Dom 11. 5. 14. Buen Pastor, una forma de “gobierno” de la Iglesia.
Del blog de Xabier Pikaza:
He desarrollado ayer la imagen del pastor, analizando el evangelio de domingo 4º de Pascua (Juan 10,1-10), y un comentarista me ha dicho “agudamente” que he podido perder algún hilo de la trama, que resulta más compleja de lo que he pensado.
Le agradezco el comentario y sigo pensando sobre el tema, analizando desde ese fondo la forma distintiva de gobierno de la Iglesia. En ese contexto (cambiando el título anterior de la postal) he querido retomar y recrear las reflexiones de un antiguo libro sobre el tema (Hermanos de Jesús y servidores de los más pequeños, Mt 25, 31-46, Sígueme, Salamanca 1984) .
Me ocupé entonces del “gobierno pastoral” de la Iglesia, presidido por un Cristo que es Pastor Celeste… y representado en la tierra por un Papa que se presenta como Pastor supremo de la Iglesia. Por su parte, los obispos católicos se dicen pastores… Los curas en general se llaman “sacerdotes” (otro título complejo), aunque también son pastores….
De un modo significativo, los dirigentes de las comunidades protestantes (que no quieren llamarse sacerdotes, por el carácter sacrificial de esa palabra) se llaman en general Pastores (aún siento la extrañeza que me producía el hecho de que en tierras germanas protestantes me llamaran Herr Pastor).
Desde ese fondo me importa el “gobierno pastoral” de la Iglesia, y el hecho de que la acción ministerial cristiana se llame “pastoral”.
Papas, obispos y curas (con sus subordinados) “pastorean” a la Iglesia, como el pastor a su rebaño (así vemos en la imagen al papa, con cayado quizá poco pastoril, hablando de olor a oveja). Sin duda, ésta fue una imagen normal en oriente, en tiempo de Jesús. Pero hoy no resulta ya nada clara (a no ser en los concursos de pastor, perro y ovejas que siguen haciendo en mi tierra, como indica la primera imagen). Tres son a mi juicio los problemas vinculados con ella:
a) Jesús (el NT) utiliza la imagen del “pastor”, pero la invierte y transforma de un modo radical, de manera que el pastor al final es otra cosa. Quizá desde la misma Biblia habría que superar hoy la palabra pastor y la pastoral.
b) La imagen del pastor (convertida en programa de gobierno pastoral) puede ir en contra del mensaje y proyecto de Jesús, fundado en la fraternidad y en la comunión entre los hombres (a partir de los últimos), más que en el cuidado del pastor, que se ocupa de unas ovejas inferiores.
c) Muy posiblemente, la imagen y tarea del pastor/pastoral tendría que superarse en la actualidad, pues no responde a nuestra experiencia de la vida, ni al mensaje de fondo de Jesús.
Así dejo el tema abierto, planteando una cuestión de fondo y volviendo a enhebrar el hilo de la trama del pastor, como me pedía ayer un comentarista. Buen domingo a todos.
1. GOBIERNO PASTORAL, GOBIERNO PERSONAL
La Biblia (el NT) ofrece unas imágenes de rico simbolismo, no para quedarse en ellas, sino para superarlas de un modo paradójico. Lo malo de una parte de la práctica eclesial es que ha codificado esas imágenes y se ha quedado en ellas, sin asumir la dinámica del Jesús y del NT. Pienso que el autor que más sagazmente a estudiado el tema ha sido M. Foucault, en varias obras donde estudia el tipo de gobierno pastoral y democrático.
1. Gobierno pastoral.
Es más propio de los imperios de oriente, y ha sido especialmente destacado por los israelitas en el AT, donde presentan a Dios como un Pastor que va guiando al pueblo de Israel por el desierto… Los reyes son auténticos pastores, como seguiré viendo. Éstos son (según M. Foucault) los rasgos principales de un gobierno pastoral:
“1. El pastor ejerce el poder sobre un rebaño más que sobre un territorio. […] Dios da, o promete, una tierra a su rebaño.
2. El pastor reúne, guía y conduce a su rebaño. […] basta con que el pastor desaparezca para que el rebaño se disgregue; o dicho en otros términos, el rebaño existe
gracias a la presencia inmediata y a la acción directa del pastor […].
