Human Rights Watch denuncia graves abusos cometidos por la propia policía contra los homosexuales en Kirguizistán.
Human Rights Watch ha hecho público Decían que nos lo merecíamos, informe que denuncia la extorsión, las amenazas, la violencia y las agresiones sexuales que hombres homosexuales y bisexuales sufren a diario en Kirguizistán (también conocido como Kirguistán y como Kirguisia), una república del Asia central que formó parte de la Unión Soviética. Y ello a pesar de que las relaciones homosexuales en ese país fueron despenalizadas en 1998.
El informe, de 71 páginas, se basa en los testimonios en profundidad de 40 hombres homosexuales y bisexuales de varias regiones del país. La lista de abusos a manos de las fuerzas del orden que recoge el trabajo provoca escalofríos: amenazas, violencia psicológica y física, detenciones arbitrarias, abusos sexuales, violaciones… Especialmente frecuente parece ser el chantaje y la extorsión, de forma que muchos de estos hombres se ven obligados a pagar cantidades de dinero a los agentes para impedir que estos revelen su orientación sexual a amigos y familiares y les expongan al rechazo social o a la pérdida de sus trabajos.
Para ello los policías peinan parques, locales de ambiente, hoteles… cualquier lugar que pueda servir de punto de encuentro. También espía las páginas webs de contactos. Gracias a ello localizan a víctimas a las que extorsionar y maltratar. El informe recoge casos espeluznantes, como los intentos de introducir palos, martillos e incluso un dispositivo de electroshock por el ano de las víctimas.
Tal y como Human Rights Watch expone, si ya de por sí resulta difícil ser homosexual o bisexual en una sociedad en la que las actitudes homófobas están muy extendidas, la situación se vuelve terrible si las fuerzas de seguridad, aquellas que al menos debieran garantizar el ejercicio de los derechos básicos, son también un agente activo de la homofobia. La organización denuncia que el Gobierno de Kirguizistán, aunque ha prohibido uso de la tortura en dependencias policiales, carece de un mecanismo de reporte de abusos por parte de personas que no están en la cárcel. De hecho, solo 2 de las 40 víctimas entrevistadas presentaron denuncia, sin obtener además resultado alguno. “Los agentes de policía en Kirguizistán saben que pueden golpear, violar y atormentar de cualquier manera a los homosexuales, así como extorsionarles, sin sufrir por ello consecuencias”, explica Anna Kirey, de Human Rights Watch. Esta organización solicita al Gobierno de Kirguizistán que adopte medidas efectivas para combatir la tortura y el maltrato hacia las minorías, así como que implemente un mecanismo que permita las denuncias sin que la privacidad de las víctimas se vea violentada.
Os dejamos con un breve reportaje que muestra el testimonio de tres víctimas, subtitulados en inglés (creemos que de todas formas resulta de fácil comprensión). Un joven fue extorsionado, tras ser descubierto en un parque abrazado a su novio. Los otros dos fueron detenidos y sufrieron grave maltrato físico y psicológico. Uno de ellos permaneció tres días en comisaría mientras era sometido a todo tipo de agresiones.
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