Se cumplen 490 años de la bula papal para perseguir homosexuales en Aragón.
Leemos en Ociogay:
Los pecadores sufrirían la enajenación de sus bienes y serían sometidos a tortura
Un breve papal que otorgaba a la Inquisición aragonesa poder jurisdiccional sobre la sodomía, fuera o no herejía, fue promulgado hace 490 años tal día como ayer. Por su interés reproducimos el artículo aparecido en la web de la FELGTB: ”Los tribunales inquisitoriales aragoneses fueron muy activos en la persecución del conocido como «pecando nefando». Se sabe que entre 1540 y 1700 la Inquisición de Zaragoza procesó al menos a 791 individuos acusados de sodomía, y en los de Valencia se juzgaron a 379.
La disposición papal se produjo en respuesta a la solicitud realizada por Don Sancho de la Caballería, señor de alto rango en Zaragoza. Este noble denunció al tribunal inquisitorial por haberlo procesado injustamente por «sodomía». Clamaba su inocencia y que el tribunal inquisitorial no contaba con competencias sobre este tipo de delito.
El resultado fue el breve papal emitido en 1524 en el que se otorgaba jurisdicción sobre el delito de sodomía a todos los tribunales inquisitoriales aragoneses. Así una situación particular provocó un cambio que tuvo consecuencias más allá del reino de Aragón. Se fortalecía aún más el desprecio hacia un acto que se consideraba en contra de Dios, la Naturaleza y la comunidad.
Cualquier persona que fuera acusada de cometer el pecado de sodomía (aquel del que no se podía pronunciar su nombre), veía confiscados sus bienes y sometida a tortura para confesar su falta. Sin duda fue un útil instrumento para deshacerse de molestos enemigos, contrincantes o contestatarios.
A lo largo de la historia han sido muchos los argumentos presentados para justificar la persecución del amor entre personas del mismo sexo (religiosos, médicos, económicos, etc). El contexto socio-económico, los sistemas de producción y culturales son elementos que ayudan a explicar esa persecución. Sin embargo la evolución social, sobre todo el progreso en el valor dado a los derechos fundamentales de las personas, hace incomprensible e intolerable que se sigan manteniendo posturas que no respeten la igualdad de todas las personas, sin importar cual sea su orientación sexual o su identidad de género.
La jerarquía eclesiástica sigue manteniendo su férreo rechazo hacia el homoerotismo, intentando cuestionar su validez moral y social, mientras cierra los ojos a grandes injusticias e incluso delitos, algunos producidos dentro de la propia estructura de la Iglesia. Quizá sea hora de que los que juzgaron pasen a ser juzgados cuando alientan o justifican el odio y la discriminación”.
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