma), se aplicó a la filología clásica; pero donde tuvo que dedicarse a fondo fue en la Academia Diplomática de la Plaza de la Minerva, al lado del Panteón (1921).
Fue por obediencia a monseñor Pizzardo, sustituto de la Secretaría de Estado con Benedicto XV, ya que –según hemos dicho– su vocación específica como estudiante era la teología, las letras, el pensamiento, el arte. Muchas veces comentaba que, “por obediencia”, le había tocado hacer lo que no le complacía.
Con 26 años, en 1923, le enviaron a Polonia: fue como agregado a la Nunciatura Apostólica de Varsovia (“sin paga ni siquiera ropa de abrigo”, según dijo él). Una experiencia poco reconfortante, que solo duró seis meses. De regreso a Roma, se entregó a la animación cristiana de los grupos apostólicos juveniles, como consiliario (o asistente eclesiástico) de la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI), cargo que simultaneó con tareas de colaborador en la vaticana Secretaría de Estado.
Llegó a ser, de 1925 a 1933, consiliario nacional de la FUCI. Y tuvo que sufrir humillaciones, ya que fue invitado a presentar la dimisión por la animadversión que tenía hacia él un alto curial, “tocado” de la ideología mussoliniana. No olvidemos que Montini había bebido ya los vientos democráticos en el seno de su familia bresciana.
La sede de la FUCI fue arrasada por los fascistas. Montini cuenta cómo algunas de sus reuniones eran violentamente interrumpidas. decía Giovanni Battista en una carta a sus padres [4]:
El fascismo morirá de indigestión, si continúa así, y será vencido por su propia prepotencia.
Esto explica que monseñor Montini fuera muy crítico, aunque siempre prudente, con los Pactos de Letrán llevados a cabo por Pío XI (1929). La bota de Mussolini, pisando los mármoles vaticanos, le produjo malestar interior. Había que evitar pactos ideológicos con aquel régimen prepotente y excluyente y, por el contrario, lejos de las ideologías totalitarias –pensaba el futuro papa–, se debían reforzar las energías espirituales.
A Montini nunca le asfixió el trabajo curial, ya que supo compaginarlo con el trabajo apostólico entre los jóvenes de Acción Católica. No pocos, entre ellos, descubrieron la política como un servicio en la naciente Democracia Cristiana.
En la Curia vaticana
Su experiencia de curia y sus años como profesor de Historia de la Diplomacia Pontificia (1930-1937) tampoco le aprisionaron en las envaradas formas diplomáticas, sino que, con inquietud misionera, viajó por Francia, Alemania y Reino Unido. Le interesaba el genio cultural de los pueblos, su expresión en el arte y en la religiosidad.
En mayo de 1938 acompañó a Budapest al cardenal Eugenio Pacelli, legado pontificio en el 34º Congreso Eucarístico Internacional. Cuando Pacelli es elegido papa (1939), Montini tiene 42 años. En la Secretaría de Estado, al lado de Pío XII, es testigo de los acontecimientos terribles de la II Guerra Mundial. Montini redactó aquel dramático llamamiento de Pío XII:
¡Aún estamos a tiempo! ¡Nada se pierde con la paz! ¡Todo puede perderse con la guerra![5]
Concluida la conflagración, viaja a América del Norte. Estamos ya en 1951, y por entonces Montini ha perdido el pelo de la cabeza, pero sus ideas siguen siendo claras respecto a la misión pastoral de la Iglesia en el “nuevo orden” que surge de la II Guerra Mundial.
Con 55 años es nombrado prosecretario de Estado para los asuntos ordinarios (o internos) de la Iglesia, al lado de monseñor Tardini, que se ocupó de los asuntos extraordinarios, y siempre bajo la autoridad del papa Pío XII, quien, tras la muerte del cardenal Maglione, secretario de Estado, dijo que no quería más secretarios y que lo que él necesitaba eran “ejecutores”, no personas que gobernaran a su lado.
