Tras el fallecimiento de Fred Phelps, líder y fundador de la homófoba iglesia baptista de Westboro, se han producido reacciones de todo signo. Dados la profunda intolerancia y el absoluto desprecio por los sentimientos ajenos de que hacían gala tanto él como sus acólitos en las diversas acciones públicas que llevaban a cabo, muchos han deseado pagarles con la misma moneda. Sin embargo, son de destacar las reacciones llenas de decencia y humanidad de tres de sus principales víctimas: los padres de Matthew Sheppard y el padre de Matt Snyder, que tuvieron que soportar en su día cómo Phelps y sus gregarios celebraban la muerte de sus hijos y los insultaban en su propio funeral.
Os lo venimos contando desde hace unos días, Fred Phelps, fundador de Iglesia Baptista de Westboro, se encontraba al borde de la muerte y en la madrugada del pasado miércoles fallecía, a los 84 años de edad, en un hospicio de Kansas en el que se encontraba internado por su familia. Ya lo anunció hace unos días en su perfil del Facebook Nathan, el hijo desterrado del clan y activista LGTB en Canadá. Denunciaba que le habían impedido despedirse de su padre. A pesar de ser una de las familias más odiada y homófobas de Norteamérica, defensores de los derechos de los gays se han opuesto a organizar convocatorias de protesta en el funeral de Phelps. Petición que estamos seguros que desobedecerán los seguidores de Templo Satánico. Amenazan con celebrar una ‘Misa Rosa’ para convertir en gay el espíritu del anciano homófobo.
Como informábamos hace unos días, la familia de Fred Phelps había comunicado el precario estado de salud del líder de la iglesia baptista de Wetsboro. Según su hijo Nate, que rompió su relación con la iglesia hace 37 años, su padre se encontraba en un hospital de caridad ubicado en Topeka, su ciudad de residencia. Nate Phelps también informaba que desde el pasado agosto de 2013 el fundador de la secta de Wetsboro había sido expulsado de la misma.
A pesar de las protestas de los actuales integrantes de la iglesia, que calificaban la información de rumor y a los periodistas que la difundían de “niñas de colegio a la espera de algún chisme”, finalmente se ha comunicado el fallecimiento del autoproclamado pastor religioso la noche del pasado miércoles.
Tanto Fred Phelps como su familia se dieron a conocer por campañas como “God Hate Fags” (Dios odia a los maricones), que incluían actos llenos de odio homófobo en funerales, donde insultaban a los fallecidos mientras agradecían a su Dios por su muerte. Por ello se esperaba una reacción semejante por parte de muchos a quienes estas acciones habían indignado.
Sin embargo, desde organizaciones como la National Gay and Lesbian Task Force se lanzaba un mensaje conciliador: “Fred Phelps no será extrañado por la comunidad LGBT, las personas con VIH o por los millones de personas decentes en todo el mundo que han encontrado lo que él y sus seguidores hacen profundamente hiriente y ofensivo”, declaraba la directora ejecutiva Darlene Nipper, aseverando que “a través de sus acciones, él trajo un innecesario dolor y sufrimiento a miles de familias, incluyendo a las familias de militares, en su momento de mayor dolor y duelo. Si bien es difícil encontrar algo bueno que decir de sus opiniones o acciones, ofrecemos nuestras condolencias a sus familiares en lo que debe ser un momento doloroso para ellos”.
Las palabras de sus víctimas
Una de sus víctimas es Albert Snyder, padre de un soldado fallecido en combate, durante cuyo funeral Fred Phelps y sus acólitos se manifestaron dando “gracias a Dios” por su muerte, por considerar que era una señal del odio de Dios hacia los Estados Unidos por su tolerancia hacia la homosexualidad, entre otras “abominaciones”. Snyder mantuvo un largo proceso contra la iglesia baptista de Westboro por esta acción, aunque finalmente el Tribunal Supremo de los Estados Unidos denegó su demanda, considerando que este tipo de manifestaciones están amparadas por la Primera Enmienda.
Tras haberle dado a conocer el estado terminal del pastor baptista, Albert Snyder era interrogado al respecto, declarando lo siguiente: “No me gusta la iglesia baptista de Westboro, no tengo nada bueno que decir de ellos, pero si en estos momentos, o cuando él muera, dijera algo malo sobre ellos, me pondría al mismo que él, y no quiero estar a su mismo nivel. No me gusta el odio”. Ante la idea de pagar con la misma moneda, Snyder consideraba que Fred Phelps “tiene el mismo derecho que todos deben tener a ser enterrado en paz. Dos errores no hacen un acierto.”
Otras de sus víctimas son Dennis y Judy Shepard, cuyo hijo Matthew fue brutalmente torturado y asesinado por ser gay. El horror por aquella muerte terrible ocasionó la aprobación de la ley contra los crímenes de odio que lleva su hombre. Los miembros de la iglesia baptista de Westboro se presentaron en un acto en su homenaje con carteles en los que se podía leer “Matt Shepard se pudre en el infierno”, y “No a la leyes especiales para maricones”.
Judy Shepard hablaba en estos términos sobre el fallecimiento del líder homófobo: “En cuanto a la muerte de Fred Phelps, Dennis y yo sabemos qué solemnes son estos momentos para cualquier persona que pierde a un ser querido. Por respeto a todas esas personas y por nuestro deseo de borrar el odio, hemos decidido no hacer más comentarios”.