3. El papel del pastor consiste en asegurar la salvación de su grey. […] No se trata únicamente de salvar a todos, a todos en conjunto, cuando se aproxima el peligro,sino que es más bien una cuestión de benevolencia constante, individualizada y orientada a un fin. […] constante, ya que el pastor vela por la alimentación de su rebaño; cotidianamente satisface su sed y su hambre. […] individualizada, ya que el pastor vela para que todas sus ovejas, sin excepción, sean recuperadas y salvadas.
4. […] el ejercicio del poder es un “deber”. […] la benevolencia pastoral está mucho más próxima de la “abnegación”. Todo lo que hace el pastor lo hace por el bien del rebaño. Tal es su preocupación constante. Cuando sus ovejas duermen él vela.”
( Cf. M.Foucault, Omnes et sigulatim: hacia una crítica de la razón política en La vida de los hombres infames, Ed. Altamira, Argentina 1996, 182-183, 204)
Éste es, por tanto, un gobierno de “dictadura ilustrada”. El pastor sabe lo que necesitan sus ovejas, por eso las cuida y dirige desde arriba, las alimenta y las cuida. Más aún, el pastor vela por las ovejas, tiene responsabilidad sobre su vida y su misma “conciencia” (si son ovejas humanas), de manera que no hay reciprocidad entre pastor y ovejas. El pastor puede “cuidar” muy bien a las ovejas, pero está arriba siempre.
El pastor está solo a la cabeza del rebaño y su trabajo consiste en velar por la alimentación de sus animales; en cuidarlos cuando están enfermos; en servirse de la música para reunirlos y guiarlos; en organizar su reproducción preocupándose de obtener la mejor descendencia…
El pastor ejerce por tanto un “dominio” bueno de dirección (y de sumisión) sobre los súbditos, a los que dirige en sentido físico y psíquico, religioso y social… (pero es un gobierno no personal, y en el fondo acaba siendo no cristiano). En esa línea, los “pastores” de la Iglesia se han sentido llamados a “salvar” a las ovejas desde arriba, con autoridad superior, como guías que saben lo que ellas necesitan
En esa línea se podría decir que un tipo de pastoral de la iglesia ha sido pre-cristiana, pues ha tomado los rasgos del pastor del AT y de los reinos orientales, y no la novedad de Jesús, que utiliza la imagen del pastor para superarla por dentro. Un tipo de pastoral de la iglesia, por su forma de entender la autoridad propia de los pastores y la sumisión de las ovejas, evidentemente para su bien (se dice), no es cristiana.
2. Un gobierno personal
A partir del evangelio de Jesús (y desde una perspectiva que ha sido desarrollada después por la misma Iglesia cristiana, fundándose en la experiencia democrática de Grecia) se puede hablar de un gobierno personal, fundado en la palabra y en el diálogo.
El que gobierna (en la línea de la imagen desarrollada por Jn 10 y Jn 15) no es un pastor que dirige desde arriba a las ovejas, sino un amigo que dialoga con amigos, un hombre libre que comparte el camino con otros hombres libres.
Dejo abierto este tema, que necesita quizá más explicaciones, limitándome a releer desde esa perspectiva los textos del domingo.
2. RELECTURA DE LOS TEXTOS. PASTORAL SIN PASTORES NI OVEJAS
(1) Imagen bíblica. Punto de partida erudito
La figura del pastor y su rebaño pertenece al mundo cotidiano del antiguo oriente mediterráneo. Desde la perspectiva del Nuevo Testamento, ella culmina en Jn 10, 2-16 (el Buen Pastor) y en Mt 25, 31-46 (juicio final) y ha tenido gran influjo en la visión posterior de la iglesia cristiana que ha concebido a sus ministros como «pastores» y interpretado su acción ministerial como «pastoral».
Pastor es en oriente (Sumeria, Babilonia, Asiria…) el rey, que protege y guía sus rebaños de hombre, ayuda a los débiles, protege a los enfermos. Pastor es en el cielo Dios, aquel que cuida del rebaño grande de los hombres. Ésta es una imagen valiosa, pero corre el riesgo de establecer una distancia entre el guía-pastor que es el único individuo activo y el resto de los hombres, entendidos como rebaño pasivo.
