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Archivo para Domingo, 29 de junio de 2014

Amar es darlo todo y darse uno mismo.

Domingo, 29 de junio de 2014
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Del blog À Corps… À Coeur:

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Ed Knippers, “El lavatorio de pies” (Cristo y sus discipulos)

Tan pronto como se olvida la  divina pobreza, tan pronto como se deja de ve en Dios el amor que se da, que no  puede sino darse, tan pronto como se deja de vivir este amor dándose, se acabó. Esta luz se desvanece, todo el dogma se convierteb en una fórmula y se materializa, todos los sacramentos se transforman en rito externo, toda la jerarquía se hace una tiranía, toda la Iglesia se convierte en una pérdida de tiempo y un absurdo, toda la Biblia, un tejido de mitos.

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Maurice Zundel
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"Migajas" de espiritualidad, Espiritualidad , , , , , , , , , , , , , ,

“Sólo Jesús edifica la Iglesia”. 29 de junio de 2014 S. Pedro y S. Pablo (A) Mateo 16, 13-19

Domingo, 29 de junio de 2014
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36-OrdinarioA13El episodio tiene lugar en la región pagana de Cesarea de Filipo. Jesús se interesa por saber qué se dice entre la gente sobre su persona. Después de conocer las diversas opiniones que hay en el pueblo, se dirige directamente a sus discípulos: “Y vosotros, ¿ quién decís que soy yo?”.

Jesús no les pregunta qué es lo que piensan sobre el sermón de la montaña o sobre su actuación curadora en los pueblos de Galilea. Para seguir a Jesús, lo decisivo es la adhesión a su persona. Por eso, quiere saber qué es lo que captan en él.

Simón toma la palabra en nombre de todos y responde de manera solemne: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús no es un profeta más entre otros. Es el último Enviado de Dios a su pueblo elegido. Más aún, es el Hijo del Dios vivo. Entonces Jesús, después de felicitarle porque esta confesión sólo puede provenir del Padre, le dice: “Ahora yo te digo: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

Las palabras son muy precisas. La Iglesia no es de Pedro sino de Jesús. Quien edifica la Iglesia no es Pedro, sino Jesús. Pedro es sencillamente “la piedra” sobre la cual se asienta “la casa” que está construyendo Jesús. La imagen sugiere que la tarea de Pedro es dar estabilidad y consistencia a la Iglesia: cuidar que Jesús la pueda construir, sin que sus seguidores introduzcan desviaciones o reduccionismos.

El Papa Francisco sabe muy bien que su tarea no es “hacer las veces de Cristo”, sino cuidar que los cristianos de hoy se encuentren con Cristo. Esta es su mayor preocupación. Ya desde el comienzo de su su servicio de sucesor de Pedro decía así: “ La Iglesia ha de llevar a Jesús. Este es el centro de la Iglesia. Si alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, sería una Iglesia muerta”.

Por eso, al hacer público su programa de una nueva etapa evangelizadora, Francisco propone dos grandes objetivos. En primer lugar, encontrarnos con Jesús, pues “él puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestras comunidades… Jesucristo puede también romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo”.

En segundo lugar, considera decisivo “volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio” pues , siempre que lo intentamos, brotan nuevos caminos, métodos creativos, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual”. Sería lamentable que la invitación del Papa a impulsar la renovación de la Iglesia no llegara hasta los cristianos de nuestras comunidades.

José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde la llamada del Papa a la renovación de la Iglesia. Pásalo.

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“Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los cielos”. Domingo 29 de junio de 2014. 13ª semana de tiempo ordinario. Pedro y Pablo, apóstoles

Domingo, 29 de junio de 2014
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ApostolesLeído en Koinonia:

Hechos 12,1-11: Era verdad: el Señor me ha librado de las manos de Herodes
Salmo responsorial: 33:El Señor me libró de todas mis ansias.
2Timoteo 4,6-8.17-18:
Ahora me aguarda la corona merecida
Mateo 16,13-19:
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los cielos

Hoy la Iglesia celebra en su liturgia la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, columnas y apóstoles de la Iglesia.

En la primera lectura nos encontramos con el relato de la liberación de Pedro de la cárcel por obra de un ángel enviado por Dios. Eran tiempos de una persecución devastadora contra aquéllos que habían decidido seguir a Jesús, el Hijo de Dios; tanto así que este tiempo será recordado como la era de oro de la Iglesia, pues incontables mártires, niños y niñas, jóvenes y adultos, dieron testimonio con su sangre de la verdad de Cristo, al no aceptar la religión del imperio romano ni apostatar de su fe en el Señor Jesús.

En la segunda lectura nos encontramos con un pasaje de la despedida del apóstol Pablo a su discípulo amado Timoteo, en el cual le exhorta a dar un buen combate en la fe tal como lo ha hecho él, sin importarle las consecuencias que traiga consigo semejante actitud. Reconoce el apóstol que su fe está puesta en Cristo, quien lo fortalece en los momentos en que se encuentra prisionero en Roma, a la expectativa de lo que vayan a hacer con su vida. Espera la corona merecida y seguirá confiando hasta el final en el Señor, pues él lo seguirá librando de todo mal.

La fiesta de los Apóstoles Pedro y Pablo ofrece la ocasión para reflexionar, a partir del texto evangélico propuesto, sobre la confesión de fe como forma de construcción de la Iglesia.

El relato consta de una doble pregunta de Jesús a sus discípulos con su correspondiente respuesta (vv. 13-16) y de la bienaventuranza de Simón (vv. 17-19).

Las preguntas y respuestas sirven para la separación de dos categorías de personas, según la evaluación que hagan sobre Jesús. De una parte tenemos a la «gente», de la otra a «los discípulos». La gente o «los seres humanos» no captan el sentido auténtico de la actividad de Jesús. Su opinión lo coloca en continuidad con personajes del pasado: Juan el Bautista, Elías, Jeremías o uno de los profetas. Como Herodes en Mt 14,2 esta valoración puede estar entremezclada de elementos desfavorables.

Por el contrario los discípulos, de quienes Pedro es portavoz, han captado el verdadero significado de la actuación de Jesús. No solamente confiesan que es el Mesías esperado sino también que su mesianismo se origina en su filiación divina, condición que le posibilita transmitir la Vida de Dios, a diferencia de los ídolos muertos. El «Hijo de Dios vivo» se ha hecho presente en la vida de la humanidad, en una comunidad que lo reconoce el «Dios con nosotros» (cf Mt 1,23; 28,20).

Este reconocimiento recibe, a su vez, la proclamación de felicidad y dicha que hace Jesús respecto a sus seguidores de los que Pedro, gracias a su fe, se ha convertido en prototipo e imagen. Frente a la opinión de la gente, Pedro ha aceptado la revelación del Padre a los sencillos y humildes.

La originalidad de su confesión hace de Pedro y de sus compañeros, mensajeros de la fe en medio de un mundo hostil. Más allá de la historicidad sobre el nombre de su padre (aquí, hijo de Jonás, en Juan 21,15 hijo de Juan), en él se pueden detectar los rasgos de Jonás, el profeta que debió llevar la Palabra de Dios a la ciudad hostil y que, en ese intento, corrió el riesgo de ser sumergido en el mar (cf 14,30) y fue liberado de ese peligro mortal (cf 14,31).

En la Asamblea del desierto, Moisés recibió de Dios el don de la Ley (Dt 9,10; 10,4 etc.). Aquí el discípulo recibe el don de la fe en Jesús que lo convierte en elemento apto para la edificación de una nueva Asamblea, el Israel mesiánico, constituida en torno a Jesús como la Asamblea del desierto se constituía en torno a Moisés.

Se realiza entonces para la comunidad lo que se realizaba en el individuo sensato que ha colocado su cimiento sobre la roca de las palabras de Jesús (Mt 7,24-25). Los discípulos que adhieren a Jesús construyen una ciudad inconmovible, a la que no pueden derrotar las fuerzas de la Muerte o del Abismo.

Se crea de esta forma un espacio inexpugnable frente a las potencias del mal, en el que los discípulos no son sólo cimiento sino también administradores: A ellos se les han consignado las llaves y a ellos se les consigna la función judicial de tomar la decisión de aceptar o no la entrada a aquella ciudad: «Atar o desatar». Esta fórmula quiere significar una participación de la comunidad en la autoridad de Jesús.