Arzobispo de Milán
El 1 de noviembre de 1954, el papa Pacelli lo envió a Milán como arzobispo, consciente de su valía, para que adquiriera “rodaje pastoral” y en previsión de misiones más importantes. Un mes después, era ordenado obispo por el cardenal Eugenio Tisserant en la Basílica de San Pedro…
Pastor, pues, durante casi diez años (1955-1963) en una de las Iglesias más grandes y complejas de Italia: la Iglesia de san Ambrosio de Milán. Con todos los problemas de una archidiócesis como es esta, en permanente misión, y con los conflictos del mundo obrero siempre a flor de piel.
En la Iglesia de Milán trabajó denodadamente en estos frentes: en el mundo obrero, con una misión popular de hondo calado (1957); en el mundo de la cultura, cerca de la Universidad Católica del Sagrado Corazón; con los jóvenes de las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos (ACLI); al lado de las inquietudes pastorales de los sacerdotes y sus parroquias (algunas de ellas, perdidas entre las montañas prealpinas).
En octubre de 1958, muere Pío XII y es elegido papa Juan XXIII. Entre los primeros cardenales que elige ‘el Papa bueno’, destaca Giovanni Battista Montini (consistorio del 15 de diciembre de 1958). Las cartas que Roncalli y Montini se intercambiaron, signo de amistad, son elocuentes y están publicadas por el Instituto Pablo VI, bajo la supervisión y cuidado del longevo Loris Capovilla, secretario particular del papa Roncalli [6].
En 1960 –todavía en Milán– su empuje misionero le lleva a Norteamérica y a Brasil. Dos años más tarde, en el verano de 1962, visitará algunas de la Iglesias jóvenes de África. Cuando regresa, se dispone a participar en la primera sesión del Concilio Vaticano II, inaugurado el 11 de octubre de 1962.
III.EL PAPA DEL CONCILIO (introducción)
Él mismo se había preocupado de predicar entre los fieles de su archidiócesis la importancia del Concilio para la Iglesia [7]. Elegido, en 1961, miembro de la Comisión central preparatoria, el cardenal Montini contribuyó a vertebrar y dar unidad al elenco de temas propuestos para los debates, y se alineó enseguida con algunos escogidos miembros de la Comisión central, sobre todo de las Iglesias centroeuropeas: Döpfner, Alfrink, Bea, Léger y Maximos IV Saigh. Pronto estos prelados destacaron por ser la avanzadilla del Concilio…
Dice el historiador Giacomo Martina que, ya en la primera sesión, el cardenal de Milán había llegado a ser uno de los exponentes más conocidos de una línea de pensamiento teológico y pastoral que fue cobrando consensos siempre mayores con Giacomo Lercaro, arzobispo de Bolonia; con Léo Joseph Suenens, arzobispo belga de Malinas; y con el arzobispo alemán de Munich, Julius Döpfner, que llegó al Concilio teniendo cerca como asesor a un joven teólogo llamado Joseph Ratzinger[8].
El 3 de junio de 1963 se apagó la lámpara del papa Juan XXIII, que cerró los ojos a este mundo entre el reconocimiento de los hombres y mujeres de buena voluntad y las oraciones del mundo cristiano.
[1] Giselda Adornato, gran especialista en Montini –sobre todo, en su etapa como arzobispo de Milán–, tiene un libro con un título parecido: Pablo VI. El coraje de la modernidad (San Pablo, Madrid, 2010). [2] Cf. Il Testamento, en Insegnamenti XVI (1978), pp. 592-594. [3] “El texto original no dice ‘bebida preferida’, sino ampeloterapia (‘bebida medicinal’), que me es difícil traducir”: cf. N. VIAN (ed.), Lettere ai familiari (2 vol.) (Istituto Paolo VI-Studium, Brescia-Roma, 1986, 1001). Cita en: E. DE LA HERA, La noche transfigurada (Biografía de Pablo VI), BAC, Madrid, 2002, p. 22. [4] Cf. G. ADORNATO, Pablo VI. El coraje de la modernidad, o. c., p. 34. [5] Cf. E. DE LA HERA, La noche transfigurada, BAC, Madrid, 2002, p. 294. [6] L. F. CAPOVILLA, Giovanni e Paolo. Due Papi. Saggio di corresppondenza (1925-1962), en Studium (Quaderni dell’Istituto Paolo VI, 2), Brescia, 1982. [7] En la Cuaresma de 1962, sacó a la luz una carta pastoral (Pensemos en el Concilio) importante para conocer las expectativas de Montini en torno al Vaticano II. [8] Cf. G. MARTINA, Paolo VI e la ripresa del Concilio, en Istituto Paolo VI, Paolo VI e i problemi eclesiologici al Concilio, en Studium, Brescia, 1989, pp. 23-24.