De este modo, tanto Albert Snyder como Dennis y Judy Shepard han ofrecido a la familia del ahora fallecido la consideración, la humanidad y el respeto que en su momento muchos de ellos les negaron.
Su historia…
El Southern Poverty Law Center describe a la Iglesia Baptista de Westboro como posiblemente ‘el grupo de odio más detestable en América’. Su fundador, Fred Waldron Phelps, nació en Meridian, Misisipi, 13 de noviembre de 1929. Su padre fue un detective privado empleado por la línea de ferrocarriles cuyo su trabajo era prevenir que los pasajeros viajaran en los trenes ilegalmente. Fred recuerda que muchas veces su padre llegaba a casa “con sangre hasta los hombros”. La madre de Fred, Catherine Phelps, se quedaba en casa cuidando a los hijos. Todos en la familia eran miembros devotos de la Iglesia Metodista Episcopal del Sur. Catherine murió de cáncer de la garganta a la edad de veintiocho, cuando Phelps tenía ocho años. Ésta fue su primera experiencia significativa y una que parece haberle afectado enormemente. Poco después de la muerte de su madre, su tía abuela materna, Irene Jordan, se mudó con la familia y llegó a ser como una segunda madre para Phelps; ella murió en un accidente automovilístico en 1950, poco antes del vigésimo primer cumpleaños de Fred.
Tanto amigos como enemigos recuerdan al joven Phelps como un muchacho astuto y callado que era popular en la escuela secundaria, a pesar de que no era muy sociable con una clara tendencia de ser prepotente y arrogante. Como el mismo confesó, nunca salió con chicas ni tuvo ningún interés en miembros del sexo opuesto. En el anuario escolar de su año de graduación, sus compañeros de clase escribieron que llegaría a ser boxeador profesional.
Durante su adolescencia, los padres de Phelps le habían criado para ingresarse en el servicio militar; al graduarse fue admitido en la academia militar West Point. Se hizo amigo de otro muchacho, John Capron, con quien pasó la mayoría del tiempo. Fred le presentó a su hermana Marta-Jean, con quien finalmente se casaría John.
En la primavera de 1946, Phelps y Capron asistieron a un oficio religioso en la Iglesia Metodista East End de Meridian y se emocionaron con el sermón. Joe Clay Hamilton, un compañero de la escuela de Fred, recordaría años después: “Los dos aprendieron teología. Phelps y Capron se emocionaron mucho con la religión, tanto que no podían distinguir la realidad del idealismo”.
Ese sermón es lo que Phelps calificó su “despertar” para la creación de su Iglesia pero enfocada desde el fanatismo religioso, cargado de odio apasionado y tendencias excéntricas. Hizo de su slogan ‘Dios odia a los maricas’ una religión confeccionada a su medida.
En enero de 1947, Phelps abandonó West Point sin asistir a una sola clase. Su padre volvió a casarse con una mujer divorciada de 39 años llamada Olive Briggs. El hijo rompió las relaciones con su padre, citando prohibiciones bíblicas sobre el matrimonio con divorciados.
Aproximadamente un año después del nacimiento de Fred hijo, en el 54, la familia Phelps se mudó a Topeka, Kansas, donde Fred había sido invitado por el pastor Leaford Cavin, para servir como copastor en la Iglesia Bautista Eastside, una congregación bautista tradicional y conservadora que sin embargo no compartía ninguna de las ideas o prácticas que luego caracterizarían a Phelps. Sus feligreses le recuerdan con el sobrenombre de ‘reverendo del Infierno’. El espíritu de odio que caracterizaría la actitud de Fred se mostró en sus sermones casi inmediatamente. Por ejemplo, como una forma de animar a las esposas y a los niños a que se sometieran a la autoridad del padre en casa, Phelps sugirió que los padres los golpearan si fuera necesario; en otra ocasión fue obligado a pagar la fianza de un hombre al que había aconsejado golpear a su esposa en la cara hasta que “se sometiera”.
Los fundadores de la Iglesia Bautista Westboro estaban compuestos por miembros de la secta ‘Identidad Cristiana’ y del Ku Klux Klan. Una religión que ha evolucionado hasta transformarse en la fantochada que es hoy en día con apenas 100 seguidores, el 95% integrado por miembros del clan Phelps, que dedican su tiempo a manifestarse con total falta de respeto y del don de la oportunidad para culpar a los gays de todos los males que suceden en Norteamérica.
“Durante más de 20 años, Phelps y los miembros de su iglesia de Topeka han hostigado durante los duelos de personas gays fallecidas a sus familiares en cualquier punto de Kansas”, asegura Thomas Witt, director ejecutivo de la asociación Igualdad de Kansas. “Él y sus seguidores han mostrado un profundo desprecio por la intimidad y el dolor de los demás durante muchos años pero ahora es el momento de que nuestra comunidad supere la tristeza, la ira y los conflictos que esta familia sembró y demuestren al mundo que somos gente solidaria y compasiva que respeten la privacidad y la dignidad de todos“, concluyó el activista.
Por su parte, el actor y abogado gay, George Takei, cuando se enteró de la noticia del fallecimiento del patriarca de los Phelps dijo: “No siento ni consuelo, ni alegría por la muerte de este hombre. No vamos a bailar sobre su tumba, ni a llevar en su funeral carteles que digan “Dios odia a Fred”. Es tentador pero no puede ser. Fred era una alma atormentada que lo pagó con muchas personas. El odio nunca gana al final. En su lugar, va siempre un final solitario”.
Fuente Ragap y Dosmanzanas
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