La proclamación de la fe en Jesús por parte de Pedro, prototipo de los creyentes, es el cimiento inconmovible capaz de superar los embates de las fuerzas del Mal actuantes en la historia humana. Los que la proclaman pueden ofrecer asilo acogedor a quienes están amenazadas por aquellas fuerzas. Pueden también negar ese asilo a los que rechazan el designio salvífico. Leer más…

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29.VI.14 Un tipo llamado Roca (retrato robot de Pedro)

Domingo, 29 de junio de 2014
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san_pedro_greco_2[1]Del blog de Xabier Pikaza:

No fue el primer Papa, en el sentido posterior del término, pero su historia recogida desde diversas perspectivas por el Nuevo Testamento, ha marcado la historia de los papas y de toda la Iglesia, hasta el día de hoy.

Por eso es bueno recordar su figura, ofreciendo un retrato-robot,como si hubiera que buscarla, para reiniciar el fuerte camino de la Iglesia. Así lo hare, recogiendo sus rasgos fundamentales.

Ciertamente, no fue Papa, pero nos ayuda a entender y actualizar lo que han sido y deben ser los papas, a la luz del Nuevo Testamento… y lo que podemos ser nosotros los cristianos, pues más que como Papa el NT le presenta como “tipo” y ejemplo de cristiano (con sus valores y defectos).

Estos son veinte de los rasgos de este retrato-robot de Pedro, para el día de su fiesta, el próximo domingo. Felicidades a los Simones, Pedros, Perus, Pietros, Butros, Peters y demás (incluido en especial el Papa Francisco, un “tipo” que casa bien con el viejo Pedro del evangelio). Buen día y buen camino a todos.

1. Un tipo que cambió dos veces de nombre

Se llamaba Simeón, como el segundo hijo de Jacob, un tipo durísimo, autor con Leví (el “sacerdote”) de la gran matanza de Siquém, según el libro de los Jueces; no le gustaba que la gente se mezclara, era un integrista. Sabía utilizar la espada. Pues bien, nuestro Simeón, con nombre de patriarse, se hizo llamar Simón, nombre que suena mejor en griego, quizá para mezclarse mejor con los pescadores del otro lado del lago. Más tarde, Jesús le llamo Kefas, que significa en arameo el Roca, es decir, para nosotros, Pedro.

2. Un tipo que cambió al menos tres veces de oficio…

Era de Betsaida, al otro lado de Galilea, a la vera del gran Lago, una ciudad reedificada por Herodes Felipe, rey de Iturea, en honor de la hija del César de Roma, con el nombre de Julia… Pero vino a vivir a la orilla de Galilea, en una ciudad llamada Cafarnaum. No debía ser rico, pues entró a vivir en casa de su mujer, bajo la autoridad de su suegra. Era pescador, pero andaba inquieto por el futuro de Israel, y así se fue con Juan Bautista, ha hacer de penitente… Allí le encontró Jesús de Nazaret, y le invitó a seguirle, dejando la penitencia para ocuparse del Reino de Dios. Así lo cuenta el evangelio de Juan (Jn 1).

3. No fue un solitario.

Pasó de su cada a la casa de su suegra… Y pasó luego de los discípulos de Juan Bautista, donde estaba con algunos de sus “amigos” de Betsaida, a los discípulos de Jesús… que le llamó de nuevo, al lado de su hermano Andrés (otro tipo que había tomado nombre griego) y de los Zebedeos (como cuenta Mc 1, 16-20). Nunca hay un Pedro sólo, sino un Pedro con la suegra, o con Juan Bautista con los “cuatro de la fama” (los de Mc 1) o con los Doce (todo Israel, Mc 3), y con el conjunto de los creyentes, parientes de Jesús, mujeres, mucha gente (Hch 1, 12-14).

4. Un tipo que estuvo en la escuela de Jesús

No fue letrado, al menos que sepamos… Era hombre de pueblo, de la raya entre Iturea y Galilea, un pescador de orilla (no tenía barca, como los zebedeos, echaba la red desde la esquina de la plaza, con los pies en el agua…). Pero debía tener oficio, sabía manejar el “arte” y Jesús le llamó para que fuera “pescador de hombres”, un oficio que aprendió a trompicones. Supone el evangelio (Mt 10), que Jesús le mandó con sus otros compañeros a proclamar el Reino de Dios en Galilea, pero no debió tener mucho éxito, porque subieron más tarde a Jerusalén, para instaurarlo, sin tener tampoco éxito externo.

5. Pedro, un tipo al que Jesús puede llamar y llama “Satanás”

El recuerdo de Simón, al que Jesús llamó Pedro (Piedra) está ligado a propuestas de poder… El mismo Jesús le tuvo que llamar Satanás y Tentador (Mc 8). Da la impresión de que Pedro estuvo en el movimiento de Jesús y en la Iglesia posterior como una “piedra de tropiezo” (eso dice Jesús en Mc 8): Para hacer tropezar a otros, para hacerles caer, más que para levantarse. Pedro está en la iglesia como signo de fragilidad: Sólo puede ser Papa-Piedra el que vive desde la fragilidad y el miedo, como Pedro

6. Un tipo que acaba negando a Jesús ante el poder

Ciertamente, le abandonan todos los “hombres” en Getsemaní, pero de un modo especial le niega Pedro, ante el juicio de los sacerdotes. No es quizá que tenga miedo, es que no acaba de entender lo que implica el camino de Jesús, por tres veces, una, dos, tres, ante los criados del poder, en Jerusalén (Mc 14 par). Pedro-Piedra-Papa ha sido en la Iglesia signo de negación, y de “retorno” (llorando), un Papa que no sabe llorar no es hombre, no es Papa. Un Papa que no puede equivocarse nunca no es Papa, ni es Hombre…. (lo de la infalibilidad va en otra línea…, pero en una línea donde es necesario en poderse equivocar; sólo los muertos no yerran). Leer más…

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Fiesta de san Pedro y san Pablo

Domingo, 29 de junio de 2014
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SAN PEDRO Y SAN PABLODel blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

 Una pareja extraña para una fiesta peculiar

¿A quién se le ocurriría un homenaje común a Messi y Cristiano Ronaldo? Salvadas las enormes diferencias, la misma extrañeza produce esta fiesta que une a dos personajes muy distintos, de los que sabemos que, en cierto momento, en Antioquía de Siria, tuvieron un terrible altercado por motivos teológicos y prácticos. Parecería normal una fiesta de Pedro y Andrés, que eran hermanos; o de Pedro y Juan, que aparecen juntos a menudo en los evangelios y al comienzo del libro de los Hechos. Pero, ¿Pedro y Pablo?
La Iglesia, al unirlos en una celebración común, nos indica qué pretende con esta fiesta: no es cantar la gloria de ninguno de los dos santos (cosa que tanto nos gusta a los católicos) sino celebrar la obra común que Dios llevó a cabo a través de ellos.

Pedro, el cabecilla

Entre los discípulos de Jesús, Pedro fue sin duda el más lanzado, con el peligro que eso conlleva. Era el cabecilla del grupo, el primero en hablar en cualquier circunstancia, sin miedo a reprender a Jesús cuando anuncia su pasión, sin miedo a llevarle la contraria cuando quiere lavarle los pies o cuando anuncia que todos los traicionarán. El ser tan lanzado lo sitúa también en el lugar más peligroso, y termina negando a Jesús. Pero, como él mismo termina confesando después de la resurrección: «A pesar de todo, tú sabes que te amo». No es raro que Jesús lo viese como el cabecilla natural del grupo después de su muerte.

Pablo, el hombre universal

Pero la expansión de la Iglesia primitiva es humanamente inconcebible sin la figura de Pablo. Todos hemos leído su conversión. Lo que muchos no conocen es la revelación que Dios le hizo y en la que él tanto insiste en sus cartas: que la buena noticia de Jesús no era sólo para los judíos sino también para todo el mundo; para judíos y paganos. Es cierto que a mediados del siglo I ya hay cristianos en Roma (a ellos les dirige Pablo su famosa carta), pero si el evangelio se extiende por lo que actualmente es Turquía, Grecia, quizá España, es gracias a la labor de Pablo, que recorrió miles de kilómetros y se expuso a toda clase de peligros por llevar la fe en Jesús «hasta los confines de la tierra».

El enfoque de las lecturas

La liturgia concede especial importancia a Pedro, dedicándole las lecturas primera y tercera (evangelio). A Pablo dedica la segunda. En ambos casos se destacan los aspectos de protección divina y misión.

PEDRO: PROTECCIÓN Y MISIÓN

1ª lectura: protección divina

Se expresa a través de un sorprendente milagro: Pedro, a pesar de estar encadenado y vigilado por cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno, es liberado durante la noche por un ángel.

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando de su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenla intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua, Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo:
Date prisa, levántate.
Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió:
Ponte el cinturón y las sandalias.
Obedeció, y el ángel le dijo:
Échate el manto y sígueme.
Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo:
Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.

