“Nunca entenderán que un hombre pueda amar a otro hombre”
Dos hombres en Agra, en el estado de Uttar Pradesh (India). P. L.
Elena del Estal
En India las relaciones sexuales consentidas entre personas del mismo sexo están penalizadas. Los homosexuales son repudiados incluso por sus familias.
Ranjit: “Creen que ser gay es una elección, no comprenden que la homosexualidad no es algo que se pueda ‘dejar de ser'”
Salir del armario es todo un reto en India. Tras haber vivido un periodo de aclamada libertad (en 2009 el Tribunal Superior de Delhi derogó una ley del Imperio Británico que criminalizaba la homosexualidad), el pasado mes de diciembre el Tribunal Supremo revocó esta decisión y volvió a penalizar las relaciones sexuales consentidas entre personas del mismo sexo. Pero a pesar de luchar contra una ley que les criminaliza, una sociedad que les margina y una cultura que les estigmatiza, muchas personas homosexuales en India tienen que enfrentarse también a la lucha que más les duele: su propia familia.
Ranjit sabe muy bien lo que esto significa. Hace algo más de dos años se atrevió a confesar a su familia lo que ya sabía desde su adolescencia: que es gay, que le gustan los hombres. “Al principio dudé mucho, temía su reacción, pero comprendí que no podía seguir ocultando a mi familia lo que soy”, cuenta este chico originario del estado sureño de Tamil Nadu que pide usar un seudónimo. Había pasado los últimos cinco años estudiando en Europa, volviendo a India sólo en visitas esporádicas. “Allí era feliz porque no tenía que esconder mis sentimientos, mi forma de ser, de actuar”. Fue a la vuelta que encontró el valor suficiente para confesarle a su familia su condición sexual. Con una feminidad muy evidente, a veces piensa que su familia siempre lo sospechó pero nunca quiso admitirlo. “Es cierto que en India los hombres heterosexuales son más afeminados que en Europa. Igual simplemente pensaban que era un hombre afeminado, pero jamás podrían imaginarse que fuese gay”, comenta.
Pero lo es, y su familia nunca aceptó este hecho. “Durante mi adolescencia sufrí muchísimo —dice mientras se toca las cicatrices de las heridas que se hizo a sí mismo, aún visibles en su muñeca izquierda— pero después comprendí que lo que más daño me hacía era pretender ser lo que no soy, por eso se lo conté”, confiesa. Aunque sabía que les disgustaría, en el fondo tenía la esperanza de que acabasen aceptándole tal cual es. “Al fin y al cabo soy su hijo ¿no?”. Pero no fue así, y hubo un castigo por su confesión. “Pensaban que si me dejaban de enviar dinero cambiaría de opinión. Pero, ¿cómo voy a cambiar? Creen que ser gay es una elección, no comprenden que la homosexualidad no es algo que se pueda ‘dejar de ser’“.
De aquella última discusión han pasado más de dos años. No han vuelto a hablar ni se han vuelto a ver desde entonces. Sólo mantiene contacto esporádico con su hermana menor, que intenta mediar entre ellos, sin éxito. “Ella es la única que me entiende y que me acepta, aunque también está enfadada porque si mis padres no recuperan el dinero con mi boda ella no podrá casarse“.
El matrimonio en India, ese gran evento vital. Basado aun en una fuerte tradición, la familia de la novia es quien debe pagar la boda y una dote a la familia del marido, que será quien se haga cargo de la esposa cuando se casen. Sólo con el dinero de la boda de Ranjit, sus padres podrían costear la de su hermana menor. “Pero casarme con una mujer es algo inconcebible, no sólo por mí, ¿es que acaso la felicidad de mi supuesta esposa tampoco importa?”, comenta indignado.
Un estudio realizado por la ONG The Humsafar Trust revelaba en 2009 que al menos el 27% de los hombres gays entre 24 y 25 años están casados. Una cifra que se dispara hasta llegar al 70% en las grandes capitales y al 82% en ciudades más pequeñas cuando se superan los 30 años de edad. Quien no encuentra el valor suficiente para confesarse a su familia tiene que tomar el camino de en medio. “El ostracismo social es el miedo más grande”, decía Nitin Karani, miembro de The Humsafar Trust. “El concepto de no casarse es ajeno para muchos hombres homosexuales y aceptan hacerlo porque tienen miedo a ser tratados como parias”, decía a los medios locales el activista gay cuando salieron los resultados de la encuesta.
Es el caso de Akhil, un joven bisexual de Delhi, cuya familia ha planeado su boda para el año que viene. “Ellos han elegido a la que será mi futura mujer y en parte no me importa porque aunque me gustan los hombres también me gustan las mujeres“, cuenta a Público en un bar de ambiente de la capital. Tiene muy claro que jamás le dirá a su mujer que también se acuesta con hombres.
El problema al que se enfrenta Ranjit no es aislado. “Me atrevería a firmar que un 90% de los homosexuales en India tenemos que ocultar que lo somos”, explica Mayuke, un joven de Delhi que tampoco se ha atrevido todavía a confesarse a su familia y amigos. Vivir lo que él mismo llama una “doble vida” es común en un país donde la población sigue arraigada en una fuerte cultura conservadora. “El sexo es un tema tabú en las familias, un chico hetero tampoco le cuenta a sus padres si tiene relaciones sexuales o no, así que la dificultad es mayor para los homosexuales”, dice Arka, un chico gay originario del noreste del país.
Mi hijo es gay
Esta preocupación se ha llevado también al cine, que suele dejar de lado temas tan delicados como éste. Dos películas sobresalen en la industria india. I am es la historia de una joven lesbiana que nunca se atrevió a confesar a su familia que le gustaban las mujeres. Su directora, Sonali Gulati, explica que el film es su manera de reconciliarse con su madre ya muerta, a través de la experiencia de jóvenes indios que sí se atrevieron a salir del armario con sus familias.
Mi hijo es gay, una frase que no es fácil de asimilar para muchos padres en India, da título a la cinta del director indio Lokesh. Un proyecto arriesgado no sólo por la historia que narra, sino porque además es la primera película india sobre temática LGBT financiada a través de crowdfunding. “Tenía el deber de hacer una película que hablase de la necesidad que tiene la sociedad india de aceptar a la gente tal cual es”, explicaba el director del film, aun en rodaje. “Si alguien quiere salir del armario, esperemos que esta película se lo haga más fácil”, contaba a la prensa local Nakshatra Bagwe, el actor que encarna el papel de hijo gay que se confiesa a su madre.
Fácil, precisamente el adjetivo que con menos frecuencia puede usarse para definir la realidad a la que se enfrentan las personas homosexuales que quieren sincerarse con su familia en India. “A veces pienso cómo se puede ser tan estúpido y abandonar a tu hijo por ser como es, pero otras veces no les culpo, es su cultura y simplemente nunca serán capaces de entender que un hombre pueda ser feliz amando a otro hombre”, admite Ranjit.
Fuente Público
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