Película biográfica de Pablo VI: El Papa en la tempestad(Fabrizio Costa, 2008):
Comentarios desactivados en Carlos Osoro: “No podemos cerrar las puertas de la Iglesia ni de los sacramentos a nadie, tenemos que involucrarnos y acompañar a la gente”
Carlos Osoro, con Juan Mari Laboa y el padre Ángel
“Hay gente especialista en ver manchas y arrugas: ésos no pueden anunciar el Evangelio, no sirven”
El arzobispo de Madrid, sobre el ébola: “Sólo empezamos a buscar la vacuna, cuando nos ha llegado al Primer Mundo”
Tengamos las puertas abiertasd de los templos. Es más importante que la gente pueda entrar a que alguien nos pueda robar un copón. Con las puertas abiertas, no sé por qué, pero la gente entra. Tal vez a buscar calor, a buscar silencio, pero entra
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(Jesús Bastante).- Un estruendoso aplauso. Sin decir una palabra, Carlos Osoro se hizo con los fieles de Madrid. El nuevo arzobispo de Madrid cerró esta tarde unas jornadas del Instituto Pastoral, en un acto de homenaje al “lenguaje de Francisco” y que se convirtió en una conferencia esperanzadora y programática. Por si alguien dudaba que “el peregrino” era el hombre indicado por el Papa para cambiar el rostro de la Iglesia española.
Allí estaban todos: “represaliados” e Iglesia oficial. Historiadores y divulgadores como Juan Mari Laboa o Benjamín Forcano; apóstoles de la solidaridad como el padre Ángel o Luis Lezama; o teólogos como José Luis Segovia, José Luis Corzo o Vicente Vide. Curas obreros como Eubilio “Bily”, religiosas, religiosos, laicos…. Casi medio millar de personas, de todas las edades, acompañaron al nuevo arzobispo en su primer acto en Madrid, apenas una semana antes de suceder oficialmente a Rouco Varela en la sede de Bailén.
“Esta es su casa. Le deseamos un ministerio muy fecundo al frente de la diócesis de Madrid”, le presentó Jacinto Núñez, decano de la Facultad de Teología de la Upsa, que acompañó, junto al rector, Ángel Galindo, a Carlos Osoro en la mesa. “Es la primera vez que me aplauden sin haber dicho ni hecho nada”, bromeó el prelado, quien quiso tener un guiño a la noticia, urgente, que circulaba por los móviles, acerca del misionero ingresado con síntomas de ébola.
“Es muy triste que suceda que, en casos como el ébola, sólo empezamos a buscar la vacuna, cuando nos ha llegado al Primer Mundo“, denunció Osoro. “Ése es el descarte, eso es descartar. Ojalá seamos capaces de encontrar una cosa distinta: que siempre miremos a los que están pasando mucho peor que nosotros. Un cristiano tiene esa obligación“.
Ya en el tema de su ponencia -el lenguaje del Papa Francisco-, Osoro planteó dos caminos para entender a Francisco: “el camino de la interioridad y el de la alteridad, del encuentro con Dios”. Elementos fundamentales en “esta salida misionera que el Papa Francisco nos pide que tomemos, que es el mismo que nos pidió nuestro Señor: id por el mundo y anunciad el Evangelio”.
