‘Ser gay es delito en mi país’: Salvadoreño recibe asilo político y residencia por acoso a su orientación sexual.
Desde el mes de abril, Reynaldo Villatoro es residente de Estados Unidos. | Foto: SELENE RIVERA / HOY
“No jugaba con carritos y no me gustaba jugar rudo. En el hogar, yo era callado y obediente. En la calle no quería ni respirar; todo para no verme amanerado y despertar sospechas, porque para muchos, ser gay es delito en mi país”.
REYNALDO VILLATORO Víctima de discriminación
Reynaldo Villatoro saca orgulloso de su cartera la “green card” que recientemente le otorgó el Servicio de Inmigración y Ciudadanía de Estados Unidos (USCIS), y arroja una carcajada de felicidad e incredulidad.
“Finalmente soy residente… tengo papeles”, dice sosteniendo la tarjeta que había añorado desde el 2010, cuando recibió un asilo político nada menos que por la persecución que sufrió en su país debido a su orientación sexual.
De acuerdo con USCIS, las únicas personas que califican para obtener asilo son las que pueden demostrar que son víctimas de persecución por su raza, religión, nacionalidad, opinión política o por pertenecer a un grupo social bien definido.
Aparte de este reglamento, no existe otro que indique que una persona puede obtener asilo por alguna otra razón como la orientación sexual o la violencia que se vive en su país. De igual manera, toda persona que entra al país sin documentos o quiere obtener el asilo debe de someter su solicitud dentro del plazo de un año de haber entrado, lo que Villatoro no hizo.
Todo parecía estar en su contra, y es por eso que, cuando habla de su proceso y finalmente muestra su tarjeta de residencia, se emociona. No lo puede creer.
La batalla por ser homosexual
Desde el 2010 hasta el 2012, por lo menos 20 personas fueron asesinadas debido a su orientación sexual en El Salvador. Ninguno de estos casos ha sido resuelto, según el periódico en línea elmundo.com. En el 2013, otros cinco asesinatos se hicieron públicos en este país, según el sitio de noticias elsalvador.com.
“Mi futuro era la muerte; tenía que escapar”, dice Villatoro, quien supo desde muy pequeño que no era como cualquier otro niño.
“No jugaba con carritos y no me gustaba jugar rudo. En el hogar, yo era callado y obediente. En la calle no quería ni respirar, todo para no moverme amanerado y despertar sospechas, porque para muchos, ser gay es delito en mi país”, señala ahora el residente de Los Ángeles.
Villatoro empezó a sufrir discriminación a la edad de 10 años, cuando los niños de su escuela y su vecindario se empezaron a dar cuenta de que actuaba diferente.
“Los niños no querían jugar conmigo, se burlaban, me aventaban y me decían palabras para ofenderme, como ‘mariquita’, ‘niña’ o ‘Vanessa’, un personaje en una telenovela popular de aquel entonces”, señala. “Ahora se me hace gracioso, porque me acepto tal y como soy; pero en aquel tiempo me dolía mucho lo que me decían”.
Con el paso del tiempo, el acoso empeoró, a tal grado que Villatoro fue golpeado varias veces al salir de la escuela. Simplemente salir de su hogar era un suplicio; las burlas, la agresión física y el temor de ser atacado y asesinado por las pandillas eran una pesadilla diaria.
“Llegó un momento en que tenía que mentir ante la sociedad y comportarme como un hombrecito” dice Villatoro.
Cansado de temer por su vida, el joven partió a los 27 años de edad a Los Ángeles, donde desde el 2001 hasta el 2004 obtuvo el Estatus de Protección Temporal (TPS). Al volver a aplicar a este permiso para el siguiente año, el privilegio le fue negado por haber proveído un nombre diferente al que sometió cuando llegó al país.
El inmigrante pudo solucionar el problema pidiendo un perdón y pagando una multa. No obstante, al acudir a un abogado de la radio, éste le robó $6,500, y luego le aseguró que tenía orden de deportación.
Con la deportación en la mente y sin dinero en el bolsillo, Villatoro acudió a la organización de ayuda para los inmigrantes ASOSAL, donde fue referido a la abogada Marta Canossa.
Empieza la lucha por la estadía en el país
Cuando el caso de Villatoro fue revisado, se enteró de que no existía tal orden de deportación, y una vez más empezó a pedir la devolución de su dinero, aunque éste nunca le fue otorgado.
Al ver que no había respuesta, el salvadoreño sometió su aplicación de asilo político.
“Este era un caso muy especial, porque para pedir asilo político es necesario someter tus trámites dentro del primer año que llegas a este país”, dice la abogada Canossa. Sin embargo, Villatoro ya llevaba varios años luchando para quedarse a vivir en Estados Unidos, ya que regresar a su país podría costarle la vida, agregó la abogada.
Después de revisar el caso de Villatoro, un juez de la Oficina Ejecutiva para la Revisión de Inmigración del Departamento de Justicia le otorgó la protección bajo el Tratado de las Naciones Unidas en Contra de la Tortura. Con este tratado, no se puede ejecutar la orden de deportación, y la persona obtiene un permiso de trabajo. Lo negativo de esta protección es que Villatoro no iba a poder salir de Estados Unidos.
Villatoro volvió a pelear su caso para obtener el asilo, y finalmente éste le fue otorgado a fines del 2010. En mayo del 2013, el inmigrante pidió su ajuste para la residencia, mismo que le fue otorgado a fines de abril del 2014.
Asilo
USCIS no tiene especificado un documento que indique que las personas con orientación homosexual, transgénica o bisexual pueden pedir asilo. No obstante, el caso de Villatoro fue peleado “por pertenecer a un grupo social bien definido”.
En este caso, el grupo social de Villatoro es el de los homosexuales, indica la licenciada en derecho. El asilo político por este argumento puede ser extremadamente difícil de obtener, pero no es imposible, dice la abogada.
Por ello, se le aconseja a la comunidad no someter sus casos a la ligera, ya que aquellos que deciden solicitar asilo son obligados a defenderse en la corte con casos sólidos, la mayor cantidad de testigos y muchas pruebas de persecución y agresión, como demandas legales, reportes policiales, amenazas directas de muerte, declaraciones de vecinos y familiares que constaten el argumento del porqué pide el asilo, fotografías, recortes de artículos de periódicos que expongan el acoso a un grupo particular y, de ser posible, los testimonios de doctores o sicólogos, según la abogada.
De no someter los documentos requeridos, la persona está expuesta a la orden de deportación.
Por su parte, una representante de USCIS dijo que esta entidad federal no puede comentar sobre casos específicos. Sin embargo, dio a HOY estadísticas de algunos inmigrantes de Latinoamérica que pidieron asilo estando dentro del país sin distinguir qué tipo de asilos fueron solicitados.
“Aunque no puedo ir a El Salvador, ya puedo reencontrarme en otro país con mi madrecita que dejé de ver hace muchos años. Con mi residencia ya no le temo a nada”, dice Villatoro.
Mientras tanto, la Oficina Ejecutiva para la Revisión de Inmigración del Departamento de Justicia brindó las estadísticas de salvadoreños que pidieron asilo por diversas razones en una entrada al país.
En el 2011 se sometieron 2,870 peticiones; sólo 137 fueron otorgadas y 1,141 fueron rechazadas.
En el 2012, el número de peticiones sometidas fue de 3,337, de las cuales 158 fueron aceptadas, y 971 fueron rechazadas. En el 2013 se sometieron 4,291 solicitudes: 181 fueron otorgadas y 1,186 fueron rechazadas.
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