Desde Abel, que fue el primer pastor asesinado (Gen 4, 2) y desde Yabel, hijo de Lamec, que fue padre de todos los que crían ganado y viven en tiendas (cf. Gen 4, 20), con los patriarcas, pastores de ganados (cf. Gen 13, 7; 26, 20; 46, 32), la Biblia está llena de pastores, aunque la cultura israelita dominante acaba siendo agrícola y urbana. En esa línea, el recuerdo de David, pastor de ovejas en los campos de Belén (1 Sam 16, 13; 17, 20), se ha mantenido vivo en la tradición mesiánica. Un salmo dice que Dios tomó a David de los rediles de ovejas, para hacerle rey de Israel, de manera que su oficio y tarea de pastor de ovejas sirve de base simbólica para entender su trabajo de pastor del pueblo (cf. Sal 78, 70).
Dios aparece como un pastor que cuida el rebajo de los hombres, especialmente de su pueblo Israel (Is 40, 11; 63, 11; Jer 30, 10 etc). El Antiguo Testamento sabe que Dios es pastor de Israel: «El Señor es mi pastor, nada me falta, por lugares tranquilos me hace reposar…» (Sal 23, 1; cf. Gen 49, 24; Jer 31, 10; 43, 12; Ez 34, 5.12, etc.). También los jefes de Israel reciben rasgos de pastor (cf. 2 Sam 7, 7; Jer 3, 23; Sal 78, 72), aunque parece que nunca se les atribuye directamente ese título, que será propio del Mesías: «Les daré un pastor único que los pastoree: mi siervo David; él les apacentará, él será su pastor. Yo, el Señor, seré su Dios y mi siervo David será príncipe en medio de ellos» (Ez 34, 23-24; cf. 37, 22.24; Jer 3, 15; 23, 4).
Pero esa imagen del pastor en el AT sigue estando abierta y termina expresándose en una línea de “ley compartida”. Dios es pastor que se expresa en una “ley” que las mismas ovejas comparten, dialogando entre ellas.
En el judaísmo rabínico la imagen del pastor termina siendo un recuerdo del pasado… En la actualidad, en el lugar del Pastor siempre ausente queda la Ley para todos… En esa línea se sitúa la mejor “filosofía política” de USA, por poner un ejemplo.
(2) Mt 25, 31-46. Pastor mesiánico, las ovejas menores.
La certeza de que Dios cuida a las ovejas y la promesa del nuevo pastor mesiánico de Ez 34, 11-14 forman el punto de partida de una visión teológico-simbólica que llega hasta Mt 25, 32, donde el pastor se identifica con las «ovejas» más pequeñas del rebaño. En el fondo está igualmente la imagen apócrifa de 1 Hen 89-90: el camino de Israel, desde el diluvio hasta el Mesías, aparece como historia de un rebaño; los miembros del pueblo son ovejas a las que Dios va guiando, superando los peligros, los rechazos y rupturas, hasta el tiempo en que llegue el salvador-mesías. Al referirse a Jesús, Hijo de Hombre, en la figura del pastor que separa a su rebaño, Mt 25, 32 se encuentra en la línea de ese viejo simbolismo.
La tradición del rey-pastor forma parte de la ideología política de Israel (cf. Ez 34, 23-24), donde Dios mismo aparece como pastor supremo del pueblo (cf. Sal 23, 1; 80, 1), conforme a una visión más propia de los reinos de oriente que de la democracia griega, donde los miembros del pueblo no aparecen ya como rebaño de un pastor, sino como grupo de hombres libres. Desde ese fondo se entienden los textos del Nuevo Testamento donde el Mesías toma rasgos de pastor, especialmente el de Mt 25:
«Cuando llegue el Hijo de hombre en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria y se congregarán delante de él todos los pueblos. Y separará a unos de otros como el pastor separa a las ovejas de las cabras; y pondrá a las ovejas a su derecha y a las cabras a su izquierda. Y entonces el rey dirá…» (Mt 25, 31 34).
La imagen es tradicional, pero el simbolismo de fondo será totalmente nuevo: aquí estamos ante un pastor que se identifica con sus ovejas; no manda sobre desde arriba, sino que vive y sufre en ellas. Estamos, evidentemente, en una línea de evangelio, que ha de entenderse desde la parábola de la oveja perdida (cf. Lc 15, 4-6, Mt 18, 12-14) y desde la gran alegoría de Jn 10, 1-16, donde las ovejas dejan de ser animales dirigidos por un guía superior y se vuelven amigos del pastor.
