Para el cardenal Angelo Bagnasco educar en la diversidad es un “lavado de cerebro”.
Que Dios le perdone esta canallada…
Los pequeños gestos de aperturismo hacia el colectivo LGTB del primer año de Pontificado de Francisco I se han ido al garete con las declaraciones públicas realizadas por el Arzobispo de Génova, Angelo Bagnasco, quien ha comparado la educación estatal en la lucha contra la homofobia en Italia a una dictadura totalitaria. El cardenal italiano opina que buscar soluciones al bullying homofóbico es, en realidad, ‘la forma de lavar el cerebro de los niños a tener prejuicios contra la familia, la paternidad, la fe religiosa y la diferencia entre los padres y las madres’.
De esta forma, monseñor Bagnasco se muestra absolutamente en contra de que el Gobierno Italiano ponga freno a los suicidios de jóvenes que se sienten intimidados por su entorno, incluyendo a profesores y compañeros de estudios, y considera que la campaña sólo sirve para ‘lavar el cerebro en la escuela a niños y adolescentes para ser amigos de personas LGBT y transformar los centros de enseñanza en lugares de adoctrinamiento y campos de reeducación’.
En un discurso publicado por el diario que es el altavoz de la Iglesia en Italia, Avvenire, Bagnasco criticó los folletos divulgativos gubernamentales cuyo objetivo es educar a los niños sobre el amor y la diversidad. El cardenal va más lejos e insta a los padres a posicionarse en contra de que a sus hijos se les enseñe estos conceptos y a no ‘ser intimidados’. El religioso italiano pide que “los padres tienen que defender a sus hijos contra la ideología de género”, insiste. “Es un importante deber de la sociedad – en todos los niveles y formas – no corromper a la juventud con ideas y ejemplos que ningún padre y madre querría para sus hijos‘.
Ante esta airada reacción, el Gobierno italiano se ha bajado los pantalones. Si el pasado 20 de marzo anunciaban las fechas para la organización de cursos formativos de capacitación en diversidad orientado a los profesionales de la educación, la fecha se ha pospuesto tras recibir las críticas del alto funcionario de la Iglesia Católica.
Una campaña que se había presupuestado en 10 millones de euros y que, de momento, no tiene fecha de inicio. Ahora se podrá decir oficialmente que los casos de acoso escolar que conduzca en Italia a cualquier niño u adolescente a plantearse el suicidio será responsabilidad directa de la Iglesia de Roma.
La Curia del Vaticano vuelve a afilar sus garras en la lucha contra la homosexualidad. Que el fanatismo religioso sea capaz de paralizar una iniciativa estatal califica a cualquier Gobierno de ‘títere servil’ y demuestra que los valores morales y éticos están muy alejados de una vetusta maquinaria vaticana incapaz de ver sus propias miserias e inútil para abrir los ojos ante las necesidades sociales.
Fuente Ragap
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