Resulta imposible no pensar en la liberación de los israelitas de Egipto, cuando el ángel marcha delante de ellos también durante la noche. Esta es la tercera vez que meten a Pedro en la cárcel, y la segunda que lo saca un ángel. Algo que llama la atención, porque otros cristianos no gozan del mismo grado de protección divina: a Esteban lo apedrean, a Santiago lo degüellan, a Pablo lo persiguen a muerte y tienen que descolgarlo en una espuerta… Por otra parte, el mismo Pedro terminará crucificado según la tradición.

Esta primera lectura, que puede provocar una sonrisa escéptica en muchos cristianos actuales, tiene gran valor simbólico. Basta pensar en los últimos Papas, atados con todo tipo de cadenas: geográficas, culturales, económicas (desde el lejano caso Marcinkus hasta los recientes escándalos del IOR), tradiciones que tienen muy poco que ver con el evangelio, y vigilados por multitud de cardenales, obispos y teólogos (más atentos que las cuatro cohortes romanas de Pedro). Buen momento para pedirle a Dios que envíe un ángel a liberar a Francisco.

Evangelio: misión

La misión se cuenta con el famoso episodio de la confesión de Cesarea de Felipe, que parte de la gran pregunta: ¿quién es Jesús? El pasaje se divide en tres partes: 1) lo que piensa la gente; 2) lo que afirma Pedro; 3) la promesa de Jesús a Pedro.

Lo que piensa la gente

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
― ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
― Unos que Juan Bautista, otros que Ellas, otros que Jeremías o uno de los profetas.

Jesús realiza una encuesta: quién dice la gente que es él. Un lector moderno con cierta cultura bíblica pensará que el resultado no puede ser más descorazonador. Para la gente, Jesús no es un personaje real, sino un muerto que ha vuelto a la vida, se trate de Juan Bautista, Elías, Jeremías o de otro profeta. De estas opiniones, la más “teológica” y con mayor fundamento sería la de Elías, ya que se esperaba su vuelta, de acuerdo con Malaquías 3,23: “Yo os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible; reconciliará a padres con hijos, a hijos con padres, y así no vendré yo a exterminar la tierra”.

Al lector moderno le puede resultar interesante que el pueblo vea a Jesús en la línea de los antiguos profetas, en lo que pueden influir muchos aspectos: su poder (como en los casos de Moisés, Elías y Eliseo), su actuación pública, muy crítica con la institución oficial, su lenguaje claro y directo, su lugar de actuación, no limitado al estrecho espacio del culto…

Sin embargo, cuando se conoce la época de Jesús, la visión anterior resulta inadecuada. En la mentalidad popular, el título de “profeta” tiene fuertes connotaciones políticas; significa que la gente ve a Jesús como un libertador. Flavio Josefo nos ha dejado testimonio de varios “profetas” surgidos por entonces. Su visión es muy negativa, pero interesante:

“Hombre engañadores e impostores, que bajo apariencia de inspiración divina realizaban innovaciones y cambios, induciendo a la multitud a actos de fanatismo religioso y la llevaban al desierto, como si allí Dios les hubiese mostrado los signos de la libertad inminente. Félix envió caballería e infantes contra estos, matando a gran cantidad. Mayor desgracia fue la que trajo sobre los judíos el falso profeta egipcio. Efectivamente, llegó al país un hombre charlatán, que, habiéndose ganado reputación de profeta, reunió a casi treinta mil de los seducidos por él; desde el desierto los llevó al monte de los Olivos, desde donde, según decía, podía penetrar a la fuerza en Jerusalén, vencer a la guarnición romana e imponerse como tirano sobre el pueblo” (Guerra de los Judíos II, 258-263).

Este mentalidad popular del profeta como libertador político es la que comparten los discípulos de Emaús; para ellos, Jesús era “un profeta poderoso en obras y en palabras… nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel” (Lc 24,19-21).

Lo que afirma Pedro

Jesús quiere saber si sus discípulos comparten esta mentalidad o tienen una idea distinta:

Él les preguntó:
― Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
― Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»

Es una pena que Pedro se lance inmediatamente a dar la respuesta, porque habría sido interesantísimo conocer las opiniones de los demás.

Según Mc 8,29, la respuesta de Pedro se limita a las palabras “Tú eres el Mesías”. Mt añade “el Hijo de Dios vivo”. ¿Aporta algo especial este añadido? Según algunos, Pedro confesaría no sólo la misión salvadora de Jesús (Mesías), sino también su filiación divina (Hijo de Dios). Sin embargo, esta teoría no es tan clara como parece. El rey de Israel -y por tanto el Mesías- era presentado desde antiguo como “Hijo de Dios” o “Hijo del Altísimo”. En el fondo, parece que Mateo no añade nada nuevo. En cualquier caso, hay un dato indiscutible: confesar a Jesús como “Hijo de Dios” ya lo habían hecho los discípulos después de verlo caminar sobre las aguas (14,33). Por consiguiente, la novedad no reside aquí, sino en el título de Mesías. En su origen, el Mesías era el rey de Israel, al que se ungía derramando aceite sobre la cabeza. Con el paso del tiempo, especialmente en los siglos II y I a.C., la imagen del Mesías fue adquiriendo rasgos cada vez más sorprendentes, como se advierte en los Salmos 17 y 18 de Salomón (de origen fariseo, no forman parte de la Biblia). De él se esperaba la liberación política de Israel y la instauración de una sociedad de justicia, paz en entrega al Señor.

Por consiguiente, la confesión de Pedro reviste una importancia y novedad enormes. Además, es importante advertir que se sitúa inmediatamente después del episodio de fariseos y saduceos, representantes del judaísmo oficial, que no aceptan a Jesús. Pedro, contra la opinión oficial, ve en Jesús al salvador del pueblo elegido por Dios.

Las promesas de Jesús a Pedro

Jesús le respondió:

― ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.

Esta tercera parte es exclusiva de Mateo y es la fundamental para la fiesta de hoy. En los evangelios de Marcos y Lucas, el pasaje de la confesión de Pedro en Cesarea de Felipe termina con las palabras: “Prohibió terminantemente a los discípulos decirle a nadie que él era el Mesías“. Sin embargo, Mateo introduce aquí unas palabras de Jesús a Pedro.

Comienzan con una bendición, que subraya la importancia del título de Mesías que Pedro acaba de conceder a Jesús. Humanamente hablando, Pedro es un hereje o un loco. Para Jesús, sus palabras son fruto de una revelación del Padre. Nos vienen a la memoria lo dicho en 11,25-30: “Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y aquel a quien el Padre se lo quiere revelar”.
Basándose en este revelación, no en los méritos de Pedro, Jesús le comunica unas promesas: 1) sobre él edificará su Iglesia; 2) le dará las llaves del Reino de Dios; 3) como consecuencia de lo anterior, lo que él decida en la tierra será refrendado en el cielo.

Las afirmaciones más sorprendentes son la primera y la tercera. En el AT, la “roca” es Dios. En el NT, la imagen se aplica a Jesús. Que el mismo Jesús diga que la roca es Pedro supone algo inimaginable, que difícilmente podrían haber inventado los cristianos posteriores. (La escapatoria de quienes afirman que Jesús, al pronunciar las palabras “y sobre esta piedra edificaré mi iglesia” se refiere a él mismo, no a Pedro, es poco seria).

La segunda afirmación (“te daré las llaves del Reino de Dios“) se entiende recordando la promesa de Is 22,22 al mayordomo de palacio Eliaquín: “Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá“. Se concede al personaje una autoridad absoluta en su campo de actividad. Curiosamente, el texto de Mateo cambia de imagen, y no habla luego de abrir y cerrar sino de atar y desatar. Pero la idea de fondo es la misma.

El texto contiene otra afirmación importantísima: la intención de Jesús de formar una nueva comunidad, que se mantendrá eternamente. Todo lo que se dice a Pedro está en función de esta idea.

¿Por qué pone de relieve Mateo este papel de Pedro? ¿Le guía una intención eclesiológica, para indicar cómo concibe Jesús a su comunidad? ¿O tienen una finalidad mucho más práctica? Ambas ideas no se excluyen, y la teología católica ha insistido básicamente en la primera: Jesús, consciente de que su comunidad necesita un responsable último, encomienda esta misión a Pedro y a sus sucesores.

Es posible que haya también de fondo una idea más práctica, relacionada con el papel de Pedro en la iglesia primitiva. Uno de los mayores conflictos que se plantearon desde el primer momento fue el de la aceptación o rechazo de los paganos en la comunidad, y las condiciones requeridas para ello. Los Hechos de los Apóstoles dan testimonio de estos problemas. En su solución desempeñó un papel capital Pedro, enfrentándose a la postura de otros grupos cristianos conservadores (Hechos 10-11; 15). En aquella época, en la que Pedro no era “el Papa“, ni gozaba de la “infalibilidad pontificia”, las palabras de Mateo suponen un espaldarazo a su postura en favor de los paganos. “Lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Es Pedro el que ha recibido la máxima autoridad y el que tiene la decisión última.

