“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo”. Domingo 31 de agosto de 2014. 22º domingo de tiempo ordinario.
Leído en Koinonia:
Jeremías 20,7-9: La Palabra del Señor se volvió oprobio para mí
Salmo responsorial 62: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Romanos 12,1-2: Presentad vuestros cuerpos como hostia viva
Mateo 16,21-27: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo
La liturgia de hoy centra la atención sobre las consecuencias dolorosas del ministerio profético y del seguimiento de Jesús. Tanto Jeremías como Mateo, llaman la atención sobre el conflicto que tienen que afrontar tanto el profeta como Jesús.
La experiencia del exilio marcó la vida del pueblo de Israel. Fue un momento muy doloroso que le exigió replantear su fe en el Dios de la Alianza. En este marco histórico se ubica el Profeta Jeremías.
Este pasaje pone de relieve el clamor del profeta porque Dios le ha seducido y le ha forzado, ha sido objeto de burla de todos y la palabra ha sido motivo de dolor y desprecio. Por eso el profeta ha querido desentenderse de la misión pero la Palabra ha sido más fuerte y, prácticamente, lo ha vencido.
La mayoría de los profetas bíblicos han sufrido experiencias similares a las de Jeremías. Son rechazados por sus propios hermanos y por las autoridades correspondientes. Muchos de ellos tuvieron que sufrir la muerte o el destierro. Pero pudo más la fidelidad a Dios y a su Pueblo que su propia seguridad y bienestar. La Palabra de Dios actúa en el profeta como un fuego abrasador que no lo deja tranquilo y lo mantiene siempre alerta en el cumplimiento de su misión.
La segunda lectura de la carta de Pablo a los cristianos de Roma utiliza un lenguaje imperativo. Estos versículos sirven de enlace entre la parte anterior de orden más indicativo. El lenguaje es exhortativo. Les habla no sólo como hermano en la fe sino con la autoridad del Apóstol. Les invita a hacer de su cuerpo una ofrenda permanente a Dios. El verdadero culto no se reduce a ritos externos sino que procede de una vida recta. El cuerpo, vehículo de la vida interior, debe ser un canto de alabanza y gratitud a Dios. En esto consiste la conversión para Pablo: en una vida totalmente transformada por el Espíritu de Dios, en el cambio de mentalidad, de valores, de horizonte. Sólo así se podrán tener los criterios de discernimiento para buscar, encontrar y realizar la voluntad de Dios.
En el evangelio nos encontramos con un bello esquema catequético «sobre el discipulado como seguimiento de Jesús hasta la cruz». Jesús pone de manifiesto a sus discípulos que el camino de la resurrección está estrechamente vinculado a la experiencia dolorosa de la cruz. El núcleo principal es el primer anuncio de la pasión. Pero los discípulos, simbolizados en la persona de Pedro, no han comprendido esta realidad. Ellos están convencidos del mesianismo glorioso de Jesús que se enmarca dentro de las expectativas mesiánicas del momento. Jesús rechaza enfáticamente esta propuesta, pues la voluntad del Padre no coincide con la expectativa de Pedro y los discípulos. Por eso Pedro aparece como instrumento de Satanás delante de Jesús para obstaculizar su misión.
El maestro invita al discípulo a continuar su camino detrás de él porque aún no ha alcanzado la madurez del discípulo. Luego Jesús se dirige a todos los discípulos para señalarles que el camino del seguimiento por parte del discípulo también comporta la cruz. No hay verdadero discipulado si no se asume el mismo camino del Maestro. El anuncio del evangelio trae consigo persecución y sufrimiento. Tomar la cruz significa participar en la muerte y resurrección de Jesús. La pérdida de la vida por la Causa de Jesús habilita al discípulo para alcanzarla en plenitud junto a Dios.
En el Bautismo hemos sido consagrados sacerdotes profetas y reyes. Por lo tanto la dimensión profética de nuestra fe es intrínseca a la consagración bautismal. Hoy no podemos prescindir del profetismo en el seguimiento de Jesús. Y sabemos que las consecuencias del profetismo, vinculado estrechamente a la misión evangelizadora, son la oposición, la persecución, el rechazo y el martirio. Muchos hombres y mujeres en distintas partes del mundo se han jugado la vida por la fe y la defensa de los valores evangélicos. Si se quiere seguir a Jesús en fidelidad tendremos que enfrentar muchas contradicciones, caminar a contravía de lo que propone el orden establecido, la cultura imperante y la globalización del mercado –que no es otra cosa que la globalización de la exclusión–.
