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“Sanar la homosexualidad y hacer que el Sol gire alrededor de la Tierra”, por Gabriel G. Martín

Sábado, 5 de julio de 2014

gay_nogayLeemos en Cáscara Amarga:

La ciencia es muy clara: según la American Psychological Association en 2003, se nace homosexual, ser homosexual no es una enfermedad ni una disfunción de tipo alguno y no se puede dejar de ser homosexual.

Se aprovechan del miedo de la gente a ser rechazada por ser gay o lesbiana y de que no haya demasiados homosexuales que afirmen rotunda y claramente su homosexualidad en todos los ámbitos de su vida.

Imagina que eres astrofísico. Has estudiado muchos años y tienes una formación extensa sobre los fenómenos que tienen que ver con la evolución del Universo. Has dedicado años a estudiar el Big Bang, el origen de las galaxias, el curso natural de los cuerpos celestes… y sabes cosas como, por ejemplo, que una de las pruebas de esa gran explosión son las “hormiguitas” que ves en tu tele cuando estás sintonizando nuevos canales porque el receptor detecta la “radiación de fondo” (así es como se llama el vestigio de la gran explosión donde se originaron el tiempo y el espacio) y transforma esas ondas residuales en todos esos puntos que ves en la pantalla.

No es una hipótesis teórica: el Big Bang es algo que todo el mundo puede comprobar en su misma casa. Imagínate ahora que te llega uno y te dice que hay una secta religiosa que niega la existencia de todo eso que la ciencia ha demostrado y que, para ello, se basan en un libro sagrado (sagrado para la secta, claro) que afirma que el Universo fue creado por un dios hace unos 6.000 años (de hecho, fijan la creación de Adán en el 4.026 AC). Imagínate ahora la cara que se te pondría cada vez que alguien te dijera “deberías posicionarte sobre lo que dice esa secta ya que es necesario argumentar sobre ambos puntos de vista en esa polémica”. Pues así me siento yo cada vez que preguntan sobre la supuesta polémica acerca de Richard Cohen y su libro “Comprender y sanar la homosexualidad”, tan asombrado como lo estaría un astrofísico al que le urgieran para demostrar el Big Bang o algo tan sabido como que es la Tierra la que gira en torno al Sol. No hay polémica: sólo hay una manada de locos que contradicen lo que ya se sabe fehacientemente.

El libro de Cohen

richard-cohenLa primera vez que supe del libro de Cohen lo encontré, en marzo de 2009, en la base de datos de una librería LGTB. Era la versión original en inglés y me sorprendió verlo allí pero se argumentaba que “este libro está aquí para que podáis conocer los postulados de los que defienden que la homosexualidad puede y debe curarse”. Me pareció una buena razón ya que, al menos en ciencia, estamos acostumbrados no a descalificar mediante el desprecio sino mediante el estudio y refutación de los argumentos que expone alguien. Así, me fue muy útil para el curso que estaba preparando y para el que estaba elaborando la bibliografía, poder conocer el “programa de reorientación sexual de Cohen”. Pude leer que se basaba en los siguientes errores (a) pensar que la homosexualidad no es algo innato sino adquirido y que, por tanto, puede “desaprenderse”, (b) ese desaprendizaje se hará reforzando conductas masculinas de cliché como mirar el fútbol o tomar cerveza con los colegas y mediante un ejercicio consistente en permanecer físicamente próximos a otros hombres pero solamente estableciendo con ellos un lazo afectivo y no sexual (se ve que el afecto no forma parte de la sexualidad según Cohen) y que, por último, (c) se trata de un programa que reprime la manifestación de la homosexualidad (pero que ¡naturalmente! no puede hacer que nadie deje de ser homosexual ¡porque no se puede dejar de ser homosexual!).

Lo que dice la ciencia

La ciencia es muy clara (APA 2003): se nace homosexual, ser homosexual no es una enfermedad ni una disfunción de tipo alguno y no se puede dejar de ser homosexual. En el inicio de la década de los 2000, hubo una polémica sobre un estudio (Spitzer, 2003) donde se concluía que algunos homosexuales podían, al menos gradualmente, modificar su orientación sexual. Sin embargo, la metodología del mismo resultó muy endeble (y, por tanto, fue criticada) puesto que consistía en recoger las respuestas a un cuestionario telefónico realizado por pacientes de terapias de conversión. Además, estos “exgais” eran miembros previamente seleccionados del programa de “reconversión” y que, en ese momento, se dedicaban a labores de “ministerio” con lo que, difícilmente, se les podría considerar una muestra verdaderamente representativa y neutra (ver la crítica en Drescher & Zucker, 2006).

Tras la crítica a la metodología de su estudio, Spitzer tuvo que replicar su experimento ampliando su muestra experimental a muchos otros gais, incluyendo a algunos que habían pasado por esas “terapias” pero que ya no formaban parte de la organización. Éstos reconocieron que nunca habían dejado de ser gais sino que se forzaron a luchar contra sus verdaderos sentimientos. El investigador obtuvo unos resultados totalmente opuestos a los de su primer estudio y, por tanto, hubo de corregir sus afirmaciones previas (Spitzer, 2012) concluyendo que “no se puede afirmar que sea posible dejar de ser homosexual” y (añado yo a título personal:) “quienes afirman haberlo hecho, suelen ser representantes de determinadas organizaciones que se lucran mediante este tipo de técnicas”. Más claro no se puede ser.