PABLO: PROTECCIÓN Y MISIÓN

De Pablo se podrían haber elegido infinidad de textos, dada la abundancia de sus cartas y lo mucho que cuenta de él el libro de los Hechos. La liturgia ha elegido un breve pasaje, muy autobiográfico, de la segunda carta a Timoteo. A punto de morir, Pablo recuerda su intensa actividad apostólica y espera el premio prometido. Al mismo tiempo, es consciente de que siempre contó con la ayuda y la fuerza del Señor. Igual que a Pedro lo liberó milagrosamente, a él lo ha librado también de la boca del león, no milagrosamente, sino después de naufragios, azotes, apedreamientos, hambre y sed.

Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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¿Puso Jesús a Pedro como primer Papa de la Iglesia?

Domingo, 29 de junio de 2014
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ffeed19b363dcf645e3f60c6ad6e810dLeído en Religión Digital:

“El papado ha sido fundamental para la vida de la Iglesia”

“La Iglesia debería replantearse hoy el sentido y la misión del papado”

“Tanto la palabra “Iglesia” como el concepto de Iglesia aparecieron muchos años después”

(Ariel Álvarez, teólogo).- Muchos católicos creen que Pedro fue el primer papa que tuvo la Iglesia, y que el papado fue creado por el mismo Jesús el día que le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18). El Evangelio de Mateo es el único que cuenta esa escena.

Dice que cierto día en que Jesús estaba de viaje cerca de la ciudad de Cesarea de Filipo, al norte del país, les preguntó a sus discípulos qué opinaba la gente sobre él. Ellos le contestaron que todos estaban fascinados, y que lo comparaban con los grandes personajes de la historia de Israel: con Juan el Bautista, con Jeremías, y hasta con el glorioso Elías. Jesús había entrado, sin duda, en la galería de los grandes héroes. Pero Jesús volvió a interrogarlos: “¿Y ustedes quién dicen que soy yo?”.

Simón entonces contestó: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Al oír esta respuesta, Jesús lo felicitó diciendo: “Feliz de ti, Simón, porque eso no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Y añadió: “Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16,13-19).

Este episodio es uno de los más discutidos por la exégesis bíblica, y desde hace siglos los estudiosos se preguntan qué significado tiene. Según la interpretación tradicional, aquí Jesús habría creado el papado, y habría puesto a Pedro al frente de la Iglesia. Sin embargo, serios argumentos impiden hoy seguir defendiendo esta interpretación.

Nadie fue a preguntarle

En primer lugar, si Jesús en verdad nombró a Pedro como jefe de la Iglesia, ¿cómo es que Mateo fue el único que se enteró, mientras los demás evangelistas ignoraron completamente un hecho tan trascendente?

En segundo lugar, si Jesús invistió a Pedro con semejante autoridad delante de todo el grupo, ¿por qué después encontramos a los discípulos discutiendo por los primeros puestos (Mt 18,1; 20,20-28)? ¿Y por qué Jesús, al verlos rivalizar así, no les recordó que ese lugar ya estaba asignado a Pedro, que era el nuevo jefe y guía de la Iglesia?

En tercer lugar, al morir Jesús y fundarse la primera comunidad cristiana, no vemos a Pedro actuar como se esperaría de un papa. Por ejemplo, cuando hubo que nombrar al sucesor de Judas, no es Pedro quien lo elige sino que es toda la asamblea la que ora, decide y lo acepta (Hch 1,23-26). Cuando hay que mandar predicadores para evangelizar Samaria, Pedro es enviado por los demás apóstoles como si fuera un misionero más, sometido a los otros (Hch 8,14). Cuando Pedro bautizó al centurión Cornelio, la comunidad entera se lo reprochó, y tuvo que presentarse en Jerusalén para dar explicaciones (Hch 11,1-18). Y cuando en Antioquía se discutió si los paganos debían o no circuncidarse, a nadie se le ocurrió consultarle a Pedro; se reunió un concilio, donde todos hablaron, y donde la opinión de Pedro fue una más, pero la decisión fue tomada por los apóstoles y presbíteros (Hch 15).

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Finalmente, resulta difícil aceptar que Jesús le haya dicho a Pedro que sobre él iba a fundar la Iglesia, porque tanto la palabra “Iglesia” como el concepto de Iglesia aparecieron muchos años después, según se deduce del Nuevo Testamento. Aquí, de las 114 veces que figura el término, nunca lo encontramos expresado durante la vida de Jesús (fuera de un par de escenas tardías, narradas sólo por Mateo: 16,18; 18,17). Evidentemente el concepto de Iglesia surgió después de Jesús, cuando la comunidad cristiana ya se había organizado con sus autoridades, su jerarquía y su estructura propia.

Esto lo vemos muy bien en los escritos de san Lucas. En su primer libro (el Evangelio), que narra cuando Jesús todavía vivía, el evangelista nunca emplea la palabra “Iglesia” para referirse a la comunidad. Utiliza otros términos como “grupo”, “seguidores”, “discípulos“. Pero en su segundo libro (Los Hechos), cuando Jesús ya ha muerto y los cristianos se han organizado en Jerusalén, entonces sí comienza a hablar de “Iglesia”.

Es decir que el concepto de “Iglesia” como la reunión de las comunidades cristianas, al frente de la cual debía estar Pedro como papa, no existía en tiempos de Jesús, de modo que éste no pudo haberle encargado al apóstol que fuera su piedra fundamental. Tampoco Jesús podía haber imaginado que, luego de su muerte, sus seguidores iban a organizar la Iglesia con la presencia de sacerdotes y obispos, al frente de los cuales estaría la figura de un papa.

Debates en la ciudad

¿Por qué entonces Mateo relata la escena en la que Jesús le encarga a Pedro ponerse al frente de la Iglesia universal y conducirla? Leer más…

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“Para ser la Iglesia de Pedro y Pablo”, por Faustino Vilabrille

Domingo, 29 de junio de 2014
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112988-83256_pLeído en su blog:

La Iglesia, para ser hoy la Iglesia de Jesucristo, tiene que hacer de la liberación de los empobrecidos la prioridad absoluta de su ministerio.

Comentario a la festividad de los Apóstoles Pedro y Pablo del 29 de junio

1.-Mirada histórica: Un mirada global a la historia de la Iglesia enseguida nos hace caer en la cuenta de la enorme influencia que a lo largo de los siglos tuvo la iglesia jerárquica en la civilización y cultura occidental, sobre todo a lo largo de la edad media, ejerciendo un poder omnímodo en casi todos los campos de la actividad humana y particularmente política, aportando justificación sagrada a toda clase de comportamientos éticos, morales, jurídicos, filosóficos y políticos. Era como una teocracia o gobierno de Dios, cuya representación visible en el mundo es el Papa de Roma que aun hoy es el monarca del Vaticano así como cabeza la iglesia católica.

A medida que la iglesia fue adquiriendo poder político, influencia social y rodeándose de privilegios, fue alejándose del Evangelio e hipotecando su compromiso con la construcción del Reino de Dios. Cada vez era más vista por el pueblo como pegada y plegada al poder, al lado de los poderosos y de la riqueza, influyente socialmente y cada vez más alejada del pueblo y temida, conservadora en los doctrinal y ávida de conservar intactos sus privilegios. Esto la llevó a perder en masa en los siglos XVIII y XIX a la clase obrera. Oponiéndose al avance científico, el progreso, la evolución del pensamiento, y a los movimientos progresistas e innovadores del siglo XIX, perdió a los intelectuales. En el siglo XX y nuestros días, sobre todo en el ámbito de la civilización occidental, está perdiendo a los hombres y a la juventud, pues, por ejemplo, en las celebraciones dominicales de la Eucaristía, casi vemos exclusivamente a mujeres bastante o muy avanzadas en edad y cada vez menos.

2.-El Concilio Vaticano II: El Concilio Vaticano II, providencialmente convocado por Juan XXIII, quiso retornar la Iglesia en su fondo y forma, por un lado a sus orígenes y por otro a responder a los retos e interrogantes de nuestro tiempo, pero sobre todo después de Pablo VI, desde el Vaticano se dio marcha atrás retornando en lo más importante a los tiempos preconciliares, literal y doctrinalmente tapando la boca a muchos teólogos e intelectuales que intentaron ser profetas del Evangelio, al estilo de los Apóstoles y primeros cristianos, para nuestro tiempo, especialmente en América Latina, profetas que no se limitan a enunciar o explicar la doctrina revelada, sino que buscan descubrir y decir cómo se aplica esa revelación en determinada situación y en determinado tiempo y lugar. El profeta posee sensibilidad para percibir lo que está ocurriendo y el sentido de los acontecimientos, donde está el pecado y por donde viene la salvación aquí y ahora.

