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Archivo para Domingo, 7 de septiembre de 2014

El baile de la obediencia

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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Si estuviéramos contentos de ti, Señor,
no podríamos resistir a esa necesidad de danzar que desborda
el mundo y llegaríamos a adivinar qué danza es la que te gusta
hacernos danzar, siguiendo los pasos de tu Providencia

Porque pienso que debes estar cansado
de gente que hable siempre de servirte
con aire de capitanes;
de conocerte con ínfulas de profesor;
de alcanzarte a través de reglas de deporte;
de amarte como se ama un viejo matrimonio.

Y un día que deseabas otra cosa
inventaste a San Francisco
e hiciste de él tu juglar.
Y a nosotros nos corresponde dejarnos inventar
para ser gente alegre que dance su vida contigo.

Para ser buen bailarín contigo
no es preciso saber adónde lleva el baile.
Hay que seguir, ser alegre,
ser ligero y, sobre todo, no mostrarse rígido.
No pedir explicaciones de los pasos que te gusta dar.
Hay que ser como una prolongación ágil y viva de ti mismo
y recibir de ti la transmisión del ritmo de la orquesta.
No hay por qué querer avanzar a toda costa
sino aceptar el dar la vuelta,
ir de lado, saber detenerse y deslizarse en vez de caminar.
Y esto no sería más que una serie de pasos estúpidos
si la música no formara una armonía.

Pero olvidamos la música de tu Espíritu
y hacemos de nuestra vida un ejercicio de gimnasia;
olvidamos que en tus brazos se danza,
que tu santa voluntad es de una inconcebible fantasía,
y que no hay monotonía ni aburrimiento
más que para las viejas almas
que hacen de inmóvil fondo
en el alegre baile de tu amor.

Señor, muéstranos el puesto
que, en este romance eterno iniciado entre tú y nosotros,
debe tener el baile singular de nuestra obediencia.
Revélanos la gran orquesta de tus designios,
donde lo que permites toca notas extrañas
en la serenidad de lo que quieres.

Enséñanos a vestirnos cada día con nuestra condición humana
como un vestido de baile, que nos hará amar de ti
todo detalle como indispensable joya.
Haznos vivir nuestra vida,
no como un juego de ajedrez en el que todo se calcula,
no como un partido en el que todo es difícil,
no como un teorema que nos rompe la cabeza,
sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo,
como un baile, como una danza entre los brazos de tu gracia,
con la música universal del amor.

Señor, ven a invitarnos.
*

Madeleine Delbrel

El baile de la obediencia

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“Está entre nosotros”. 7 de septiembre de 2014. 23 Tiempo ordinario (Mateo 18, 15-20)

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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46-OrdinarioA23Aunque las palabras de Jesús, recogidas por Mateo, son de gran importancia para la vida de las comunidades cristianas, pocas veces atraen la atención de comentaristas y predicadores. Esta es la promesa de Jesús: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

Jesús no está pensando en celebraciones masivas como las de la Plaza de San Pedro en Roma. Aunque solo sean dos o tres, allí está él en medio de ellos. No es necesario que esté presente la jerarquía; no hace falta que sean muchos los reunidos.

Lo importante es que “estén reunidos”, no dispersos, ni enfrentados: que no vivan descalificándose unos a otros. Lo decisivo es que se reúnan “en su nombre”: que escuchen su llamada, que vivan identificados con su proyecto del reino de Dios. Que Jesús sea el centro de su pequeño grupo.

Esta presencia viva y real de Jesús es la que ha de animar, guiar y sostener a las pequeñas comunidades de sus seguidores. Es Jesús quien ha de alentar su oración, sus celebraciones, proyectos y actividades. Esta presencia es el “secreto” de toda comunidad cristiana viva.

Los cristianos no podemos reunirnos hoy en nuestros grupos y comunidades de cualquier manera: por costumbre, por inercia o para cumplir unas obligaciones religiosas. Seremos muchos o, tal vez, pocos. Pero lo importante es que nos reunamos en su nombre, atraídos por su persona y por su proyecto de hacer un mundo más humano.

Hemos de reavivar la conciencia de que somos comunidades de Jesús. Nos reunimos para escuchar su Evangelio, para mantener vivo su recuerdo, para contagiarnos de su Espíritu, para acoger en nosotros su alegría y su paz, para anunciar su Buena Noticia.

El futuro de la fe cristiana dependerá en buena parte de lo que hagamos los cristianos en nuestras comunidades concretas las próximas décadas. No basta lo que pueda hacer el Papa Francisco en el Vaticano. No podemos tampoco poner nuestra esperanza en el puñado de sacerdotes que puedan ordenarse los próximos años. Nuestra única esperanza es Jesucristo.

Somos nosotros los que hemos de centrar nuestras comunidades cristianas en la persona de Jesús como la única fuerza capaz de regenerar nuestra fe gastada y rutinaria. El único capaz de atraer a los hombres y mujeres de hoy. El único capaz de engendrar una fe nueva en estos tiempos de incredulidad. La renovación de las instancias centrales de la Iglesia es urgente. Los decretos de reformas, necesarios. Pero nada tan decisivo como el volver con radicalidad a Jesucristo.

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“Si te hace caso, has salvado a tu hermano”. Domingo 7 de septiembre de 2014. 23º domingo de tiempo ordinario

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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forgivenessLeído en Koinonia:

Ezequiel 33,7-9: Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre
Salmo responsorial: 94: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: “No endurezcáis vuestro corazón.”
Romanos 13,8-10: Amar es cumplir la ley entera
Mateo 18,15-20: Si te hace caso, has salvado a tu hermano

La liturgia de este domingo nos invita a reflexionar sobre nuestra corresponsabilidad comunitaria. La fe, o más ampliamente dicho, nuestra vida espiritual, es un asunto personal, una responsabilidad absolutamente intransferible, pero como humanos que somos –seres simbióticos al fin y al cabo– la vivimos en el seno de una comunidad. Por eso, también, todos somos de alguna manera responsables de la vida de cada hermano.

Ezequiel es profeta del tiempo del exilio. Se presenta como el vigilante de su pueblo. Otros profetas han utilizado también esta imagen para caracterizar su misión. La actitud vigilante es un rasgo de los profetas. Estar atento a lo que pasa, para alertar y prevenir al pueblo. Y estar siempre atento también a escuchar la Palabra de Dios. Leer los acontecimientos de la historia y interpretarlos a la luz de la Palabra de Dios. El vigilante, celador, velador, centinela o como se le llame en nuestro medio, está pendiente de los peligros que acechan al pueblo. Por eso, el profeta es responsable directo de lo que le pueda pasar. El profeta tiene la misión de abrir los ojos del pueblo. Pero también el pueblo puede aceptar o rechazar esa interpelación profética. Lo que no está bien es pasar por alto y no darse cuenta del peligro.