Quisiéramos vivir un cristianismo cómodo, sin sobresaltos, sin conflictos. Pero Jesús es claro en su invitación: hay que tomar la cruz, hay que arriesgar la vida, hay que perder los privilegios y seguridades que nos ofrece la sociedad si queremos ser fieles al evangelio. ¿Cómo vivimos en la familia y en la comunidad cristiana la dimensión profética de nuestro bautismo? ¿Estamos dispuestos/as a correr los riesgos que implica el seguimiento de Jesús? ¿Conocemos personas que han vivido la experiencia del martirio por el evangelio? ¿Ya no es tiempo para mártires, o lo es para mártires de otra manera?
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 67 de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «El bastón del Mesías». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://radialistas.net/article/67-e1-baston-del-mesias/ Puede ser escuchado aquí: http://radioteca.net/media//uploads/audios/%25Y_%25m/067.mp3 Es el mismo episodio que correspondió el domingo pasado, porque la perícopa evangélica coincide parcialmente. Si se utilizó el domingo pasado, se puede cambiar por un episodio semejante.
Para la revisión de vida
El papel que representó Pedro, tratando de disuadir a Jesús de seguir su camino por temor a la cruz que se venía encima, lo juegan en nuestra vida otras personas, o a veces nosotros mismos… ¿Quién lo juega en nuestra vida personal?
Y la decisión que tomó Jesús, que fue la de desestimar las palabras de Pedro y seguir con firmeza el propio camino, nos toca a nosotros tomarla. ¿En qué situaciones, o respecto a qué desafíos hemos de tomar con firmeza la decisión de Jesús?
Para la reunión de grupo
– En la primera lectura Jeremías se desahoga ante Dios; él denuncia lo que siente en su corazón que Dios le pide denunciar, y eso hace que sus coetáneos estén hartos de él y lo acechen. Jeremías está cansado de esa situación; siente la añoranza de ser una persona “normal” y llevar una vida “privada” y dejarse de las complicaciones del ministerio profético. Pregunta: ¿todo esto es una situación propia de Jeremías, o es la situación propia y normal de todo profeta? ¿Por qué?
– Literariamente, los «anuncios de la pasión» –uno de los cuales leemos hoy- son “postpascuales”, elaborados después de la resurrección. En la vida real de Jesús no hizo falta ninguna capacidad profética o intuitiva para «anunciar» lo que se venía encima, que era evidente… El significado de estos anuncios postpascuales no es resaltar la profecía de Jesús, sino su coraje para afrontar su camino sin miedo a los malos presagios. Comentar esta diversidad de acento en la interpretación de los textos.
– «El que quiera salvar su vida la perderá…». Es la famosa «paradoja» evangélica. «Paradoja» es una figura literaria construida por una oposición o contradicción aparente, que en la realidad no es tal contradicción. Desprenderse de sí mismo, amar, «perder la vida» (en un sentido) es la forma «ganarla»… Comentar.
Para la oración de los fieles
– Para que guíe a la Iglesia en su misión de anunciar la Buena Noticia a todos los pueblos. Oremos.
– Para que sostenga a las comunidades y a las personas perseguidas por su defensa de los derechos de los pobres y los excluidos. Oremos.
– Para que dé ilusión a los abatidos, esperanza a los que han experimentado el fracaso y ánimo a los defraudados de la vida. Oremos.
– Para que los gobernantes busquen el bien de los pueblos, la justicia y la paz universales por encima de sus intereses partidistas. Oremos.
– Para que nuestra esperanza en la resurrección sea siempre más fuerte que nuestro miedo a la muerte. Oremos.
– Para que tengamos siempre presente que sólo «gana la vida» quien «la gasta» en el servicio al prójimo. Oremos.
– Para que las religiones del mundo reflexionen sobre el significado de la existencia de las demás religiones, y todas se preparen a un acercamiento y mutua colaboración para construir y salvaguardar la paz del mundo. Oremos
Oración comunitaria
– Oh Dios, Amor eterno, que has engendrado a todos los seres y los envuelves en tu ternura materna. Acrecienta en nosotros una actitud de confianza radical en la bondad de la Vida y de la Existencia, para que seamos también creadores de Vida por Amor. Que vives y reinas, y amas y llamas al Amor, por los siglos de los siglos.
Dios, Padre nuestro, llena nuestros corazones de amor a tu voluntad y de una confianza plena en Ti, para que así seamos valientes testigos de la Buena Noticia del Reino en el mundo, como discípulos de tu Hijo no sólo de palabra sino con las obras. Por Jesucristo.
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