3.-La profecía y el profeta hoy: La profecía es palabra de Dios a su pueblo aquí y ahora. Es actualización de la palabra de Dios, que fue la misión de Jesús en esta tierra. Por eso ella es 100% religiosa y 100% política, pero política en un sentido bien particular. Esta política no es conquista ni ejercicio de poder. Por el contrario, el profeta no tiene ningún poder y no pretende conquistar un poder, o sea, ninguna capacidad de imponer nada a sus coetáneos. La profecía es política porque es pública, se dirige a la sociedad entera y a sus gobernantes y anuncia un cambio radical de toda la sociedad, denunciando la injusticia y a los injustos y proclamando los grandes valores de Reino de Dios para cada momento histórico, sobre todo la justicia, que es el primer grado de amor. Dios quiere salvar o liberar a la humanidad del estado de injusticia y de dominación en que ella se encuentra.

El profeta se dirige al pueblo. Su acción y sus palabras son actos públicos. El profeta se dirige al mismo tiempo a los jefes del pueblo, a aquellos que detentan el poder justa o injustamente, y también al pueblo en general. Él se siente como la encarnación del mensaje de Dios a la totalidad de su pueblo. Pues Dios quiere recordar en primer lugar que ese pueblo es su pueblo y que los jefes, en lugar de desviar al pueblo de su misión, tienen el deber de promoverla.

El profeta denuncia también la corrupción de los dirigentes del pueblo que abusan de su poder para corromper al propio pueblo. El profeta predica la conversión total de las personas y de la sociedad en sus estructuras. Por esto el profeta es perseguido, denunciado, maltratado, apartado del pueblo y hasta muerto.

Esta misión cumplieron los grandes profetas de Israel, y sobre todo, el Gran Profeta de todos los Profetas, que fue Jesucristo, cuyo compromiso con los oprimidos le llevo a ser condenado y asesinado públicamente por los opresores del pueblo. Así terminaros su compromiso Pedro y Pablo y numerosos cristianos de los primeros siglos en su lucha contra la esclavitud impuesta por el poder romano al pueblo.

El Concilio Vaticano II dice: “El pueblo santo de Dios participa también de la misión profética de Cristo”. Muchos Obispos, sacerdotes y Laicos de América Latina asumieron literalmente esta misión profética.

4.-La justicia: El Concilio Vaticano II tuvo el coraje de pronunciar la palabra “justicia”, palabra prohibida por las elites dominantes en América latina y en el mundo entero. También Medellín pronunció esa palabra prohibida! El centro del mensaje profético en América Latina fue la palabra “justicia”. Muchos murieron por haber pronunciado tal palabra. La palabra justicia es una de las palabras claves de la profecía. Por eso podemos reconocer en Medellín una expresión del Espíritu de profecía, porque lo que los empobrecidos esperan es la justicia. Incluso cuando son humillados por el sistema neoliberal (que los quiere contentar con las limosnas que les concede), ellos no dejan de ser seres humanos con todos los derechos que eso comporta. Tienen derecho a la justicia – y el profeta tiene la misión de recordar que ésta es la voluntad de Dios. A los pobres el profeta les recuerda que son seres humanos con derecho a la justicia y a los privilegiados recuerda que donde hay injusticia es la justicia la que debe existir. Por eso los profetas fueron antes y son ahora perseguidos.

Desde los años 50 la profecía resonaba con fuerza en América Latina, pero sus profetas encontraron en varios documentos del Vaticano II un apoyo firme y una verdadera iluminación. Así, al final del Concilio, 40 obispos de todo los continentes el 16 de noviembre de 1965 se reunieron en la catacumba de santa Domitila y asumieron el compromiso de hacer de la liberación de los pobres la prioridad absoluta de su ministerio. Entre ellos estaban los latinoamericanos que hicieron Medellín. Este fue su gran mensaje:

5.-El gran Pacto de las Catacumbas:
1. Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo que toca a casa, comida, medios de locomoción, y a todo lo que de ahí se desprende. Mt 5, 3; 6, 33s; 8-20.
2. Renunciamos para siempre a la apariencia y la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir (ricas vestimentas, colores llamativos) y en símbolos de metales preciosos (esos signos deben ser, ciertamente, evangélicos). Mc 6, 9; Mt 10, 9s; Hech 3, 6. Ni oro ni plata.
3. No poseeremos bienes muebles ni inmuebles, ni tendremos cuentas en el banco, etc, a nombre propio; y, si es necesario poseer algo, pondremos todo a nombre de la diócesis, o de las obras sociales o caritativas. Mt 6, 19-21; Lc 12, 33s.
4. En cuanto sea posible confiaremos la gestión financiera y material de nuestra diócesis a una comisión de laicos competentes y conscientes de su papel apostólico, para ser menos administradores y más pastores y apóstoles. Mt 10, 8; Hech 6, 1-7.
5. Rechazamos que verbalmente o por escrito nos llamen con nombres y títulos que expresen grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor…). Preferimos que nos llamen con el nombre evangélico de Padre. Mt 20, 25-28; 23, 6-11; Jn 13, 12-15.
6. En nuestro comportamiento y relaciones sociales evitaremos todo lo que pueda parecer concesión de privilegios, primacía o incluso preferencia a los ricos y a los poderosos (por ejemplo en banquetes ofrecidos o aceptados, en servicios religiosos). Lc 13, 12-14; 1 Cor 9, 14-19.
7. Igualmente evitaremos propiciar o adular la vanidad de quien quiera que sea, al recompensar o solicitar ayudas, o por cualquier otra razón. Invitaremos a nuestros fieles a que consideren sus dádivas como una participación normal en el culto, en el apostolado y en la acción social. Mt 6, 2-4; Lc 15, 9-13; 2 Cor 12, 4.
8. Daremos todo lo que sea necesario de nuestro tiempo, reflexión, corazón, medios, etc. al servicio apostólico y pastoral de las personas y de los grupos trabajadores y económicamente débiles y subdesarrollados, sin que eso perjudique a otras personas y grupos de la diócesis.
Apoyaremos a los laicos, religiosos, diáconos o sacerdotes que el Señor llama a evangelizar a los pobres y trabajadores, compartiendo su vida y el trabajo. Lc 4, 18s; Mc 6, 4; Mt 11, 4s; Hech 18, 3s; 20, 33-35; 1 Cor 4, 12 y 9, 1-27.
9. Conscientes de las exigencias de la justicia y de la caridad, y de sus mutuas relaciones, procuraremos transformar las obras de beneficencia en obras sociales basadas en la caridad y en la justicia, que tengan en cuenta a todos y a todas, como un humilde servicio a los organismos públicos competentes. Mt 25, 31-46; Lc 13, 12-14 y 33s.
10. Haremos todo lo posible para que los responsables de nuestro gobierno y de nuestros servicios públicos decidan y pongan en práctica las leyes, estructuras e instituciones sociales que son necesarias para la justicia, la igualdad y el desarrollo armónico y total de todo el hombre y de todos los hombres, y, así, para el advenimiento de un orden social, nuevo, digno de hijos de hombres y de hijos de Dios. Cfr. Hech 2, 44s; 4, 32-35; 5, 4; 2 Cor 8 y 9; 1 Tim 5, 16.
11. Porque la colegialidad de los obispos encuentra su más plena realización evangélica en el servicio en común a las mayorías en miseria física cultural y moral -dos tercios de la humanidad- nos comprometemos:
* a compartir, según nuestras posibilidades, en los proyectos urgentes de los episcopados de las naciones pobres;
* a pedir juntos, al nivel de organismos internacionales, dando siempre testimonio del evangelio, como lo hizo el papa Pablo VI en las Naciones Unidas, la adopción de estructuras económicas y culturales que no fabriquen naciones pobres en un mundo cada vez más rico, sino que permitan que las mayorías pobres salgan de su miseria.
12. Nos comprometemos a compartir nuestra vida, en caridad pastoral, con nuestros hermanos en Cristo, sacerdotes, religiosos y laicos, para que nuestro ministerio constituya un verdadero servicio. Así,
* nos esforzaremos para “revisar nuestra vida” con ellos;
* buscaremos colaboradores para poder ser más animadores según el Espíritu que jefes según el mundo;
* procuraremos hacernos lo más humanamente posible presentes, ser acogedores;
* nos mostraremos abiertos a todos, sea cual fuere su religión. Mc 8, 34s; Hech 6, 1-7; 1 Tim 3, 8-10.
13. Cuando regresemos a nuestras diócesis daremos a conocer estas resoluciones a nuestros diocesanos, pidiéndoles que nos ayuden con su comprensión, su colaboración y sus oraciones.