Y con un mensaje programático: “Es necesaria una Iglesia en clave de misión. Una Iglesia con puertas abiertas. No cerrar las puertas a nadie, ni los sacramentos. No cerrar las puertas a los enfermos, a los pobres. Empezando por las puertas abiertas de los propios templos que tenemos. Es más importante que la gente pueda entrar a que alguien nos pueda robar un copón. Con las puertas abiertas, no sé por qué, pero la gente entra. Tal vez a buscar calor, a buscar silencio, pero entra”.
Una Iglesia “que anuncia el Evangelio a todos, involucrándonos en las situaciones de la gente, acompañando, haciendo la fiesta que la gente necesita”. Y es que “no podemos llevar tristeza“. Eso significa cercanía, acogida cordial, no estar todo el rato condenando. “Hay gente especialista en ver manchas y arrugas: ésos no pueden anunciar el Evangelio, no sirven“.
¿Qué elementos son esenciales para ello? “La caridad y la misericordia”, señaló Osoro. Palabras “hermosas, pero que a veces hemos desacreditado. Todos los mandamientos se resumen en el mandamiento del amor”. Y “Dios es amor, y pasea por este mundo diciéndonos cómo el hombre debe ser protagonista de ese amor de Dios“. “Igual que Dios se acerca a nosotros sin condiciones de ningún tipo, así nos pide que nos acerquemos a los demás“, incidió Osoro, quien animó a “vivir en la perspectiva de la salvación. Como dice el Evangelio: no he venido a condenar, sino a salvar, esto es lo que nos pide el Papa Francisco. Vivir en la dinámica del amor, y no en la del juicio“. “Sólo así daremos un paso fundamental para hacer entendible el mensaje de Jesús al mundo de hoy”, añadió el arzobispo, quien clamó para que “no arrinconemos a Dios, para que el hombre sea lo que es: imagen de Dios“.
Lejos del lenguaje catastrofista que abundaba en la Iglesia antes de la llegada de Francisco, Osoro apuntó que “las creaciones del hombre no son siempre malas: hay cosas muy buenas e importantes. Así nos lo enseña el Concilio Vaticano II”. Con una actitud similar al de los discípulos de Emaús: “es esencial hacer el camino, desde la dinámica del amor, y no la dinámica del juicio”. “Estamos llamados a generar vida y esperanza, y no muerte y desilusión. No estamos llamados a generar muerte o desilusión: eso no es de Jesucristo ni es la tarea de la Iglesia”, apuntó el arzobispo electo de Madrid. “Hay urgencia de alcanzar la alegría del Evangelio, que tiene tres rasgos: nos lanza permanentemente a la misión. Estamos ungidos de esperanza, y el Señor nos lanza a encontrarnos con los demás; es una alegría que genera encuentro e inclusión, y no desencanto y división, o como dice el Papa, descarte; es una alegría que va a buscar a todos, sin excepción“.
“Dejaos querer por Dios, porque eso te cambia la vida, y te da capacidad para encontrarte no con los que a ti te gustan, que eso es fácil, sino con todos”, añadió. Porque ésta es otra de las claves: “La Iglesia tiene que generar atracción, para provocar respuesta“, señaló, animando a “entrar en la dinámica del amor, y no del juicio”.
“La Iglesia del Papa Francisco es casa de acogida, casa de misericordia“, proclamó el prelado, apuntando que “el acogedor es amable, hospitalario, sociable. Acoger es siempre un acto de amor. Es un valor que hay que cultivar y educar”. ¿Por qué? Porque “la acogida abre puertas, y consigue que el que es recibido abra puertas a otro. No hay rechazo, no hay exclusión“.
Para ello, “hay que generar espacios de reflexión, espacios de comunión. Es necesario construir la ciudad, llegar al corazón donde se gestan los nuevos relatos. Y eso precisa de una mayor participación de todos: de los laicos, las mujeres, los niños, la religiosidad popular…” Y también “la inclusión social, el diálogo con las nuevas realidades”. Osoro acabó denunciando las “nuevas esclavitudes“, y proclamando la importancia de la parroquia como instancia viva. “No a la parroquialitis, no al párroco que somete a los demás, sino trabajando en comunión“.