Pablo en la carta a los romanos invita a los creyentes que edifiquen su vida sobre la base del amor para que puedan responder a los desafíos del momento histórico que a cada creyente y a cada comunidad le toca vivir. El amor es resumen, síntesis vital, compendio de todo tipo de precepto de orden religioso. Así, Pablo entra en perfecta sintonía con la propuesta evangélica. Ciertamente, no es un rechazo rotundo de la ley. Pero el amor supera la fuerza de la ley. Quien ama auténticamente no quiere hacer daño a nadie; por el contrario, siempre buscará la forma de ayudarle a crecer como persona y como creyente. La conversión, la metanoia, es cambio rotundo de mente y corazón. Quién se convierte asume el amor como única “norma” de vida. El amor se traduce en actitudes y compromisos muy concretos: servicio, respeto, perdón, reconciliación, tolerancia, comprensión, verdad, paz, justicia y solidaridad fraterna.

El evangelio de Mateo nos presenta el pasaje que se ha denominado comúnmente la corrección fraterna. El texto revela los conflictos internos que vivía la comunidad mateana. Nos encontramos, entonces, ante una página de carácter catequético que pretende enfrentar y resolver el problema de los conflictos comunitarios. El pecado no es solamente de orden individual o moral. Aquí se trata de faltas graves en contra de la comunidad. El evangelista pretende señalar dos cosas importantes: no se trata de caer en un laxismo total que conduzca al caos comunitario. Pero tampoco se trata de un rigorismo tal que nadie pueda fallar o equivocarse. El evangelista coloca el término medio. Se trata de resolver los asuntos complicados en las relaciones interpersonales siguiendo la pedagogía de Jesús. No es un proceso jurídico lo que aquí se señala. El evangelista quiere dejar en claro que se trata ante todo de salvar al trasgresor, de no condenarlo ni expulsarlo de entrada. Es un proceso pedagógico que intenta por todos medios salvar a la persona. Ahora bien, si la persona se resiste, no acepta la invitación, no da signos de arrepentimiento… entonces sí la comunidad se ve obligada a expulsarse de su seno. Al no aceptar la oferta de perdón la persona misma se excluye de la comunión.

Nuestro compromiso como creyentes es luchar por la verdad. Nuestras familias y comunidades cristianas deben ser, ante todo, lugares de reconciliación y de verdad. Exigir respeto por las personas que se equivocan pero que quieren rectificar su error es imperativo evangélico. Tampoco se trata de caer en actitudes laxistas o que respalden la impunidad. Pero ante todo, el compromiso con la justicia, la verdad y la reconciliación es una actitud profética.

¿Cómo vivimos los valores de la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación al interior de nuestras comunidades? ¿Qué actitud asumimos frente a los medios de comunicación que manipulan y tergiversan la verdad? ¿Nos sentimos corresponsables de la suerte de nuestros hermanos?

El evangelio de hoy habla también de la comunidad como sujeto de perdón: «Todo lo que aten ustedes en la tierra será atado en el cielo…». Puede ser una oportunidad interesante para hablar tanto de la grave crisis que atraviesa este sacramento en la práctica más extendida en la Iglesia, como de la posibilidad y legitimidad de la reconciliación comunitaria. Véase al respecto el libro de Domiciano Fernández que comentamos más abajo.

El evangelio de hoy no está dramatizado en la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL. Puede irse a la página de la serie (www.untaljesus.net) y escoger algún capítulo oportuno. Leer más…

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Dom 7. 9. 12. Reunidos en mi Nombre… Quién es Iglesia, quién “manda”…Quién y qué es Iglesia (Mt 18)

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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46ordinarioB17Del blog de Xabier Pikaza:

Domingo 22, tiempo ordinario, ciclo A: Mt 18, 15-20. Nos ha “sorprendido” estos días (en España) el cese de Rouco y el ascenso o “traspaso” de Osoro y Cañizares, en las listas de la jerarquía católica… como si fueran fichajes y bajas de un fútbol millonario.

Pero, bien mirados, esos cambios deberían pasar inadvertidos, pues lo que en importa en la Iglesia no son los monseñores y cardenales/obispos, sino las comunidades reunidas y organizadas en nombre de Jesús.

Así lo ratifica este evangelio sorprendente, por encima de todo Derecho legal y Jerarquía. Éstos son sus rasgos principales, que quiero desarrollar en lo que sigue:

a. Cada comunidad cristiana es Iglesia uniéndose en nombre de Cristo, orando a Dios Padre y resolviendo sus propios problemas, en diálogo en el que todos participan (sin duda, en comunión con otras iglesias). Hay posiblemente presbíteros y obispos (es decir, representantes y supervisores), pero los asuntos de la comunidad los resuelve toda la comunidad, de manera que obispos y presbíteros son de algún modo invisibles.

b. Todas las comunidades se vinculan, porque las une el mismo Cristo y porque en ellas se invoca al mismo Dios; pero cada una tiene su propia vida, su propia “marcha” de evangelio, apareciendo así como espacio mesiánico de amor mutuo y de esperanza mesiánica. Se trata (por todo lo que sabemos) de comunidades pequeñas (de unos cincuenta miembros cada una), donde todos se comunican entre sí.

c. Cada Iglesia es responsable de su propio camino de oración, comunión y decisión, con sus propias instituciones; ni el amor, ni la toma de conciencia de “estar en Cristo”, ni la solución de los posibles problemas pueden delegarse en otra comunidad más alta (o en personas especiales, como son los obispos o papas), aunque todas las comunidades son solidarias y se unen entre sí por el mismo Cristo. El amor de Jesús y la comunión de los creyentes no se puede delegar, pues si hiciere dejaría de ser amor cristiano, comunión evangélica.

d. Esta forma de entender las iglesias concretas y la comunión de todas ha sido formulada por Mateo, pero responde igualmente a la teología y experiencia del conjunto de las comunidades del NT (las de Pablo y Marcos, las de Juan y Lucas, las de Santiago y Hebreos…). Las variantes entre las comunidades son muchas, pero todas concuerdan en lo esencial (la comunión en Cristo).

Buen día a todos, buen domingo.