Que Dios nos ayude a ser fieles.

No había solamente obispos, ya que muchos sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos se sintieron empujados por la fuerza del Espíritu y también hablaron y actuaron como profetas. Sobre todo en la época de los regímenes militares en América Latina, muchos profetas fueron muertos por causa de su palabra como Oscar Romero, Gerardi, los jesuitas de la UCA y otros muchos. Se tenía la impresión de que la Iglesia estaba volviendo a los primeros tiempos.

6.-El Documento de Puebla: En el llamado documento de Puebla decían los obispos de entones: “Es de suma importancia que este servicio del hermano siga la línea que nos traza el Concilio Vaticano II: «Cumplir antes que nada las exigencias de la justicia para no quedar dando como ayuda de caridad aquello que ya se debe por razón de justicia; suprimir las causas y no sólo los efectos de los males y organizar los auxilios de tal forma que quienes los reciben se vayan liberando progresivamente de la dependencia externa y se basten a sí mismos»”. Era su mensaje profético.

7.-La Iglesia actual: Pues bien, la iglesia actual, o retorna a este mensaje, es decir, a sus orígenes, que es Jesucristo y su mensaje, a la línea de los primeros papas y los cristianos de los primeros siglos, asumiendo el compromiso con los actuales empobrecidos del mundo, denunciando las injusticias, las desigualdades, los robos y saqueos que los ricos, cada vez más ricos, hacen de los pobres, y proclamando a todos las exigencias del mensaje de Jesús, o de lo contrario la iglesia oficial tiene los días contados, porque de no hacerlo así, es infiel al Dios de Jesucristo y su mensaje.

El actual papa Francisco intenta y lucha por retornar a este camino, que es el único que puede garantizar un futuro digno para toda la humanidad. Su mensaje en la ALEGRIA DEL EVANGELIO lo expresa con claridad. ¿El resto de la iglesia jerárquica lo escuchará, le hará caso, lo secundará? De momento, tristemente parece que no lo está haciendo, pues si quiera difunde ampliamente el contenido de ese importante documento. La Iglesia, para ser hoy la Iglesia de Jesucristo, tiene que hacer de la liberación de los empobrecidos la prioridad absoluta de su ministerio, luchando con ellos contra las causas y los causantes de su empobrecimiento..

Todos podemos y debemos ser profetas con los hechos y palabras de nuestra vida.

Un cordial abrazo a tod@s.-Faustino

NOTA IMPORTANTE.- En la elaboración de este comentario para la festividad de los apóstoles Pedro y Pablo hemos seguido en parte un interesante documento escrito por José Comblin, titulado la Profecía en la Iglesia, que recomendamos encarecidamente.

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“Pedro y Teresa de Jesús”, por Gema Juan OCD.

Domingo, 29 de junio de 2014
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14519936472_791ff59e5b_mLeído en su blog Juntos Andemos:

Teresa de Jesús tuvo algunos amigos especiales dentro de la Biblia. Creyentes grandes que le ayudaron a vivir la fe, que le dieron luz para seguir el evangelio y le sirvieron de inspiración. Uno de ellos es Pedro.

Él y Teresa comparten una experiencia fundamental que cambió sus vidas radicalmente. Tal vez por eso, Pedro acude muchas veces a la pluma de Teresa. Los dos llegan con una invitación que hoy sigue siendo necesaria en la vida de cada creyente y de la Iglesia.

Lo que transforma la vida de ambos es el encuentro con Jesús. Lo hace inmediatamente, porque algo cambia en ellos, pero no es un cambio total repentino, aunque Pedro deja sus redes al instante (en cuanto Jesús dice: «Venid conmigo») y Teresa entra en un convento a los veinte años y hace su profesión «con gran determinación y contento», como ella misma dice.

No basta dejar las redes ni «todas las cosas del mundo y lo que teníamos por El». Teresa dirá: «Los que quisiéremos ser vuestros hijos verdaderos y no renunciar la herencia, no nos conviene huir del padecer. Vuestras armas son cinco llagas». Teresa ha heredado y hecho propia la fe madurada por Pedro: el Jesús que llama y fascina es, también, el Siervo de Dios.

Pedro y Teresa tendrán que recorrer un largo camino que va de la autosuficiencia a la confianza. De una cierta presunción al abandono. Tendrán que dejar de creer que las propias fuerzas bastan para vivir el camino que abre Jesús y ceder el protagonismo, dejarse llevar por la corriente de amor que ha asaltado sus vidas.

Teresa recuerda las negaciones de Pedro como el gran paso de su vida: «Salió de aquella quiebra no confiando nada de sí, y de allí vino a ponerla [la confianza] en Dios». De ella misma, dirá: «Suplicaba al Señor me ayudase; mas debía faltar… no poner en todo la confianza en su Majestad y perderla de todo punto de mí».

Los dos entendieron que había que rendirse, abandonarse a algo mayor. No con afán destructivo, sino por el deseo que despierta el encuentro con Jesús y la necesidad de salir de la propia ceguera, al comprender que aleja del amor. «Rendida y confiada» creía Teresa que era posible avanzar en el seguimiento de Jesús. Y Pedro, después de su negación, firmaría las palabras de ella: «Considerando en el amor que me tenía, tornaba a animarme, que de su misericordia jamás desconfié; de mí, muchas veces». Por eso, ni Pedro ni ella desesperaron.

Teresa acude a Pedro para animar: «Pensaba muchas veces que no había perdido nada San Pedro en arrojarse en la mar, aunque después temió. Estas primeras determinaciones son gran cosa». Sabe que el miedo puede abortar un camino de alegría. Y muy gráficamente, dirá que no hay que ser como sapos ni «solo cazar lagartijas».

Andar con cuidado, sí. Buscar maestros, también. Pero es importante «tener gran confianza, porque conviene mucho no apocar los deseos… podremos llegar a lo que muchos santos». La figura de Pedro le suscita fortaleza y autenticidad, y añade: «¡Siempre la humildad delante, para entender que no han de venir estas fuerzas de las nuestras!».

Recordará que Pedro, cabeza de la Iglesia, era un sencillo pescador, sin otro abolengo. Le interesa recalcar que no hay que «hacer caso ninguno del linaje las que de veras quieren ser hijas de Dios». Le importa que se haga visible que la verdadera dignidad viene de la fraternidad, del Padre que une a todos los seres humanos.

Evocará, también, el episodio en que Jesús pide a Pedro ir mar adentro, hasta lograr una gran pesca. Lo hace porque comparte con él una experiencia muy importante: el estremecimiento ante la divinidad. La emoción por la presencia bondadosa y salvadora, junto al sentimiento de pequeñez, el reconocimiento de la propia realidad humana.

Pedro se postra, diciendo: «Aléjate de mí, porque soy un hombre pecador, Señor» y Teresa comenta sus palabras, diciendo: «Todo este cimiento de la oración va fundado en humildad». El sostén de todo es descubrir que Él es el Señor, ante quien solo cabe la confianza amorosa y el seguimiento.

Aunque el apóstol aparece en más ocasiones, entra en escena en un momento clave de las VII Moradas, cuando Teresa explica para qué tanta oración y por qué seguir un camino espiritual: para vivir y servir como Jesús. Lo que Pedro ha recibido –igual que Teresa–, toda la experiencia de fe y amor que ha vivido, tiene un fin: «Que nazcan siempre obras», obras de amor.

Vivir desde el encuentro con Jesús define al cristianismo. Teresa escribirá: «No está el negocio en guardarnos de los hombres… ni en tener hábito de religión o no… ni en lo que toca al cuerpo… sino en contentar a Dios» —que era lo que hacía Jesús. Es lo mismo que Pedro decía: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». Después, los dos sentirán la urgencia de compartir y comunicar: «No podemos dejar de proclamar lo que hemos visto y oído».

Pedro y Teresa hablan de la necesidad constante a volver a Jesús, e invitan a una confianza en Él sin límites. Recuerdan que acoger el Espíritu deshace los miedos y lleva a la verdadera misión: la de dar a Jesús y ofrecer salud en su nombre. Y así, valen para los dos las palabras de Pedro: «No tengo plata ni oro; pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar».