“A ver si lo podemos hacer entre todos, sin echar a nadie“, pidió Osoro. “Sí, pero necesitamos que el arzobispo ‘primeree’“, contestó el auditorio. Y el nuevo arzobispo de Madrid sonrió. Y asintió. Una conferencia de programa, y de gestos. Que también construyen Iglesia.
La justicia chilena declaró el miércoles culpable al sacerdote John O´Reilly, líder de los Legionarios de Cristo en el país, por abusos sexuales reiterados contra una menor de un colegio de la capital en el que se desempeñaba como capellán.
La lectura de la sentencia, en que se podría determinar pena de cárcel de 10 años y un día como solicita la fiscalía, se conocerá en el 11 de noviembre, en un nuevo caso que dejó en evidencia los abusos cometidos por miembros de la Iglesia Católica contra menores en los últimos años.
La causa de pederastia contra O´Reilly profundiza la crisis de los Legionarios de Cristo, una de las más conservadoras y poderosas congregaciones de la Iglesia católica, que sucumbió cuando su fundador, el mexicano Marcial Maciel, fue separado de la orden por acusaciones de abuso sexual a menores.
Ahora y tras dos meses y medio de investigación, la justicia chilena entregó su veredicto contra el sacerdote irlandés por abusos cometidos entre el 2007 y 2009.
“El tribunal ha dado por establecido por mayoría de sus integrantes, más allá de toda duda razonable, los siguientes hechos (…) O´Really resolvió realizar acciones de significación sexual mediante el contacto corporal con una alumna del colegio“, dijo la jueza María Teresa Barrientos en su fallo.
Una de las mayores pruebas contra O´Reilly fueron los testimonios de abusos de las hermanas Josefina y Catalina, los cambios conductuales y estudios psicológicos, según relatos de los abogados acusadores.
“Durante los alegatos (…) hay relatos que son consistentes y contundentes por parte de las menores frente a este tribunal”, dijo José Ignacio Escobar, abogado querellante. La defensa, en tanto, desestimó las pruebas al argumentar que los querellantes basaron sus denuncias sobre una “posibilidad que existió” y que nunca se pudo probar de que O´Really estuvo solo con las niñas.
“Escuchamos relatos que están contaminados, que no tienen ningún valor, que son producto de la sugestión y de la sugestabilidad con la cual trataron todas estas conductas desde el punto de vista de los peritajes y entrevistas que se hicieron a estas menores“, dijo Luis Hermosilla, abogado del religioso.
El capellán del exclusivo colegio Cumbres, quien fue apartado de sus funciones para enfrentar la causa, llegó a Chile en 1985 y desde entonces construyó amistades con importantes empresarios y políticos de centro derecha.
Comentarios desactivados en El chiste de la semana: Juan Antonio Reig Plá afirma que “Nunca he tenido la intención de ofender a nadie”
Si no fuera por la gravedad de sus invectivas, pensaríamos que quiere hacerle la competencia a Chiquito de la Calzada… Ya sólo la definición de AMS (Atracción hacia el mismo sexo) para evitar reconocer la orientación homosexual resulta insultante. y por cierto, debemos “desenmascarar con claridad meridiana” lo que es usted: Homófobo.
Nos quedamos con lo dicho por el obispo electo de Madrid, Carlos Osoro: “Hay gente especialista en ver manchas y arrugas: ésos no pueden anunciar el Evangelio, no sirven“.
Insiste en “desenmascarar” a “Satanás, el rey de la ambigüedad
El obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plà, ha indicado que “nunca” ha tenido “la intención de ofender a nadie” en una carta en la que agradece las muestras de apoyo que ha recibido estos últimos días, después de que la asociación ‘Tren de la Libertad’ pusiera una querella contra él y de que PSOE, IU y UPyD aprobaran en el Ayuntamiento de Alcalá una moción en la que pedían al Papa que le destituyera.
