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Dom 16 2 2014. Un Dios que se exige mucho (y mucho nos pide en amor).

Domingo, 16 de febrero de 2014

1653783_254809184696281_946588030_nDel blog de Xabier Pikaza:

Dom 6 tiempo ordinario, ciclo A. Mateo 5,17-37. El evangelio de Mateo, que ha crecido en diálogo interior con el judaísmo, ha presentado en seis antítesis (habéis oído que… pero yo os digo…) la novedad del evangelio, en contra de aquellos (judíos, cristianos, agnósticos…) que entienden la fe en Dios como pura estrategia de supervivencia propia (a costa de los otros).

En este contexto se plantean algunos de los elementos básicos de la vida cristiana, que empezaré exponiendo este domingo (de las dos últimas antítesis trata el evangelio del domingo que viene). El querido titular este post diciendo que “aquel que está peleado contra el prójimo ya le ha matado”.

Hay varias maneras de matar. Una de las más eficaces es oprimir al prójimo.

Para situar el tema (y adelantar los motivos del próximo domingo) he querido presentar a Dios ofreciendo su amor al mismo diablo. Parece evidente que este Dios del Sermón de la Montaña no está peleado con el Diablo, sino todo lo contrario… Es un Dios que se exige mucho a sí mismo, y que mucho nos pide a nosotros. Quien quiera ver más que siga leyendo. Buen domingo a todos.

a. Punto de partida, formulación general:

«No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque en verdad os que el cielo y la tierra pasarán antes de que deje de cumplirse ni una «yota» o una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así se lo enseñe a los hombres será muy pequeño llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 5, 17-20)

Se trata por tanto de una antítesis (o de una oposición) en el cumplimiento de la ley. Hay un cumplimiento legal de la ley, que para Mateo no es radical, ni responde a la voluntad de Dios; y hay un cumplimiento evangélico de esa misma ley, que Jesús ha radicalizado. Este pasaje recoge una extensa y dura polémica. Muchos cristianos (especialmente Pablo) no estarían de acuerdo con el planteamiento exterior de Mateo, diciendo que la ley ha cumplido ya su función y ha terminado (cf. Rom 10, 4).

Mateo piensa que la ley antigua (habéis oido…) ha cumplido su función, pero debe superarse; sólo subiendo de nivel, superando el plano de la pura ley, la verdadera ley encuentra su sentido.

— Jesús no ha venido a abolir y abrogar, como algunos judíos y judeo-cristianos afirman, sino para cumplirla, es decir, para llevar a plenitud lo que está latente en la ley.

— Cumplir la ley significa superarla. La interpretación de Jesús no destruye la Ley, sino que le da una consistencia mayor que la que tienen cielo y tierra. Por medio de esa nueva interpretación de la Ley, los cristianos que están en el fondo de Mateo se fueron separando de los fariseos, no para abandonar el judaísmo, sino para fundar una nueva y más honda interpretación de sus leyes básicas.

Las seis antítesis concretas.

En este contexto se entienden las seis antítesis que desarrollan la formulación anterior, antítesis que son para Mateo una aportación específica de Jesús al judaísmo (y al despliegue de la verdad del hombre. Quizá más que antítesis se podrían llamar síntesis, porque en general no niegan la ley anterior, sino que la profundizan.

(a) Mt 5, 21-26. No matar.

Texto base. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado.
Añadido eclesial. [Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “renegado”, merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.]

Lo que se dijo a los antiguos (¡no matar!) es para Jesús insuficiente. No basta con evitar el asesinato externo, sino que es necesario que los hombres superen todo tipo de ira y violencia contra el prójimo. El Papa Francisco ha interpretado esta antítesis en su Exhortación Evagelii Gaudium diciendo que el mundo capitalista “está peleado con los pobres”, condenado a muerte a millones de personas.

(b) Mt 5, 27-30. No adulterar.

Texto base. Habéis oído el mandamiento “no cometerás adulterio”. Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
Añadido eclesial. [Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.

Evidentemente, la ley condena el adulterio desde la perspectiva del esposo (porque a la mujer se le considera propiedad del varón), no por la posible maldad del placer erótico, sino para que sea posible un amor personal, permanente, entre el esposo y la esposa. Pues bien, Jesús no sólo se opone a un tipo de adulterio externo, sino que quiere que los esposos (varón y mujer) se quieran y deseen en plenitud, descubriendo y gozando en su deseo-amor la más honda riqueza de la vida. En amor en este plano es un compromiso de entrega total, de persona a persona, como Dios que se entrega en amor a los hombres

(c) Mt 5, 31-32. Ley de divorcio.

Texto base. Está mandado: “El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.” Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.]
Añadido eclesial: Excepto en caso de impureza (porneia, infidelidad o prostitución).

