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“Remar: ¿ONG, secta o multinacional?”, por Silvia Melero.

Jueves, 13 de febrero de 2014

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Por Silvia Melero

Los vecinos del barrio Rosales del Canal en Zaragoza se han movilizado contra la construcción de un macrocentro de Remar.

¿Qué es Remar? Diversos testimonios de personas que han pasado buena parte de su vida dentro de la organización hablan de explotación laboral, manipulación psicológica, irregularidades y falta de legalidad. Aparecen en el reportaje bajo seudónimo por deseo expreso. Remar se autodefine como una ONG cristiana evangélica que nació en España hace 30 años para atender a drogodependientes, ex reclusos y marginados. Hoy está presente en 70 países. Su líder promueve en sus predicaciones el sometimiento de las mujeres y la homofobia.

Varias entidades y expertos desacreditan sus métodos de rehabilitación de adicciones. Su entramado de asociaciones, empresas e iglesias del Cuerpo de Cristo se extiende por todo el país. Las administraciones públicas miran para otro lado y las organizaciones sociales con las que Remar asegura colaborar se desmarcan. ¿Qué hay detrás de esta asociación?

En algún cajón del Ministerio de Sanidad estará el informe ‘Drogas y sectas’ que Pepe Rodríguez hizo en 1988. En él, el doctor en Psicología por la Universidad de Barcelona informaba sobre Remar (Rehabilitación de Marginados), entre otros grupos. “Tenía poca implantación, aunque ya se veía que no tenían la menor capacitación para ofrecer atención adecuada a toxicómanos y seropositivos que, como en el resto de grupos estudiados, eran objeto de un adoctrinamiento intenso y sectario y usados como mano de obra gratuita, la vía de enriquecimiento opaco de las cúpulas que los controlaban”. En el Ministerio de Sanidad no han podido localizarnos ese informe. Responden que “la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas no tiene ninguna relación con Remar, que no goza de reconocimiento como entidad de interés público pues sus solicitudes han sido rechazadas y su modelo de intervención no se considera idóneo”.

Sin embargo, Remar lleva 30 años desarrollando su labor en toda España y se ha extendido a 70 países de los cinco continentes. Está registrada como asociación en el Ministerio del Interior, que no ha respondido a nuestras preguntas. Según Pepe, la organización supo aprovechar bien “el sector de negocios basado en el sufrimiento ajeno y la hipocresía pública, a juzgar por su imperio actual”.

Miguel Díez es el presidente y fundador de Remar, creador también de la Iglesia Cuerpo de Cristo (en España hay casi 80 templos). En sus predicaciones y libros incita a domar a las mujeres, que han de ser sumisas y obedientes. Y dice: “El hombre es siervo de Dios, la mujer es sierva del varón”, “el uso del preservativo priva a la mujer de la simiente masculina, necesaria para su fisiología”, “cómo no va a haber mancillación si tú, mujer, vistes provocando” o “hay hijas que seducen a sus padres y luego dicen que las han violado”. Respecto a los menores, el pastor principal considera que “se está impidiendo la salvación de los niños al suprimir la vara” y “mejor sufrir exceso de vara que corto”. Sobre la homosexualidad, asegura que “es una tragedia, cada vez hay más homosexuales, el diablo está invadiendo el mundo, sodomizando”.

Deberes de la administración. Esto no ha escandalizado a las administraciones públicas pero sí a los vecinos del barrio Rosales del Canal, que empezaron a movilizarse e indagar cuando el Ayuntamiento de Zaragoza (con unanimidad de los grupos políticos) cedía un terreno de utilidad pública en 2010 para la construcción de un macrocentro sociocultural en cuya construcción Remar ya ha invertido un millón de euros. “Cada cual tiene su creencia, pero si te ceden la gestión de servicios públicos y educativos la ideología anticonstitucional que raya la barbaridad sí importa y es aberrante”, explica Eva desde la Plataforma de Afectados por Remar.

El Ayuntamiento no ha hecho los deberes para saber a qué entidad le concede gratis durante 75 años un terrero de 4.000 metros cuadrados. Es un disparate que el trabajo lo tengamos que hacer los vecinos sin medios”. En 2008 el Ayuntamiento de Sevilla dio marcha atrás en la cesión de un terreno a Remar por la oposición vecinal. “Descubrimos que está considerada secta en otros países”, recuerda Ramón Bulnes, entonces presidente de la asociación de vecinos.