Texto. Mt 18, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

1. Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.

2. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

3. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Tres son, pues, los “problemas”. (a) El primero es “quién es iglesia”: los límites de la comunidad. (b) El segundo es la autoridad: Quién decide… (c) El tercero es la oración, es decir, la vinculación con Dios (lo que hoy llamaríamos dirección de la eucaristía y de los sacramentos)

1. MT 18, 15-17. ¿QUIÉN ES IGLESIA? LOS LÍMITES DE LA COMUNIDAD

Este pasaje refleja el comportamiento de la iglesia ante un miembro que peca y define en el fondo la pertenencia a la Iglesia:

Principios:

a. Ciertamente, hay otros signos de pertenencia eclesial: Fe en Dios, fe en Jesús, un tipo de posible liturgia grupal… Pero el texto sé fija en aquellos que “no pecan entre sí” (unos contra otros). Iglesia son según eso aquellos que viven en armonía mutua.

b. El evangelio de Mateo supone quizá que hay otros pecados…, pero aquí sólo se fije en el pecado contra el prójimo: el pecado “contra ti”, es decir, contra un hermano de la comunidad.

c. En este mismo cap. 18, Mateo hable de perdonar siempre (setenta veces siempre), pero el perdón eclesial (¡para formar parte de la Iglesia!) implica corrección fraterna y conversión. Quien no se “convierte”, quien sigue pecando contra un hermano, no forma parte de la Iglesia.

El tema y método de esta “praxis jurídica” seguido se parece al de otros grupos judíos del tiempo, por ejemplo el de Qumrán. Pero quien decide en Qumrán es una instancia jerárquica especial y bien organizada de sacerdotes, miembros elegidos. En Mt, en cambio, decide la comunidad reunida:

Texto:

1. Y si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele a solas;
si te escucha, has ganado a tu hermano.
2. Si no te escucha, toma contigo a uno o a dos, pues
todo problema se resuelva por dos o tres testigos (cf. Dt. 19, 19).
3. Y si no les escucha llama a la iglesia y si no la escucha, sea para ti como gentil y publicano (18, 15-17)

Explicación.

Formulación hipotética (no apodíctica) de perdón y exclusión comunitaria, con cita de Dt 19, 19. Cada iglesia o comunidad cristiana aparece con autonomía jurídica: independiente de la sinagoga (y de otras comunidades cristianas). Sólo forman parte de la Iglesia aquellos que viven en armonía fraterna (no pecan contra los hermanos). Los que rompen la armonía y no se corrigen quedan fuera de ella, y son como “el gentil y publicano” ((aquellos que en terminología judía no participan en la vida del pueblo de Dios)).

La comunidad reunida es instancia suprema, de manera que ella rechaza a quienes rompen la unidad fraterna. Así establece Mt el “derecho” de la Iglesia para instituirse como grupo autónomo y visible.

Dentro y fuera de la Iglesia. La primera ortodoxia práctica

Esta es la primera declaración de ortodoxia práctica de la iglesia: son comunidad quienes perdonan y se dejan perdonar; pero quienes niegan el perdón y pecan contra los hermanos no pueden formar parte de la Iglesia. Mt 16, 18-19 presentaba a Pedro como “roca y rabino primera” de la Iglesia (es decir, de todas las comunidades), pues había interpretado (atado-desatado) los principios de la Ley judía desde Jesús (comparar con 5, 19).

Pues bien, Mt 18, 15-20, aceptando esa “base petrina” del origen de la Iglesia en su conjunto (de las diversas iglesias), define a cada iglesia (formada por unos cincuenta miembros…) como grupo autónomo, capaz de organizar su vida interna desde los principios del perdón y de la corrección fraterna. Leer más…

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¡Qué fácil es criticar, qué difícil corregir! Domingo 23 Ciclo A.

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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abrazoDel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

La formación de los discípulos

A partir del primer anuncio de la pasión-resurrección y de la confesión de Pedro, Jesús se centra en la formación de sus discípulos. No sólo mediante un discurso, como en el c.18, sino a través de las diversos acontecimientos que se van presentando. Los temas podemos agruparlos en tres apartados:

1. Los peligros del discípulo:

* ambición (18,1-5)
* escándalo (18,6-9)
* despreocupación por los pequeños (18,10-14)

2. Las obligaciones del discípulo:

* corrección fraterna (18,15-20)
* perdón (18,21-35)

3. El desconcierto del discípulo:

* ante el matrimonio (19,3-12)
* ante los niños (19,13-15)
* ante la riqueza (19,16-29)
* ante la recompensa (19,30-20,16)

De estos temas, la liturgia dominical ha seleccionado el 2, corrección fraterna y perdón, que leeremos en los dos próximos domingos (23 y 24 del Tiempo Ordinario) y el último punto del 3, desconcierto ante la recompensa (domingo 25).

La corrección fraterna

Como punto de partida es muy válida la primera lectura, tomada del profeta Ezequiel. Cuando alguien se porta de forma indebida, lo normal es criticarlo, procurando que la persona no se entere de nuestra crítica. Sin embargo, Dios advierte al profeta que no puede cometer ese error. Su misión no es criticar por la espalda, sino dirigirse al malvado y animarlo a cambiar de conducta.

Así dice el Señor: A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: «¡Malvado, eres reo de muerte!», y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie de conducta, si no cambia de conducta, él morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida.

En la misma línea debemos entender el evangelio de hoy, que se dirige a los apóstoles y a los responsables posteriores de las comunidades. No pueden permanecer indiferentes, deben procurar el cambio de la persona. Pero es posible que ésta se muestre reacia y no acepte la corrección. Por eso se sugieren cuatro pasos: 1) tratar el tema entre los dos; 2) si no se atiene a razones, se llama a otro o a otros testigos; 3) si sigue sin hacer caso, se acude a toda la comunidad; 4) si ni siquie­ra entonces se atiene a razones, hay que considerarlo «como un gentil o un publicano».

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
― Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.

Esta práctica recuerda en parte la costumbre de la comunidad de Qumrán. La Regla de la Congregación, sin expresarse de forma tan sistemática como Mateo, da por supuestos cuatro pasos: 1) corrección fraterna; 2) invocación de dos testi­gos; 3) recurso a «los grandes», los miembros más antiguos e importantes; 4) finalmente, si la persona no quiere corregirse, se le excluye de la comunidad.