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Documento preparatorio del “Sínodo sobre la Familia”: ningún cambio doctrinal por lo que a la homosexualidad se refiere

Domingo, 29 de junio de 2014
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14539279373_07d7265b93Continuando con el post de ayer publicamos este análisis de Dosmanzanas que refleja muy bien la esclerotización de un aparato jerárquico que se pone la venda bien apretada frente a la realidad de la Iglesia y del Mundo. Una ocasión más perdida, un cúmulo más de sufrimiento y de Homofobia. Triste, muy triste. Ni han escuchado las numerosas aportaciones en sentido contrario a este raca raca tradicional o… lo que sería peor aún, ni tan siquiera las han remitido desde las diferentes Conferencias episcopales. Y lo más terrible: NI UNA SOLA CONDENA A LA HOMOFOBIA QUE CAUSA LA PERSECUCIÓN Y LA MUERTE EN MUCHOS PAÍSES. Mal, Francisco, muy mal.

Por cierto, Francisco, la única “agresividad” es la Homofobia que destila el Catecismo y las actitudes jerárquicas como este documento o los despidos de trabajadores y profesores de religión causados por la orientación sexual . Nosotros somos de esos “homosexuales malos” que no nos vamos a callar, que no vamos a vivir escondidos y que vamos a seguir reclamando nuestros derechos dentro y fuera de la Iglesia y denunciando LO QUE SÍ ES UN AUTÉNTICO ESCÁNDALO: El silencio ante la persecución de las personas LGTB (Ni una palabra tuya Francisco, ni una sola) y la connivencia de las iglesias con genocidas como Mugabe, al que se le pone alfombra roja en el Vaticano mientras que jamás se ha recibido a un colectivo homosexual.

¡Déjense de monsergas de sacristía acerca de la “misericordia” y el “respeto y la acogida” y respeten, sin más, nuestros derechos”.

Este jueves se presentó en el Vaticano el resultado de la consulta global encargada hace unos meses a las diócesis católicas de cara al Sínodo extraordinario sobre la Familia que tendrá lugar en octubre. Un proceso que despertó la esperanza de los católicos más aperturistas, que se movilizaron para hacer llegar a Roma una visión de la sensibilidad de los fieles distinta a la que habitualmente transmiten los “cauces oficiales” de la jerarquía católica. Medios de todo el mundo se han hecho eco de la supuesta renovación que el documento transmite a la hora de abordar la realidad de las parejas homosexuales y de las familias que conforman. Lo cierto es tras su atenta lectura el texto no aporta novedad alguna de fondo respecto a la que ya era doctrina oficial de la Iglesia católica, aunque debe concederse que al menos “oficializa” el reconocimiento de una realidad que le resulta incómoda.

A los muy interesados recomendamos la lectura íntegra del texto, disponible en castellano en la página web del Vaticano. El apartado referido a las uniones entre personas del mismo sexo es el capítulo III de la II parte (puntos 110 a 120). Por su interés, no obstante, hacemos ahora un análisis relativamente pormenorizado.

Sobre el reconocimiento civil de las uniones entre personas del mismo sexo, el documento se limita a recoger los diferentes escenarios a los que se enfrenta la Iglesia católica, que agrupa en tres contextos. El primero, “aquel en el cual prevalece una actitud represiva y que penaliza el fenómeno de la homosexualidad en todas sus facetas. Esto vale en particular donde la manifestación pública de la homosexualidad está prohibida por la ley civil”. El segundo, “aquel en el cual el fenómeno de la homosexualidad presenta una situación fluida. El comportamiento homosexual no se castiga, sino que se tolera mientras no sea visible o público. En este contexto, normalmente, no existe una legislación civil respecto a las uniones entre personas del mismo sexo”. El tercer contexto sería “aquel en el cual los Estados han introducido una legislación que reconoce las uniones civiles o los matrimonios entre personas homosexuales”.

Reconocidos estos tres contextos, la valoración de cada uno de ellos es muy diferente. Sobre el primero, ni una palabra de reproche. El documento se limita a recoger que según algunas respuestas del cuestionario “también en este contexto hay formas de acompañamiento espiritual de las personas homosexuales que buscan la ayuda de la Iglesia”. Sobre el segundo, el documento sí que recoge la preocupación de la Iglesia por el hecho de que “especialmente en Occidente, en el ámbito político hay una orientación creciente hacia la aprobación de leyes que prevén las uniones registradas o el denominado matrimonio entre personas del mismo sexo. En apoyo de esta visión se aducen motivos de no discriminación; una actitud que los creyentes y gran parte de la opinión pública, en Europa centro oriental perciben como una imposición de parte de una cultura política o ajena”.

Las palabras más duras son las que el documento dedica al tercer contexto. “Hay países en los que se debe hablar de una auténtica redefinición del matrimonio, que reduce la perspectiva sobre la pareja a algunos aspectos jurídicos, como la igualdad de derechos y la ‘no discriminación’, sin que haya un diálogo constructivo sobre las cuestiones antropológicas implícitas, y sin centrarse en el bien integral de la persona humana, en particular, el bien integral de los niños en el seno de estas uniones”, señala el documento.

Recomendación velada contra “las reacciones extremas

Cuando de hacer una evaluación de la respuesta de las iglesias particulares se trata, el documento insiste en que todas ellas “han expresado su opinión en contra de una ‘redefinición’ del matrimonio entre hombre y mujer mediante la introducción de una legislación que permita la unión entre dos personas del mismo sexo, pero sí reconoce “la impresión de que las reacciones extremas respecto de estas uniones, tanto de condescendencia como de intransigencia, no han facilitado el desarrollo de una pastoral eficaz, fiel al Magisterio y misericordiosa con las personas interesadas”.

El documento también reconoce que “en los países en los que existe una legislación de las uniones civiles, numerosos fieles se muestran a favor de una actitud respetuosa, que no juzgue a estas personas, y en favor de una pastoral que trate de acogerlas”, aunque se apresura a añadir que “esto no significa, sin embargo, que los fieles estén de acuerdo con una equiparación entre matrimonio heterosexual y uniones civiles entre personas del mismo sexo”.

El documento también muestra su preocupación por lo que considera “promoción de la ideología de gender” [sic], “que en algunas regiones influye incluso en el ámbito educativo primario, difundiendo una mentalidad que, detrás de la idea de eliminación de la homofobia, en realidad propone una subversión de la identidad sexual”.

Dos tipos de homosexuales: los que “no dan escándalo” y los que hacen “publicidad activa”

“En relación a la posibilidad de una pastoral” para las parejas homosexuales, el documento distingue entre “las que han hecho una elección personal, a menudo sufrida, y la viven con delicadeza para no dar escándalo a otros” (el homosexual bueno y digno de misericordia, podríamos interpretar) y “un comportamiento de promoción y publicidad activa, habitualmente agresiva”. Muchas conferencias episcopales habrían mostrado su preocupación por no saber como actuar al respecto. “El gran desafío será desarrollar una pastoral que logre mantener el justo equilibrio entre acogida misericordiosa de las personas y acompañamiento gradual hacia una auténtica madurez humana y cristiana”, añade el texto. “Las observaciones demuestran que no existe todavía un consenso en la vida eclesial respecto a las modalidades concretas de la acogida de las personas que viven estas uniones”, repite después.

El documento insiste, eso sí, en la necesidad de abordar “el desafío de la educación sexual en las familias y en las instituciones escolares, particularmente en los países en los que el Estado propone, en las escuelas, una visión unilateral e ideológica de la identidad de género”. Según el documento, “en las escuelas o en las comunidades parroquiales, se deberían activar programas formativos para proponer a los jóvenes una visión adecuada de la madurez afectiva y cristiana, con la que afrontar también el fenómeno de la homosexualidad”.

Sobre los hijos de familias homoparentales

Sobre los hijos de familias homoparentales, el documento señala que ”las respuestas recibidas se pronuncian en contra de una legislación que permita la adopción de niños de parte de personas en unión del mismo sexo, porque ven en riesgo el bien integral del niño, que tiene derecho a tener una madre y un padre, como ha recordado recientemente el Papa Francisco“.

El documento reconoce sin embargo que existe una realidad y se plantea la problemática que supone que “las personas que viven estas uniones pidan el bautismo para el niño”, y en este sentido señala que “las respuestas, casi por unanimidad, subrayan que el pequeño debe ser acogido con la misma atención, ternura y solicitud que reciben los otros niños”. Eso sí, el documento advierte que “la Iglesia tiene el deber de verificar las condiciones reales para la transmisión de la fe al niño. En el caso de que se nutran dudas razonables sobre la capacidad efectiva de educar cristianamente al niño de parte de personas del mismo sexo, hay que garantizar el adecuado sostén”. El documento considera que ”la ayuda” en este caso podría venir “de otras personas presentes en su ambiente familiar y social. En estos casos, el párroco cuidará especialmente la preparación al posible bautismo del niño, incluso con una atención específica en la elección del padrino y la madrina”.

