España es el décimo país en inclusión de gais en el Ejército.
Alberto Fernández (izda) y Alberto Marchena, el primer matrimonio gay de soldados españoles, en 2006. / Pablo Julia
Leemos en El País:
Isabel Ferrer. La Haya
Nueva Zelanda abre el listado de un centenar de países. Nigeria lo cierra.
Rusia, metida de lleno en el rechazo a la homosexualidad, ocupa el puesto 73
The Hague Centre for Strategic Studies, responsable del trabajo, lo remitirá a la ONU, OTAN y UE
Joshua Polchar, analista en el centro responsable del informe: Está claro que una persona que se define como parte del grupo LGBT trabajará mejor si se siente aceptada y no hay secretos sobre su situación
El primer índice mundial sobre la inclusión en las Fuerzas Armadas de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (designados bajo las siglas LGBT) sitúa a España en la décima plaza de una lista de 103 países. Nueva Zelanda y Nigeria abren y cierran una clasificación elaborada para facilitar al legislador el trabajo en pro de la aceptación del colectivo en unos Ejércitos cada vez más profesionalizados. Turquía, miembro de la OTAN, por ejemplo, los excluye al tacharlos de desequilibrados psíquicos. Neozelandeses, holandeses y británicos, por el contrario, cuentan con organizaciones de apoyo y sus miembros participan en sus respectivos desfiles del Orgullo Gai. El trabajo ha sido elaborado por The Hague Centre for Strategic Studies, un organismo independiente que asesora a Gobiernos, ONG y el sector privado, y será entregado a Naciones Unidas, UE y la propia Alianza Atlántica.
Para obtener el listado definitivo, el centro ha ordenado los datos relativos a la presencia del colectivo LGBT en el Ejército en torno a cinco categorías distintas: inclusión, admisión, tolerancia, exclusión y persecución. Así, los diez primeros países, muestran el esfuerzo realizado para apoyarles y aceptarles. Se trata de Nueva Zelanda, Holanda, Reino Unido, Suecia, Australia, Canadá, Dinamarca, Bélgica, Israel, Francia y España. Las dos últimas comparten la décima plaza, seguidas de Alemania, Noruega, Croacia, Uruguay, Argentina, Austria, Finlandia, la República Checa y Portugal. La primera gran potencia en aparecer es Estados Unidos, en el puesto cuarenta. Hasta la barrera del medio centenar hay diferentes grados de respaldo. Israel, de un lado, aplica a las parejas militares del mismo sexo mayores subsidios de los ofrecidos por las autoridades civiles. Del otro, Washington sigue tratando a los transexuales como enfermos y los despide.
China es la número 62 de la lista, India la 70 y Rusia la 73. Uganda, que acaba de imponer la cadena perpetua para los homosexuales, ocupa el puesto 97. Siria e Irán son la 101 y 102, respectivamente. Líbano, Afganistán, Emiratos Árabes, Marruecos, Omán, Camerún, Sudán o bien Ghana, les acompañan en la parte del catálogo más reacia a aceptar soldados homosexuales. El caso de Turquía es significativo. En el puesto 77, como miembro de la OTAN colabora con soldados y oficiales que sí pueden ser homosexuales procedentes de otros países de la Alianza. Cómo se arreglan sobre el terreno, es un asunto poco debatido en el seno de la organización militar resaltado por el estudio.
“La mayoría de los trabajos se centran en el impacto negativo de la presencia de homosexuales en las Fuerzas Armadas. El nuestro fue pedido por el ministerio holandés de Defensa, el primero en aceptar gais en sus filas hace cuarenta años, y hemos querido abrir el debate sobre los aspectos positivos de su aportación. El Ejército, no lo olvidemos, está acostumbrado a la diversidad, ya sea de raza, religión o género.”, asegura Joshua Polchar, analista en The Hague Centre for Strategic Studies.
El índice subraya que no se trata solo de un problema de derechos humanos. “Las Fuerzas Armadas del siglo XXI necesitan reclutar gente en función del talento y habilidades, no de su orientación sexual. Está claro que una persona que se define como parte del grupo LGBT trabajará mejor si se siente aceptada y no hay secretos sobre su situación”, añade Polchar. “De la cohesión resultante, sin amenazas de chantaje ni problemas de seguridad personal, se benefician todos”, concluye. El centro holandés prepara ya otro estudio donde hará recomendaciones para evitar problemas de ascenso, o de pensiones, entre los homosexuales en las Fuerzas Armadas.
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