La novedad del evangelio radica en que no se acude en tercera instancia a los «grandes», sino a toda la comunidad, subrayando el carácter democrático de la vivencia cristiana. Hay otra diferencia notable entre Qumrán y Jesús: en Qumrán se estipulan una serie de sanciones cuando se ofende a alguno, cosa que falta en el Nuevo Testamento. Copio algunas de ellas en el Apéndice.

Hay un punto de difícil interpretación: ¿qué signifi­ca la frase final, «considéralo como un gentil o un publicano»? Generalmente la interpretamos como un rechazo total de esa persona. Pero no es tan claro, si tenemos en cuenta que Jesús era el «amigo de publicanos» y que siempre mostró una actitud positiva ante los paganos. Por consiguiente, quizá la última frase debamos entenderla en sentido positivo: incluso cuando parece que esa persona es insalvable, sigue considerándola como alguien que en algún momento puede aceptar a Jesús y volver a él. Esta debe ser la actitud personal («considéralo»), aunque la comunidad haya debido tomar una actitud disciplinaria más dura.

¿Qué valor tiene la decisión tomada en estos casos? Un valor absoluto. Por eso, se añaden unas palabras muy parecidas a las dichas a Pedro poco antes, pero dirigidas ahora a todos los discípulos y a toda la comunidad:

Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

Relacionado con este tema están las frases finales.

Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Generalmente se los aplica a la oración y a la presencia de Cristo en general. Pero, dado lo anterior y lo que sigue, parece importante relacionar esta oración y esta presencia de Cristo con los temas de la corrección y del perdón.

El conjunto podríamos explicarlo del modo siguiente. La correc­ción fraterna y la decisión comunitaria sobre un individuo son algo muy delicado. Hace falta luz, hallar las palabras adecuadas, el momento justo, paciencia. Todo esto es imposible sin oración. Jesús da por supuesto -quizá supone mucho- que esta oración va a darse. Y anima a los discípulos asegurándoles la ayuda del Padre, ya que El estará presente. Esta interpretación no excluye la otra, más amplia, de la oración y la presencia de Cristo en general. Lo importante es no olvidar la oración y la presencia de Jesús en el difícil momento de la reconciliación.

Apéndice: la práctica de la comunidad de Qumrán

Nota: En el siglo II a.C., un grupo de judíos, descontentos del comportamiento del clero y de las autoridades de Jerusalén, se retiró al desierto de Judá y fundó junto al Mar Muerto una comunidad. Se ha discutido mucho sobre su influjo en Juan Bautista, en Jesús y en los primeros cristianos. El interesado puede leer J. L. Sicre, El cuadrante. Vol. II: La apuesta, cap. 15.

Los cuatro pasos en la Regla de la congregación

1) «Que se corrijan uno a otro con verdad, con tranquilidad y con amor lleno de buena voluntad y benevolencia para cada uno» (V, 23-24).

2 y 3) «Igualmente, que nadie acuse a otro en presencia de los “grandes” sin haberle avisado antes delante de dos testigos» (VI, 1).

4) «El que calumnia a los “grandes”, que sea despedido y no vuelva más. Igualmente, que sea despedido y no vuelva nunca el que murmura contra la autoridad de la asamblea. (…)

Todo el que después de haber permanecido diez años en el consejo de la comunidad se vuelva atrás, traicionando a la comunidad… que no vuelva al consejo de la comunidad. Los miembros de la comunidad que estén en contacto con él en materia de purificación y de bienes sin haber informado de esto a la comunidad serán tratados de igual manera. No se deje de expulsarlos» (VII,16-25).

Algunos castigos en Qumrán

«Si alguien habla a su prójimo con arrogancia o se dirige a él groseramente, hiriendo la dignidad del hermano, o se opone a las órdenes dadas por un colega superior a él, será castigado durante un año…»

«Si alguno habló con cólera a uno de los sacerdotes inscri­tos en el libro, que sea castigado durante un año. Durante ese tiempo no participará del baño de purificación con el resto de los gran­des.»

«El que calumnia injustamente a su prójimo, que sea castiga­do durante un año y apartado de la comunidad.»

«Si únicamente hablo de su prójimo con amargura o lo engañó conscientemente, su castigo durará seis meses.

«El que se despereza, cabecea o duerme en la reunión de los “grandes” será castigado treinta días».

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“A la espera de una conversión”, por Juan José Tamayo

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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francisco-con-los-obisposLeído en la página web de Redes Cristianas

20 años ha que aterrizaba en Madrid procedente de Santiago de Compostela Antonio María Rouco Varela para hacerse cargo de la archidiócesis de Madrid tras la jubilación del cardenal Ángel Suquía, a quien había sustituido diez años antes al frente de la archidiócesis de Santiago. Unos años después asumía las riendas de la Conferencia Episcopal Española (CEE) acumulando en su persona todo el poder de la Iglesia católica en nuestro país con el apoyo y la legitimación del Vaticano –que no de la ciudadanía cristiana, cada vez más alejada de su ideología y de su forma de gobernar- bajo los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que le premiaron con cargos muy influyentes en los dicasterios romanos.

Durante cuatro lustros fue configurando un modelo de cristianismo a su imagen y semejanza de espaldas al concilio Vaticano II, a los aires de la modernidad y a la opción por los pobres. Un modelo que extendió a toda la Iglesia católica española con la colaboración del actual arzobispo de Valladolid monseñor Ricardo Blázquez y el recién nombrado arzobispo de Valencia el cardenal Cañizares, y sin voces discrepantes –al menos no audibles- dentro del episcopado. Hablaba y actuaba por todos y nadie le replicaba, se estuviera de acuerdo o no. Era el silencio de los corderos

Así fue instaurando una Iglesia conforme al paradigma restauracionista de los pontificados reinantes, como sucursal y clon del Vaticano; un cristianismo de cristiandad, de grandes concentraciones en espacios públicos, combativo y beligerante contra la secularización, el socialismo y el laicismo; con conciencia de Iglesia perseguida, cuando gozaba de todos los privilegios espirituales y materiales; con pretensiones de confesionalizar la sociedad y de imponer a esta la moral católica; un cristianismo excluyente, homófobo y misógino; insensible al incremento de la desigualdad por mor de la crisis y en alianza con los sectores política y religiosamente más conservadores. Este modelo de Iglesia ha provocado una gran desafección hacia la Iglesia católica traducida en abandono masivo de la práctica religiosa, el incremento del número de apostasías o el alejamiento de facto.

