Oh, muchacho de la pradera, de rostro curtido.
Del blog À Corps… À Coeur:
Oh, muchacho de la pradera, de rostro curtido,
Antes de que vinieras al campamento,
llegaron muchos regalos gratos,
Llegaron elogios y presentes, y alimento fortificante,
hasta que, por fín, entre los reclutas,
Llegaste tú, taciturno, sin nada que dar
-pero nos miramos, y en esta mirada,
¡oh sí! me diste más
que todos los regalos del mundo.
*
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