Va en la misma línea de la anterior. La ley en cuanto tal sirve para restringir el derecho absoluto del varón, al que se le pide ofrecer un documento legal a la mujer a la que despide. Pues bien, Jesús va en contra de esa ley, para situar el matrimonio en el plano del compromiso definitivo de amor de un hombre y de una mujer. Amor del todo y para todo tiempo, eso quiere Jesús que sea el matrimonio. En este contexto introduce Mateo la cláusula restrictiva «a no ser en caso de fornicación [porneia]», que puede entenderse de diversas formas, pero que sirve para destacar el valor de la unión matrimonial por encima de una norma legal; el matrimonio en sí es indisoluble, pero en el caso de que esté roto irremisiblemente por porneia no tiene sentido mantenerlo.

(d) Mt 5, 33-37. No perjurarás.

Texto base. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus votos al Señor”. Pues yo os digo que no juréis en absoluto
Añadido eclesial: [ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.] A vosotros os basta decir “si” o “no”. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.”

La ley exige mantener el juramento, como acto religioso (pues Dios mismo es quien avala los juramentos). La prohibición de Jesús (¡no jurarás!), matizada por el mismo Mt en otro contexto (Mt 23, 16-22), tiene un sentido básicamente religioso: Dios no está ahí para avalar los juramentos, sino que tiene valor en sí mismo, por encima de ese tipo de palabras sagradas. La verdad religiosa del hombre se sitúa en el plano de la vida profana, sin necesidad de introducir una palabra religiosa (de juramento) para ratificar por ella las relaciones humana.

Las dos siguientes antítesis aparecen el próximo domingo.

(e) Mt 5. 5, 38-42. Pasar de la ley del talión (ojo por ojo) a la no violencia. La Ley se sitúa en un plano de oposición, suponiendo que para vencer el mal hay que aplicar otro mal (ojo por ojo). De esa forma, la ley se sitúa en la línea del juicio, con la violencia que ello implica. En contra de eso, Jesús quiere que la vida de los hombres sea experiencia y expresión de gratuidad, renunciando de esa forma a la violencia.

(f) Mt 5, 43-47. Del amor al amigo al amor al enemigo. La ley aplica el talión en el campo de las relaciones humanas, dividiendo a los hombres en amigos y enemigos (en buenos y malos para mí). En contra de eso, Jesús presenta la vida como don creador, que puede abrirse a todos, superando la división de amigos y enemigos. En el fondo de las antítesis se expresa la oposición entre la ley (que sostiene lo que existe a través de la fuerza y la venganza) y la gracia (que entiende la vida como fidelidad personal y amor activo)).

El alcance de las antítesis.

En sentido estricto, Jesús no va en contra de la ley, ni discute sus implicaciones, matizando sus implicaciones (como hará la tradición rabínica de la Misná), sino que se sitúa por encima de ella: busca y ofrece un principio de gratuidad creadora, que va más allá de la ley, en la línea de un mesianismo de la gratuidad. Ciertamente, ha existido en Israel un mesianismo militar, vinculado a la figura del Hijo de David guerrero, como muestran los Salmos de Salomón.

Pero Jesús propone otro tipo de mesianismo, fundado en la fidelidad personal y el amor gratuito. Las antítesis pueden entenderse en un plano personal y social (eclesial), pero normalmente, los cristianos sólo las han entendido y aplicado en un plano personal, suponiendo que las instituciones (incluso la iglesia) sólo pueden subsistir aplicando la ley. En esa línea se encontraría ya la interpretación de Pablo en Rom 13, 1-10, cuando distingue la ley (plano social) y el amor (plano cristiano). Pero Pablo ha querido aplicar y ha aplicado los principios del amor a la vida eclesial, cosa que a veces las instituciones sociales de la iglesia posterior no han hecho

Ampliación: Dos casos concretos

1. Del no matar de la 1ª antítesis (no podemos ni airarnos contra el prójimo) al amor al enemigo de la 6ª (¿se debe perdonar al que mata?). ¿Cómo reaccionar ante el que mata: en plano social, en plano cristiano? El tema empieza en el momento en que se quera edificar una sociedad “sin poder coactivo” (¿sin juicio, ni cárcel? ¿sin ejército ni policía?). ¿Se puede construir desde el no airarse-perdonar al enemigo (asesino) una sociedad civil. ¿Qué hay más allá del bien-mal moralista, legalista: la pura jungla con la victoria del más fuerte)? ¿O la respuesta cristiana es puramente testimonial, provocativa…?

2. La excepción en el tema del divocio: a no ser porneia… Ese tipo de exepciónsólo se da en matrimonio, por lo específico del amor matrimonial. Para el caso de no oponerse al mal y de perdonar al enemigo no hay excepciones (¿o las hay? ¿qué haces en el caso de que están matando a un niño a tu lado? ¡quizá las hay pero no se pueden legislar). Sólo en el matrimonio se legisla la excepción; eso significa que el matrimonio es especial. Esa excepción va en contra de todo legalismo… Parece que quiere salvar precisamente el amor. Quizá se podrían distinguir casos: parece que el texto sólo permite nuevo matrimonio a un varón (o mujer) cuya otra parte le haya abandonado por porneia… De todas formas, es bueno que el texto haya quedado indeterminado

(Seguimos el próximo domingo)

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