Cumplida la edad de jubilación y ampliado su mandato tres años más por Benedicto XVI, ha tenido que abandonar primero la presidencia de la CEE y ahora el arzobispado de Madrid, al frente del cual Francisco ha nombrado a monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Valencia, a quien sustituye el cardenal Cañizares, antes arzobispo de Toledo y primado de España y durante los últimos seis años Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, nombrado por Benedicto XVI con cuyo proyecto teológico y eclesiástico estaba identificado. Ambos tuvieron importantes responsabilidades en la CEE durante las cuatro presidencias del cardenal Rouco y, por tanto, fueron cómplices del modelo de Iglesia del arzobispo gallego.

¿Qué significan estos nombramientos? De entrada, están hechos desde arriba, sin consulta ni participación de las comunidades cristianas implicadas, de espaldas al principio electivo de las sociedades democráticas modernas: “un ciudadano, una ciudadana, un voto”. Se aleja asimismo de la participación popular en la elección de obispos de los primeros siglos del cristianismo. “Ordénese como obispo a aquel que, siendo irreprochable, haya sido elegido por todo el pueblo”, dice la Tradición Apostólica, del s. III. “No se imponga al pueblo un obispo que el pueblo no desea”, decía Cipriano, obispo de Cartago, del mismo siglo. “Quien debe presidir a todos, debe ser elegido por todos”, afirmaba el papa León Magno en el siglo V

En segundo lugar, se mantiene la estructura patriarcal y misógina. Francisco sigue la misma práctica de sus predecesores de marginar a las mujeres y de excluirlas del ministerio ordenado, de los espacios sagrados, de las responsabilidades directivas y de los órganos de poder, apelando infundadamente a la voluntad de Cristo. En tercer lugar, tengo mis dudas de que estos nombramientos contribuyan a la necesaria reforma y a la deseada primavera de la Iglesia en la dirección que pretende el propio Francisco, salvo que se produzca una conversión. Osoro es un eclesiástico vinculado los nuevos movimientos eclesiales neoconservadores de orientación espiritualista, razón por la cual fue nombrado obispo primero y arzobispo después por Juan Pablo II.

Siendo arzobispo de Toledo y vicepresidente de la CEE, el cardenal Cañizares destacó por sus montaraces condenas de las reformas legales durante los gobiernos socialistas de Rodríguez Zapatero y por pedir a las madres y los padres católicos y a los colegios de confesionalidad cristiana que presentaran objeción de conciencia contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía, aprobada democráticamente. En sus ataques furibundos fue incluso más allá que Rouco Varela, con quien formó el tandem quizá más conservador del episcopado español.

Pero no seamos escépticos. Siempre es posible la conversión.

Juan José Tamayo es profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Cincuenta intelectuales para una conciencia crítica (Fragmenta, Barcelona 2013)

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“Los sacerdotes casados, signo del espíritu (XXI)”, por Rufo González

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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Cura-casadoLeído en la página web de Redes Cristianas

EL CELIBATO NO PUEDE SER ES VALOR SUPREMO, NI LA CONDICIÓN IMPRESCINDIBLE PARA SER SACERDOTE

En la Iglesia Latina: actitud y aptitud para animar, servir y unir a las comunidades no valen para ejercer el ministerio, si se carece del celibato

Los sacerdotes en activo, aunque pierdan dichas actitudes y aptitudes, son mantenidos en el ministerio, si mantienen el celibato

Todo ser humano es “signo del Espíritu”

Escribe un comentarista del post anterior: “Un poco de sensatez y sinceridad nos vendría bien a todos. Incluido al redactor que pone a los sacerdotes casados como signos no solo del tiempo que hace, sino del Espíritu y no de cualquier espíritu soplón veleto sino del Espíritu Santo. Atrevidillo que es el panegirista” (Joel, miércoles 26 marzo 2014, 00:11).

Si “el Espíritu de Dios, que con admirable providencia dirige el curso de los tiempos y renueva la faz de la tierra, está presente en la evolución socioeconómica… y el fermento evangélico en el cora­zón del hombre excitó y excita una irrefrenable exigencia de dignidad” (GS 26), ¿cómo no podemos ver la acción del Espíritu en los sacerdotes casados, personas humanas, amadas por Dios, que piden lo que está de acuerdo con el Evangelio? Es precisamente el “fermento evangélico”, que ellos tienen en su corazón, lo que les “excita a la irrefrenable exigencia de dignidad”, de que sean reconocidas sus actitudes y aptitudes para animar, servir y unir a las comunidades. No vendrá mal recordar lo que el Papa Juan Pablo II, citando al mismo Concilio, decía de todo ser humano: “El hombre, única criatura terrestre que Dios ha amado por sí misma (GS 24), llega al conocimiento y a la realiza­ción de su ser solamente por obra del Espíritu Santo” (Juan Pablo II: encícl. Dominum et vivificantem, 59. Ed. BAC-Documentos. Madrid 1986: “El misterio trinitario”, pág. 196).

¿Por qué se expedienta a un sacerdote en la Iglesia?

Curiosamente estas actitudes y aptitudes no son muy exigidas por la disciplina eclesiástica. ¿Quién no conoce a sacerdotes en ejercicio que carecen de buena parte de actitudes y aptitudes del buen Pastor? Sólo si carece del celibato –cosa que Jesús no tenía en cuenta- se le impide el ministerio. Por el contrario, se mira para otro lado si está apegado al dinero, si es un déspota, si tiene dividida a la comunidad, si es incapaz de coordinar y respetar la participación de todos, si no sabe o no quiere discernir los carismas de los hermanos, si no cuida de los más pobres, si no tiene “consejo pastoral” o “económico”, si gasta el dinero en suntuosidades y vestimenta lujosa, si es vanidoso y soberbio, si no prepara las homilías… Incluso si es poco dado a la oración y a ejercicios espirituales… Nada de esto será motivo de apartarlo del ejercicio ministerial.

