“Panel interdisciplinar”, por Benjamín Forcano, teólogo.
Leído en la página web de Redes Cristianas:
1.La homosexualidad hoy
2.Los divorciados en la Iglesia católica
3.El derecho a la vida privada
Vicenc Navarro:
4. Las políticas que generan nuestra crisis
Textos de varios autores:
5.Políticas con criterios científicos
6.Abismo entre las palabras y los hechos
7.Nacionalismos
1 La homosexualidad hoy
BENJAMÍN FORCANO
Son muchos los que todavía —incluyendo políticos y obispos— condenan la homosexualidad. Por el cargo y responsabilidad que ejercen debieran hablar bien informados sobre el enfoque y valoración que hoy se da a la homosexualidad.
En Occidente la homosexualidad ha recibido una valoración muy variada. El doctor John Boswell en su libro Las bodas de la semejanza documenta cómo en la Iglesia católica del siglo VI al XII existía como normal la celebración litúrgica de parejas homosexuales, según ritos y oraciones propias, presididas por un sacerdote.Es a partir del siglo XIII, que la homosexualidad va revistiendo un carácter de vicio horrible (pecado nefandum= innombrable), tan horrible que lo de innombrable no se aplica a otros hechos más graves: Asesinato, matricidio, abuso de menores, incesto, canibalismo, genocidio e incluso deicidio son mencionables. ¿Por qué este horror que convierte la homosexualidad en el peor de los pecados?
Es también muy común la opinión de que se elaboró una construcción bíblico-teológica moral justificatoria de la gravedad de este pecado, hoy demostrada como precientífica y opuesta al contexto y sentido de los textos bíblicos y que la dejan desprovista de este tipo de argumentos para condenarla. Son de consenso generalizado las conclusiones científicas de que: “Ni desde la medicina, la psicología, la pedagogía, ni con medidas sociales o legales, ha sido posible cambiar la orientación sexual, aunque intentos no han faltado” (Juan L. T. Herreros, Aproximación a la realidad homosexual).
Los estudios más diversos confluyen en la tesis de no poder calificar la homosexualidad como enfermedad, desviación psicosomática o perversión sexual.La orientación homosexual no afecta a la sanidad mental ni al recto comportamiento en el grupo social. En razón de ello, la OMS ha suprimido la homosexualidad de la relación de enfermedades. Y el Consejo de Europa insta a los gobiernos a suprimir cualquier tipo de discriminación en razón de la tendencia sexual.
Finalmente, teológicamente hablando, es bien fundada la posición de quienes sostienen que la sexualidad humana no tiene como modelo natural exclusivo la heterosexualidad —ese es un presupuesto no probado— sino que se da también la homosexualidad como una variante natural legítima, minoritaria.
(Publicado en El Pais, 12 de Abri del 2012)
2 Los divorciados en la Iglesia católica
Es un hecho la existencia de miles y miles de parejas católicas divorciadas, en España y en el mundo entero. Entre esos miles, es innegable que muchos han llegado a una situación extrema de conflicto y fracaso, donde el sentido común y la razón aconsejan una separación o un divorcio.
¿Qué ocurre y cómo se acoge a estos miles de parejas que, pese haber iniciado un proyecto con amor y haber luchado por mantenerlo, llega un momento en que fracasan y su convivencia es del todo imposible? ¿Qué se les dice?
Para ellos la respuesta es que, si se casaron con amor y libertad, no hay solución, no hay más solución que ponerse a convivir, remontar el fracaso, y demostrar que siguen siendo marido y mujer.
¡Son marido y mujer!
¿Aunque no puedan convivir? ¿Aunque su relación sea nula? ¿Aunque no vuelvan a amarse nunca? ¿Aunque sea con el riesgo de hacer de su hogar un infierno? ¿Aunque decidan alejarse el uno del otro para siempre?
Hablo de situaciones claras e fracaso, donde el amor ha muerto. Y si el amor ha muerto, ¿qué clase de matrimonio puede haber? Y cuando el amor muere en una pareja, ¿cómo se puede seguir sosteniendo que ella es matrimonio?
¿Y cuál es la solución concreta que se da para estos casos?
Canónicamente, ninguna. O mejor, seguir figurando públicamente como matrimonio, aunque nunca más lo sean. Y si se casan, por lo civil obviamente, ese matrimonio no es reconocido y se les califica como concubinos, pecadores públicos, indignos de recibir la sagrada comunión y de figurar como padrinos en un bautizo.
Esta postura es, en primer lugar, impropia de la tradición católica. La absolutización del valor de la indisolubilidad no siempre fue así. La indisolubilidad es un valor-ideal, que ojalá todos vivieran como algo propio, desde dentro, un valor que corresponde al plan original de Dios, pero Dios no lo impone a todos, en todo lugar y circunstancia, sino que, en casos de fracaso, e incapacidad humana, Dios actúa con la economía de la comprensión, del perdón y de la misericordia.
Y esta economía misericordiosa encaja con la condición humana, con la condición propia del matrimonio que, al estar basado en personas libres, no excluye –no lo puede excluir- que el proyecto corra riesgos, conflictos graves y acabe a veces en fracaso y ruptura. La debilidad y la defectibilidad son un propio del ser humano y, cuando se dan, deben ser atendidas, racional y amorosamente. La perfección, la perfección absoluta, no es propia de este mundo. El ideal es algo a lo que hay que tender, pero hay situaciones en que, empeñarse en mantener el ideal, se convertiría en contraproducente. Siempre hay que procurar lo mejor, que no siempre coincide con el ideal. Son muchas las situaciones en que, sin renunciar al ideal, debemos procurar lo mejor, porque lo mejor es muchas veces enemigo de lo ideal. Leer más…
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