Desarticulan un red de prostitución gay húngara en Florida
Andras Janos Vass y Viktor Berki son dos de los sujetos detenidos por tráfico sexual
Les obligaban a mantener relaciones sexuales o hacer shows ante webcam durante 18 horas al día
Tres personas de nacionalidad húngara atrajeron con engaños a tres muchachos gays a Estados Unidos para hacerlos trabajar como “esclavos sexuales” por hasta 20 horas al día en Nueva York y Miami, dijo la fiscalía el viernes.La industria del porno gay ha mitificado la figura del macho húngaro, algo que han tratado de explotar en Florida durante los últimos años una red de prostitución que atraía a jóvenes de 20 años de aquel país con la promesa de que iban a cumplir el sueño americano y, finalmente, lo que obtenían era una vida de esclavos sexuales, como ha descrito la policía después de su desarticulación.
Los sospechosos de ser jefes de la banda, tres ciudadanos húngaros, — Gabor Acs, Viktor Berki y Andras Janos Vass — fueron encausados en el tribunal estatal de Miami-Dade bajo cargos de tráfico humano y crimen organizado y se enfrentan a cargos de tráfico sexual como presuntos cabecillas de la red que operaba en el Sur de Florida. Acs, Berki y Vass dirigían una compañía llamada Never Sleep Inc.
De acuerdo con las autoridades, los jefes de la banda conocieron a dos de las víctimas en Hungría a través de un website llamado GayRomeo.com. Otra víctima estaba “viviendo con los gitanos” como prostituto cuando conoció a Acs a través de Facebook.
En el 2012, las tres víctimas — todos de poco más de 20 años — fueron llevados a Nueva York para trabajar en lo que ellos creían era un negocio legal en Estados Unidos. Las víctimas “creyeron que sólo estarían en Nueva York por unos pocos meses para hacer decenas de miles de dólares antes de regresar a su país y a sus familias”, escribió la agente federal Melissa Pavlikowski en una orden de arresto.
Pero en Nueva York, los jóvenes fueron obligados a vivir en un diminuto apartamento de un dormitorio y a llevar a cabo actos sexuales día y noche, a veces con clientes y otras en cámaras en vivo, de acuerdo con la orden de arresto. Hasta ocho hombres vivieron y trabajaron en el apartamento.
Las víctimas recibían muy poco dinero, les arrebataron sus documentos de viaje y no se les permitía salir del apartamento. Uno de ellos tenía terror de irse luego que “Berki le dijo que él era policía en Hungría y tenía muchos contactos allí, lo cual [la víctima] interpretó como una amenaza a él y a su familia”, afirmó la orden de arresto. Cuando otra víctima insistió en que quería regresar a Hungría, Berki le dijo que él “podría hacerlos desaparecer a todos como si nunca hubieran existido”.
“Estos individuos vinieron de otro país a explotar a personas vulnerables, pero usaron los mismos métodos básicos de miedo e intimidación que usan los traficantes de todas partes para sacar ganancias”, dijo la fiscal estatal de Miami-Dade Katherine Fernández-Rundle.
En agosto del 2012, el grupo se mudó a Miami, donde los jefes de la banda insistieron que los jóvenes no tendrían que seguirse prostituyendo. Pero su negocio empezó a operar de nuevo desde una casa de la cuadra de los 13300 de NW 8 Lane. Una vez en Miami, los hombres se veían obligados a ejercer la prostitución o actos sexuales delante de una webcam durante 18-20 horas al día, aseguran los fiscales. Todos los pagos de estas actuaciones sexuales y online iban a parar a las cuentas de Acs, Berki y Vass, según ha sido acreditado por los investigadores.
Las víctimas aseguran que los sospechosos “utilizan diversas técnicas para mantenerlos esclavizados, como aislarlos de los demás, la retención de sus documentos de viaje así como la identificación y el uso de la manipulación financiera para mantenerlos en deuda constante”, según asegura la oficina del Fiscal del Estado en un comunicado.
“Este caso sirve de recordatorio que el tráfico sexual no se limita a ninguna raza, género, edad u orientación sexual en particular”, dijo Alysa Erichs, agente especial federal a cargo de Investigaciones de Inmigración y Control de Aduanas de Miami.
Fuente El Nuevo Herald
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