¡Pobres sacerdotes de rito oriental!

article-2535114-1A77354700000578-789_964x1148¿Conocéis algún caso en que se expediente a un clérigo en ejercicio por alguna de estas cosas que acabo de citar? No sólo no se le abre un expediente, ni siquiera una monición seria. No sea que se enfade y amenace con “irse a su casa”. Pero si ama a una mujer y quiere vivir en pareja, aunque su corazón esté lleno del amor divino, dirán que tiene el corazón “dividido”, y, por tanto, no puede ejercer el ministerio. ¡Pobres sacerdotes de rito oriental, aunque el concilio Vaticano II les llame “sacerdotes de grandísimo merito”! (PO 16). Por cierto ya en los debates conciliares un buen número de Padres participantes (más de 200, los más conservadores) pedían cambios en esta alusión a los sacerdotes casados: que se suprimiera ese párrafo todo él, porque este párrafo debilitaba cuanto luego se decía sobre el celibato; que se suprimiera el calificativo de “sacerdotes del mérito mejor” (optimi meriti),; incluso que se dijera que los sacerdotes orientales que viven en matrimonio realizan a su modo la perfección sacerdotal, pues esta forma de sacerdocio no es la misma que la de los sacerdotes célibes y goza de distinto valor. La Comisión Redactora respondió que “el párrafo entero no puede suprimirse, pues fue aprobado por la mayoría del Aula”. Se aceptó suprimir los consejos sobre su vida conyugal, sustituyéndolos por una invitación a “perseverar en su santa vocación”. Se mantuvo el elogio de “muy prestigiosos”. No se aceptó la última proposición de hacer distinciones entre los dos sacerdocios, pues es teológicamente inadmisible (Martín Descalzo: “Un periodista en el Concilio”, PPC, 1966 t. IV p. 500-505).

Es aberrante creer que Dios es rival del amor humano

Es muy tradicional el recurso al texto de Pablo para apoyar el celibato ministerial: “quiero que estéis sin preocupaciones; el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, cómo agradará al Señor, en cambio el casado se ocupa de los asuntos del mundo, cómo agradará a la esposa, y anda dividido…” (1Cor 7, 32-34). El mismo Vaticano II, en el decreto “sobre el ministerio y la vida de los presbíteros” (n. 16), aduce este texto para hablar de la unión a Cristo con “un corazón indiviso”. Por el contexto, esta alusión de Pablo es una invitación a centrarse en la parusía inminente, tal como se entendía en aquellos momentos. De ninguna manera puede entenderse del celibato, como estado de vida, y menos del obligatorio, y en todos los tiempos. Hoy, con la teología actual de las realidades terrenas, este texto no puede sostenerse. ¿Qué se entiende por “asuntos del Señor” y “asuntos del mundo”? ¿”Agradar a la esposa o al esposo” supone no “agradar al Señor”? El amor a Dios, a Cristo, no puede entrar en rivalidad con el amor a la familia, a la esposa, a los padres, etc. El amor de Dios, no sólo no divide el corazón, sino que lo unifica: en Dios amamos a todos con el amor más limpio y desinteresado que pueda imaginarse.


Sabiamente lo dice K. Rahner y lo explica el psicoanálisis

“No entiendo por qué ahora, para amar más al Señor, sea necesario amar menos o, lo que sería más grave, no amar a otra persona. ¿En qué Dios estamos pensando cuando nos imaginamos o proponemos que amando menos a un ser humano lo amamos más a él? ¿No es una insoportable aberración el solo hecho de proponer que Dios puede ser el rival de nuestro amor y nuestra entrega a otro ser humano? ¿No habrá que decir, más bien, que amamos más a Dios precisamente porque amamos más a otra u otras personas? ¿O es que podemos asegurar tranquilamente que el amor a Dios es una realidad “categorial”, como lo es cualquier relación nuestra con otra persona? (K. Rahner, «Bruderschaft und Brüderlichkeit»: Pastoralchetische Hefte 22. 1964. 9-35). Por lo demás, los psicoanalistas nos han explicado muy bien que, en esos piadosos discursos elogiando el “amor preferencial”, de forma que ese amor así vivido, es más puro y más total, lo que en realidad se esconde es el deseo de poder y dominación de la institución sobre aquellos sujetos a los que quiere tener perfectamente controlados. Cuando leo esos discursos, no puedo evitar que mi recuerdo vaya derecho a la seria y grave afirmación que hizo Pierre Legendre: “la obra maestra del Poder consiste en hacerse amar”. Quienes se ven sometidos en la capacidad más grande que Dios nos ha dado a los humanos, además de someterse, llegan a amar apasionadamente al que les somete. Verdaderamente ésa es la obra maestra del Poder. No ocurre nada tan singular, tan excelso, y también tan extravagante, como eso en este mundo” (Epílogo de “Curas Casados. Historias de fe y ternura”. Coord. Ramón Alario y Tere Cortés. Moceop. Albacete 1910, p. 342-343).

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“¿Quién tiene autoridad para lanzar la excomunión en una comunidad eclesial sacerdotal?”, por Benjamín Forcano, teólogo

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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lanovedaddejesus_005421_9788496146761Leído en la página web de Redes Cristianas

Con empeño especial he sintetizado (en 10 páginas) la primera parte (118 páginas) del libro de Xabier Pikaza: “La Novedad de Jesús-Todos somos sacerdotes”. Desde siempre se nos ha hablado del sacerdocio común, como algo propio de todos los cristianos. Pero, ha servido de bien poco. Ese sacerdocio, que es el de Jesús, y que representa una mutación sustancial con respecto al sacerdocio del pueblo judío y de otras culturas del Antiguo Oriente, es el único existente en la Iglesia católica, pero ha pasado a ser exclusivo de los hoy llamados clérigos.

El sacerdocio de Jesús no necesita de templos, ritos y sacrificios , ni de especiales intermediarios entre Dios y los hombres; es distinto y se condensa en el amor que rige y mueve toda su vida, no en otro tipo de sacrificio externo, violento, oficiado por intermediarios sagrados.

Hay que volver al origen y retomar el Evangelio, porque nos hemos alejado de él, otorgando el título de sacerdotes, únicamente a una élite,- la clase clerical-, contrapuesta al laicado y erigida sobre él como una categoría superior, con poderes que la elevan sobre el resto de los fieles.

Admitir que la Iglesia se compone de dos categorías: una clerical y otra laical, con desigualdad entre ambas, es introducir algo contrario a la condición y dignidad sacerdotal de todo cristiano, fundadas en el sacerdocio de Jesús. En el Vaticano II, aparecen aún dos eclesiologías, no armonizadas. Así, en LG 10 se dice: “El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque su diferencia es esencial, no sólo gradual, sin embargo se ordena el uno para el otro, porque ambos participan, del modo suyo propio, del único sacerdocio de Cristo”.

Es el único texto donde se señala que la diferencia es esencial, pero sin fundamentar en qué y por qué. El sacerdocio de Jesús se comunica y opera en todos según lo que es. Y así se caminó en la primitiva Iglesia. Asignar a un “grupo” -los hoy clérigos- una participación singular y específica de ese sacerdocio hasta el extremo de establecer una diferencia esencial, es un invento posterior. EL Vaticano II recalca en mil partes la posesión y comunión de todos en el sacerdocio de Jesús y en virtud de ella queda descartada toda desigualdad, discriminación o subordinación.