Ayudados. El director de Remar Aragón, José Luis López, defiende la legalidad de su organización. “Somos una ONG, estamos en 70 países para atender a los más desfavorecidos, tenemos más de 30.000 niños a nuestro cargo, 44 colegios en el mundo, enviamos cada año 100 contenedores de ayuda humanitaria, en España hemos atendido a más de 200.000 toxicómanos: yo soy uno de ellos. El único que acogía a enfermos de sida que estaban en la cárcel y nadie quería era Remar”. Cuenta José Luis que lleva 26 años en la organización. “Todos mis hijos han nacido aquí”. Las personas ayudadas por Remar que se quedan “dentro” viven en comunidad, en casas en las que conviven varias familias bajo las órdenes de un matrimonio responsable (el pastor y su mujer, normalmente) o bien separados por sexo.

En la ficha de ingreso se renuncia a la remuneración por el trabajo voluntario. “Igual que en una orden religiosa, la gente entrega voluntariamente su trabajo y tienen sus necesidades cubiertas”. José Luis confirma que 3.000 personas trabajan como voluntarias en los servicios y empresas que tiene Remar España “para autofinanciarse”: tiendas de ropa de segunda mano, mudanzas, tiendas Hiper Rastro de muebles, salones de eventos, hoteles, servicios de limpieza, librerías solidarias Los Olivos, productora audiovisual Visual777, Solidaria TV, RKM radio, transporte, granjas, talleres, lavado de coches, residencias de ancianos y la agencia de viajes a Tierra Santa Sefarad Israel (país con el que Remar tiene un gran vínculo). Aseguran que el dinero recaudado con la venta de productos donados se destina a su obra social. En total, 70.000 voluntarios trabajan para la organización en todo el mundo.

Sin estudios, sin raíces. Laura ha estado 16 años en Remar. Llegó a los tres años con sus padres, afectados por la heroína. Su familia sigue dentro. Cuenta que “muchas de las casas están en fincas en mitad del campo donde los toxicómanos trabajan hasta pasar el mono (en lo que llaman la primera fase), aislados”. En la adolescencia empezó a hacer preguntas. “Allí dentro todo es pecado, no te puedes relacionar con otras personas de fuera. Cuando tenía 15 años Miguel Díez habló con mi padre para que yo dejara el instituto y llevarme con él a su finca de Alcalá de Henares (Madrid) para servir a la obra. Yo quería seguir estudiando, me dijo que estudiar es vanidad y que como mujer no lo iba a necesitar porque me iban a casar pronto y tendría que servir a mi marido e hijos. Mis padres estaban manipulados, lo que él dice va a misa”.

Es una práctica habitual que obliguen a los menores a abandonar los estudios. Laura trabajó gratis (sin sueldo ni Seguridad Social) limpiando portales, recaudando fondos con huchas en la calle, en la productora de televisión, etc. “Te obligan, no puedes elegir. Me llevaba muchas disciplinas (castigos) como fregar platos. Ahora sé que es un maltrato psicológico, te inculcan que no vales nada. Me da vergüenza contarlo. Cuando salí no sabía nada de la vida, te tienen en una burbuja”.

Otra práctica frecuente es cambiar a la gente de zona; Remar tiene casas en toda España. Laura ha vivido en Barcelona, Gerona, Zaragoza, Mallorca… “La alimentación no es muy buena, es comida donada por las empresas colaboradoras, caducada a veces”. Describe que hay un sistema piramidal y en la cúspide, controlando todo, está el presidente. “Te meten miedo a la vida, a la gente de la calle: si sales vas a acabar de prostituta”. La querían casar con alguien de dentro, otra práctica común, y a los 19 años se fue. “Ya no podía más. Mis padres están absorbidos, no lo ven. Han hecho su vida dentro, comparado con la época de la heroína, claro, están mejor. Tú no conoces tus derechos, no eres ciudadana: eres de Remar. Vives oprimida, como una esclava. Me han quitado muchos años de mi vida, me han hecho mucho daño”.

Vidas anuladas. El perfil de José es distinto. Él fue un alto cargo dentro de Remar. Ha estado 17 años, allí se casó y tuvo hijos. “Llegué por mi adicción a las drogas. Todo al principio es bonito, te ayudan. Las consecuencias: vidas destrozadas, anuladas, la gente no tiene capacidad de decisión en nada. Es un atentado contra la libertad de las personas”. Confiesa que cada día piensa en Remar. “Mi chip está rediseñado. Entré sin amor a mí mismo, sin dignidad, es como si formatearan tu cerebro, meten los programas que quieren. He defendido a Remar a muerte, presumiendo de estar ahí”.