“Nunca he tenido intención de ofender a nadie, a todos respeto y acojo de corazón. De hecho procuro poner toda mi persona al servicio de la evangelización y de la promoción –para los que sufren por diversas razones– de ‘hospitales de campaña'”, subraya para destacar, entre otros proyectos, las Casas-Cuna, los Centros de Orientación Familiar o los “itinerarios de libertad y esperanza para personas con AMS (Atracción hacia el mismo sexo).
Concretamente, la misiva está dirigida a obispos de España, Hispanoamérica y Europa, sacerdotes, familias, laicos, instituciones eclesiásticas y civiles, a “muchos” medios de comunicación e incluso a “algunos” políticos, que le han asegurado su “cercanía espiritual y apoyo”.
En cualquier caso, Reig Plà considera que, si bien las personas merecen “amor, respeto, misericordia y acogida”, cuando transmiten ideas, palabras, tienen inclinaciones o realizan acciones “erradas”, estas deben ser “desenmascaradas con claridad meridiana” porque “Satanás es el rey de la confusión y de la ambigüedad”.
Reig Plà aclara que la misión que le ha confiado la Iglesia es “anunciar la verdad“ contenida en las Sagradas Escrituras, en el Catecismo de la Iglesia Católica y en el resto del Magisterio de la Iglesia y, por lo tanto, apunta que “está en juego la salvación de las almas”, también de la suya propia.
Por ello, recuerda a las “víctimas del aborto –los niños no nacidos, las madres que por acción u omisión son empujadas al aborto, las familias”-– y se dirige a quienes no comparten el Magisterio de la Iglesia ni “lo que la recta razón reconoce” para advertirles de que “no es lícito matar inocentes y, por lo tanto, tampoco a los hijos en el seno materno”.
“El aborto es un crimen abominable (Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 51), ciertamente un continuo holocausto de vidas humanas inocentes (San Juan Pablo II, 29-12-1997)”, añade.
Además, cita al Papa Francisco para subrayar que “el modelo cristiano de familia debe proponerse y vivirse sin ambigüedad, rechazando sin ambigüedad lo que es contrario” a la fe.
Comentarios desactivados en Hilarion de Volokolamsk asegura sobre las uniones homosexuales que «la Iglesia no puede traicionar la verdad»
Y su ilustrísima reverendísima lo dice vestidita con su camisita y su canesú…. ¡Tendrá valor! ¿No será que llevamos dos mil años traicionando esa verdad del Evangelio?
Desde luego estas ilustrísimas están obsesionadas… En realidad no es nada nuevo, pero lo repite… “La Iglesia no puede traicionar la verdad. No podemos estar diciendo a la gente que determinado tipo de comportamiento que siempre ha sido condenado por la Iglesia, ahora, de repente, está permitido”. Así se ha manifestado el metropolita Hilarion de Volokolamsk, responsable de las relaciones externas del Patriarcado de Moscú, y delegado ortodoxo en el Sínodo, sobre la posibilidad de que la Iglesia Católica cambie su valoración de las relaciones y uniones homosexuales.
Hilarión asegura que “el tema de la familia es un problema serio, especialmente hoy en día en Europa y América del Norte, donde los políticos, el sistema educativo y los medios de comunicación están promoviendo una idea de la familia que no se corresponde con la postura tradicional de nuestras Iglesias, según la cual la familia está formada por la unión conyugal entre un hombre y una mujer”.
Además explica que “en muchos países, además, se aprueban leyes que tienen aceptan como un modelo de familia alternativa la unión de personas del mismo sexo. Hay un vivo debate entre los cristianos de este tiempo sobre la forma de afrontar estas nuevas formas de unión que quieren equiparar a la institución familiar. De hecho, existen comunidades protestantes que adoptan ese lenguaje para tratar las uniones entre personas del mismo sexo, pero para las Iglesias que se enraizan en la Santa Tradición, a saber, la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Ortodoxa, ese concepto no es aceptable”.
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