El sacerdocio “jerárquico” no responde al sacerdocio de Jesús ni tiene sentido en la primitiva Iglesia. Será, a lo más, una de las tareas o servicios que producirá y designará la comunidad sacerdotal, pero nunca en el sentido de transferirle un valor o dimensión nueva que le de plenitud en el obispo y en menor grado en el presbítero.
El sacerdocio de Jesús es laical en él y en consecuencia en todos, y creará en las comunidades cuantas funciones, tareas, carismas o servicios (ministerios) sean necesarios
.
Es bueno cuestionar ciertos procedimientos eclesiásticos, que no encajan ni de lejos con la  praxis y enseñanza de Jesús y también con la manera de ser y obrar de la Iglesia primitiva. El tema de la excomunión aplicada y comentada estos días   a personas cristianas, no hay por donde reconocerlo confrontado con el  Evangelio y el vivir de los cristianos del comienzo.

Como he dicho, ilustra sobremanera y sugiere modos de obrar distintos el estudio que un buen y reconocido biblista como Xabier Pikaza acaba de hacer: “La novedad de Jesús: todos somos sacerdotes”. Estudio sereno, riguroso, superdocumentado y que ayuda a poner en su lugar el poder  abusivo de la clase clerical.

En este momento de crisis y de inevitable y creativa renovación según propugna el Papa Francisco, se necesitan estudios así, para entender, aclarar y estimular propuestas que seguramente a muchos van a  sorprender. Los caminos, que ahí   se abren al futuro y que hay que ensayar y crear son innovadores,  fecundos seguramente, si sabemos asumirlos responsablemente. Nada tienen que ver con el capricho, la indisciplina, o la  rebeldía instintiva u otros motivos que algunos puedan imaginar.
Surgen y hay que crear nuevas soluciones. PAZ  y  BIEN.

(Cfr. Xabier Pikaza, La novedad de Jesús: todos somos sacerdotes, Nueva Utopía, Páginas, 224).

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“Benditos los herejes y los “herejes” “, por Héctor Alfonso Torres Rojas, Licenciado en Teología y Sociología

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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Jesus modernoLeído en la página web de Redes Cristianas

A propósito de la excomunión de dos creyentes de a pié, líderes cofundadores del Movimiento Internacional “Somos Iglesia” (1995). Y de la excomunión permanente lanzada contra las mujeres obispas y sacerdotisas. Así no haya nueva declaratoria eclesiástica de excomunión, por el sólo hecho de haber recibido la ordenación, quedan excomulgadas, según el Derecho Canónico.

Pero las herejías y las “herejías” han permitido y permitirán profundizar la fe y ser más fieles al mensaje de Jesús de Nazaret.

Inicio esta columna con las palabras herejes y “herejes” porque no todas las excomuniones tuvieron razón. La historia ha mostrado en diferentes casos que la autoridad eclesiástica se equivocó, tuvo que reconocer su error y reivindicar post mortem a la víctima.

Jesus de Nazaret fue un hereje

Jesús de Nazaret fue un hereje para las autoridades religiosas de su tiempo. Quisieron acallar su palabra libre y sus gestos proféticos. Las autoridades del Templo y los doctores de la Ley, lo consideraron hereje. Y como hereje murió.
Pero además de haber sido un hereje, la persona de Jesús y su mensaje han sido y serán objeto de controversia por el significado que han tenido y tienen para una parte de la humanidad (menos del 35% de la población del Planeta es cristiana), es decir, seguirá habiendo herejías y “herejías”. Unas y otras ya no se pueden evitar a punta de excomuniones. Al contrario, se deben expresar y manifestar de manera libre, dentro de las iglesias y en la relación del mensaje cristiano con las demás religiones y culturas del mundo. Jesús fue objeto de controversia desde sus días terrenales y seguirá siendo objeto de controversia hasta cuando exista la comunidad de creyentes.

La excomunión no tiene hoy el mismo significado

A pesar de lo que puedan afirmar las autoridades eclesiásticas, por el cambio de paradigmas, en el mundo y dentro de las iglesias, la excomunión ya no tiene hoy el mismo significado, efecto y peso que ayer, por varias razones:

1. Porque se ha ganado el derecho a la libertad de conciencia, a la conciencia liberada, a la libertad de pensamiento, a la libertad de expresión oral o escrita, inclusive para las y los creyentes.

2. Porque muchas cuestiones teológicas son vistas desde varios ángulos, comenzado por la interpretación de los textos bíblicos. La historia de la iglesia y de la teología muestran hoy que ha habido un uso amañado, consciente o incosciente, de los textos bíblicos. Ejemplos grandes: la teología sobre las mujeres, la teología sobre el sacerdocio, la teología sobre el Romano Pontífice, la teología sobre la sexualidad…

3. Porque hoy se ve con más claridad que los dogmas han tenido una historia y que la formulación de éstos han tenido un contexto cultural propio y específico. No tiene justificación quedarnos apegados a este contexto porque la historia avanza, es dinámica. No podemos dar razón de nuestra adhesión a Jesús de Nazaret con esquemas culturales, razones y argumentos de ayer.

4. Hay creyentes que se preguntan si la excomunión excluye de la Iglesia-Comunidad, de la Iglesia-Pueblo de Dios, de la Comunión de hermanos y de hermanas, o solamente de la comunión con la autoridad eclesiástica. Aquí no se trata solamente de un juego de palabras.

No todos los dogmas y doctrinas tienen el mismo peso teológico.

5. En siglos y años anteriores hubo un miedo y terror cuando se aplicaba la excomunión, porque este castigo, en la vieja teología, no sólo ponía en la picota a las personas excomulgadas, sino que se les negaba el acceso a los sacramentos y llevaba implícita la posible condenación, en caso de muerte sin abjurar de la llamada herejía.

En ese orden de ideas, las personas excomulgadas que son objeto de esta nota, han rechazado la excomunión, no la aceptan y la ponen en tela de juicio.

Laicos-laicas y excomuniones

Hasta hace unos 15 años pareciera que no ha habido creyentes de a pié, investigados por la Inquisición, es decir, por la Congregación para la Defensa de la Doctrina de la Fe (CDF), y menos aún excomulgados, por razones teológicas, doctrinales y de opinión, salvo los ya mencionados: las mujeres obispas y sacerdotisas, hecho ya bien conocido y la de las dos personas que han motivado esta columna.