José fue pastor, reconoce que los que viven peor son los de abajo, a los que se les pide dar su vida al Señor. “Hoy sé que se puede ser cristiano y ser libre, nada que ver con lo que hay allí”. Su acceso directo a información y documentos le permite afirmar que “sólo Remar España es la que tiene auditoría pública, no el resto de las asociaciones Remar o empresas. Cuando compras un mueble te dan un recibo de donación, no una factura. El negocio es no pagar salarios ni Seguridad Social ni muchos impuestos ni licencias”.

Más de 3.000 empresas. Desde Remar España nos ofrecieron la entrega de documentación y su auditoría, pero finalmente no se nos ha hecho llegar. Tampoco han contestado a nuestras preguntas sobre el número de centros y empresas que tienen. Según José, “Remar tiene más de 3.000 empresas y podría facturar más de mil millones de euros a nivel mundial”. En su memoria de 2009, la organización confirma tener más de mil empresas. “Cada Remar provincial dona el 20% de lo recaudado a Remar España. De eso, el 10% va a un fondo de inversión (destinado a comprar muebles en todo el mundo, el verdadero negocio de Remar es su venta) y el otro 10% es el diezmo: fondo de misiones, contenedores de ayuda humanitaria”.

José y su mujer, Lidia, decidieron irse cuando quisieron separarles de su hijo mayor, sacarlo del instituto y llevárselo al taller. Lidia ha estado 22 años dentro. “Tengo sólo un año cotizado en la Seguridad Social”. Si se cobra alguna prestación o herencia se entrega a la obra. “Me ayudaron a rehabilitarme, pero no a reinsertarme”. Ha hecho todo tipo de trabajos: limpieza, cocina, chatarerría, venta de calendarios en la calle, tiendas Rastro, pelar cabezas de ajos y recoger manzanas en las fincas, oficina… “Lo hice con agrado porque tienes una deuda pendiente, te sientes útil ayudando a otros. Te inculcan vivir por fe: con cama y comida ya no necesitas más. No quería ese tipo de vida para mis hijos. Cuando sales ves la cruda realidad: sin casa, sin trabajo, sin Seguridad Social, y el pánico y los miedos religiosos que te meten. Y eso que yo estaba arriba”. Admite que es una parte de su vida que intenta ocultar. “No puedes decirle a la gente: Hola, he sido drogadicta y he estado 22 años en una secta”.

Pilar, trabajadora social, ha conocido a bastantes víctimas. Habla de chavales que han huído sin nada al cumplir los 18, durmiendo en la calle hasta que localizan a un familiar. “Nos cuentan la presión absoluta, el sufrimiento, la mezcla en las casas (que llaman centros de rehabilitación) de toxicómanos en pleno mono con niños que han presenciado suicidios, peleas. Les sacan del instituto para que no estudien ni se relacionen”. Explica que se ha creado una red de jóvenes para ayudarse cuando salen. Y se pregunta: “¿Qué pasa con los menores que hay en Remar?”.

Pesadilla. Mª José no tenía ninguna adicción. Estuvo cuatro meses dentro. Llegó a España con su madre en busca de trabajo desde Latinoamérica. Sin papeles. “Nos ofrecieron ayuda y nos llevaron a una finca que tienen en Toledo, en un lugar aislado. Había 15 chicas inmigrantes en proceso de rehabilitación, trabajaban todo el día de lunes a domingo”. A ella le asignaron cuidar a sus hijos. “Miguel nos dijo que si nos quedábamos no nos iba a faltar nada. Durante el primer mes nos trataron bien pero luego todo cambió”. No permitían llamadas de teléfono ni acceso a internet. “Vivimos una pesadilla, te ponen una sombra (persona que te vigila), te amenazan y ponen trabas si te quieres ir”. Trabajó limpiando y quitanto etiquetas a la ropa donada (que se vende en las tiendas de segunda mano). Luego las trasladaron a Getafe y pasó a tareas de administración. “Entraban miles y miles de euros.

Como tenía ordenador, aproveché para mandar un mail y pedir ayuda, me pillaron, me dijeron que era una desagradecida, todo eran broncas, me derrumbé”. Les amenazó con denunciar, pero ellos le recodaban que no tenía papeles. “Nos obligaban a ir a los cultos a la iglesia. Todo son órdenes. Me separaron de mi madre y trabajé descargando los camiones que llegan con la comida donada por empresas de alimentación y supermercados. Estaba reventada, lloraba todo el día. Dejé de comer por los nervios. Alguien de dentro nos ayudó a salir”.