Ningún cambio doctrinal

Intentando ver el vaso “medio lleno”, el documento tiene interés en tanto que por primera vez, al menos de forma tan abierta, la jerarquía católica reconoce la existencia de una realidad que hasta ahora simplemente negaba públicamente, la de las familias homoparentales. Es cierto que no les reconoce expresamente el carácter de familia, pero la inclusión del tema en el principal documento preparatorio del que será Sínodo extraordinario sobre la Familia es significativa. Falta por ver qué respuesta dará el Sínodo, aunque no es esperable que vaya más allá de un documento que pese a venderse como la síntesis de las respuestas recibidas al cuestionario en realidad es un texto trabajado al que se ha imprimido una clara orientación.

Reconocido esto, pocas más cosas positivas pueden decirse. Pese al bombardeo mediático sufrido en estos dos días sobre una supuesta apertura de la Iglesia a las personas homosexuales, por lo que a este tema se refiere el texto no se desvía un ápice de la doctrina oficial de la Iglesia católica. Eso sí, su presentación puede considerarse un nuevo éxito mediático del pontificado de Francisco, un papa que se está revelando como un personaje extremadamente hábil a la hora de manejar la política comunicativa y lograr parabienes por parte de los grandes medios, que al menos en España se muestra cada vez más acríticos.

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Roma expulsa del sacerdocio al ex nuncio en República Dominicana Wesolowski por pederastia

Domingo, 29 de junio de 2014
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Turismo Sexual: Vergüenza Mundial

El proceso penal sólo comenzará cuando la sentencia sea definitiva

Pagaba por mantener relaciones sexuales con menores de República Dominicana

El que fuera nuncio en la República Dominicana entre enero de 2008 y agosto de 2013, el polaco Jozef Wesolowski, acusado de pederastia durante su estancia en ese país, fue expulsado del sacerdocio tras un proceso canónico, informó hoy el Vaticano.

El proceso celebrado ante la Congregación de la Doctrina de la Fe (el ex Santo Oficio) concluyó en los pasados días y ahora el sacerdote tendrá dos meses para recurrir la sentencia, agregó la Santa Sede.

El proceso penal ante los órganos judiciales vaticanos, al ser Wesolowski un diplomático de la Santa Sede, comenzará sólo cuando la sentencia del Santo Oficio sea definitiva, añade la nota.

El Vaticano destituyó a Wesolowski de su cargo a finales de agosto del año pasado y abrió una investigación, después de que el arzobispo de Santo Domingo, el cardenal Nicolás López Rodríguez, informara al papa Francisco de las acusaciones que recaían sobre el nuncio.

En estos meses ha habido críticas sobre la libertad de la que gozaba Wesolowski, de 65 años, que volvió a Roma a pesar de las acusaciones que pesaban sobre él.

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, explicó que “hasta ahora tuvo una relativa libertad de movimiento en espera de que la Congregación para la Doctrina de la Fe procediese a comprobar la base de los cargos de los que se le acusaba”.

Lombardi agregó que tras esta primera sentencia “serán adoptadas medidas adecuadas a la gravedad del caso y para que no pueda eludir otros procesos penales, aunque no citó en qué consistirán estas medidas.

El obispo auxiliar de Santo Domingo, Víctor Masalles, expresó hace unos días su indignación tras ver paseando por una calle de Roma al exnuncio Jozef Wesolowski,

Además del proceso penal que afrontará en el Vaticano, tanto la Justicia polaca como la República Dominicana han presentado cargos contra el exnuncio por los casos de pederastia.

El Vaticano, aunque precisó que se trata de un diplomático, subrayó en el pasado que ninguna fiscalía ha pedido la extradición de Wesolowski.

El escándalo lo descubrió un reportaje del programa de investigación de la periodista Nuria Piera, transmitido por los canales de televisión 9 y 37 de la República Dominicana, en el que se aseguraba que Wesolowski supuestamente pagaba por mantener relaciones sexuales con menores en el país.

Tras el programa, el cardenal dominicano Nicolás de Jesús López Rodríguez informó de que había comunicado directamente al papa francisco las denuncias sobre Wesolowski y calificó el asunto de sumamente grave.

Fuente Religión Digital

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La religión está vinculada con un mayor riesgo de suicidios de gays, lesbianas y bisexuales

Domingo, 29 de junio de 2014
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noticias_file_foto_814153_1403875053Desde luego, habrá experiencias de todo tipo… 

Gays, lesbianas y bisexuales que fueron asesorados por un líder religioso o espiritual son más propensos a intentar suicidarse que aquellos que no buscan tratamiento para afrontar su sexualidad. Así se desprende de un nuevo estudio pionero realizado por el prestigioso Instituto Williams y que pone de manifiesto que las personas LGBT que recibieron tratamiento de un profesional médico no son menos propensos a intentar suicidarse que aquellos que no buscan ayuda. Sin embargo, la ayuda de consejeros de carácter religioso está asociada con un mayor riesgo de tendencia suicida. El estudio, titulado “El Papel de la búsqueda de ayuda en la prevención de intentos de suicidio entre las lesbianas, gays y bisexuales”, está co-escrito por Ilan H. Meyer, del Williams Institute y de la Escuela de Derecho de UCLA, Merilee Teylan, de la Facultad de Medicina y de la Universidad de Harvard, y Sharon Schwartz, del Departamento de Epidemiología de la Universidad de Columbia.

El estudio es el primero en examinar si la búsqueda de diversas formas de tratamiento de salud mental se asocian con una menor probabilidad de un intento de suicidio en un grupo diverso de adultos LGB. Se estima que sólo alrededor del 16 por ciento de las personas LGBT que hicieron un intento serio de suicidio buscó tratamiento de salud mental de un profesional de la salud antes del intento y alrededor del 13 por ciento buscó tratamiento religioso o espiritual antes.

“Los resultados son preocupantes porque la búsqueda de tratamiento es una estrategia de prevención recomendada contra el suicidio y los resultados de este estudio muestran efectos más positivos para las personas que solicitaron tratamiento de un especialista en salud. Más preocupante es la constatación de que las personas que solicitaron asesoramiento religioso o espiritual tenían mayores probabilidades de intentar suicidarse más tarde que aquellos que no buscan tratamiento en absoluto”, asegura el co-autor, Ilan H. Meyer, del Instituto Williams, un erudito de la política pública.

Y agregó: “Se necesitan más estudios para evaluar la eficacia del tratamiento para las personas LGBT con ideas suicida para la prevención de futuros intentos pero, incluso sin mayores estudios, los funcionarios de salud pública y profesionales de la sanidad deben garantizar que las personas LGBT que buscan tratamiento de salud mental, ya sea en los centros médicos o religiosos, reciben un asesoramiento competente que cubra sus necesidades‘.

Los datos analizados en el estudio fueron obtenidos como parte del Proyecto Stride, un gran estudio epidemiológico que investiga la relación entre el estrés, la identidad y la salud mental en la población LGB y heterosexual.

Como datos relevantes del estudio hay que destacar que el 17% de los encuestados informó de un intento de suicidio. El promedio de la edad de los intentos de suicidio coincidió con los principales hitos de la vida de una persona (por ejemplo, la edad en que reconocemos nuestra identidad sexual).

El primer intento de suicidio se produce a una edad media de 17 años. Las personas cuyo primer intento de suicidio fue a mayor edad (después de la adolescencia) también habían salido tarde del armario.

El estudio también hace comparativas entre las razas y las etnias. Según se desprende, una proporción significativamente mayor de caucásicos LGB, un 58%, buscó tratamiento de profesionales de la salud médica y mental antes de un intento de suicidio, frente al 12% de los adultos de color y el 17% de latinos, pero significativamente más negros (24%) que blancos (8%) y (7%) de latinos buscaron tratamiento de consejeros religiosos o espirituales antes de un intento de suicidio.

El estudio se realizó en la ciudad de Nueva York entre los años 2004 y 2005, con el apoyo del Instituto Nacional de Salud Mental.

El Instituto Williams, fundado en 2001, se dedica a realizar una investigación rigurosa e independiente de la orientación sexual, de la ley de identidad de género y de las políticas públicas en EE.UU. Lo conforman un grupo de expertos nacionales en Derecho de UCLA, la Universidad de California, en Los Ángeles.

El Instituto se creó gracias a la generosa donación del empresario, académico y filántropo, Charles R. “Chuck” Williams, que aportó 2,5 millones de dólares a la causa. La mayor contribución económica dada a cualquier institución en apoyo de un programa académico de estudio orientado a gays y lesbianas. Durante la última década, la institución ha recibido 13 millones de dólares para financiar sus trabajos.

El estudio completo, “El papel de la búsqueda de ayuda en la prevención de intentos de suicidio entre lesbianas, gays, y bisexuales” ya está disponible, si quieres leerlo pincha sobre este enlace.

Fuente Ragap

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