“Este es el final de un largo enfrentamiento entre el movimiento «Wir sind Kirche» («Somos Iglesia») y el Vaticano. Según la información del diario Tiroler Tageszeitung, los austriacos Martha Heizer, responsable en Austria del movimiento, y su esposo, Gert Heizer, han sido excomulgados por atentar la celebración de la eucaristía, uno de los «graviora delicta» que deben ser juzgados por la CDF con un procedimiento especial. El diario alemán Die Welt asegura que la información ha sido confirmada en «círculos católicos»”. (Graviora delicta = Delitos muy graves).

Han sido pocos los momentos de la historia de la Iglesia, en que las y los creyentes de a pié han sido llevados ante los tribunales de la Inquisición y a sus llamas de muerte. La razón: los laicos y las laicas NO han contado históricamente como protagonistas en la formación de doctrina y de opinión en la Iglesia, precisamente porque se les ha dejado en el analfabetismo bíblico y teológico. Se les ha mantenido en “la fe del carbonero”. Y cuando se atreven a cuestionar o dudar, se les ha dicho y todavía se les dice: “Doctores tiene la Madre Iglesia que sabrán responder”. Conclusión: “Cállense”.

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“Limpiando el Vaticano”, por Paul Vallelyjune.

Domingo, 7 de septiembre de 2014
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photography-saint-martin-de-porres-pierre-et-gilles-1990Leído en Evangelizadoras de los apóstoles:

Crédito Angelo Carconi / Associated Press

LONDRES – Se veía muy dramático cuando el Papa Francisco despidió a toda la junta de regulador financiero del Vaticano la semana pasada. Pero eso fue sólo el medio de ella. Los cambios sísmicos que están en marcha detrás de las escenas en Roma son aún más radicales que las apariciones públicas sugieren. Y ofrecen esclarecedoras perspectivas sobre el carácter inflexible del hombre que le gusta presentarse a sí mismo ante el mundo como un modelo de la sonrisa de humildad.

El cuerpo conocido como Autoridad de Información Financiera de Roma (FIA) supervisa todo, desde el Banco del Vaticano a las propiedades de la Santa Sede, sus salarios del personal y hasta la farmacia vaticana. Sus cinco miembros italianos se debieron a su cargo hasta 2016, cuando Francisco les pidió la renuncia temprana – para ser reemplazado por un equipo internacional de expertos financieros que incluye a Joseph Yuvaraj Pillay, el hombre que dio la vuelta a la economía de Singapur, y Juan Zarate, un ex financiero asesor de seguridad del presidente George W. Bush.

La medida drástica se produjo después de meses de luchas internas entre la vieja guardia y el director de la FIA, René Brülhart, un experto en lucha contra el lavado de dinero en Suiza, encargada de la limpieza de uno de los bancos más secretas del mundo, que cuenta con activos por valor de más de $ 8 mil millones. Un ex jefe de la unidad de inteligencia financiera de Liechtenstein, se encontró con sus reformas continuamente frustrados por una red de viejos amigos. Se quejó al papa, quien hizo a un lado el obstáculo en un solo movimiento.

Pero había algo más que eso, ya que nadie hubiera sospechado que conocía el modus operandi de Jorge Mario Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires antes de convertirse en Papa. Allí, también, se había enfrentado a un escándalo bancario en el que su predecesor, el cardenal Antonio Quarracino, había visto envuelto en la suscripción de un contrato de seguro de varios millones de dólares para una familia de banqueros prominentes que resultaron estar pagando todas las facturas de sus tarjetas de crédito. Cuando el banco se ve insolvente, los banqueros fueron encarcelados, y a la Iglesia Católica se le pidió  pagar enormes sumas de dinero que no tiene, el cardenal Bergoglio llamó a los contables internacionales Arthur Andersen, cerró el banco de la iglesia y transfirió sus activos a los bancos comerciales.

Él actuó rápidamente, con decisión y transparencia – en varios niveles a la vez. Y eso es lo que ha estado haciendo durante los últimos años con las finanzas opacas del Vaticano y su banco de escándalo-sumida.

Desde luego, tiene que hacerlo. El banco ha tenido una historia muy dudosa desde la década de 1980 cuando se vio implicado en el colapso del banco privado más grande de Italia, el Banco Ambrosiano, cuyo presidente, Roberto Calvi, fue encontrado colgando del puente de Blackfriars en Londres, un incidente que fue ampliamente visto como un asesinato disfrazado de suicidio. Se emitió una orden de arresto contra el presidente del Banco del Vaticano, el arzobispo Paul Marcinkus, alegando que él era cómplice de quiebra fraudulenta, pero nunca fue llevado a juicio.

Accidentada historia del banco ha continuado hasta tiempos recientes. En un informe de 2012, el Consejo de la autoridad monetaria europea no logró el Banco del Vaticano en siete de sus 16 centrales regulaciones anti-lavado de dinero. Otros bancos se distanciaron de él hasta el punto de que en 2013 el Deutsche Bank cerró 80 cajeros automáticos del Vaticano y de los servicios de pago de tarjeta de crédito. Impropiedad aferró a la institución como un mal olor.

Con razón el Papa Francisco hizo la reforma del Banco del Vaticano una de sus primeras prioridades. Pocos días después de convertirse en Papa , desnudó cinco cardenales de supervisión del banco de su estipendio anual de $ 42.000. En un sermón en una misa por el personal del banco que él deliberadamente describió su organización como “necesaria hasta un cierto punto.” Exigió contabilidad estricta, mejores prácticas de información y los controles internos mejorados. Diez meses después, satisfecho con el progreso, despidió a todos menos uno de los cinco cardenales en enero. También reemplazó el presidente de la FIA con un arzobispo con un historial de reforma dentro de la burocracia del Vaticano.

Astutamente, como antes, nos ha traído de afuera. Los consultores regulatorios y de cumplimiento de los Estados Unidos de Promontory Financial Group están peinando a través de 19.000 cuentas del banco. Ellos han encontrado cheques pobres de flujo de efectivo, documentación inadecuada, la ignorancia sobre la diligencia debida y un sistema de poderes que las nubes que realmente controla muchas cuentas. Cuando se pidió a los clérigos encargados cómo respondieron al regulador, contestaron: “Respondemos ante Dios.” Ahora responden al Sr. Brülhart. Unos 1.600 ejercicios cerrados hasta el momento. Leer más…

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