Ángela no tuvo tanta suerte: cuando intentó irse la encerraron en el baño. Entró en Remar cuando tenía dos años, con sus padres. “Te cambian tanto de comunidad que fui como a siete colegios. Miguel me dijo que para servir a Dios no necesitaba el graduado escolar”. Hizo todo tipo de trabajos. Se enamoró en la adolescencia de un chico de dentro y no les dejaron tener relación, así que los dos decidieron escapar. “Al salir era una retrógrada, te inculcan miedos e inseguridades: la gente es mala, te va a ir mal”.

Desde Remar insisten en que han ayudado a muchas personas que son felices. En un salón de bodas y banquetes que tienen en Madrid, los camareros nos confirman que son voluntarios, como todo el personal, porque son una ONG, al igual que las trabajadoras de una tienda de ropa de segunda mano y los dependientes de una librería solidaria. Todos repiten como un mantra la misma frase. Un voluntario nos cuenta que tiene problemas de alcoholismo y da gracias por haber encontrado a Remar. “Ahora he conocido de verdad al Señor”. Dice que no entiende por qué les han cerrado un comedor social en una de sus iglesias, que “el diablo se disfraza de muchas formas”. El Ayuntamiento de Madrid no ha respondido a nuestra pregunta sobre ese cierre. Tampoco la Comunidad de Madrid nos ha confirmado si los medios de comunicación de Remar tienen licencia y permisos para emitir.

Denuncias. En1998 dos centros de atención social (casas) de Arganda se cerraron por no tener licencia ni personal sanitario cualificado. En 2002 se cierra otro en Chinchón. A nivel internacional, Human Rights Watch denunció en 1997 las negligencias en centros de menores en Guatemala. Ha habido también denuncias a Remar en Paraguay y Ecuador.

“Este tipo de organizaciones sabe camuflarse. Hacen congresos en grandes hoteles, la percepción de riesgo baja, se registran como asociación, dicen que son ONG, sobre el papel todo parece estar bien aunque dentro hay actividades dudosas”, asegura Miguel Perlado, presidente de la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico. “En Remar hay características del funcionamiento sectario: suplantan una adicción por otra, moldean tu comportamiento, cierran tus puntos de contacto con familiares y amistades, hay dependencia hacia el grupo en detrimento de la persona, mecanismos de presión emocional, influencia excesiva: tu único mundo es Remar”. Cuando salen, tienen miedo a denunciar, piensan que nadie les va a creer. La mayoría quiere pasar página y olvidar.

La urgencia y desesperación por encontrar ayuda en situación de vulnerabildiad es lo que hace entrar: su puerta está abierta y los servicios sociales saturados. La Comunidad Terapéutica El Frago (dependiente del Gobierno de Aragón) está a punto de ser cerrada, como explica su director, Faustino Marcen. “Menos recursos públicos destinados a la atención de drogodependencias y salud mental hacen que estas asociaciones cubran el nicho de negocio que deja la desinversión pública. Remar no hace tratamientos profesionales ni reinserción: se queda con el paciente. Pero resuelve el problema a los poderes públicos recogiendo a la gente que ellos no atienden”.

Para Juantxo Domínguez, presidente de REDUNE (Asociación para la prevención de la manipulación sectaria), “Remar no sólamente es un grupo sectario, esclaviza y explota a las personas. Venden una apariencia, pero hay que ser decentes de verdad, no sólo parecerlo. Estos grupos crean capas y capas para acreditarse, y para ver lo que hay debajo tienes que quitarlas todas. No podemos estar los ciudadanos haciendo de Sherlock Holmes, que investiguen las instituciones. Hoy en día se mira con lupa todo, ¿cómo puede ser esto? Es escandaloso. ¿Son un Estado paralelo, no están sujetos a nuestra legalidad?”.

Tras su paso por Remar, las víctimas entrevistadas aseguran que vulnera leyes: “¿Dónde está el Ministerio de Interior, dónde está Hacienda, Inspección de Trabajo, Sanidad, Seguridad Social?”. Y desde la Plataforma de Afectados son tajantes: “Han dejado crecer un monstruo. Durante 30 años nadie hizo preguntas”. •

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