El pastor se identifica con las ovejas “menores”. El pastoreo se convierte en diálogo persona, desde la responsabilidad de la “ovejas superiores” (por decirlo así) hacia las “ovejas inferiores”.
La pastoral tiende a convertirse es un Servicio Social. En el lugar de la Ley (línea AT, USA), en la tradición democrática y social de Europa… el gobierno pastoral se identifica con el gobierno social.
(3) Pastor misericordioso, el Buen Pastor (Jn 10).
Podemos desarrollar las últimas reflexiones. Jesús toma la imagen del pastor y la recrea desde el evangelio. Así dice que se apiada de los hombres porque están «dispersos y perdidos, como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 36). En ese contexto se inscribe su acción misericordiosa, que viene a expresarse de manera privilegiada en la parábola del pastor:
«¿Quién de vosotros, teniendo cien ovejas y perdiendo una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va hacia la perdida hasta encontrarla? Y encontrándola la pone en sus espaldas con gran gozo y viene hasta su casa y llama a sus amigos y les dice: alegraos conmigo porque he encontrado a mi oveja perdida» (Lc 14, 3-6).
A Jesús le han acusado de comer con pecadores, perdonando y recibiendo en su mesa a los proscritos de la alianza (publicanos, prostitutas). Jesús se defiende contando esta parábola, en la que Dios (o el pastor mesiánico) viene a mostrar su solidaridad con las ovejas perdidas. En esa línea se sitúa el texto del buen pastor:
«Yo soy el buen pastor; el buen pastor entrega su vida por sus ovejas. El mercenario, el que no es pastor ni tiene a las ovejas como propias, ve venir al lobo y abandona, huyendo, a las ovejas; y así viene el lobo y las destroza y las dispersa. Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre. Así entrego mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil; las debo conducir, para que escuchen mi voz y de esa forma haya un rebaño y un pastor» (Jn 10, 11-16).
Siguiendo en la línea anterior, el pastor se ha convertido de alguna forma en padre y amigo del rebaño. Esta alegoría del Jesús pastor tiene tres rasgos o elementos principales.
(a) Elemento cristológico. Jesús es el auténtico pastor, aquel que puede conducir hasta la meta a su rebaño. Por eso se distingue de otros malos pastores, mercenarios, que han venido a presentarse como salvadores, siendo en realidad asalariados, que han querido aprovecharse del rebaño. Jesús es pastor que se vuelve amigo de las ovejas, pues dialoga con ellas. El mismo pastor se vuelve oveja, todos ovejas, todos pastores, dialogando en respeto y servicio mutuo.
(b) Hay un rasgo eclesiológico. Jesús es verdadero pastor porque conoce a las ovejas (hombres), dialogando con ellas en intimidad de corazón. Sólo así, sobre una base de conocimiento personal puede fundarse la comunidad de los salvados como iglesia donde todos tienen un lugar para vivir en plenitud. Jesús es pastor y puerta del rebaño; Jesús es guía y casa para las ovejas… Jesús es pastor haciendo a todos pastores. El rebaño de ovejas se convierte en comunidad de pastores, hablando cada uno con los otros, siendo cada uno puerta de vida para los demás.
(c) Hay, en fin, un rasgo pastoral/personal: la unidad del pastor con las ovejas refleja sobre la tierra el gran misterio del encuentro de Cristo con el Padre, tal como Juan lo ha desarrollado en Jn 20. De esa forma, llevado hasta el extremo, este signo del pastor nos saca del ámbito animal (pastoral) para situarnos en un plano intensamente personal, de comunicación afectiva. En ese contexto debemos añadir encargo de Jesús a Pedro a quien pide que «apaciente sus ovejas», es decir, que las conozca, que garantice un espacio de libertad y de diálogo para todas (Jn 21, 16-17).
En esa línea se dirá que los ministros de la iglesia son pastores que aman a las ovejas, dialogando con ellas como Buen Pastor, que es Cristo. Éste es el gobierno del diálogo. No de un pastor que organiza desde arriba la vida del rebaño, sino de un pastor que dialoga con el rebaño… de forma que al final el mismo gobierno es diálogo de todos… Guardar el rebaño es abrir espacio de diálogo entre todas las ovejas, en conocimiento mutuo.
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