Cohen no es un profesional autorizado sino alguien atormentado

Richard Cohen está apartado del ejercicio de la profesión. En 2002 fue expulsado de la American Counseling Association, acusado de violar hasta seis puntos de su código ético profesional, en el cual se prohíbe a sus miembros “tratar de satisfacer sus necesidades personales a expensas de los clientes, aprovecharse de la confianza y la dependencia emocional de los clientes para solicitar testimonios o la promoción de productos de una manera engañosa”. Todo esto lo puedes leer en su entrada de la Wikipedia y también puedes leer que su esposa le fue sugerida por el gurú de una secta y que su infancia fue terrible, siendo abusado sexualmente por su tío. O sea… uno de esos casos tan duros y horribles de niños homosexuales que inician el descubrimiento de su sexualidad en mitad de una situación de abusos y que, como deducirás, desarrollan aversión a su propia sexualidad. Esto se trabaja en consulta psicológica y yo mismo he atendido varios casos así. Pero mis pacientes, en lugar de montar este circo que ha montado Cohen, luchan contra su dolor centrándose en el abusador y el trauma que éste les creó, pero no rechazando su homosexualidad ni queriendo huir de ella para huir del recuerdo de los abusos sexuales.

¿Qué hacemos con Cohen y sus seminarios?

Protestar y denunciarlo, desde luego. Pero no limitarnos a eso. Si queremos que no se vuelvan a presentar libros como éstos, debemos ir más allá de la pataleta. ¿De qué se aprovecha la gente como Cohen? De la ignorancia sobre qué significa ser homosexual y por qué lo somos. Se aprovechan de que, todavía, hay quienes creen que la homosexualidad es algo que se adquiere con los años y a consecuencia de “experimentar”. Los que piensan como Cohen se aprovechan de nuestra homofobia interiorizada, y de cosas como que aún sigamos justificando lo que somos hablando de “opción sexual” como si fuéramos unos “progres sexuales” cuando ninguno de nosotros hemos elegido ser lo que somos (dice Cohen: “pues también puedes elegir volverte heterosexual, ¿no?”).

Se aprovechan del miedo de la gente a ser rechazada por ser gay o lesbiana y de que no haya demasiados homosexuales que afirmen rotunda y claramente su homosexualidad en todos (¡absolutamente todos!) los ámbitos de su vida demostrando que el rechazo está más en el miedo que en la realidad. Se aprovechan de ese miedo a ser agredidos y se aprovechan de la ignorancia teológica de muchos que creen en un sinsentido como que “dios te ha creado como eres pero, si no te esfuerzas para ser distinto de cómo te ha creado, te va a castigar con su ira implacable”. Se aprovechan, ya ves, del miedo y la ignorancia.

Si en lugar de likes o firmas de peticiones online, saliésemos todos (todos, ¡todos!) a la calle y nos visibilizásemos como homosexuales en nuestros barrios, en nuestros trabajos, en nuestros espacios de ocio (sin chorradas al estilo “soy gay pero no necesito llevar una pancarta”), las cosas cambiarían. Si, además de esa visibilidad, hiciéramos de la pedagogía social un valor comunitario, que hablar de lo que realmente es la homosexualidad fuese algo que hiciéramos entre todos y de lo que nos sentimos orgulloso de hacer, las cosas serían muy distintas. Si nos comprometiéramos, el mundo conocería de verdad lo diversos que somos y lo presentes que estamos los homosexuales. Si, en lugar de defender a los homosexuales desde el otro lado de tu ordenador lo hicieras en la vida real, si en vez de limitarte a indignarte ofrecieras un referente verdaderamente positivo para el resto de homosexuales, posiblemente muchos como Cohen pasarían definitivamente al olvido porque nadie los encontraría necesarios. Así que fíjate qué reto te planteo: contra los Cohens del mundo, menos clicks y mucha más visibilidad… ¿serás capaz?

Referencias:

APA (2000). Guidelines for Psychological Practice with Lesbian, Gay, and Bisexual Clients.

Drescher, J. & Zucker, K. J. (2006). Ex-Gay Research: Analyzing the Spitzer Study and Its Relation to Science, Religion, Politics, and Culture. Binghamton, N.Y., Harrington Park Press.

Spitzer, R. L. (2003). Can Some Gay Men and Lesbians Change Their Sexual Orientation? 200 Participants Reporting a Change from Homosexual to Heterosexual Orientation. Archives of Sexual Behavior. Vol. 32 (5), pp 403-417

Spitzer (2012). Spitzer reassesses his 2003 study of reparative therapy of homosexuality. Archives of Sexual Behavior (publicado online el 24 de mayo de 2012).

 Gabriel J. Martín es psicólogo experto en gay affimative psychology.

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