Luis Alberto González: “Mi caso no se puede resolver desde lo opinable, sino desde lo legislado”
“Yo quiero ser consecuente, pero la Iglesia no. ¿A qué está jugando la Iglesia?”
“Mis dudas, aunque incómodas, son claras, y cuando las resuelvan las instituciones seguiré con mi vida”
(Luis Alberto González).Que yo mismo reconozca la posibilidad de no encajar en el perfil de lo que la Iglesia espera de un profesor de religión es una oportunidad que la Iglesia, en lugar de aprovechar, está malgastando. El debate ha salido del patio de un obispado a la plaza pública, simplemente por los silencios ambiguos y una gestión del asunto tan pésima que debería ser más mediática que mis declaraciones.
Como afectado por la paradoja de contar ahora con un cese por parte del Obispo de la Diócesis de Canarias y un nombramiento por parte de la Consejería de Educación del Gobierno Autonómico, voy preparando poco a poco mi reincorporación a la labor docente en septiembre. Y entre libros de religión y programaciones, reflexiono de la siguiente manera:
Al trascender mi caso como noticia ha habido una lógica avalancha de opiniones de todos los gustos y “colores”, pero resulta que mi caso no se puede resolver desde lo opinable, sino de desde lo legislado.
Tres partes están implicadas en este asunto, que ante todo es laboral: Iglesia, Administración Pública y yo como trabajador. ¿Por qué sólo resuenan declaraciones mías y de políticos, hechas ambas con mayor o menor acierto, y no interviene una voz autorizada de la Iglesia?
¿Qué está pasando dentro de la propia jerarquía católica española para que un profesor de religión ponga su puesto a disposición de la institución por diferencias “de doctrina y moral” y sea mejor defensor de la Iglesia el propio profesor que el Ordinario del lugar?
Mis dudas, aunque incómodas, son claras, y cuando las resuelvan las dos instituciones seguiré con mi vida. El debate ideológico está en un plano diferente y por mi parte no hay animadversión hacia la Iglesia. Con normativa y jurisprudencia en la mano, ¿Soy apto para continuar trabajando o no? ¿Se trata realmente de una ineptitud sobrevenida que debe terminar en despido?
No siempre el “puedes seguir mientras no se enteren”, tan habitual en la Iglesia, funciona. En lugar de ser beligerante o de esconderme lancé hace más de un año la pregunta: ¿He dejado de ser apto por lo que enseño en mis clases de religión y por haberme casado con otro hombre? Respuesta actual: “Sí, pero no”, pues el Vicario Hipólito Cabrera emite un cese sin fundamento jurídico para dejarme en el limbo, que vuelve a existir. Parece que yo quiero ser consecuente, pero la Iglesia no. ¿A qué está jugando la Iglesia?
Fuente Religión Digital
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